Era la fantasía de muchos y aquí esta, plasmado y esculpido sobre la historia de las grandes selecciones sudamericanas, algunos de los mejores futbolistas del mundo, el ímpetu pasional de las selecciones de Concacaf (sobre todo México) y el orden y la economía de los Estados Unidos. Damas y caballeros, América es una misma cancha de futbol. Conmebol Versus Concacaf, Messi y quizá Luis Suárez. Vidal, Alexis, Willian,. Luis Guztavo, Baca, James, "Chicharito", Guardado, Ruiz Campbell, Valencia, Monteros, Caicedo, Dempsey, Bradley, Guerrero y Benítez. Los mejores futbolistas del continente en algunos de los mejores estadios del mundo.

LOS ANGELES -- Un sueño largamente añorado por muchos aficionados será realidad a partir de esta tarde a las afueras de San Francisco: el inicio de la Copa América, de una verdadera Copa América, con las históricas selecciones sudamericanas, sus grandes figuras, y con el ímpetu pasional y la economía que ofrecen las naciones futbolísticas de norteamérica.

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Lionel Messi llegó esta madrugada procedente de la sala de tribunales en España y ya descansa en la concentración argentina, con lo cual, para empezar y que no está nada mal, la Copa América cuenta con el mejor futbolista del mundo. Es una pena (pero hasta cierto modo es normal) que Brasil haya definido a Neymar para jugar los Olímpicos y que el uruguayo Luis Suárez, el mejor delantero del mundo, este apartado, por ahora, debido a una lesión. Por lo demás, hay suficiente material, talento y ambición en 16 selecciones que buscaran competir por la Copa.

La historia de la Copa América ayuda y tampoco ayuda demasiado esta vez al tratarse de un evento inédito. Pero el color y el peso de las camisetas promete pesar con fuerza. Argentina parece el claro favorito. Primero por la presencia de Messi y después por lo que aportan otros nombres en su alineación (Di María, Mascherano, Higuain). El sub campeón del mundo fracaso, sin embargo, el año pasado cuando cayo en la final (en series de penaltis) ante el anfitrión Chile.

Copa América
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A la par de Argentina, por el tamaño histórico que siempre representa, habrá que colocar a Brasil, a pesar de que se trata de unos los momentos más in ciertos en la historia del futbol amazónico. Este Brasil viene su Neymar y también se le ha caído por lesión el veterano Kaka. Tendrá que jugársela con lo que tiene: un equipo de figuras en medio campo como Willian y Luis Guztavo y un cuadro que parece entender el futbol a la manera de Dunga, el entrenador y cada día más lejos del "Jogo Bonito" que alguna vez caracterizo a la "verdeamarella".

Enseguida, Uruguay, quien más allá de la ausencia de Suárez, siempre tiene un equipo equilibrado y difícil de vulnerar en temas defensivos. Godín, Jiménez, en la defensa. Cavani, Stuani, Rolan ara mitigar la ausencia del futbolista del Barcelona. Nunca hay que descontar a Uruguay. Hacerlo sería un terrible error. Y luego habrá que colocar, quizá, por lo que ocurrió hace menos de un ano en la Cooa América a la selección de Chile, con elementos como Arturo Vidal y Alexis Sánchez, que le dan una solidez futbolística y emocional.

Javier
Imago7México será tan favorito como su futbol lo indique, no sólo por ser "local" en Estados Unidos.

En el mismo nivel de posibilidades me atrevo a colocar a Colombia y a México. Los "cafetaleros" con una nomina que supone ser mucho más profunda en cuanto a talento futbolístico y México con un equipo que podría estar más mentalizado a la hora de afrontar el evento. Dos selecciones por las que uno podría apostar en que se coinvertirán en protagonistas de la Copa, pero que de igual forma, podrían perder estilo y condiciones mientras avanza la justa. México jugará como en casa, pero deberá, indudablemente, elevar su nivel competitivo a lo que generalmente afronta en la Concacaf.

Los rivales, a partir del domingo (Uruguay) serán muchos más serios y competitivos que los que generalmente afronta en su área de competencia. De la misma forma, el torneo le depara un cruce complicado en los cuartos de final, cuando se tenga que enfrentar al primero o al segundo lugar del Grupo "D", donde aparecen Argentina y Chile.

Grupo C
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Una América unida jugando al futbol. Puede ser el primer paso, dado el éxito económico que se le augura, de un evento que se realice con periodicidad. Por lo pronto, es tiempo de disfrutar lo que se nos viene a la cancha. Las grandes selecciones de Sudamérica ante los de Concacaf, con sus distancias, sus virtudes y sus defectos, pero jugando sobre la misma cancha.

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+ Jugará en casa, con el calor y cobijo de su gente, pero ello no significa forzosamente que la selección mexicana aproveche todo ello para ganar un evento con el que ha "coqueteado" en los últimos 20 años. México será tan favorito como lo establezca y marque su futbol y no por las condiciones que podrían encontrar a su alrededor en la Copa América del Centenario.

LOS ANGELES -- ¿Favorito? Cuidado porque ese traje suele quedarle "apretado" a la Selección Mexicana. México promete ser tan favorito como lo establezcan sus condiciones en la cancha y no en la tribuna.

Una cosa es ser "el favorito" en las tribunas, en las calles, del entorno y otra más es confirmarlo en la cancha de futbol. Históricamente, el futbol mexicano sabe muy bien a lo que me refiero.

No es el gran favorito, pero tampoco se trata una de misión imposible. Digamos que nunca antes había tenido el privilegio y la oportunidad de jugar la Copa América tan cerca del "calor" de casa. México saldrá, a partir del domingo, como el dueño emocional o pasional de la Copa América del Centenario. La pregunta es: ¿Puede ser también el dueño futbolístico?

Ganar la Copa América no sólo parece ser una asignatura pendiente, también, se trata un sueño largamente añorado por el futbol mexicano. Desde que lo hizo por primera ocasión, hace ya más de 20 años, la selección mexicana casi siempre encontró la manera de mostrar una faceta ampliamente competitiva en el torneo. Cuando México ha ido a competir ante las grandes selecciones sudamericanas sin las ataduras de la CONCACAF, lo ha hecho de manera digna y substanciosa en lo deportivo. Hoy, el olfato por el negocio, por el dinero, ha atraído a históricos del futbol mundial --Brasil, Argentina, Uruguay-- hasta un territorio que futbolísticamente, en temas pasionales y por ende económicos, le favorece a México. Pero conociendo la historia misma del futbol mexicano, su comportamiento en torneos realizados bajo el cobijo emocional de su gran afición y cuando el jugador se siente de algún modo protegido y al mismo tiempo presionado, aparecen las dudas y las debilidades históricas de nuestro futbol.

México está amparado, esta vez, por un grupo de futbolistas que actúan con regularidad y prestancia en las competitivas ligas europeas. Algunos expertos creen que se trata de la mejor generación en la historia. Esa hipótesis sólo será confirmada el día en que ganen algo de relevancia en el futbol internacional. Lo cierto es que Andrés Guardado, Héctor Herrera, Miguel Layún, Raúl Jiménez, Javier "El Chicharito" Hernández, "El Tecatito" Corona, Diego Reyes, Héctor Moreno y hasta el veterano Rafael Márquez le dan una solidez mental y futbolística que podría garantizar resultados. A la par de ellos, y tras una nueva "tormenta" el verano anterior que termino con el fin de la era de Miguel Herrera, el futbol mexicano ha descubierto en su nuevo entrenador, el colombiano Juan Carlos Osorio, a un hombre serio, trabajador y que puede entregar resultados a largo plazo. He ahí las bondades con las que cuenta el futbol mexicano para afrontar este torneo.

Pero la historia en la cancha promete ser más complicado de lo que pinta en el papel. México debe empezar este domingo ante histórico y competitivo Uruguay, que si bien no tiene a su máxima figura, el delantero del Barcelona, Luis Suárez, es siempre un futbol que encuentra los motivos para arrancarle a sus rivales los mayores defectos. México tendrá que sortear un grupo complicado que además incluye a Jamaica y a Venezuela para después, en la ronda de eliminación directa, afrontar a Chile o a Argentina en partidos de carácter definitivo. No hay mucho margen para el error.

Se trata de una Copa América donde si bien la mayor parte de las figuras de los equipos sudamericanos parecen cansadas físicamente y agobiadas mentalmente por la larga competición europea de clubes, prometen defender, "a capa y espada", su reputación en el futbol continental y mundial. Enfrentar a una Brasil sin Neymar y a una Brasil más preocupada por el certamen futbolístico de Rio de Janeiro 2016, podría no ser tan sencillo como parece. Lo mismo sucederá con Argentina, que mantenía dudas sobre el estado físico de su gran figura Lionel Messi y lo mismo podría suceder con Uruguay --ya hablábamos de la ausencia de Suárez. Pero esas tres selecciones suelen esconder o suplir sus carencias como lo hacen "los grandes": con la camiseta y la historia por delante. Habrá que sumar a Chile, el campeón de la última Copa America, que tiene excelente futbolistas --Arturo Vidal y Alexis Sánchez, entre ellos-- y a Colombia, que también viene amparada por una generación de grandes figuras. Ecuador promete ser competitivo y lo mismo Estados Unidos, Costa Rica y la propia Jamaica por el área de la CONCACAF.

Ganar la Copa América no es un misión imposible, pero tampoco se ve como algo muy posible por ahora. Por delante de los intereses deportivos de México, yo coloco a potencias del futbol sudamericano, plagados de figuras que actúan en algunos de los mejores clubes y de las mejores ligas del futbol europeo. Ganarles a ellos, aunque sea cerca de casa, bajo el cobijo de tu maravillosa afición y con ciertas ventajas que podrían brindarte los intereses apegados al futbol, no será una tarea sencilla.

México no es favorito pero es el favorito. Que contradicción. Pero al final del día, los cimientos y hasta los sueños de desarrollo del futbol mexicano están siempre bajo la imagen de una contradicción. No sería nada raro que México protagonizará la Copa América del Centenario, como tampoco sería nada raro que terminará siendo un fracaso.

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La Copa América celebrará su edición N° 45 desde que se organizó por primera ocasión en 1916.

Para celebrar los 100 años del torneo más antiguo de selecciones nacionales en el mundo, Conmebol y CONCACAF acordaron organizar la edición Centenario con equipos de ambas confederaciones.

Levi's Stadium
Getty ImagesLa Copa América Centenario tendrá 10 sedes de primer nivel distintas en los Estados Unidos.

El año pasado, Chile se consagró campeón tras derrotar en penales a Argentina.

Será la primera ocasión en la historia que un país de la CONCACAF organice el torneo, los Estados Unidos, que participarán por cuarta ocasión en su historia en el torneo, primera desde el 2007.

Por su parte, Argentina tratará de poner fin a su sequía más larga de títulos de selección mayor, que se prolonga a la edición de 1993, cuando derrotaron a México.

Chile tratará de convertirse en la cuarta selección bicampeona de América, uniéndose a Argentina, Brasil y Uruguay.

Para México, es una oportunidad inmejorable para poner fin a su racha de dos ediciones consecutivas sin avanzar de la ronda de grupos.

En cuanto a goleadores, Argentina y México podrían estrenar goleadores históricos en esta edición de la Copa América.

Javier
Imago7Javier "Chicharito" Hernández podría entrar a los libros de historia de la Selección Mexicana.

Lionel Messi está a seis goles de empatar a Gabriel Omar Batistuta como máximo goleador en la historia de la Albiceleste e incluso podría superarlo, mientras que Javier Hernández está a dos anotaciones de Jared Borgetti (46) como el artillero más temible en la historia del Tri.

Uno de las mayores ausencias será la de Neymar, quien no estará con Brasil para enfocarse en los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde se espera sea la mayor figura de su selección.

En los últimos cuatro partidos de torneos importantes que Brasil ha jugado sin Neymar (dos de Copa Mundial y dos de Copa América), la Canarinha tiene dos derrotas, por una victoria y un empate, incluyendo su paliza en casa 1-7 ante Alemania.

Uruguay, Argentina y Brasil se han combinado para ganar 37 de las 44 ediciones previas de la Copa América, con los charrúas a la cabeza al sumar 15 ediciones en total.


BREVE HISTORIA DEL TORNEO


En principio, el torneo contaba con entre cuatro y seis selecciones invitadas que se enfrentaban en duelos directos a un partido, consagrándose campeón el que tuviera mejor registro a su favor y recibió el nombre de torneo sudamericano hasta 1967.

En 1972 nació la Copa América que permitió la participación de más países, implementando fase de grupos, donde calificaban los mejores para avanzar a una ronda de eliminación directa.

A partir de 1993, la Conmebol decidió comenzar a invitar equipos de otras confederaciones, principalmente de la CONCACAF, aunque también Japón ha participado (1999).

México ha sido el invitado que más lejos ha llegado luego de proclamarse subcampeón en las ediciones de 1993 y 2001.

Al tener dos invitados, la Copa América solía contar con tres grupos de 12 equipos, en los que avanzaban los dos primeros lugares de cada grupo y los dos mejores terceros lugares.

La Copa América Centenario tendrá 16 selecciones en total, por lo que los dos primeros lugares de cada grupo avanzarán a los Cuartos de Final.

De acuerdo al Soccer Power Index de ESPN, Colombia, Brasil, Uruguay y Argentina son los favoritos para ganar sus respectivos grupos.


LAS SEDES


Estados Unidos será la primera sede de la Copa América fuera de la Conmebol y para ello preparó 10 estadios en 10 ciudades distintas para albergar al menos un partido en el torneo.

  • Lincoln Financial Field, Philadelphia, Pennsylvania.

  • Camping World Stadium, Orlando, Florida.

  • MetLife Stadium, East Rutherford, New Jersey.

  • Rose Bowl, Pasadena, California.

  • NRG Stadium, Houston, Texas.

  • Soldier Field, Chicago, Illinois.

  • University of Phoenix Stadium, Glendale, Arizona.

  • Levi's Stadium, Santa Clara, California.

  • Gillette Stadium, Foxborough, Massachusetts.

  • CenturyLink Field, Seattle, Washington.

A pesar que se realizará únicamente en territorio de los Estados Unidos, México probablemente sea el segundo local del torneo con más de 12 millones de mexicanos viviendo en territorio norteamericano.

Lionel Messi
Getty ImagesLionel Messi es la mayor figura a seguir en la Copa América Centenario.

DATOS QUE NO DEBES OLVIDAR


Messi jugará su cuarta Copa América, un torneo en el que apenas ha anotado tres goles en 16 partidos y tiene apenas una anotación en sus últimos 11 encuentros.

También, Messi tratará de ganar su primer título a nivel selección mayor con Argentina, al tiempo que pone fin a la sequía de títulos de la Albiceleste desde hace 23 años, a pesar de alcanzar la final recientemente en Copa del Mundo y Copa América.

Luis Suárez se lesionó el tendón de la corva en la Final de la Copa del Rey y se perderá al menos el primer partido de la competencia, contra México. Desde el 2014, Suárez promedia .75 goles por partido, el mejor promedio de Uruguay.

Suárez tuvo el mejor año de su carrera con Barcelona, anotando 40 goles en La Liga y se convirtió en el primer jugador, fuera de Messi y Cristiano Ronaldo, en consagrarse campeón goleador de España desde que lo logró su compatriota Diego Forlán en la temporada 2008-2009.

James Rodríguez será el encargado de guiar a Colombia tras la baja de juego de Radamel Falcao. James fue el líder anotador en la Copa del Mundo del 2014 con seis goles, ganando la bota de oro de la competición.

Finalmente, Paolo Guerrero empató en el liderato de goleo de la Copa América en el 2015 con Eduardo Vargas de Chile con cuatro tantos. Si logra igualar su hazaña, se convertirá en campeón goleador del torneo por tercera ocasión consecutiva.

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VIÑA DEL MAR -- El 'Apache' tuvo cuatro años para afinar su puntería. Y templar su temperamento. Y aplazar con paciencia su revancha. Los momentos los elige la cancha. Hace cuatro años cobró. Este viernes, en El Sausalito, pagó.

Argentina en semifinales. De manera atropellada. Sin poder clavar una espina en la noche mágica de Ospina durante los 90 minutos. El arquero colombiano enamoró a la diosa Fortuna. Hasta que la flecha del 'Apache', hecho cupido, le enamoró de la victoria.

Desde el manchón de fusilamiento, donde las tragedias y las epopeyas se consuman, al final, como en el trámite de los 90 minutos, Argentina fue menos malo que Colombia. Tévez consumó su oportunidad, luego de que Murillo había consumido su momento de gloria.

Ocurre en el futbol. Veintidós jugadores con currículos notables. Con títulos y blasones, con talento y gracia, con clase y adrenalina, defraudaron.

Al final renunciaron a su exquisitez y eligieron ser gladiadores. Olvidaron la esencia de su goce y se entregaron a la urgencia de su misión.

Y en esa epidemia de transpirar en lugar de inspirar, arrastraron a sus propios genios. James Rodríguez demostró que no ha sobrevivido a su clímax en el Mundial de Brasil, mientras que Lionel Messi tardó en comprometerse y pasó por la intermitencia, no sólo errando un gol con un cabezazo casi en la línea de la sentencia, sino por momentos jugando con simplismo y hasta con un recurso que parece rehuir en el Barcelona: el fingimiento obsesivo, pueril, vulgar de faltas.

Enfrascados en la lucha física, como si sólo el músculo y el aliento, les permitiera desarrollar hazañas, poco se acordaron, los virtuosos y los obreros, de jugar al futbol con los principios naturales de sus virtudes.

En ese tesón por la pelota, en esa obsesión por estorbar más que por fomentar, Argentina le daba curso más lógico a sus ataques y fue convirtiendo a Ospina, sus patas de conejo, sus brazaletes, sus collarines y sus supersticiones, en los protagonistas de una renuncia desesperada de Colombia a su propio holocausto.

Con un arbitraje que desquició a los atletas fervorosos y desesperados de la cancha y de la tribuna, que enajenó a las bancas y a las fanaticadas, al final logró ponerle grilletes a una violencia que parecía explotar de manera caótica.

El mexicano Roberto García Orozco tuvo el ojo de halcón de su lado, con un José Luis Camargo casi impecable, más allá de que desaforadas e irritadas, ambas facciones, colombiana y argentina, terminaron por ejecutar públicamente a las progenitoras del cuerpo arbitral.

García Orozco administró las amarillas y hasta le recetó una, ante la mirada atónita de todos, a Lionel Messi, quien quiso jugar al vivo y puso cara de muerto, al castigársele una entrada alevosa sobre Murillo, y el reclamo posterior.

Al final, el tribunal de los penaltis condena a una Colombia que se mantuvo guerrera, pero para sobrevivir, más que para vencer, mientras que premia a una Argentina que mantuvo al menos el hálito consistente por una victoria.

Los cobros comenzaron llenos de violencia, certeza, puntería e impiedad. Los dos números 10, que habían quedado en deuda conforme a las expectativas y la expectación en el fragor de los 90 minutos, abrieron la sesión de manera impecable e implacable. Tévez, el 'Apache' de la puntería menesterosa hace cuatro años, rescata su credibilidad ante el furor de un hinchada argentina que nunca tuvo la mayoría ni en voz ni en voto en el circo de El Sausalito.

Ahora, Argentina, con un Messi aún somnoliento, y un grupo albiceleste que trabaja más sobre una convicción ancestral que por un plan claro de trabajo por parte del Tata Martino, se enfrentará al vencedor este sábado de Brasil y Paraguay.

¿Messi? Este viernes se comprometió. Menos de lo debido, menos de lo deseado, menos de lo querido.

¿James? Aún no sobrevive al empalago a que fue sometido de elogios en el Mundial de Brasil.

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FORTALEZA (Enviado especial) -- -Después de cada triunfo de Brasil en la Copa del Mundo, todo el país se convierte en una fiesta. Hay pirotecnia, baile en las calles, música y litros de cerveza. Eso sucedió frente a Croacia, Camerún y Chile. El partido contra Colombia era la gran oportunidad de hacer aún más grande esa celebración, porque la Canarinha podía clasificar a semifinales por primera vez desde 2002. Sin embargo, no hubo ningún tipo de festejo. El equipo jugó bien y ganó, sí. Pero la pena fue mayor que la alegría.

Iban 41 minutos del segundo tiempo cuando Neymar encaró y fue derribado por Juan Camilo Zúñiga. A primera vista, pareció una falta normal del juego, en la que un defensor logra derribar a un delantero que se escapa hacia el área. La figura brasileña quedó tendida en el piso, gritando por el dolor. A pesar de esto, nadie en el estadio le creyó demasiado al principio. Su equipo ganaba, necesitaba perder tiempo y no es extraño en Ney simular. Hasta los médicos tardaron en ingresar. Luego, cuando lo vieron salir en camilla todo cambió.

Neymar
Getty ImagesLa lesión de Neymar dejó a Brasil sin ganas de festejar
El partido terminó sin el delantero de Barcelona en la cancha, pero el público festejó de todas maneras una clasificación que terminó siendo sufrida porque Colombia atacó en los últimos minutos y estuvo cerca de empatar. La felicidad duró hasta que comenzaron a llegar las noticias: Neymar había sido trasladado inmediatamente a una clínica de Fortaleza, donde le realizaron una tomografía que arrojó el diagnóstico más temido: fractura de tercera vértebra lumbar.

El estadio Castelao ya estaba casi desierto cuando se confirmó la lesión, pero en las calles ese golpe se sintió y mucho. Dejaron de escucharse los cantos y las sonrisas desaparecieron. Es que Brasil deberá afrontar el duelo de semifinales contra Alemania sin dos de sus pilares: el suspendido Thiago Silva y el lesionado Neymar. Preocupación es el sentimiento común hoy en todo el país.

"Estamos muy tristes por Neymar. La Canarinha jugó muy bien, pero la lesión de nuestro mejor jugador nos angustia", afirmó un torcedor que todavía estaba en las inmediaciones del campo de juego cuando se dio a conocer la baja del Diez. Sus compañeros intentaban ser más optimistas, pero se notaba el nerviosismo y la incertidumbre por lo que viene: "Vamos a ser campeones igual, aunque esto hará todo más difícil".

Los bocinazos y el ruido de las cornetas estuvieron presentes en la noche de la capital de Ceará, pero sin dudas fueron menos que los que atronaron en Sao Paulo, Recife y las otras sedes donde jugó el Scratch. Es que Neymar es el símbolo de este equipo, el mejor jugador, el hombre capaz de romper cualquier cerrojo del rival, cualquier esquema defensivo. Además, ese el goleador del Seleccionado local y fue la figura en tres de los cinco juegos.

"Claro que será muy complicado superar la ausencia de Ney, para nosotros los hinchas y para los jugadores también. Pero somos locales y seguiremos apoyando a la Canarinha en todos los juegos". Las palabras son de un simpatizante fortalecense que pasea por el centro de la ciudad enfundado en su camiseta verdeamarela y charla sobre las posibilidades de la Selección con un grupo de amigos.

La sensación podría describirse como "agridulce", pero en realidad es más amarga que otra cosa. Porque nadie pensó nunca que el triunfo local estuviera en duda, por eso la clasificación fue celebrada con mesura. Sin embargo, la lesión de Neymar sí es algo que tomó por sorpresa a la torcida. Y muchas veces las malas noticas vencen a las buenas. Por eso, la noche de Fortaleza no fue de fiesta ni mucho menos.

El pesar también estuvo presente entre los jugadores. De hecho, Fred estuvo a punto de romper en llanto tras el partido: "Estoy triste porque trabajó tanto para estar con nosotros. La importancia que tiene para nosotros, claro que ahora vamos a centrarnos en el grupo, que tiene mucha calidad".

El sábado, los periódicos brasileños ilustraron muy bien la situación. La tapa del diario más importante de Fortaleza tenía dos fotos: la de David Luiz y el título "alegría" y la de Neymar con el título "tristeza". Ahora, Brasil, el gran candidato al título, deberá aprender a jugar y a vivir sin su referente.

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RÍO DE JANEIRO, Brasil -- ¿Cuánto propuso Brasil? ¿Cuánto de los fundamentos del jogo bonito usó? ¿Dónde está el amo y señor feudal con la nómina más poderosa del Mundial? ¿Cuándo maravilló para ser mejor que Colombia?

La pregunta sigue: ¿y dónde está Brasil?

La victoria de los amazónicos se explica, se justifica, se contabiliza, pero no se le embadurna con la grandeza de los adjetivos.

Para hablar del triunfo de Brasil uno recurre a los inventarios, no, como uno lo desearía, a los argumentos maravillados con el asombro.

No es una victoria sucia o flagrantemente percudida, pero menos una victoria fragantemente consumada. Pero que la euforia entendible de los brasileños, no permita que se arrime incienso donde sólo pueden arrimarse cuestionamientos.

1.- Dos goles con errores de Colombia. ¿Qué hacía Sánchez cuando Thiago bufaba a su espalda? ¿Qué hizo Ospina al atacar mal el disparo de David Luiz, pensando en la postal histórica antes que en sus deberes?

2.- ¿Cómo ornamentar o cómo esconder o cómo camuflar que Brasil necesitó de una falta cada tres minutos para contener a Colombia?

3.- ¿Cómo razonar ante la tarjeta roja que mereció Julio César en el penalti? O como pasó ante México, Thiago terminó en la cancha a pesar de la reincidencia.

4.- La victoria puede no conseguirse con brillantez y luminosidad, así pasó con Alemania sobre Francia, pero, seguramente, no debe consumarse con las costras repugnantes de los tres cuestionamientos anteriores.

En esa raquítica frontera que marcan el resultado y el trámite del juego, de nuevo se impactan verdades irrefutables que hasta suenan contradictorias: Brasil no merecía ganar, pero tampoco, necesariamente, merecía perder. Colombia, no merecía perder, pero, sin duda, tiene derecho a rebelarse -cierto, inútilmente ya- ante la serie de emboscadas, ajenas y propias, que le impidieron ganar.

A Colombia le llegó la medianoche en su personaje de Cenicienta en el Mundial. Pero, al igual que la fantasía del cuento, las arpías confabularon contra ella.

Imperdonable el error de marca de Sánchez cuando era su único cometido, y tenía ventaja geográfica sobre Thiago en la disputa del balón. Y Ospina, en un Mundial donde los porteros marcan referencia, él marcó la nefasta diferencia: ese balón era suyo, más allá del impacto dirigido de David Luiz.

Y el árbitro, con su larga estela de sospechas en el futbol español, ensucia el juego. Se equivoca y quiere compensar. Compensa y se equivoca nuevamente al recompensar.

Colombia podrá irse como se han ido otras selecciones en este Mundial: ultrajada por el arbitraje, y también, claro, por sus propios errores.

Lo cierto es que con la evidencia de su futbol y de sus buenos futbolistas, la selección de Néstor Pékerman dejó la pregunta más vigente que nunca en esta Copa del Mundo: ¿Y dónde está Brasil?

Una falta cada tres minutos marca incuestionablemente que, en general, hizo uso en el momento y en el espacio de la cancha más adecuados, de la infracción que frena más que la que hiere, además de que otro par de ocasiones, dramatizaciones baratas le regalaron tiempo, le regalaron posesión, mientras que Colombia empezaba a dudar cuantos vestidos de amarillo había en la cancha.

Claro, a nadie debe extrañarle que Brasil sabe golpear. Tal vez no hay afanes de mutilar al contrario, pero sí de destazar las intenciones del contrario, y que además en la mezquindad de los jueces, sabe que encontrará un saldo bajo de tarjetas amarillas.

¿Le alcanza a Brasil para superar a Alemania? Parece difícil.

Especialmente porque ni Brasil tiene la respuesta a la pregunta testamentaria de Colombia: ¿Y dónde está Brasil?

Sí, está en Semifinales, pero sin asumir la responsabilidad absoluta que corresponde a un Pentacampeón Mundial, anfitrión y favorito para ganar su propio torneo.

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SAO PAULO (Enviado especial) -- Hinchas de Brasil, Colombia, Argentina, Holanda, México, Australia, Estados Unidos, Alemania y más. Eso es lo que uno se puede encontrar en las calles de cada una de las sedes mundialistas. Todos juntos, compartiendo tragos, charlas y vivencias que los unen durante un mes. Porque vivir un Mundial en el lugar de los hechos es algo que se puede dar pocas veces en la vida y disfrutarlo con otros visitantes es aún más placentero.

Vila Madalena
Getty ImagesVila Madalena es el sitio preferido de los hinchas

En Vila Madalena esta unión se puede ver mejor que ningún otro sitio. Este "barrio noble" de Sao Paulo se ha vestido de fútbol durante la Copa del Mundo. Situado en el distrito de Pinheiros, en la región oeste, es reconocido por ser el reducto bohemio de la capital paulista y también por recibir a muchos de los estudiantes que asisten a la Universidade de São Paulo y a la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo.

En la rua Aspicuelta se encuentra la gran mayoría de los bares del barrio. Allí, todos los fines concurren miles de jóvenes en busca de diversión. Los fines de semana se cierra el tránsito, los establecimientos sacan las sillas a las veredas y la vía pública se llena literalmente de gente. Además, puestos ambulantes de bebidas alcohólicas copan el paisaje. Durante el Mundial, el ritual se repite todos los días. Por eso, Vila Madelena es conocido como "el barrio de los torcedores".

El día después del histórico partido que la Selección Colombia le ganó a Uruguay, se pudieron ver muchos hinchas cafeteros celebrando en Sao Paulo. Aunque el encuentro se disputó en Río de Janeiro, algunos simpatizantes cafeteros no pudieron viajar y se quedaron en la ciudad que ya se convirtió en hogar del fútbol colombiano. En Vila Madalena disfrutaron de la victoria.

"Colombia le demostró al mundo que somos grandes. El partido contra Uruguay fue espectacular y ahora vamos a ir a ganarle a Brasil. Los respetamos, claro, pero tenemos equipo para ganar de nuevo". José Luis, bogotano que viajó a la Copa junto a sus amigos, habla mientras toma una cerveza. Sus compañeros asienten con la cabeza mientras visten con orgullo la camiseta tricolor.

Desde que se pone el sol, a las seis de la tarde, hasta la madrugada, las calles de Vila Madelena dejan sus apariencia bucólica y se transforman en una especie de discoteca gigante al aire libre. La música llega desde los bares pero también hay bandas que amenizan la velada con ritmos típicos de Brasil. De hecho, el barrio tiene una escola do samba propia: el Grêmio Recreativo Social Cultural Escola de Samba Pérola Negra.

La Copa del Mundo forma parte de la vida social y cultura de todo el país desde antes del comienzo del juego. Brasil es una de las naciones más futboleras del planeta y, como tal, ha cambiado sus rutinas durante el gran torneo. En estos días, lo que era una zona bohemia, de artistas, se convirtió en un hervidero de sentimientos mundialistas, con hinchas por todos lados.

ESPNFC.com estuvo en Vila Madalena el día del partido entre Costa Rica y Grecia. En la definición por penales, todos tenían un favorito y los goles se festejaron como si fueran propios. No había demasiados costarricenses y griegos entre la concurrencia, pero nadie estuvo indiferente. Cuando triunfó el conjunto tico, todos dejaron un rato sus bebidas y aplaudieron a los clasificados para cuartos de final. Es decir, que primero está en el Mundial y luego todo lo demás.

A días del gran duelo entre Brasil y Colombia, este era un sitio perfecto para comenzar a vivir lo que será uno de los partidos más emocionantes del torneo. Entre los hinchas de ambas Selecciones sólo hubo respeto, pero también mucha confianza en las propias fuerzas. Por el lado de la Tricolor, vencer a los dueños de casa sería una verdadera hazaña. En Vila Madelana, como en todo Colombia, ya se sueña con eso.

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RIO DE JANEIRO (Enviado especial) -- Después de casi dos semanas de Copa del Mundo, se puede decir que la ciudad en la que se vive con más intensidad el gran torneo es Río de Janeiro. Claro que en todas las sedes el Mundial está omnipresente en las calles, en los negocios y en las conversaciones de la gente, pero es aquí, en la Cidade maravilhosa, donde absolutamente todo gira alrededor de la pelota Brazuca.

Hinchas colombiaGetty ImagesLos colombianos coparon Copacabana

Desde el 12 de junio, Copacabana se vistió con camisetas de las diversas Selecciones participantes y los bares típicos de la playa se convirtieron en sitios de propiedad casi exclusiva de los hinchas. Hoy, a pocas horas del inicio de los octavos de final, los simpatizantes colombianos son los dueños de Río de Janeiro, tal y como antes coparon Belo Horizonte, Brasilia y Cuiabá.

Según informaciones que llegaron desde Bogotá, se esperan unos 60 mil colombianos este sábado en la capital carioca. Teniendo en cuenta todos los que ya se encuentran viajando por Brasil, el estadio Mario Filho podría ser completado exclusivamente por hinchas cafeteros, algo que en otros tiempos era una utopía. Sin dudas, la masiva presencia de simpatizantes de la Tricolor ha sido uno de los puntos para destacar en lo que va de la Copa.

Copacabana invita a caminar. Sus amplias veredas y el paisaje de mar y montañas son la mejor escenografía para dar un paseo bajo el sol carioca. Allí, en la Avenida Atlántica, está el centro de la vida mundialista. No sólo porque se encuentra el Fan Fest más grande del Mundial, sino también porque está la tienda oficial y, sobre todo, porque es el sitio que los hinchas de todas las Selecciones han decidido tomar como propio.

"Venimos a disfrutar de la playa antes del partido. Para venir a Río teníamos que salir primeros y siempre tuvimos esperanza de que eso iba a suceder, por eso compramos los pasajes", afirma Andrés, un bogotano de 30 años que llegó junto a su pareja para vivir el gran choque entre su equipo y Uruguay. Como él, decenas de compatriotas vestidos de riguroso amarillo matan el tiempo en las playas más famosas del planeta.

El sentimiento que más se repite en los momentos previos al gran choque es la ansiedad. Casi todos los colombianos con los que uno habla afirman estar muy ansiosos por el partido más importante de las últimas décadas para el fútbol de su país. En la primera fase, sobre todo después del debut triunfal, había mucha alegría por volver a formar parte de la fiesta, pero hoy eso cambió y se puede ver una concentración mayor, como si la dificultad hubiese aumentado también para los hinchas.

"Estamos muy ansiosos, queremos que empiece el juego ya. Creemos que Colombia tiene un gran equipo, con jugadores en muy buen nivel y que tiene una gran oportunidad contra Uruguay", declaró José Luis a la salida de la tienda oficial. Este santandereano llegó a Río junto a su familia y, aunque no tiene ticket, espera disfrutar del encuentro en el Fan Fest, que promete estar repleto de colombianos al igual que el Maracaná.

Caminar por Copacabana es encontrar uno y mil hinchas de la Tricolor. Como por ejemplo David, quien lleva la bandera atada a su cuello y camina con el pecho erguido: "Estamos muy orgullosos de lo que hizo la Selección hasta ahora, pero creemos que le vamos a ganar a Uruguay y también a Brasil. Para eso estamos aquí".

No sólo hay bares en las "praias mais grandes do mundo", también hay canchas de fútbol. Una al lado de la otra. Como para entender por qué se dice que los brasileños aprenden a jugar en la arena y no en el césped. Aí también se puede ver a simpatizantes cafeteros jugando como si de ellos dependiera la clasificación a cuartos de final. Es fácil distinguirlos porque todos tienen su camiseta. Si no viste la amarilla o la roja, no es colombiano. Así de simple.

En uno de los restaurantes playeros se dio la situación más mundialista que uno puede presenciar. Dos grupos bastante importantes de uruguayos y colombianos se trenzaron en un "duelo de hinchadas" muy duro. Los charrúas cantaban "vamos a ser campeones como la primera vez" y los cafeteros respondían "mi Colombia va a ganar". Son los dos gritos más famosos de cada una de las parcialidades, que también recordaron viejos partidos.

"Colombia va a hacer historia en este Mundial. Lo sabemos desde que clasificamos. Con Pekerman, James, Cuadrado, Teo, el corazón de Falcao y Faryd tenemos todo para ser campeones". La frase es de un hincha sin nombre, pero representa el sentimiento de un pueblo, que hoy vive y sueña en Río de Janeiro.

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El día de la marmotaGetty Images / Montaje ESPN.comEl entrenamiento de Colombia y su rutina: una y otra vez, una y otra vez, y otra vez, y otra...
SAO PAULO (Enviado especial) -- Día 1. Los periodistas están afuera de la carpa de prensa porque el calor dentro de la misma es insoportable minutos antes de las tres de la tarde. Sólo ingresan para anotarse en la lista de quienes desean hacer preguntas y vuelven a salir. Cuando aparecen los dos jugadores elegidos, todos regresan y se sientan. Hay mucha más capacidad de la necesaria y sólo las cámaras no están tan cómodas como deberían. Se hacen preguntas rutinarias y se escuchan respuestas rutinarias. Cómo juega el rival, cómo está el grupo, cómo se sintieron en el último partido. Termina la rueda de prensa y muchos salen corriendo rumbo a las tribunas del campo de entrenamientos, distantes unos 50 metros. Algunos trotan de manera cómica, con trípode y cámara a cuestas. Otros van con paso cansino, como si no esperaran demasiado de lo que verán. Son siempre los mismos, claro. Trabajadores de prensa que van una y otra vez al predio de Cotia donde se entrena la Selección Colombia. Se conocen, se saludan y, si se puede, se ayudan en la tarea. Se acomodan en la platea, lo más cerca del centro de la cancha que se pueda. Entonces, asisten al espectáculo: los jugadores ingresan cuando el cuerpo técnico ya está sobre el verde césped. Entonces, se reúnen en una ronda. Pekerman habla, sus futbolistas lo miran. Se abrazan. Todo transcurre en silencio, porque las voces no llegan hasta la tribuna. Luego se separan, toman contacto con la pelota. Se arman dos grupos, se hacen pases sin correr demasiado. Luego, se separan en parejas: Teo con Bacca, Valdés con Yepes, Carbonero con James. Tocan la pelota y elogan. Entonces, hacen un trote, desde el extremo más lejano hasta el más cercano de la platea. Un trote tranquilo, lento. El preparador físico Urtasún mira y Pekerman camina, charla con Patricio Camps. Los futbolistas se tiran en el piso y elongan de nuevo. Entonces, aparece el jefe de prensa Mauricio Correa y dice: "Ya está muchachos, se cumplieron los quince minutos, afuera". Lo dice una, dos, tres veces. A los dos o tres minutos, los camarógrafos y los periodistas salen de a poco, espiando un poco más de la práctica sin saber muy bien buscando qué. La seguridad cierra la puerta de las tribunas y todos tienen un rato más para dejar el predio. Entonces, Bill Murray se despierta y todo comienza otra vez.


Día 2. Los periodistas están afuera de la carpa de prensa porque el calor dentro de la misma es insoportable minutos antes de las tres de la tarde. Sólo ingresan para anotarse en la lista de quienes desean hacer preguntas y vuelven a salir. Cuando aparecen los dos jugadores elegidos, todos regresan y se sientan. Hay mucha más capacidad de la necesaria y sólo las cámaras no están tan cómodas como deberían. Se hacen preguntas rutinarias y se escuchan respuestas rutinarias. Cómo juega el rival, cómo está el grupo, cómo se sintieron en el último partido. Termina la rueda de prensa y muchos salen corriendo rumbo a las tribunas del campo de entrenamientos, distantes unos 50 metros. Algunos trotan de manera cómica, con trípode y cámara a cuestas. Otros van con paso cansino, como si no esperaran demasiado de lo que verán. Son siempre los mismos, claro. Trabajadores de prensa que van una y otra vez al predio de Cotia donde se entrena la Selección Colombia. Se conocen, se saludan y, si se puede, se ayudan en la tarea. Se acomodan en la platea, lo más cerca del centro de la cancha que se pueda. Entonces, asisten al espectáculo: los jugadores ingresan cuando el cuerpo técnico ya está sobre el verde césped. Entonces, se reúnen en una ronda. Pekerman habla, sus futbolistas lo miran. Se abrazan. Todo transcurre en silencio, porque las voces no llegan hasta la tribuna. Luego se separan, toman contacto con la pelota. Se arman dos grupos, se hacen pases sin correr demasiado. Luego, se separan en parejas: Teo con Bacca, Valdés con Yepes, Carbonero con James. Tocan la pelota y elogan. Entonces, hacen un trote, desde el extremo más lejano hasta el más cercano de la platea. Un trote tranquilo, lento. El preparador físico Urtasún mira y Pekerman camina, charla con Patricio Camps. Los futbolistas se tiran en el piso y elongan de nuevo. Entonces, aparece el jefe de prensa Mauricio Correa y dice: "Ya está muchachos, se cumplieron los quince minutos, afuera". Lo dice una, dos, tres veces. A los dos o tres minutos, los camarógrafos y los periodistas salen de a poco, espiando un poco más de la práctica sin saber muy bien buscando qué. La seguridad cierra la puerta de las tribunas y todos tienen un rato más para dejar el predio. Entonces, Bill Murray se despierta y todo comienza otra vez.


Día 3. Los periodistas están afuera de la carpa de prensa porque el calor dentro de la misma es insoportable minutos antes de las tres de la tarde. Sólo ingresan para anotarse en la lista de quienes desean hacer preguntas y vuelven a salir. Cuando aparecen los dos jugadores elegidos, todos regresan y se sientan. Hay mucha más capacidad de la necesaria y sólo las cámaras no están tan cómodas como deberían. Se hacen preguntas rutinarias y se escuchan respuestas rutinarias. Cómo juega el rival, cómo está el grupo, cómo se sintieron en el último partido. Termina la rueda de prensa y muchos salen corriendo rumbo a las tribunas del campo de entrenamientos, distantes unos 50 metros. Algunos trotan de manera cómica, con trípode y cámara a cuestas. Otros van con paso cansino, como si no esperaran demasiado de lo que verán. Son siempre los mismos, claro. Trabajadores de prensa que van una y otra vez al predio de Cotia donde se entrena la Selección Colombia. Se conocen, se saludan y, si se puede, se ayudan en la tarea. Se acomodan en la platea, lo más cerca del centro de la cancha que se pueda. Entonces, asisten al espectáculo: los jugadores ingresan cuando el cuerpo técnico ya está sobre el verde césped. Entonces, se reúnen en una ronda. Pekerman habla, sus futbolistas lo miran. Se abrazan. Todo transcurre en silencio, porque las voces no llegan hasta la tribuna. Luego se separan, toman contacto con la pelota. Se arman dos grupos, se hacen pases sin correr demasiado. Luego, se separan en parejas: Teo con Bacca, Valdés con Yepes, Carbonero con James. Tocan la pelota y elogan. Entonces, hacen un trote, desde el extremo más lejano hasta el más cercano de la platea. Un trote tranquilo, lento. El preparador físico Urtasún mira y Pekerman camina, charla con Patricio Camps. Los futbolistas se tiran en el piso y elongan de nuevo. Entonces, aparece el jefe de prensa Mauricio Correa y dice: "Ya está muchachos, se cumplieron los quince minutos, afuera". Lo dice una, dos, tres veces. A los dos o tres minutos, los camarógrafos y los periodistas salen de a poco, espiando un poco más de la práctica sin saber muy bien buscando qué. La seguridad cierra la puerta de las tribunas y todos tienen un rato más para dejar el predio. Entonces, Bill Murray se despierta y todo comienza otra vez.

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Hinchas
Getty ImagesLos acampantes colombianos de Cuiabá

CUIABÁ (Enviado especial) -- Las historias de hinchas en la Copa del Mundo esperan en cada sede, en cada calle. Pueden tener diferentes orígenes, desenlaces o características, pero tienen algo en común: el amor por la Selección. Todos los simpatizantes que hicieron un largo viaje para vivir desde el lugar de los hechos el campeonato más trascendente del planeta tienen la misma motivación, que es acompañar al representativo nacional.

En Cuiabá, como antes en Belo Horizonte y en Brasilia, hay miles de colombianos que llegaron para alentar a la Tricolor. Después de 16 años de frustraciones, el equipo regresó a un Mundial y la tentación por viajar fue irresistible para muchos hinchas. De hecho, han conseguido que el conjunto de Pekerman se sintiera local en cada uno de sus partidos y han llenado todos los estadios.

La capital de Mato Grosso no es una ciudad tan amigable como la de Minas Gerais y el Distrito Federal. El calor sofocante hace muy difícil permanecer en la vía pública y eso atenta contra la idea de un Mundial "callejero". como ha sido éste. Por eso, aquellos simpatizantes que hicieron el viaje hasta aquí son aún más valiososo, porque aunque la Selección ya está clasificada, es importante que siga sintiéndose dueña de casa.

Una de las historias que hoy pueblan las calles cuiabanas es la de Eduardo, Andrés y Mike, tres amigos que se juraron estar presentes en el Mundial y lo lograron con sacrificio e inventiva. Salieron desde Bogotá el 11 de junio y llegaron a Cuiabá este domingo, dos días antes del partido de la Selección y de la fecha prevista.

"Nuestra idea era llegar acá para ver a Colombia contra Japón y lo logramos", afirma la voz cantante del grupo, Eduardo, quien además cuenta que durante el viaje conocieron a otros cuatro amigos que se sumaron a la travesía mundialista por América Latina.

Desde 1978 que no se jugaba un Mundial en nuestra tierra y eso hizo que muchos jóvenes crecieran sin la posibilidad de disfrutar de cerca el evento más importante de todos. Por eso, nadie quiso dejar pasar esta oportunidad de vivir la Copa en el lugar de los hechos. La historia de este trío de amigos sirve para describir algo que quien esté en Brasil puede ver con claridad en cada ciudad.

"Llegamos mochileando y haciendo dedo acá. Lo único que queríamos era estar listos para apoyar a la Tricolor en el Mundial. Ahora, esperamos poder entrar al Arena Pantanal hoy y después viajar rumbo a Río de Janeiro para seguir alentando a nuestros ídolos", afirma con optimismo Aldo, quien viste orgulloso una casa amarilla del combinado nacional.

En medio de la marea amarilla que inunda cada pueblo donde vaya el plantel que conduce Néstor Pekerman, aparece esta pequeña historia de amor por el fútbol y también de amistad. Porque Eduardo, Mike y Andrés viajaron por la Copa del Mundo pero también porque buscaban vivir una experiencia inolvidable con sus amigos. Eso es lo que genera un hecho social como este, porque un Mundial no es sólo un torneo de fútbol, es mucho más que eso.

Este trío de colombianos se hizo "famoso" porque llegó a Cuiabá en la noche del domingo y, como no tenían dónde dormir, decidieron acampar en las puertas mismas del Arena Pantanal. Sí, llegaron y se preguntaron: ¿ahora adónde vamos? La respuesta era obvia: vamos a la cancha ahora mismo. Pidieron permiso a las autoridades y se instalaron en el césped que rodea el moderno estadio matogrossense. Allí, se convirtieron en una verdadera atracción.

"Comenzamos el viaje tres pero hoy somos como siete amigos que estamos aquí para alentar a la Selección. El Mundial es algo único y nuestra idea es continuar el viaje hasta la final, que es donde soñamos con ver a Colombia contra Argentina". El deseo es unánime y es lo que los mantiene firme en el viaje. Aunque no tienen boletas y ni siquiera saben si podrán conseguir, eso no les impide sentirse parte de la numerosa hinchada colombiana que hoy ha copado Cuiabá.

La historia de Eduardo, Andrés y Mike es sólo una más de las cientas que potencian la historia de Colombia en esta Copa del Mundo. Una historia de amor y fútbol, que en definitiva es lo que transforma al Mundial en algo único, extraordinario.

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