Cuando se abra el mercado de agentes libres después de la Serie Mundial, el antesalista Anthony Rendón será una de las piezas más cotizadas, pues al parecer, los Washington Nationals no tienen intenciones de retenerlo.

Obviamente, los Nacionales le harán una oferta calificada e incluso le presenten un contrato sobre la mesa, como dicta el protocolo, que quizás Rendón termine aceptando.

Pero no es igual. Si Washington realmente hubiera querido mantener en sus filas a uno de los mejores, pero al mismo tiempo más subvalorados peloteros de los últimos años, habrían negociado una millonaria extensión contractual, con todo y que su agente es Scott Boras, conocido por apostar siempre a la agencia libre.

Pero hasta Boras tiene un precio por el cual abandonaría su rígida postura respecto a las extensiones de contratos.

La cosa es ver si la gerencia del equipo capitalino está dispuesta a pagarlo.

Pero si yo fuera Mike Rizzo, presidente de operaciones de los Nacionales, movería cielo y tierra por quedarme con Rendón.

Obviamente, ya no lo hará antes de que concluya la temporada y mucho menos con el equipo en plena batalla por incluirse en los playoffs.

Pero ya Washington perdió en el invierno pasado a Bryce Harper y no debería darse el lujo de dejar partir a su antesalista, quien ha sido un ejemplo de consistencia y que está teniendo en el 2019 la mejor campaña de su vida.

Rendón encabeza la Liga Nacional en average (.330), dobletes (43) y carreras impulsadas (119). Sus 34 cuadrangulares y 113 anotadas son las mayores cifras de su carrera en ambos departamentos y debe superar también su tope en hits, que es de 176 y lleva 171.

Getty ImagesAnthony Rendón era uno de los agentes libres más cotizados.

Su OBP es de .414, con slugging de .622 y OPS de 1.036, todos ellos también los más altos de su vida.

José Abreu (Chicago White Sox)

El cubano José Abreu ha sido uno de los mejores bateadores de todas las Grandes Ligas desde su debut en 2014, cuando ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Americana.

Los Chicago White Sox han dicho que quieren conservarlo y Abreu desea quedarse.

El pelotero de 32 años es el líder dentro del clubhouse y más allá de su siempre extraordinaria productividad ofensiva, es un mentor para figuras jóvenes como el también cubano Yoan Moncada o el dominicano Eloy Jimenez, como lo será en un futuro inmediato de su compatriota Luis Robert.

Es tanto el deseo de Abreu de seguir en el equipo, que el gerente podría conseguir descuento de casa y quedarse con él por un precio justo y razonable, sin ser excesivo.

¿80-100 millones por cuatro o cinco temporadas?

Nelson Cruz (Minnesota Twins)

El dominicano Nelson Cruz no da señales de declive y cada día se burla más del almanaque.

Los Minnesota Twins tienen una opción por un año y 12 millones de dólares que deberían ejercer con los ojos cerrados, si es que no deciden ofrecerle un merecido par de campañas más.

No se consiguen bateadores habituales de 30-100 en cualquier parte.

Starlin Castro (Miami Marlins)

El dominicano Starlin Castro ya consiguió en el 2019 una veintena de cuadrangulares y suma 79 remolcadas, ambas cifras las mayores de su carrera en esos departamentos.

Luego de una primera mitad de campaña miserable, Castro ha sido una fuerza ofensiva indetenible después del Juego de las Estrellas: .301 de average, OBP de .335, slugging de .549 y OPS de .884, con 14 bambinazos y 45 empujadas.

Es apenas el segundo bateador de los Miami Marlins con 20 jonrones (el otro, Brian Anderson, hace rato quedó fuera por el resto de la temporada).

Los Marlins tienen una opción sobre Castro de 16 millones para el 2020, lo cual complicaría las cosas, dado el estado de las finanzas de Miami, pero es ahí donde la gerencia debería negociar una extensión por al menos tres temporadas, que le garantice más dinero y empleo a largo plazo, aunque baje el promedio anual.

El dominicano es un veterano joven de apenas 29 años y su movida de la intermedia a la antesala le da flexibilidad al equipo para destinar a Anderson a tiempo completo al jardín derecho y además la opción de regresar a Castro a la intermedia, en caso de que el puertorriqueño Isan Diaz, proyectado para ser el titular de la posición, no consiga su esperado despegue.

Brett Gardner (New York Yankees)

Si hace cinco años alguien hubiera dicho que Brett Gardner iría a ser mejor pelotero que Jacoby Ellsbury lo hubieran tildado de loco.

El tiempo pasó y ahí está Gardy, a punto de completar su duodécima campaña con el uniforme de los New York Yankees, una rareza en estos tiempos y con una carrera tan digna que sin estadísticas de Salón de la Fama, ni mucho menos, pueden apostar que su número 11 será retirado y colocado en el Monument Park.

Con toda la profundidad que tienen los Yankees en los jardines, tenerlo al menos una campaña más es una especie de seguro de vida, sobre todo cuando es incierta la participación de Aaron Hicks en el 2020.

Gardner es un obrero del béisbol, de esos que se levanta cada mañana para ir a trabajar en lo que necesite el equipo, entregado en cuerpo y alma al juego como ejemplo para sus compañeros más jóvenes.

Eso le ha valido ser uno de los peloteros más queridos de la exigente afición en la Gran Manzana en la última década y merecedor de terminar su carrera en el único equipo que ha conocido.

Entretanto, nadie se acuerda de… ¿cómo se llama?... Ah, Jacoby Ellsbury.

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Tres debates han dominado el mundo del deporte en los últimos años.

1.- ¿Quién es mejor futbolista, Messi o Cristiano?

2.- ¿Quién es el mejor de la NBA de la historia, Jordan o Lebron?

3.- ¿Qué significa realmente ser “jugador más valioso”?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, valioso es sinónimo de apreciado, estimable, preciado, meritorio, admirable, eficaz, útil y provechoso.

Mike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es, a no dudarlo, el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

Todo lo hace bien y en grado superlativo. Sus números han sido extraordinarios desde que fue Novato del Año de la Liga Americana en el 2012.

Getty ImagesMike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

En el 2019, por no variar, sus estadísticas deslumbran y prácticamente desde que se dio la voz de playball a finales de marzo, muchos colegas le endilgaron de oficio el premio de Jugador Más Valioso del joven circuito, galardón que ya se ha llevado dos veces en su carrera, en 2014 y 2016, mientras que en cuatro campañas quedó segundo en la votación.

Ya Trout está fuera de acción por lo que resta de temporada, debido a un neuroma en su pie derecho que requiere cirugía y limitó su juego en septiembre a apenas 15 turnos al bate.

Se va entonces con muy buen average de .291 y encabeza la Liga Americana en OBP (.438), slugging (.645) y OPS (1.083).

Terminó con 104 carreras impulsadas y sus 45 jonrones son de momento la mayor cantidad de la Liga Americana, aunque ya el cubano Jorge Soler, de los Kansas City Royals, le dio alcance y debería superarlo. También es puntero en bases por bolas recibidas, con 110, la misma cifra de Alex Bregman, de los Houston Astros.

Detrás de Trout en casi todas las categorías está precisamente Bregman, quien lo supera en average (.296), carreras anotadas (115 por 110), impulsadas (105 por 104), hits (154 por 137) y dobles (35 por 27). Además ha despachado 37 bambinazos.

El OBP del antesalista de Houston es de .420, su slugging es .583 y su OPS es de 1.004. Volvemos a las dos últimas acepciones de la palabra valioso que mencionamos al principio: útil y provechoso.

¿Cuán útiles y provechosos han sido los números de Trout para su equipo, que ya tiene asegurado terminar la temporada con récord negativo (68-83) y va penúltimo en el Oeste de la Liga Americana, a 30.5 juegos de los Astros?

¿Estaría Houston tan cómodamente instalado en la cima divisional sin el aporte de Bregman?

Cuando el equipo ha perdido temporalmente por lesiones al boricua Carlos Correa, a George Springer o al venezolano Jose Altuve, ahí ha estado él, con una salud de hierro, para cargar al resto del conjunto en 146 de los 152 partidos disputados hasta el momento.

Con el guante, ha defendido con igual acierto tanto la antesala, como el campocorto, cuando las circunstancias lo han requerido y su liderazgo es indiscutible dentro del equipo que tiene, junto con los New York Yankees, el mejor récord de todas las Grandes Ligas.

Eso es ser valioso, útil y provechoso. Lo otro es poner mejores cifras individuales para nada, sin tomar en cuenta esos intangibles que hacen en realidad una diferencia.

Y no me vengan a hablar del WAR, porque esa es la estadística más absurda, ilógica e inexacta que se haya inventado, aunque lamentablemente muchos toman como única referencia a la hora de emitir sus votos.

Si no lo creen, que alguien venga y explique por qué el WAR de Mike Minor, de los Texas Rangers, es mejor que el de Justin Verlander, de los Astros, quien lidera el circuito en victorias (19), efectividad (2.50), entradas lanzadas (212) y WHIP (0.79), mientras es segundo en ponches propinados (283) y es tiene prácticamente en el bolsillo el segundo Cy Young de su carrera.

Minor tiene un WAR de 7.9, por 7.8 Verlander, a pesar de tener seis victorias menos y tres derrotas más, una efectividad de 3.33, casi 100 abanicados menos, 22 pasaportes más y un WHIP de 1.21.

¿Es Trout el mejor? No lo duden. ¿Es el más valioso? Respóndanse ustedes mismos.

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Más allá de la hemorragia de jonrones, el 2019 nos ha dejado una rareza histórica: ningún manager de los 30 que iniciaron la temporada ha sido despedido.

Y a menos de dos semanas para que concluya el calendario regular, no tiene mucho sentido echar a alguno antes del final.

Los ajustes de cuenta vendrán después del último out, cuando sólo diez equipos sigan jugando pelota en octubre y los otros 20 comiencen a pasar balance y a lamer las heridas de la eliminación.

¿Quiénes son los dirigentes que podrían no regresar para el 2020?

1.- Alex Cora (Boston Red Sox)

Los campeones del 2018 son, a no dudarlo, la mayor decepción de esta contienda. Los Medias Rojas tienen récord de 79-70 y con tres victorias más asegurarán terminar con balance positivo, pero eso es insuficiente para el monarca defensor, que hace 12 meses atrás tuvo marca de 108-54, la mejor en la historia de la franquicia.

Aquel equipo que en el primer año del puertorriqueño Alex Cora como manager funcionó como un reloj suizo de principio a fin se descompuso prácticamente desde que se dio la voz de playball en marzo pasado.

Después de que fuera despedido el presidente de operaciones del club, Dave Dombrowski, no sería de extrañar que Cora siga sus pasos a la fila de desempleados.

2.- Gabe Kapler (Philadelphia Phillies)

Cuando los Filis firmaron en el invierno a Bryce Harper se convirtieron automáticamente en el gran favorito para ganar la división Este de la Liga Nacional.

Un año antes, en el primero de Kapler al frente de Filadelfia, le pusieron en las manos un equipo competitivo y ni siquiera logró balance ganador (80-82).

Ahora nuevamente quedará fuera de la postemporada y el ambiente que se respira en el clubhouse del equipo es tenso, por las frustraciones de no cumplir con las elevadas expectativas, luego de que la gerencia comprometiera 572 millones de dólares en agentes libres en las dos últimas campañas.

Difícilmente Kapler consiga llevar hasta el final su contrato, que vence en el 2022.

3.- Clint Hurdle (Pittsburgh Pirates)

Nueve años lleva Hurdle al frente del barco pirata, pero ahora mismo enfrenta un motín a bordo.

Al manager se le ha ido de las manos el clubhouse, con constantes disputas que han salido a la luz, lo cual se ha reflejado en el récord de 65-85, el peor desde que tomó las riendas del equipo en el 2011, válido para el último lugar de la división central de la Liga Nacional.

Cuando eso ocurre, es hora de cambiar el rumbo. Si le pasó a Terry Francona en el 2011 con Boston, después de haber roto la maldición del Bambino en el 2004 y ganar también la Serie Mundial del 2007, ¿cómo no le sucederá a Hurdle, que no ha ganado nada?

4.- Don Mattingly (Miami Marlins)

No puede culparse 100 por ciento a Mattingly por el pobre desempeño de estos Marlins del 2019, pues en realidad no tenía mucho de dónde sacar agua del pozo.

Pero en su segundo año del proceso de reconstrucción, Miami ha tenido un retroceso en comparación con el 2018, cuando evitó las 100 derrotas que le pronosticaron los entendidos.

En sus dos primeras temporadas de las cuatro de su contrato tuvo en sus manos equipos mucho mejores, con Giancarlo Stanton, Marcell Ozuna, Christian Yelich, J.T. Realmuto y el difunto José Fernández, entre otras estrellas, pero nunca consiguió terminar con récord ganador.

No hay mucha razón para que le renueven el contrato y los jefes encabezados por Derek Jeter probablemente escogerán a otra persona para que siga adelante el plan de remodelación.

5.- Bruce Bochy (San Francisco Giants)

Este caso es obvio. El veterano Bochy, ganador de tres Series Mundiales con los Gigantes (2010, 2012 y 2014) ya había anunciado su retiro para cuando terminara la temporada.

El único manager nacido en Francia se irá del béisbol después de 25 campañas, 12 al frente de los San Diego Padres y 13 con los Gigantes.

Con los Padres tuvo récord de 951-975, mientras que en San Francisco, hasta los juegos del lunes 16 de septiembre, ha tenido la misma cantidad de victorias, que de derrotas: 1,047.

En la silla caliente: Joe Maddon (Chicago Cubs)

Aunque Joe Maddon logró lo que no pudieron otros 52 managers en 108 años, la paciencia tiene un límite, por muy santificado que esté por la Diosa Victoria.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 y romper la Maldición de la Cabra, los Cachorros perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional ante Los Angeles Dodgers en el 2017 y fueron eliminados en el juego de comodines en el 2018 por los Colorado Rockies.

Excéntrico y polémico, Maddon es un estratega muy cuestionable, que muchas veces va en contra de la lógica más elemental.

Ahora mismo, Chicago tiene el segundo wildcard del viejo circuito, con un juego por delante de los Milwaukee Brewers, pero si no consigue avanzar a la postemporada, podríamos ver a Maddon buscando nuevo trabajo en el invierno, a juzgar por las recientes declaraciones del presidente de la organización, Theo Epstein, quien lamentó la incapacidad del equipo de jugar béisbol ganador de manera consistente.

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Diga lo que diga el comisionado Rob Manfred, algo le han hecho a las pelotas.

Siempre se ha dicho que el jonrón es la emoción suprema del béisbol, como el gol en el futbol o la canasta de tres puntos en el baloncesto.

Pero cuando lo excepcional se convierte en habitual, la emoción pierde ese toque extraordinario.

Lo estamos viendo en la NBA, que se ha convertido en una competencia de francotiradores de larga distancia, en detrimento de otros aspectos del juego y del espectáculo.

Es cierto que los bateadores han modificado su swing para darle mayor ángulo de salida a la pelota, lo cual se traduce en mayor distancia de los batazos, aunque menos contacto.

Pero también se le ha perdido el respeto al ponche. Abanicar ya no es algo que avergüence y cualquiera se traga un centenar de ellos en una temporada con la misma naturalidad que tomarse un vaso de agua.

En cuenta de dos strikes, los bateadores tendían a recortar el swing para tratar de evitar el ponche y simplemente poner la bola en juego.

Ahora no. Ahora en conteo adverso, le tiran a la pelota con la misma fuerza, igual proyección en busca de un batazo grande, sin importar si se consigue o no.

Y por supuesto que ello ha influido en alguna medida en el aumento de la cantidad de los cuadrangulares, en la misma dimensión en que han crecido los ponches. Pero tiene que haber más y tiene que ver con las pelotas.

Si hacemos un símil, esto recuerda los años 90, la década de los esteroides, cuando cualquier hijo de vecina, con cierto talento y muchos pinchazos, era capaz de sacar 30, 40 pelotas del parque en una campaña, mientras los ejecutivos miraban hacia otro lado.

Vamos a los hechos. Hasta el martes 6 de agosto se habían disputado en la temporada del 2019 un total de 1,704 partidos, de los cuales, sólo en 125 de ellos, ninguno de los dos equipos bateó un cuadrangular.

Eso significa que en el 93 por ciento de los juegos que se han celebrado al menos una pelota se fue sobre las cercas.

Los Seattle Mariners llevan una cadena de 107 encuentros consecutivos en que han bateado o recibido un jonrón, lo cual supera por 38 juegos el récord anterior.

Photo by Ronald Martinez/Getty ImagesNomar Mazara pegó un jonrón de 505 pies esta temporada.
En 1913, los Boston Red Sox estuvieron 55 partidos sin disparar o permitir un vuelacercas. En el 2019, la mayor cantidad de juegos seguidos sin que un equipo conecte o acepte un jonrón es de apenas tres.

Siempre que las Grandes Ligas han tomado acciones modificadoras, benefician a los bateadores y perjudican a los serpentineros.

Entre el 2010 y 2015, los pitchers propinaron 30 juegos sin hits ni carreras e inmediatamente empezó a hablarse de la necesidad de bajar la altura del montículo para "emparejar" la guerra entre lanzadores y bateadores. Del 2011 a la fecha, solamente se han registrado ocho no hitters.

En el 2014, los líderes en jonrones de ambas ligas fueron Giancarlo Stanton, de los Miami Marlins, en la Nacional, y Nelson Cruz, de los Seattle Mariners, en la Americana, apenas con 37 y 40, respectivamente.

El año pasado, Nolan Arenado encabezó el viejo circuito en cuadrangulares, con 38, a pesar de jugar la mitad de sus partidos en la altura de Colorado, mientras que Khris Davis, J.D. Martinez y Joey Gallo, en la Americana, fueron los únicos que superaron los 40 bambinazos, con 48, 43 y 40, respectivamente.

Este año, Christian Yelich ya va por 39 y amenaza con llegar a 50, más no es el único que le apunta al medio centenar.

Mike Trout (38) y Cody Bellinger y Pete Alonso, ambos con 37, llevan proyecciones para llegar a esa cifra.

Las únicas veces que cuatro bateadores pegaron 50 o más vuelacercas en una misma campaña fue en plena era de los esteroides.

En 1998 lo hicieron Mark McGwire (70), Sammy Sosa (66), Ken Griffey Jr. (56) y Greg Vaughn (50) y en 2001 lo consiguieron Barry Bonds (73), el propio Sosa (64), Luis González (57) y Alex Rodríguez (52).

No es sólo la cantidad de jonrones que se están pegando, a ritmo de más de mil por cada mes, sino las dimensiones de ellos.

En el 2018 hubo 82 jonrones de 450 pies de largo y solamente cuatro a más de 480.

Este año van ya 131 palos de al menos 450 y cinco sobre los 480, incluido un monstruoso estacazo de 505 del dominicano Nomar Mazara.

No son especulaciones. Son hechos. Rob Manfred podrá decir lo que quiera. Nosotros tenemos el derecho de no creerle ni una palabra.

Yo prefiero quedarme con las opiniones más que autorizadas de Justin Verlander y Pedro Martínez, pues cada cual se da cuenta cuando su herramienta de trabajo ha sido alterada o modificada, a diferencia de Manfred, que no se sabe si alguna vez tomó una bola en su mano.

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Los Angeles Dodgers, los Houston Astros, los Atlanta Braves y los New York Yankees cabalgan al galope en sus respectivas divisiones y parecen inalcanzables por sus rivales.

Los Dodgers comandan el Oeste de la Liga Nacional con 18 juegos de ventaja sobre los Arizona Diamondbacks y los San Francisco Giants.

Los Astros se han escapado en el Oeste de la Americana, con nueve de diferencia sobre los Oakland Athletics, la misma separación entre los Yankees y los Tampa Bay Rays en el Este.

Y aunque seis rayas no es una ventaja insalvable, los Braves lucen sólidos sobre los Washington Nationals y los Philadelphia Phillies, que no consiguen la consistencia para remontar.

A falta de más-menos 50 partidos para que se complete el calendario regular, la lucha se enfoca en las divisiones centrales de ambos circuitos.

En la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro rayitas, mientras que en la Nacional, los Chicago Cubs tiene 2.5 por delante de los St. Louis Cardinals y cuatro de los Milwaukee Brewers.

A los Twins (70-42) les restan exactamente 50 compromisos por jugar, de los cuales diez serán contra los Indians, siete en casa y tres en Cleveland.

Hasta ahora, la serie particular entre ambos va bastante pareja, con cinco triunfos para los actuales líderes y cuatro para la Tribu.

El organigrama parece favorecerle a Minnesota, pues de los otros 40 encuentros, 26 serán contra los Chicago White Sox (9), los Kansas City Royals (7) y los Detroit Tigers (10), todos con récord perdedor.

En 30 enfrentamientos anteriores frente a White Sox, Royals y Tigers, los Twins tienen récord de 22-8.

Tienen además pendientes siete choques interligas contra Atlanta (2), los Cerveceros (2) y Washington (3), además de cuatro ante los Texas Rangers y tres frente a los Boston Red Sox, todos con balance positivo en ganados y perdidos.

Por su parte, los Indians (66-46), además de los diez encuentros con Minnesota, tienen en el camino a varios contendientes con récord ganador y en lucha por entrar a la postemporada, por lo que se antoja un calendario más complicado y de mucha intensidad.

Getty ImagesEn la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro juegos.

A Cleveland le resta una serie de cuatro encuentros con los Yankees, tres juegos con Boston, tres con Tampa Bay y tres series interligas con los New York Mets, Filadelfia y Washington, aparte de dos ante Texas.

Son en total 31 de 50 juegos ante conjuntos ganadores, mientras que los 19 faltantes serán ante Los Angeles Angels (3) y sus rivales divisionales Chicago (7), Kansas City (3) y Detroit (6).

No puede la tropa de Terry Francona darse el lujo de ceder ante White Sox, Royals y Tigers, ante quienes ha jugado de manera combinada para 26-14, porque esos son los juegos que de perderse, pueden costar carísimo y hacer la diferencia entre lograr y dejar escapar el boleto a la postemporada.

Panorama más complicado en la Nacional

Las cosas se complican más en el centro del viejo circuito, donde hay tres equipos con posibilidades reales de ganar la división, alternándose el liderazgo semana tras semana, sin que ninguno consiga despegarse.

A los Cubs, líderes actuales, así como a los Brewers, que van terceros, les faltan 50 juegos exactos, mientras que a los Cardinals les restan 51.

Chicago (61-51) tendrá que medirse siete veces a ambos. La serie ante los dos les favorece 7-5, mientras que de los otros 36 choques pendientes, 11 serán frente a conjuntos con balance ganador: dos interligas ante Oakland, tres con Philadelphia, tres con Washington y otros tantos con los Mets.

Y hay 25 partidos contra equipos perdedores: siete ante Cincinnati Reds, nueve versus Pittsburgh Pirates, tres con los Giants, cuatro con los San Diego Padres y dos interligas frente a los Seattle Mariners.

Entretanto, los Cardinals (58-53), aparte de los siete encuentros pendientes con los Cubs, tienen nueve con los Brewers, con la serie empatada 5-5 hasta ahora.

El calendario para los pájaros rojos incluye también dos choques ante los poderosos Dodgers y tres frente a los Nationals, como únicos rivales con récord ganador.

Los demás partidos serán seis ante Pittsburgh, ocho con Cincinnati, cuatro con San Francisco, tres con Arizona, siete con los Colorado Rockies y dos interligas con los Royals, sin dudas un programa menos complicado.

Y Milwaukee (58-56), más allá de los 16 que le quedan por jugar con Chicago y St. Louis, tiene por delante siete difíciles partidos interligas ante Texas (3), Minnesota (2) y Houston (2), además de una serie de tres con los Nationals.

El resto de los rivales son perdedores: cinco choques con Pittsburgh, tres con Arizona y para cerrar, en las últimas dos semanas de septiembre, cuatro con los Miami Marlins, otros tantos con los Padres y tres frente a los Reds y los Rockies.

Está entonces por verse cuál de los tres sobrevivirá a esta lucha fratricida que podría durar hasta el último día, cuando Cubs y Cardinals se enfrenten entre sí, mientras Milwaukee cierra en la complicada altura de Colorado.

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Luego de que el panameño Mariano Rivera rompiera la barrera de la unanimidad en su elección al Salón de la Fama de Cooperstown, muchos dan por descontado que su compañero en los New York Yankees Derek Jeter seguirá sus pasos con el voto absoluto de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Sin embargo, nada está garantizado, a pesar de las incuestionables estadísticas del Capitán y su carrera sin manchas a lo largo de 20 temporadas.

La unanimidad podría estar en peligro en Miami, donde Jeter es desde el 2018 la cara visible del grupo de dueños del equipo de los Miami Marlins.

Y es que desde ya, dos miembros del Salón de la Fama, muy ligados al equipo de la Capital del Sol, han anunciado la posibilidad de boicotear la ceremonia de la segura exaltación del ex campocorto de los Yankees en julio del 2020.

Derek Jeter en ceremonia del Salón de la Fama (MLB)
Jim McIsaac/Getty ImagesDerek Jeter conversa con Andy Pettitte y Tino Martínez en la ceremonia de entronización de la clase 2019 del Salón de la Fama de Cooperstown.

Tany Pérez, único cubano elegido a Cooperstown por el voto de la BBWAA, y Andre Dawson, trabajaron por muchos años como asesores del propietario anterior del equipo, Jeffrey Loria, pero fueron despedidos sin mucha diplomacia tras la llegada de Jeter al mando.

Dawson, inmortalizado en el 2010, ya anunció que se ausentará del acto, porque “no quiero sentarme a escuchar lo que él (Jeter) tenga que decir ese día”.

Por su parte, Pérez, exaltado en el 2000, fue menos específico y aunque dijo que ya había tomado una decisión, no la daría a conocer hasta llegado el momento indicado.

“Sólo puedo decir que fue muy feo como terminó todo”, dijo el integrante de la famosa Gran Maquinaria Roja de Cincinnati de los años 70.

Dawson y Tany son personajes muy queridos en Miami, donde tienen muchos amigos, algunos de ellos miembros de la BBWAA, que se sintieron dolidos por la manera en que fueron tratados sus ídolos del pasado.

Hay que reconocer que el manejo de relaciones públicas de Jeter y compañía fue bastante accidentado en los inicios, lo cual provocó resentimiento en unas cuantas figuras, incluido Míster Marlin, Jeff Conine, el único integrante de los equipos campeones de las Series Mundiales de 1997 y 2003.

Basta con que uno de los votantes decida romper lanzas por ellos y por solidaridad no emita su sufragio a favor del Capitán, para que se rompa la esperada unanimidad, aunque nadie en buena lid, en honor a la justicia, debería obviar al ahora propietario de los Marlins y menos tomárselo como algo personal.

Pero como dice el refrán, el diablo son las cosas. A fin de cuentas, ni Babe Ruth, la encarnación suprema del béisbol, consiguió todos los votos.

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APDe manera colectiva, la rotación abridora de Yankees presume efectividad de 18.34.

A pesar de su cómoda ventaja en el Este de la Liga Americana, los New York Yankees deberían desde ya encender las alarmas, si quieren ganar su vigesimoctava corona de Series Mundiales.

Con el pitcheo abridor con que cuentan actualmente les será muy difícil avanzar profundo en la postemporada, con todo el carretón de leña que han repartido sus bateadores a lo largo de la contienda, a pesar de las tantas lesiones y ausencias de muchos de sus estelares.

Cuando ya pasamos de los primeros 100 juegos de la larga campaña de 162, los iniciadores de los Yankees empiezan a evidenciar el cansancio y esta semana ha sido una muestra fehaciente de ello.

Lo de los últimos días roza con la catástrofe. En sus más recientes aperturas, los cinco miembros de la rotación (James Paxton, C.C. Sabathia, Domingo Germán, J.A. Happ y Masahiro Tanaka), han permitido 40 carreras, 36 de ellas limpias, en apenas 17 entradas y dos tercios, para una efectividad colectiva de 18.34.

Sólo Sabathia logró completar cuatro episodios, mientras que el dominicano Germán trabajó 3.2. Los otros tres nada más llegaron a tres y un tercio.

Todos ellos promedian para una efectividad superior a las cuatro limpias por cada nueve episodios y cada día se hace más evidente la necesidad de tener un as para encarar lo que queda del calendario regular y los playoffs.

La gerencia ha sido demasiado cauta (por no decir tacaña) a la hora de soltar prospectos y jugadores jóvenes ya probados en las Mayores, como Clint Frazier y Thairo Estrada, pero el tiempo se está agotando y es momento de tomar decisiones drásticas, como la que en su momento asumieron los Chicago Cubs en 2016, que entregaron a su más prometedor jugador, el venezolano Gleyber Torres, por el cerrador cubano Aroldis Chapman, que era la pieza que le faltaba para romper una sequía de 108 años sin saborear las mieles del triunfo.

No es que las opciones abunden, pues los rumores que en algún momento apuntaban a Max Scherzer o Trevor Bauer se desvanecieron automáticamente, cuando los Washington Nationals y los Cleveland Indians se metieron de nuevo en la pelea por la postemporada.

El zurdo Madison Bumgarner tiene a Nueva York en la lista de equipos bloqueados para cualquier canje y Marcus Stroman parece que recibirá una extensión de los Toronto Blue Jays, en lugar de cambiarlo, aunque de todos modos, el serpentinero derecho está lejos de ser ese as.

Tampoco entra en esa categoría el zurdo Matthew Boyd, de los Detroit Tigers, mientras que el más ajustado a esa condición es el diestro Noah Syndergaard (7-5, 4.33), pero desde el 2 de mayo hasta la fecha tiene récord de 6-2 y efectividad de 3.60 en 92.2 capítulos, con 87 ponches y 26 boletos.

Ah, eso sí, hay que soltar prenda para conseguir al derecho supersónico de larga cabellera rubia, pero los Yankees tienen la suficiente profundidad para hacer una transacción que si bien no garantiza nada al ciento por ciento, aumenta las posibilidades de levantar el trofeo en octubre.

Lo peor es que el límite para los canjes, esta vez, de verdad es el 31 de julio, sin el período de agosto de la lista de waivers de años anteriores.

Más arriesgado es apostar porque la ayuda salvadora llegue desde dentro, cuando se reincorpore el dominicano Luis Severino.

Ya el quisqueyano recibió el visto bueno de los médicos para comenzar sus sesiones de bullpen, pero a decir del gerente general Brian Cashman, no será hasta un mínimo de seis semanas que estará disponible para regresar y las condiciones en que reaparecerá son una caja de sorpresas.

Quizás para entonces, sea demasiado tarde y toda la hazaña del equipo de sobreponerse contra viento y marea a tantas y tantas lesiones, habría sido en vano.

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No se han acallado aún los ecos y las emociones de la ceremonia de exaltación de Mariano Rivera, Edgar Martínez, Mike Mussina, Roy Halladay, Lee Smith y Harold Baines y ya Cooperstown empieza a preparar el camino para la clase del Salón de la Fama 2020.

Derek Jeter es la cara más visible entre los que aparecerán en la boleta por primera vez y una vez que su ex compañero de equipo en los New York Yankees, el panameño Rivera, rompió la barrera de la unanimidad, el Capitán debería recibir el favor de todos los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

La carrera de Jeter a lo largo de 20 temporadas fue intachable, más allá de sus números fríos, entre los que sobresalen sus 3,465 hits, la sexta cifra más alta entre todos los peloteros que han pasado por las Grandes Ligas.

Su liderazgo, entrega y respeto al juego, su imagen de modelo para la juventud y su grandeza en los momentos clave son cosas que no se miden en estadísticas.

Fuera del ex campocorto de los Yankees, entre los primerizos del 2020 no hay un clásico “monstruo”, de esos que con los ojos cerrados se sabe que merecen la inmortalidad, sí o sí.

Paul Konerko, el venezolano Bobby Abreu, el dominicano Alfonso Soriano, Jason Giambi y Josh Beckett son los nombres más notables entre los que se estrenan en la boleta, pero ninguno de ellos parece que vaya a conseguir el 75 por ciento en su primer año de elegibilidad.

Entrar al Salón de la Fama tiene una dosis de suerte también, independientemente de las cifras que haya puesto cada uno de ellos.

Getty Images¿Derek Jeter y Omar Vizquel llegarán al Salón de la Fama en 2020?

Depende también del timming, del quienes acompañen a cada cual en la boleta en ese momento.

Ahí está el caso de Barry Larkin, ex campocorto de los Cincinnati Reds entre 1986 y 2004, inmortalizado en el 2012, en su tercer año de elegibilidad.

Sus números, si buenos, no son impresionantes, de esos que despejen de golpe cualquier duda que tengan los votantes.

Fue Larkin el único elegido en el 2012, cuando aparecieron por primera vez en las papeletas 13 peloteros, de los cuales ninguno ha llegado a Cooperstown.

Estaba floja la clase del 2012 y ahí aprovechó el de los Rojos para superar el 75 por ciento.

Como débil se ve la camada del 2020, con la excepción de Jeter, lo cual debe redundar en beneficio de otros candidatos que ya llevan varios años en el círculo de espera.

Y ya que hablamos de campocortos ilustres, como Jeter y Larkin, el 2020 podría ser el año del venezolano Omar Vizquel.

En realidad es inexplicable cómo “Manos de Seda” no esté inmortalizado ya.

Defensivamente, quizás solamente Ozzie Smith lo supera en excelencia, pero 11 Guantes de Oro no son cosa que se compre en el mercado.

Aunque el “Mago de Oz” lo aventajó con 13 Guantes de Oro, el promedio de fildeo de Vizquel de .985 es el mejor de todos los tiempos entre los defensores de la llamada llave del cuadro.

Con el madero no fue el clásico abusador, pero sus números no son para nada desdeñables. Disparó 2,877 imparables, 537 más que Larkin y 417 más que Smith, por ejemplo.

Solamente Jeter, Honus Wagner (3,420), Carl Ripken Jr. (3,184), Robin Yount (3,142) y Alex Rodríguez (3,115) tienen más hits que él.

Pero Wagner, Ripken, Yount y ARod, aunque fueron torpederos originales, pasaron grandes porciones de sus carreras en otras posiciones, mientras que el venezolano defendió las paradas cortas en 2,709 de los 2,940 partidos de su vida.

Así que como campocorto puro, solamente el Capitán de los Yankees consiguió más imparables que Vizquel.

Algunos alegarán en su contra que sus números fueron producto de la acumulación tras 24 años de juego, pero la durabilidad es un mérito adicional, que favoreció también a Ripken.

Estamos hablando de uno de los mejores peloteros de su posición en toda la historia, no de cualquier hijo de vecino que pasó sin dejar huellas.

Tarde o temprano, creo que Vizquel acompañará a su compatriota Luis Aparicio en el Templo de los Inmortales, pero en buena lid, debería entrar junto con Jeter en el 2020, su tercer año de elegibilidad, y no tener que sufrir una agónica demora como la del puertorriqueño Edgar Martínez, recién exaltado tras una década de espera.

En su primer año (2018), el venezolano obtuvo el 37 por ciento de los votos de la BBWAA y subió al 42.8 en el 2019.

Tendría prácticamente que duplicar lo conseguido hasta ahora para colarse en el 2020 y aunque parece difícil, no es imposible, teniendo en cuenta la ausencia en las boletas de figuras de primerísimo orden.

La vida es timming. Es estar en el lugar indicado, en el momento justo.

Este parece ser el tiempo perfecto para el venezolano y quién sabe si también lo sea para Roger Clemens y Barry Bonds, hasta ahora tácitamente vetados por la sombra de los esteroides

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Getty ImagesEl manager de los Giants, Alvin Dark, declaró un día que primero el hombre llegaba a la luna, que Gaylord Perry conectara un jonrón.

Como bateador, Gaylord Perry fue un gran pitcher, como diría el inmortal Felo Ramírez cuando se refería a serpentineros que eran nulos con el bate.

Perry, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, ganador de 314 juegos en su carrera de 22 temporadas, fue el clásico out por regla cuando se paraba en la caja de bateo.

En 1,220 turnos, apenas promedió .131, con 141 imparables, de los cuales 118 fueron sencillos, en tanto se ponchó en 369 ocasiones.

Su incapacidad para chocar con la pelota llegó al extremo en 1964, donde promedió .054 y abanicó prácticamente en la mitad de sus turnos.

Ese año, durante una práctica previa a un juego de los San Francisco Giants en Pittsburgh, golpeaba tan mal la bola, que un reportero le preguntó si alguna vez en su vida batearía un cuadrangular.

El manager de los Giants, Alvin Dark, escuchó la pregunta y anticipó la respuesta.

“¿Jonrón?¿Gaylord? Primero llega el hombre a la Luna antes de que él logre batear un jonrón”.

Entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética estaban inmersos en la carrera espacial, que se había convertido en uno de los principales frentes de la Guerra Fría.

La conquista de la Luna era el objetivo principal de la NASA para dar un golpe de autoridad en una competencia que hasta el momento iba perdiendo ante los soviéticos y dos años antes, en 1962, el presidente John F. Kennedy había anunciado la decisión de Estados Unidos de poner al primer hombre allí.

Pasaron cinco años y la frase del manager de los Giants cayó en el olvido, hasta que el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong, comandante de la nave Apollo 11, se convirtió en el primer ser humano en poner un pie en el satélite natural de la Tierra.

“Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad”, dijo Armstrong tras el histórico alunizaje, que fue seguido con el aliento contenido por todo el mundo.

Getty ImagesGaylord Perry, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, ganador de 314 juegos en su carrera de 22 temporadas, fue el clásico out por regla cuando se paraba en la caja de bateo.

Ese día, nadie hablaba de otra cosa que de la hazaña de Armstrong y su compañero Buzz Aldrin, quien lo acompañó hasta la superficie lunar, mientras el piloto Michael Collins permanecía en el Apollo 11 circunvalando la Luna y esperaba ansioso el retorno de ambos a la nave.

Esa misma noche, en el Candlestick Park de San Francisco, los Giants enfrentaban a sus archirrivales Los Angeles Dodgers, con Gaylord Perry en la lomita frente al zurdo Claude Osteen, abridor por los visitantes.

En el tercer inning, Perry dejó boquiabierto a medio mundo, al disparar frente a Osteen el primer cuadrangular de su carrera.

Se cumplió así la profecía de Alvin Dark, horas después de que el hombre llegara a la Luna.

El abridor de San Francisco lanzó el juego completo y se apuntó la victoria con pizarra de 7-3.

En total en su carrera, conectó otros cinco vuelacercas y en 1991 fue exaltado al Salón de la Fama. Sus 314 triunfos lo colocan en el lugar 17 de todos los tiempos.

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Descarten desde ya a Vladimir Guerrero Jr. como candidato al premio de Novato del Año de la Liga Americana.

Más allá de su exhibición de poder en el Derby de Jonrones previo al Juego de las Estrellas, el hijo del miembro del Salón de la Fama ha sido poco menos que decepcionante.

Quizás esa no sea la palabra exacta, pero para toda la fanfarria con que llegó, se ha quedado muy por debajo de las expectativas que traía.

Tal vez haya sido eso. Le pedimos demasiado y de inmediato a un chico tan joven que posiblemente haya sido aplastado por la presión.

Lo cierto es que quienes dimos al Junior como favorito al galardón de mejor debutante nos equivocamos y ahora la carrera por ese honor está tan abierta como las primarias demócratas.

Getty ImagesVladimir Guerrero Jr. no ha cumplido con las expectativas que se tenían de él en su primera temporada en MLB.

A falta de poco más de 60 partidos para que concluya el calendario regular, los principales contendientes ahora mismo parecen ser Brandon Lowe, de los Tampa Bay Rays, Michael Chavis, de los Boston Red Sox, y el dominicano Eloy Jiménez, de los Chicago White Sox.

Lowe batea para average de .276, con OBP de .339, slugging de .523 y OPS de .862.

Es el novato con más hits hasta ahora (77), de los cuales 17 han sido dobles, dos triples y 16 jonrones, con 40 carreras anotadas y 49 impulsadas. Se ha ponchado 104 veces y recibido 22 boletos.

Pero ahora mismo está en la lista de lesionados desde el 3 de julio y esa pérdida de tiempo de juego puede costarle oro en la lucha por el premio.

Por su parte, Chavis tiene una línea ofensiva de .261-.338-.463, con OPS de .801.

Tiene dos hits menos que Lowe (75), entre ellos ocho biangulares, un triple y 16 bambinazos, con 41 anotadas y 52 remolques, la cifra máxima entre los debutantes. Ha abanicado en 105 ocasiones y negociado 29 pasaportes.

Entretanto, Jiménez, quien también anda ahora mismo por la lista de incapacitados, aventaja a todos los demás en vuelacercas, con 17, aunque va detrás en los demás factores.

Su línea ofensiva es de .244-.307-.483, con OPS de .791 y además de los 17 jonrones, suma siete dobletes entre sus 59 hits.

El quisqueyano era considerado al inicio de la contienda como el prospecto número tres de todo el béisbol, detrás de Guerrero y Fernando Tatis Jr.

Y aunque más retrasado por el poco tiempo de juego, pero pidiendo pista como un avión, viene el cubano Yordan Álvarez, de los Houston Astros, quien podría convertirse en el caballo negro que termine desbancando sobre la meta a aquellos que partieron antes que él en esta carrera.

Mientras que Lowe, Chavis y Jiménez ya sobrepasaron hace rato los 200 turnos, Alvarez apenas anda por 99, en los que ha bateado 32 cohetes, para average de .323, con OBP de .402, slugging de .677 y OPS de 1.079.

En solamente 25 juegos desde que debutó el 9 de junio, ya anda por nueve jonrones, ocho dobles, 15 anotadas y 29 empujadas.

Si el béisbol fuera tan exacto como las matemáticas, sus proyecciones, a juzgar por lo que ha hecho y lo que falta de temporada, terminaría con 32 cuadrangulares y 104 impulsadas, con lo que seguramente desbancaría a cualquier otro aspirante.

Pero este juego no es una ciencia y por ejemplo, ahora mismo Alvarez está teniendo molestias en una rodilla que lo dejaron fuera de la alineación el miércoles, en el juego final de la serie de los Astros ante Los Angeles Angels.

De todos modos, no lo pierdan de vista. Por lo pronto, en 99 veces al bate ya superó en jonrones y remolcadas lo conseguido por Vlad. Jr. en 246 turnos.

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