Atilio Ancheta, exfutbolista de Nacional, Gremio y de la Selección Uruguaya, recordó en ESPN su carrera como jugador profesional, desde la promesa al ganar la CONMEBOL Libertadores 1971 con el Bolso al Mundial de México 1970 con la Celeste y su constante respeto por los delanteros que enfrentó, más allá de que pudieran ser Pelé o Eusebio.
A su vez, Ancheta señaló qué tres históricos defensas tricolores que lo antecedieron le enseñaron casi todo en el arte defensivo, y también habló sobre su pasión por la música.
LA LIBERTADORES DE 1971: LOS CLÁSICOS EN LA FASE DE GRUPOS, LAS FINALES ANTE ESTUDIANTES Y LA PROMESA A SAN CONO
“De aquella Copa lo primero que me acuerdo es el grupo, el cuerpo técnico, las personas que estaban siempre relacionándose con nosotros, ese es un recuerdo lindo que tengo porque en aquella época tuvimos una amistad muy grande y vivimos muchas cosas lindas y eso nos marcó con todos, con Walter que era el masajista, el utilero Elio, con todos. La unión grupal fue una de nuestras grandes virtudes”, destacó Ancheta al ser consultado sobre la Libertadores de 1971, la primera que ganó Nacional en su historia.
El elenco Tricolor buscaba ganar por vez inédita el título continental, y para ello primero debía vencer el Grupo 2, donde también estaban Peñarol y los equipos bolivianos de Chaco Petrolero y The Strongest. El debut fue con victoria en el clásico ante el Manya por 2-1, luego ganó y empató jugando en Bolivia, y venció los tres partidos por la segunda ronda, incluyendo el nuevo choque ante Peñarol jugado en el Centenario.
A pesar de que en 1970 ya había jugado un Mundial con la Selección Uruguaya, Ancheta destacó por qué no sintió una presión extra al afrontar duelos clásicos por Libertadores: “Yo tenía 22 años, era el más joven del plantel de Nacional, pero a mí en realidad eso nunca me importó porque con 19 años ya había tenido dos compromisos enormes para ganar la posición de titular de Nacional, que fue jugar contra el portugués Eusebio y dos días más tarde contra Pelé en agosto de 1968 por el Campeonato Ciudad de Buenos Aires”.
“Entonces para mí esa fue la mejor prueba que tuve. Tenía que estar tranquilo y jugar mi fútbol. Siempre que me han preguntado cuáles fueron los mejores delanteros que enfrenté, respondo que todos fueron difíciles de marcar, nunca te podés aflojar porque siempre hay grandes jugadores por ahí. Tenía compromiso y responsabilidad, pero nunca sentí esa presión, nunca tuve ese peso grande en la espalda, no sé por qué, no me importaba contra quién jugara, yo jugaba siempre igual”, afirmó.
Sin esa presión de tener que rendir, pero asumiendo que siempre debía estar concentrado, Ancheta fue titular en los seis partidos de la Copa de 1971, donde el entrenador del Bolso era Washington Etchamendi.
El exdefensa nacido en el departamento de Florida el 19 de julio de 1948 recordó que aquel plantel tenía a un gran golero como el brasileño Manga, ‘a dos guerreros en las puntas como Luis Ubiña y Juan Martín Mugica’, ‘dos buenos marcadores en el medio (él y Juan Masnik)’, en el frente de la defensa a Julio Montero Castillo (‘un marcador nato, un jugador fuerte’), y en ataque a Luis Alberto Cubilla, Víctor Espárrago, Luis Artime, Ildo Maneiro y Julio César Morales.
“Mismo con ‘la reserva’ como Juan Carlos Mamelli, Juan Carlos Blanco o Rubén Bareño nos sentíamos bien”, acotó.
En particular se le consultó sobre Cubilla y el argentino Artime; Ancheta respondió: “Cubilla tenía una personalidad muy grande, tenía una velocidad corta muy grande y una técnica muy avanzada. Y centraba muy bien, por ejemplo el gol que hice para el 1–0 ante Ecuador en las Eliminatorias para México de 1970 fue un córner de Cubilla. Y Artime era sensacional, como persona, como jugador, como goleador, como padre. Para mí fue como un hermano o padre, era algo maravilloso”.
En el Grupo A de la segunda fase de la Copa de 1971, Nacional pudo superar a Palmeiras de Brasil y Universitario de Perú, debiendo jugar la final ante Estudiantes de La Plata, que buscaba su cuarto título consecutivo tras haber ganado las tres ediciones anteriores (1968, 1969 y 1970).
“¿Qué recuerdo de las finales? ¡Las inyecciones que nos daban dentro del campo, las agujadas que nos dieron! Era impresionante. Le mostrábamos la sangre al árbitro pero no nos hacía caso. Eso fue allá en Argentina, en Uruguay no porque los cagábamos a palo sino (sic)”, recordó entre risas Ancheta.
Y agregó: “Te pinchaban cuando ibas a cabecear o cuando estabas defendiendo, pero principalmente era en los córners. Eran agujas, no hacían cortes, eran pinchazos, uno se ríe ahora, pero en su momento que nos calentábamos, nos calentábamos. Estudiantes tenía un equipo muy formado, con mucha personalidad, ya habían salido campeones varias veces y tenían sus costumbres, pero conseguimos superarlas”.
“En La Plata era muy difícil jugar. Su hinchada también era muy fuerte, y su equipo era parejo, un equipo de guerra, de personalidad y de técnica también, tenían grandes jugadores, pero lo que más resaltaba era la amistad que había entre ellos y el conocimiento en general. Estudiantes era un gran equipo, no hay que desprestigiarlo”, subrayó el uruguayo.
En la ida, Estudiantes ganó como local por 1-0 con gol de Daniel Romeo, pero en la revancha el tanto de Juan Masnik permitió igualar la serie, por lo que se debió jugar un tercer partido en Lima. “En Perú también fue un partido bastante fuerte, pero tuvimos la suerte de que Espárrago y Artime hicieron los goles”. Nacional ganó 2-0 en el encuentro de desempate y obtuvo, el 9 de junio de 1971, su primera Libertadores.
Ganada la Copa, Ancheta debía cumplir su promesa: ir caminando desde Montevideo hasta San Cono. El exdefensa cumplió con su palabra algunos meses después de haber ganado la Copa: “En el inicio de la Copa hice la promesa, yo siempre tenía a San Cono en el vestuario y pregunté quién me quería acompañar. Al final la cumplimos con Bareño y Masnik. Salimos a las seis de la mañana del día siguiente del clásico que ganamos en octubre de 1971 por el Campeonato Uruguayo”.
“Algunos familiares nos vinieron acompañando en auto. Fue algo muy lindo, un recuerdo que difícilmente pueda olvidar. Bareño se lastimó el pie en Santa Cruz e igual quiso seguir. En el camino cambiamos de zapato, nos pusimos chancletas, calzado deportivo, de cuero, probamos de todo. Pudimos llegar bien, Bareño medio rengo, pero llegamos a Florida con mucha felicidad también por el maravilloso recibimiento, ya en el puente de Florida estaba lleno de gente. Eran las diez de la noche y la ciudad parecía que no quería dormir”, relató.
“Fue mucha alegría, lo volvería a hacer porque hay cosas que nos marcan mucho y esa fue una, junto con el grupo de aquél Nacional”, remarcó.
LOS DEFENSAS QUE MÁS LE ENSEÑARON: “MANICERA NO CABECEABA, LA PARABA DE PECHO EN EL ÁREA”
Ancheta también recordó que él ‘era el que hacía de último hombre’, dado que Montero Castillo bajaba a la línea defensiva y se formaba una línea de cuatro con Ancheta sobrando: “Yo marcaba atrás. Me ubicaba bien, sabía cómo se iba a definir la jugada y pensaba bien el tipo de comportamiento que podía tener y era muy rápido, entonces a las pelotas largas llegaba siempre primero”.
Ancheta, quien jugó más de 200 partidos con Nacional, destacó que aprendió mucho conversando sobre fines de la década de 1960 con Jorge Manicera, Elgar Baeza y Emilio Álvarez. “Me enseñaron diferentes formas de jugar y yo intenté sacar lo mejor de cada uno”.
“Manicera era un crack, un jugador muy técnico, me hacía llorar por cómo salía jugando. No le vi cabecear una pelota a Manicera; él no cabeceaba, la paraba de pecho en el medio del área y salía driblando, y todo el mundo festejaba, tu cuentas eso hoy y no te creen”, dijo Ancheta sobre el exfutbolista uruguayo fallecido en 2012 que jugó en Rampla Juniors, Nacional, Flamengo de Brasil y Cerro, y que sigue siendo hasta el día de hoy una referencia, casi una leyenda, cuando en Uruguay se quiere destacar la gambeta y la valentía de algún defensa.
“Emilio era lo contrario, él cabeceaba que era un Dios. Además,con su piernita torcida le pegaba una diagonal maravillosa. Y Baeza era serio, fuerte y responsable. Cada uno tenía su técnica, eran grandes jugadores. Yo aprendí con ellos, con mucho entrenamiento y bastante charla, les preguntaba cómo tenía que hacer”, resaltó.
Ancheta volvió a conversar sobre las salidas desde el fondo con balón dominado de Manicera, y remarcó que para un defensa 'no hay nada peor que venga un jugador de otra posición y que se te meta en tu zona, porque ahí vos tenés que soltar a un rival'. “Yo si estaba sólo y veía el espacio, me iba para adelante. Hoy no, se toca de un lado a otro y eso aburre al público, el fútbol parece un poco muerto. Si los equipos se olvidasen un poco de que ‘no pueden perder’, de repente el fútbol podría volver a ser aquel fútbol que a mí me encantó”, afirmó.
EL MUNDIAL DE MÉXICO 1970 Y SU PASIÓN POR LA MÚSICA
Antes de haber ganado la Libertadores con Nacional, Ancheta fue considerado uno de los mejores defensas del Mundial de México ‘70, donde la Celeste llegó a las semifinales, cayendo en esa instancia ante Brasil.
Previo a esa Copa del Mundo, Uruguay hizo una gira por Europa: “Eso fue muy importante en cuanto a la unión del grupo porque al volver ya todos nos conocíamos, sabíamos de nuestras respectivas familias. Eran cosas buenas que te marcaban, el pensar en la familia del compañero permitía luego sobreponerse a varias cosas durante los partidos. Además, el jugar en Europa te permitía sentirte cómodo, porque a veces estábamos comenzando como titular y si tenías algún error la hinchada te come porque no perdona, y en cambio jugando lejos no tenés a nadie, sólo a los hinchas rivales”.
“Uruguay tenía grandes jugadores. Había futbolistas de Peñarol pero la mayoría eran de Nacional, entonces ya nos conocíamos bastante. Los de Peñarol, como Ladislao Mazurkiewicz o Roberto Matosas, entraron muy bien en el grupo”, destacó.
En México '70, la Celeste quedó segunda en el Grupo 2 tras vencer 2-0 a Israel, empatar sin goles con Italia y perder 1 a 0 ante Suecia. En Cuartos de final venció a la Unión Soviética con el gol de Víctor Espárrago en el alargue, y en semis cayó 3-1 ante Brasil.
En el partido por el tercer puesto perdió por la mínima diferencia ante Alemania Federal. “Juan Eduardo Hohberg me puso de centroforward en ese partido durante 80 minutos; no fue difícil, fue diferente porque cabeceé 50 pelotas pero los alemanes la sacaban siempre”, recordó Ancheta.
Al año siguiente del Mundial tocó ser campeón de la Libertadores, y aquel clásico previo a la promesa por la Copa continental ganada de 1971 fue el último encuentro de la primera etapa de Ancheta en Nacional, dado que a fines de ese año se incorporó a Gremio de Porto Alegre, donde jugó hasta 1980.
Luego tuvo un paso por Millonarios de Colombia en 1981 y posteriormente regresó a Nacional, jugando su último partido como profesional en julio de 1982 (Nacional vs Cerro por el Campeonato Uruguayo).
Tantos años en Gremio generó un cariño mutuo y especial entre el uruguayo y el club gaúcho, donde justamente Ancheta ha trabajado mucho tiempo enseñándole aspectos defensivos a los marcadores juveniles.
Incluso Ancheta se encuentra actualmente viviendo en Brasil, donde en el 2022 pudo tener un gran reconocimiento por su otra pasión: el canto, desarrollando una gran participación en ‘The Voice Brasil’, en cuya edición del año pasado superó varias fases cautivando principalmente con sus boleros al público del programa televisivo.
“Durante la pandemia del coronavirus había tenido que parar con mis shows porque no se podían hacer actuaciones. En su momento comencé con boleros, aunque ahora ya canto de todo: romántico, salsa, puedo meter un tango. Empecé cantando en español, pero luego me fui al portuñol porque a la gente le gusta ese toque. Me siento muy bien frente al público, tengo mucho público que me corresponde y me sigue, eso me emociona también”, señaló el exdefensa.
“¿Las canciones que casi nunca faltan en mis shows? ‘Qué me van a hablar de amor’ o ‘Garufa’. ‘Por una cabeza’ es un tango que también todo el mundo pide. Canto en Porto Alegre, Santa Catarina, São Paulo. He ido hasta Brasilia o Goiás, también canté en Uruguay cuando comencé con esto, pero luego me alejé un poquito, no sé por qué; en Brasil siempre tuve un incentivo bastante grande del público. La música es muy emocionante”, concluyó el uruguayo, quien en enero de este año fue el encargado de recibir a Luis Suárez en Porto Alegre y entregarle la camiseta del Gremio.