LAS VEGAS — Tensa calma. Rostros adustos. Pasos apresurados. Monosílabos. Silencios. Incertidumbre. ¿La calma después de la tormenta o la calma antes de una nueva tormenta?
El Hotel Westin Lake de Las Vegas, un oasis en la ciudad del juego y el pecado, se ha convertido en un monasterio solemne donde la Selección Mexicana hace mutis en medio de la ventisca de rumores.
El Tri hizo trabajo regenerativo. Pero el ambiente fue totalmente distinto. Normalmente es un carnaval, música, bromas, albures. El bullicio se volvió silencio. DE carnaval a funeral.
“Normalmente hay música y mucha alegría cuando trabajan. Hoy fue distinto, silencio y un clima pesado”, explica persona de logística de la Selección Mexicana que estuvo presente en el trabajo regenerativo de hoy en el mismo hotel.
Los videojuegos han sido relegados. Después de la ominosa derrota por 3-0 ante Estados Unidos, de poco sirven las victorias artificiales y pomadosas, de una consola conectada a un televisor. Los héroes de las ficciones, fueron humillados la noche del jueves en el Allegiant Park. La soberbia y la petulancia son dos ratas que abandonan el barco de inmediato en el naufragio.
Los jugadores desfilan desde el gumnasio rumbo a sus habitaciones. Una docena de aficionados se toma fotos, piden autógrafos. Los futbolistas no se niegan como otras veces. Claro, esta vez, lo hacen como un acto de contrición: el fracaso los fragiliza, los humaniza, los vuelve humildes. El único que confirma que se siente el ombligo del universo es Edson Álvarez, rechazando solicitudes como la de firmar una playera del Ajax con su nombre. Debe estar aún mareado del baile al que lo invitó el jueves por la noche Christian Pulisic. “No creas, es el tipo más insoportable de todos en el Tri”, explican.
Sólo aparece Duilio Davino. Es el único directivo hospedado en Westin. El resto está en Hotel Wynn. Ahí están Juan Carlos Rodríguez y su corte, acompañados de Christian Bragarnik. Pero no es el único promotor presente en los hoteles. En el hospedaje del Tri, por ejemplo, pulula Matías Bunge, vigilando a sus representados.
¿Se tomará una decisión sobre Diego Cocca? Hasta el momento, sólo ha platicado con Davino del desastre ante Estados Unidos, Lo hicieron la cena y en el desayuno. Normalmente Cocca acude a todos los entrenamientos, incluyendo los regenerativos, pero esta mañana no lo hizo.
No ha vuelto a enfrentar a la plantilla tras el resultado ante Estados Unidos, no ha vuelto a haber una sesión de confrontación post Apocalipsis, y después de que el grupo de jugadores se arremolinó cerca del patíbulo donde Ricardo Pepi hizo el tercero, para después dirigirse al vestidos, ignorando a su entrenador, quien los aguardaba en el centro del terreno de juego.
Hay quienes dentro de la Selección Mexicana menosprecian ese hecho, asegurando que no fue desplante de ninguneo hacia su entrenador, pero otros reconocen que hay fracturas, que la derrota y la forma en que fueron superados, agrietó de desconfianza el suelo frágil del Tri.
“Tú leíste bien lo que pasó. Nadie más lo hizo, aunque fue evidente”, explica alguien desde dentro de la logística del Tri.
Por lo pronto, ya es grave que Juan Carlos Rodríguez y el arquitecto de este Frankenstein, Alejandro Irarragorri, no se hayan entrevistado aun con Diego Cocca, al menos para escuchar una explicación, una justificación, una razón del Waterloo mexicano en el Allegiant Stadium.
Hay dos versiones, que esta misma tarde, Rodríguez, Irarragorri y Ares de Parga se presentarán en la concentración de la selección. La otra, que La Bomba invite a Diego Cocca a visitarlo en el Hotel Wynn.
Al hacer el recorrido al Hotel Westin Lake, queda claro, que el primerísimo error de logística, fue la torpeza al escoger un sitio para hospedarse ubicado a por lo menos 45 minutos y hasta una hora y media de distancia de la cancha de entrenamiento.
¿Quién consumó semejante torpeza? No fue la Concacaf. Fue gente de Diego Cocca, la que visitó Las Vegas, vio las opciones y eligió ambos sitios, hotel y cancha de entrenamiento. A quién se le puede ocurrir tener tres horas encerrados en un autobús, entre trayectos de ida y vuelta, a los jugadores.
Y llama la atención la inconformidad del jugador. Lo obligan a entrenar en exceso martes y miércoles, y este viernes sólo hay regenerativo además de sesión de video, es decir, reposo, además de que el próximo lunes y martes, en Houston, romperán filas y disfrutarán de esos días libres, ya con la Copa Oro encima y Honduras esperando esta flácida y frágil versión de la selección mexicana.
Entre los jugadores que desfilaron apareció Alexis Vega cojeando, por lo que parece inminente que rompa la concentración y no se reporte a la Copa oro.