La necedad de Gerardo Martino no tiene límites, y el sentido común últimamente no es muy amigo del técnico de la Selección Mexicana de Futbol, según quedó demostrado en una nueva actuación decepcionante del equipo en su camino rumbo al Mundial de Catar 2022.
Durante la Copa Oro y los primeros tres partidos de la eliminatoria, la aferración del apodado ‘Tata’ se llamó Rogelio Funes Mori, pese a que el naturalizado estuvo lejos de representar algún tipo de solución en la delantera de México.
Ahora frente a Canadá, un equipo que a priori se conoce tiene como una de sus armas principales la velocidad, Martino eligió a la ‘vieja guardia’ para hacerle frente.
Andrés Guardado y Héctor Herrera fueron un par de fantasmas en el primer tiempo anoche en el Estadio Azteca, completamente rebasados por el vértigo del rival y del propio partido.
No solo es un tema de veteranía, si no de una carencia de ritmo y actividad. Si bien el jugador del Betis ya goza de más minutos en las últimas jornadas, Herrera es prácticamente inexistente para Diego Simeone en el Atlético de Madrid.
Y nadie cuestiona la valía y calidad de este par de mediocampistas; sin embargo, lo que sí puede analizarse, sobre todo en el caso de Guardado, es si a sus 35 años está para competir al más alto nivel y aspirar a un quinto Mundial.
Herrera juega en cámara lenta y el equipo aguarda alguno de sus chispazos con base en su calidad por la visión que posee o su gran técnica individual, pero de dinámica, aporte defensivo o ser un generador desde la salida, poco y nada.
A Martino le está ocurriendo lo mismo que a tantos y tantos técnicos de la Selección Nacional: respeta de más las jerarquías y no apuesta por los que están en mejor momento.
Canadá superó claramente a México en el balance del juego y estuvo a nada de firmar un ‘aztecazo’, sin que desde la banca tricolor llegara algún tipo de mensaje para cambiar lo que estaba sucediendo.
El propio Hirving Lozano que fue de los más impetuosos en el juego, declaró que no entendió por qué México cambió su postura tras el gol de Jorge Sánchez.
A Martino no le bastó el primer tiempo para detectar que Guardado y Herrera estaban rebasados y era necesario hacer un cambio. Jugaron 72’ y 80’ minutos respectivamente, pese a que su aporte fue prácticamente nulo.
Y hubo más incongruencias. Ingresó Uriel Antuna y no Alexis Vega; Sebastián Córdova fue enviado a la tribuna; y uno de los que mejor momento vive y que se ha ganado a pulso tener protagonismo en el Tricolor, Orbelín Pineda, tampoco fue considerado.
El rival fue Canadá, que sin menospreciar su crecimiento y que tiene a un futbolista de talla mundial como Alphonso Davies, en el Estadio Azteca y con todos los estelares de México, el local estaba obligado a ganar y a demostrar una mejor cara que en los primeros tres encuentros del octagonal.
Nada de esto sucedió con todo y el regreso de Raúl Jiménez —de mal partido— e Hirving Lozano, que completaron el tridente soñado al lado de Jesús Corona. México se vio mal en casa y ante una selección que está lejos de ser siquiera una potencia de la Concacaf; de nuevo, más allá de sus agradables progresos.
Martino perdió la brújula hace un buen rato y le urge volver a las bases, hacer un ejercicio de autocrítica y dejar de apostar por nombres que tal vez ya terminaron un ciclo en Selección Nacional.
El Tricolor va a clasificar a Catar sin lugar a dudas, más allá de que de momento perdió el liderato del Octagonal, pero la gran pregunta es, de mantenerse con este nivel, ¿para qué va a clasificar? Porque a un año y con tantas cosas que pueden moverse en ese tiempo, el anhelado quinto partido luce más lejos que nunca.