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La extensa historia de Gianluca Lapadula con la Selección peruana que por fin tuvo final feliz

A comienzos de 2016, Ricardo Gareca ya llevaba un año como director técnico de la Selección peruana y aún estaba en la búsqueda de una identidad. Varios nombres históricos generaban dudas y los nuevos todavía no daban el salto definitivo. En ese contexto y con las Eliminatorias y la Copa América Centenario en el horizonte, el Tigre viajó en silencio rumbo a Italia para ir a buscar a un desconocido delantero que era la sensación de la Serie B: Gianluca Lapadula. Así comenzó una historia de idas y vueltas, un verdadero culebrón, que tuvo su final feliz este viernes.

Nacido de padre italiano y madre peruana en Turín, Lapadula hizo las divisiones inferiores en Juventus, donde comenzó como arquero, luego pasó a ser mediocampista, después enganche y finalmente, a los 14 años, se afianzó como atacante. Tras debutar en Pro Vercelli, de la cuarta división, ser fichado por Parma y jugar en varios equipos del ascenso sin afirmarse en ningún destino, arribó a Pescara a mediados de 2015. Allí se hizo notar hasta en la patria de su madre.

Fue la gran figura de la Serie B 2015/2016, pese a que su club no logró el ascenso. Terminó la temporada como máximo artillero, con 30 goles, 13 más que su más cercano perseguidor. En medio de esa gran campaña, Gareca se entrevistó con él en Europa. “Lo observamos hace tiempo, me gustó y queríamos conocerlo. Él es un delantero muy interesante, se desenvuelve en una serie bastante competitiva", afirmó el DT argentino tras su regreso a Lima.

Ambos quedaron conformes después de aquella reunión, sin embargo todo terminó en desencuentro, porque el futbolista sintió que aún no era su momento de calzarse la camiseta bicolor. “Se comunicó conmigo. Necesita más tiempo para pensarlo. Mantiene el interés, pero en este momento está a abocado a participar en la Serie B, que es diferente a la primera división porque no paran. Me ha manifestado que quiere seguir analizándolo”, explicó el DT.

El cariño de Lapadula hacia Perú creció en los últimos años. Cuando Gareca lo visitó, no hablaba español y su mamá actuó como intérprete, quizás con el íntimo deseo de que su hijo vistiera algún día no muy lejano los colores de su patria. Pero el anhelo primario de Gianluca era representar a su país.

A mediados de 2016, su suceso había sido tan grande que AC Milan lo contrató por 9 millones de euros. Tuvo una temporada aceptable, con 8 anotaciones en 27 partidos y un título: la Supercopa italiana. Entonces, se le abrieron las puertas de la Azzurra. El seleccionador Giampiero Ventura lo convocó para los partidos de junio de 2017 y su presentación fue inmejorable. En un once plagado de jóvenes, marcó un triplete en la goleada 8-0 sobre San Marino en un amistoso. Sus compañeros de ataque fueron los prometedores Federico Chiesa, Andrea Petagna y Domenico Berardi. Parecía el comienzo de una larga historia en la Nazionale, pero no volvió a ser citado.

En julio de 2017 pasó a préstamo a Genoa y se alejó de las grandes luces del calcio. En dos años, solo disputó 36 partidos y convirtió 7 tantos con el conjunto genovés. Ya estaba fuera del radar del cuerpo técnico del seleccionado peruano, que quizás había quedado un poco decepcionado por la negativa del italiano. Italia tampoco era una posibilidad cercana.

Volvió a tener un buen nivel en 2019/2020, cuando fue artillero del descendido Lecce. Su buena campaña le permitió mantenerse en la Serie A, ya que fue fichado por el recién ascendido Benevento, donde en cinco partidos de esta temporada lleva dos goles y dos asistencias.

Su nombre volvió a aparecer con fuerza en Perú este año, cuando le hizo el guiño definitivo al país. Hace un par de semanas habló en una entrevista con Sky Sport y describió su cariño por el país de su madre, que representó en un impresionante tatuaje de un nativo (más parecido a un norteamericano de la tribu de los sioux que a un habitante originario de América Latina). “Quería imprimir en mi piel lo que me pertenece. Nunca he tenido la oportunidad de conocer Perú personalmente, lo que sé es a través de las historias de mi madre. En el último período mi curiosidad ha crecido, he mirado muchas fotos y muchos videos. Incluyendo este video donde se ve una fiesta en Paramonga sobre el ‘Señor de la Soledad’, donde se utilizan muchos símbolos incas, incluyendo la bandera del Tahuantinsuyo y tocados emplumados: esta es la motivación de mi representación", afirmó.

"Desde niño estaba muy apegado al Perú, tenía muchos amigos peruanos con los que iba a jugar. Y también me gustó la cocina, mi mamá hizo tantos platos deliciosos que realmente lo aprecié. Estoy muy feliz de poder aprender más sobre mis orígenes y, por qué no, un día cumplir el sueño de ir a Perú", agregó.

Lapadula también recordó aquel encuentro con Gareca: “Hace cuatro años vino a conocerme a Italia, donde hablamos de la Copa América. Pero fue en conjunto con los playoffs de Pescara y pensé que, en ese momento, aceptar la convocatoria de una selección nacional no hubiera sido justo, también porque no me había ganado el derecho a jugar esa competencia. Sí me había ganado la posibilidad de jugar por el ascenso a la Serie A con Pescara”.

En esa entrevista hizo el guiño definitivo al seleccionado peruano: "No es por un tatuaje que le diré a Perú y al entrenador que acepté a la Selección. Si alguna vez tuviera este pensamiento, la primera persona en saberlo sería Gareca. Hoy conozco mucho mejor mis raíces, estoy mucho más consciente y orgulloso de que la sangre peruana está dentro de mí ",

¿Por qué Lapadula puede representar a Perú en las Eliminatorias si ya jugó en Italia? Porque hace un tiempo FIFA cambió la regla y ahora solo toma en cuenta partidos oficiales para prohibir el "cambio de nacionalidad". El choque con San Marino fue un amistoso y por eso está habilitado para representar a otro país.

Fueron años de desencuentros y de idas y vuelta. Pero la historia tuvo su final feliz. O quizás es solo el principio de una larga relación amorosa.