Las primeras tres Copas del Mundo de la historia transcurrieron sin grandes sorpresas. En 1930, los dos rioplatenses, que además eran los mejores del planeta, llegaron a la final en Montevideo. Cuatro años más tarde, se coronó (también como local) una Italia poderosa y reforzada con los sudamericanos más talentosos. En 1938, la Azzurra volvió a dar la vuelta olímpica por peso propio. El primer batacazo mundialista se dio en Brasil 1950, el primer campeonato tras la Segunda Guerra Mundial.
Inglaterra decidió participar por primera vez y de esa manera honrar al certamen con la presencia del país inventor del juego. Muchos pensaron que el viaje a Brasil era, ante todo, para ir a buscar la Copa Jules Rimet que le pertenecía por derecho divino. Sin embargo, en la lejana Belo Horizonte comenzó una historia de sinsabores para la Rubia Albión que dura hasta hoy.
Estados Unidos, un plantel como varios amateurs, venció 1-0 a los británicos, que eran el máximo favorito a ganar el título por tradición y por actualidad, ya que tenían a dos de los mejores jugadores del momento: Tom Finney y Stan Mortensen. En Londres, algunos medios publicaron que el partido había finalizado 10-1, ya que creyeron que el ignominioso marcador no era más que un error de los cables que llegaban desde Brasil.
El encuentro, disputado en el Estadio Independencia, de la ciudad de Belo Horizonte, fue válido por la segunda fecha de la fase de grupos del campeonato y dejó a los ingleses al borde del abismo, ya que la caída posterior ante España los eliminó de la competencia mucho antes de lo planeado.
Para entender mejor el partido, nada mejor que una crónica de época. Así lo vio el periódico La Vanguardia:
El juego fue equilibrado desde el primer momento, aunque pronto pudo observarse la diferencia de técnica de uno y otro bando. Los profesionales ingleses, con precisión matemática y su característica flema, llevaron los avances perfectamente ligados, en tanto que los norteamericanos, con una táctica primitiva, apoyaban sus avánces con un entusiasmo y un desarrollo de energías físicas realmente admirables.
Estados Unidos realizó sus ataques en base a largos desplazamientos. El público, que en la salida de ambos bandos aplaudió por igual a uno y otro equipo, a medida que avanzaba el tiempo y los americanos no sólo se defendían admirablemente sino que se permitían atacar con frecuencia la puerta defendida por Williams, se inclinó por ellos y los alentó con entusiasmo. Claro, veían la posibilidad, todavía un tanto remota, de que los muchachos de los Estados Unidos vencieran a los ingleses.
Por el bando norteamericano era Souza el jugador que en la delantera ponía orden y dirección en los ataques. La defensa inglesa se empleaba a fondo, pues sus rivales llegaban con frecuencia a la zona de tiro y aún Williams tuvo que intervenir en más de una ocasión para cortar la trayectoria de varios balones enviados por los ataques norteamericanos.
Quizá ios ingleses, conscientes de su superioridad, no se empleaban a fondo. Pero a los 38 minutos llegó el primer gol de la tarde, que habría de ser el único y que representaría la gran victoria de los colores estadounidenses sobre los ingleses. El medio volante derecha de EEUU pasó por bajo la pelota a Souza, que avanzó hacia la meta inglesa después de driblear a un defensor que le salió al paso. En mala posición y acosado por un defensa, Souza vio en mejor situación a su compañíro Goetjens, al que sirvió el esférico y éste, sin titubear, tiró fuerte y raso, llegando la pelota al fondo de la red. El tanto fue acogido con una gran ovación por la totalidad, de los asistentes al partido.
La segunda parte se inicia en un violento ataque inglés que encuentra la debida réplica en la zaga norteamericana. Los primeros minutos son de mando inglés con una serena defensa norteamericana. Varios disparos de los delanteros ingleses son detenidos con seguridad por el guardametas adversario Borghi.
Después de 10 minutos de dominio infructuoso de Inglaterra, los ganadores pasaron al ataque y un buen disparo de Souza, rematando una combinación de su ataque, obliga a Williams a conceder córner. Se saca el castigo y después de un momento de acoso a la puerta inglesa, Wright aleja el peligro de su portería.
El público que ve la posibilidad de una víctoria norteamericana anima a la representación de este país. Los ingleses atacan sin cesar para conseguir el tanto del empate, pero no lo consiguen. Colombo está haciendo una brillante defensa, junto con Borghi son los dos elementos del equipo de los Estados Unidos qué están llamando la atención de losespectadores.
Los norteamericanos procuran perder tiempo, ya que faltan escasos minutos para llegar al final del tiempo reglamentario. Sus rivales no cejan en sus ataques, pero todos son perfectamente neutralizados por los yanquis. Momentos después, y ante el asombro de jugadores y espectadores, el arbitro señala el final del partido.
Los norteamericanos son fuertemente aplaudidos por los espectadores. El delantero John Souza, que ha sido el mejor jugador de la tarde, al terminar el encuentro es sacado del campo en hombros de unos cuantos espectadores entusiasmados por su labor.
