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Kylian Mbappé devuelve la fiesta a Francia

DOHA — Francia sólo entiende el futbol como una fastuosa felicidad extrema. Y así lo juega. Lo ratificó ante Polonia (3-1) la noche de este domingo, aún con riesgos, esos mismos que le enlutaron ante Túnez (0-1).

Y claro, tiene una bestia. Kylian Mbappé hizo dos y fue el doméstico y el artista, el sirviente de todos, y el amo y señor de todo. Una noche exuberante, en la que Francia resistió una sublevación inesperada de Polonia en los primeros minutos, y después, la aplacó, la sometió y la abatió. Olivier Giroud fue la sorpresa y el cómplice en la victoria francesa, con el 1-0.

Mientras Francia se queda y espera a su rival del aparente juegazo entre Inglaterra y Senegal, Polonia empaca con la tristeza evidente de Robert Lewandowski, quien hizo el gol del orgullo engañoso mediante penalti.

De arranque, Polonia rompió sus esquemas, pero sólo hasta que se dio cuenta que era inútil. Fue sobre Francia, la agobió, quiso hurtarle la pelota dentro de su propio territorio. Fue inútil. Al paso de los minutos volvió su biblioteca inicial. Arriesgaba mucho y conseguía poco.

Expuestos por desatenciones en la marca, por ceder espacios a la paciencia polaca, pero Francia provocó soponcios al mejor arquero del torneo, Szczesny, con disparos de Dembelé, Griezmann, Tchouaméni y el mismo Mbappé, incluyendo, para no perder su sello, un remate fallido, con la portería abierta, por parte de Giroud a los 28’.

Minutos antes del yerro de Giroud, al ’20, en uno de sus pocos momentos de libertad, Lewandowski pescó violento disparo, que sale a milímetros del poste, desafiando el lance extremo de Hugo Lloris.

Si Polonia crecía, se agigantaba, era por los errores en las salidas, por demoras en la presión sobre los pocos polacos asignado sl ataque. Al ’37, esta vez Lloris rechaza un balazo de Zielinski, tras un balón huérfano, evacuado del área, y enseguida, el contrarremate poderoso, Tchouameni lo exilia de la raya.

Pero, Francia no transige ni negocia. Con cinco hombres constantemente merodeando la periferia de Polonia, erizando la piel del arquero polaco Szczesny, , en ese completo asedio, encontraría finalmente su recompensa.

Mbappé encuentre un recoveco entre la zaga polaca, adivinando las intenciones de Giroud. Sirve exacto, al desplazamiento y la zona. Esta vez Giroud no perdona, a pesar de pegarle con un sacacorchos a la pelota. 1-0, ’43.

Así, el más discutido, el más maltratado, el mal querido, pero Giroud es el máximo goleador de Francia, con 52 anotaciones. Entre los claroscuros pasionales de toda Francia.

Apenas dos minutos después, Francia se fabrica sus propios soponcios. Tibieza en la salida, y un remate de Krychowiak que termina en tiro de esquina. En el cobro, Lloris supera a todos, pero seguramente con la mantequilla del almuerzo en las manos, se le escurre el balón, que, para su fortuna, pega en el pescuezo de Zielinski, y recupera a la rejega pelotita.

Así, con los nervios erizados, las emociones invocadas, el partido se va al descanso. Polonia deja la advertencia de que muerta, aún, no estaba.

Al regreso del descanso, Polonia intenta regresar. Aprieta en la marca, trata de agregar hombres, idea y voluntad. Sin embargo, Francia le confisca las intenciones y el balón.

Pronto, Francia convierte aquello en una pachanga. Se regodea, se da lujos, pero el único lugar común es que Giroud sigue errando, como un remate cacheteando el balón a centímetros del arco, pero se escurre a un lado.

Ocurre, sin embargo, que los galps pasan de la diversión al desdén y al abuso, irrespetando por momentos al adversario y al escenario mismo, donde con una superioridad absoluta, con un poco de seriedad, pondría un rosario sobre la mortaja polaca.

Pero siempre estará ahí Mbappé. Y detrás de él, esa esencia de Francia. Griezmann saca el balón del área, rompiendo sobre Giroud, de izquierda a derecha entrega a Dembelé, quien recorta hacia el centro y entrega a un solitario Mbappé. Controla, elige, dispara y el lance de Szczesny sólo embelesa la brutalidad del crimen. 2-0, al ’74.

Ya con el control asumido, con el marcador convertido en epitafio muy discreto, Deschamps quiso poner al resto de la infantería a ser parte de la fiesta, porque ya Polonia no quería queso, sino salir de la ratonera, antes de abandonar le cancha como versión gruyere de la artillería gala.

Mbappé firma su tercer gol, con un brutal disparo, ante las concesiones de la defensa polaca, con un auténtico rayo, imposible para el lance de Szczesny. El 3-0 al 92, parecía ya definitivo, pero un penalti rescata las memorias de Polonia. En el primer cobro, Lloris se adelanta y debe repetirse. En el segundo, Lewandowski amaga ya en tono burlón, y engaña al arquero francés. 3-1 al minuto 100.