El sorteo del Mundial 2026, que se realizará el 5 de diciembre de 2025 en Washington, cobra un peso estratégico inédito. Con el nuevo formato y 48 selecciones en competencia, el reparto de bombos, caminos y restricciones competitivas dejó de ser un simple acto ceremonial: ahora puede abrir autopistas o levantar montañas en el recorrido hacia la final.
Para potencias como Argentina, España, Francia o Inglaterra, estar bien posicionadas en el ranking FIFA no solo otorga el privilegio de evitar rivales top en fase de grupos: también garantiza caminos separados hasta semifinales, según confirmó la FIFA. Esa arquitectura del sorteo convierte al bolillero en un aliado fundamental antes de que la pelota empiece a rodar.
Un buen sorteo en el Mundial 2026: ¿ventaja deportiva o justicia del ranking?
Tener un grupo accesible en primera fase no solo significa reducir el riesgo de “muerte súbita” temprana; también permite administrar energías en un torneo que será el más largo de la historia moderna. Con 48 selecciones, el desgaste físico y mental puede acumularse más rápido que nunca, y llegar con aire a las instancias definitorias se vuelve casi tan importante como el talento individual.
Además, los “caminos separados” que la FIFA aplicará para las cuatro selecciones mejor rankeadas se asemejan a los cuadros del tenis: si cumplen con su obligación de terminar primeras en el grupo, no se cruzarán entre sí hasta semifinales o final. Para quienes parten como candidatos, un buen sorteo no solo evita sobresaltos tempranos: estructura su torneo.
El lado B del Mundial 2026: cuando el sorteo te juega en contra
Claro que no todos disfrutan del privilegio. Las selecciones de segundo y tercer bombo son las que más sufren la influencia del azar. Un mal sorteo puede dejarlas en un grupo exigente y, peor aún, alineadas en un camino repleto de rivales de élite. En esos casos, el Mundial empieza cuesta arriba desde el día cero.
A esto se suma un fenómeno cada vez más visible: la brecha entre los mejores y los del medio se acorta en rendimiento, pero la estructura del sorteo puede ensancharla artificialmente. Para muchos entrenadores, no se trata solo de “quién te toca”, sino de “cuándo te toca” y “por cuál lado del cuadro caés”.
Historia reciente: ¿los campeones necesitan un camino fácil?
Aunque ningún campeón gana solo por la ruta, los últimos mundiales muestran un patrón: evitar cruces pesados en primera fase reduce desgaste y ayuda a construir confianza. Los campeones suelen arrancar contra rivales de menor jerarquía, ajustar piezas y llegar preparados a los desafíos grandes cuando realmente cuentan.
La estadística respalda esta idea: en torneos largos, los equipos que enfrentan dos o más potencias antes de cuartos de final tienden a llegar más fatigados, física y emocionalmente. No es una sentencia, pero sí una tendencia que ningún cuerpo técnico ignora.
La conclusión inevitable: el sorteo sí importa
El fútbol siempre tendrá su cuota de azar, pero en el Mundial 2026 ese azar estará cuidadosamente administrado. Un buen sorteo no garantiza ser campeón, pero uno malo puede complicar incluso a una potencia. Entre rankings, bombos y caminos, el sorteo dejó de ser una ceremonia: es la primera batalla del Mundial.
