¿Se curó de la ciclotimia?

El alto nivel de juego que mostró la Argentina para ganarle a Bulgaria tiene que ser la regla y no la excepción, para que este equipo ponga fin de una vez por todas a sus altibajos

BUENOS AIRES -- Para un equipo acostumbrado a caminar por el borde de la cornisa como la Argentina, conseguir una victoria tan contundente y ante un rival a priori tan complicado como Bulgaria tiene necesariamente que significar un punto de quiebre.

Es que el 3-1 con el que el conjunto local se metió entre los ocho mejores del mundo será anecdótico si no se rescatan y se repiten los argumentos con los que se consiguió el logro: una actuación sin fisuras, fenomenal, de lejos la mejor en lo que va del Mundial, pero que tendrá que dejar de ser la excepción para convertirse en la regla si Carlos Getzelevich y sus muchachos quieren llegar aún un poco más lejos.

Porque si Bulgaria era difícil, de Italia en adelante, los rivales serán todos miembros plenos de la élite del voley, y para jugarles de igual a igual no se les podrá dar ni un centímetro de ventaja. Y eso significa que la ciclotimia que venía siendo marca registrada de este equipo tendrá que desaparecer de una vez y para siempre.

La historia no es nueva: el ciclo del actual técnico al frente de esta selección, y también el de su antecesor en el cargo, Daniel Castellani, se caracterizaron por los altibajos. El equipo nunca terminaba de despegar, y a una victoria ante un conjunto de primer nivel, le sucedía una derrota concluyente ante un rival inferior.

Y así, a los tumbos, andaba el voley argentino, siempre volviendo a empezar en cada partido. E incluso, padeciendo los mismos bruscos cambios de humor durante un mismo encuentro...si lo habrán sufrido tanto jugadores como hinchas en lo que va de la competencia, pero sobre todo, en el partido con Japón.

Pero el enfrentamiento con Bulgaria tenía que ser distinto si Argentina quería cumplir su objetivo de mínima en este Mundial: meterse entre los primeros ocho. Una derrota hubiera significado la necesidad de ganarle al campeón Italia en la jornada final, y ni aún así la clasificación hubiera estado asegurada.

Además, los búlgaros venían de dar el batacazo en la primera fase, venciendo a Rusia, reciente ganador de la Liga Mundial, y en el arranque de la segunda ronda tuvieron a Italia contra las cuerdas, en un partido que dejaron escapar increíblemente.

De una vez por todas, la Argentina necesitaba jugar TODO el partido a máximo nivel: las "lagunas mentales" y los errores que podrían haber costado mucho más caro ante rivales como Australia, China, Portugal y Japón, sencillamente hubieran sido fatales ante Bulgaria.

Estaba claro que la entrega iba a ser una cualidad necesaria, pero no suficiente; para ganar y meterse en cuartos de final, había que mostrar otras armas.

Y eso fue, ni más ni menos, lo que hizo la Argentina el sábado: en su mejor partido en lo que va del torneo, y más allá de los picos de actuación individuales, como el partidazo que jugó Jerónimo Bidegain, apareció de una vez por todas, y en los cuatro sets, EL EQUIPO.

Un equipo que tuvo un saque agresivo, para ganar puntos o para dejar al contrario siempre en una situación incómoda.

Un equipo que contó con un bloqueo más efectivo que nunca y con una gran tarea en la recepción, ya que entre los de adelante y el líbero Pablo Meana pararon todo lo que tiraron los búlgaros.

Un equipo al que Javier Weber le aportó un armado mucho más prolijo que lo habitual, y así Argentina pudo contar con un contraataque y una definición mortíferos, para por primera vez en largo tiempo no sufrir de "Milinkovic-dependencia", más allá de que la estrella argentina aportó su porcentaje habitual de aciertos.

Ese equipo mostró muy pocas fisuras, y prácticamente borró al rival de la cancha. Salvo por lo sucedido en el segundo set, cuando incluso perdiendo el rumbo podría haberse quedado con el parcial, Argentina manejó los tiempos del partido a su antojo.

Pero claro, Bulgaria ya es historia, y ahora viene Italia: un partido que, más allá de la relajación inevitable que produce tener el pasaje a cuartos en el bolsilo, conviene tomarlo en serio.

En principio, porque una victoria aseguraría el primer lugar en el grupo, y de ese modo un cruce más sencillo en cuartos de final, ya que terminar segundos significaría un casi seguro choque con el archirrival Brasil, que para colmo de males, es cada vez más candidato.

Además, porque Italia es potencia, y ganarle a los mejores es la mejor manera de seguir "cargando las pilas" de cara a la fase final.

Pero sobre todo, porque para vencer a Italia habrá que rendir otra vez más al máximo, y eso sería la mejor prueba de que la lección de juego que Argentina brindó ante Bulgaria no fue producto de la casualidad ni fruto de la necesidad.

En definitiva, poder usar los mismos términos para analizar a la Argentina DESPUÉS de que juegue con Italia, sería la mejor prueba de que este equipo está aquí para quedarse, completamente curado de la ciclotimia.

DIEGO ZORRILLA es editor de ESPNdeportes.com.

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