El cuerpo humano está formado en gran parte por agua. Cuando hacemos ejercicio físico, especialmente los de alta intensidad o duración, el cuerpo estimula el sudor, destinado a mantener equilibrada nuestra temperatura interna. Estos son procesos naturales, que actúan de una manera inteligente beneficiando a nuestro organismo. Sin embargo, si no existe una adecuada reposición de líquidos y sales minerales perdidas en la transpiración, se ponen en juego la salud y la performance del corredor.
¿Qué sucede en nuestro cuerpo cuando ocurre un desbalance en este aspecto? Muchas cosas, y ninguna es buena. Una de ellas es la disminución en la capacidad de recuperación, debido principalmente a la reducción del volumen sanguíneo causado por la deshidratación, lo que hace que el corazón trabaje más duro para satisfacer las necesidades de oxigenación del cuerpo.
Además, junto con el sudor también se pierden sales minerales, como el sodio y el potasio, lo que hace que la fuerza se vea reducida, aumentando del riesgo de calambres musculares.
En sesiones de running más cortas (hasta 60 min) la hidratación puede resolverse sólo con agua. Para las de más de una hora de duración, es aconsejable recurrir también a las bebidas isotónicas.