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David Faitelson sobre el 'Tri' Femenil: 'Es un gran fracaso, no lo empiecen a tapar'
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LOS ÁNGELES -- Era febrero 10, de 1993. Emilio Azcárraga Milmo se erigía como el Patriarca de la Catarsis en México.

“México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente (jodida) y sacarla de su triste (y jodida) realidad y de su futuro difícil (y jodido)”, explicaba El Tigre hace ya más de 29 años.

La Doctrina Azcárraga sigue vigente. Sólo ha cambiado una palabra, una estrategia, un estratagema, un escenario, un narcótico, un instrumento de manipulación. Un subproducto.

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Imago7México cae por la mínima ante Estados Unidos y queda fuera, nuevamente, de una Copa del Mundo.

Desde hace años, Emilio Azcárraga Jean podría citar casi textualmente a su padre: “México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para ¡el futbol! es una obligación llevar diversión a esa gente (jodida) y sacarla de su triste (y jodida) realidad y de su futuro difícil (y jodido)”.

Entiéndase que en la pluralidad del español de los mexicanos, la expresión de Azcárraga Milmo es puntualmente la definición o el sinónimo de “fregado” o “dañado” o “desgraciado”, estrictamente.

Y recuérdese que el fracaso y el éxito son caras de la misma moneda de la catarsis.

La historia no ha cambiado. Ni las artimañas de la manipulación. Y se acerca el Mundial, la fiesta suprema de la narcotización y de la anestesia de conciencias. Cuando el mexicano se excita ante milagros como contra Alemania en Rusia 2018, le pueden subir el precio de las tortillas, de la gasolina; le pueden subir la renta, bajar el poder adquisitivo de su salario, pero la irrealidad del Chucky Lozano ante los teutones adormece la realidad de su desgracia inmediata.

Hay un problema, sin embargo, cuando el mecanismo manipulador se ha roto, se ha descompuesto, o, en el léxico exquisito de Azcárraga Milmo, se ha “jodido”. Y eso, ha pasado con el futbol mexicano. El maná, el opio, la anestesia de esa –según El Tigre–, “clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida”, el futbol, se ha corrompido, se ha podrido, se ha vuelto purulento.

Y han sido muy... fregados los últimos 13 meses del futbol mexicano. Ha sido puesto de rodillas reiteradamente por Estados Unidos y Canadá.

El Rey Tuerto de la Tierra de Ciegos de Concacaf ha perdido dos finales –Liga de las Naciones y Copa Oro–, ante Estados Unidos. Han quedado eliminados de los Mundiales Sub 20 y de los Juegos Olímpicos, en futbol masculino y femenil. Y se encamina a una catástrofe mayor que sus recurrentes catástrofes en Copas del Mundo.

Obviamente, Azcárraga Milmo, hoy, desheredaría a su hijo. Le entregó dos imperios alternos, dos universos cautivos, prisioneros, esclavizados, dos juguetitos a los que sólo era necesaria darles cuerda y darles buen mantenimiento: televisión y futbol.

Hoy, el futbol, ciertamente, sigue bajo el control absoluto de Azcárraga Jean. Pero, no percibe la forma brutal en que ha entrado, en 13 meses, a un estado de putrefacción.

Emilio permitió que la ineptitud asumiera el control del futbol mexicano, ese que, en la ideología de sus ancestros, es el artefacto psicosocial para divertir (mangonear, manipular) a “una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida”.

Yon de Luisa mantuvo bajo su égida, a un tipo incapacitado para el puesto, como Gerardo Torrado. Fue un león en la cancha, pero en el escritorio acusa falta de preparación, de astucia, de malicia, de inteligencia, de ambición, de osadía, y hasta resulta ser ninguneado por el cuerpo técnico de Gerardo Martino, quien lo azuza y lo asusta, con su perrito de aguas, Jorge Theiler.

Torrado –y lo cual acentúa su ineficiencia– no vio venir el desastre futbolístico con Martino, y después por decisiones hormonales y viscerales, elige a Luis Pérez, con un pasado tempestuoso, ligado al alcoholismo, y a Mónica Vergara. Aquel león de la cancha ronronea entre la inocencia y la estulticia.

Y claro, Yon de Luisa tiene una responsabilidad enorme de este colapso. No, no se le puede indultar por el hecho de no saber, no entender, y no querer aprender de futbol. A él lo ungió Azcárraga Jean para que urdiera y asimilara las intrigas en la Corte de FIFA. La prueba está en que el #FIFAGate ni siquiera le salpicó los zapatos de 5 mil dólares de Dolce & Gabanna, aunque vendiera su libertad a la Concacaf y a la USSoccer.

Las ubres de la FMF y de la Selección Mexicana, irritadas, hoscas, empiezan a secarse de hartazgo. Adidas contemplaba vender más de medio millón de camisetas del Tri de manera inmediata a la presentación de la nueva playera, confeccionada en un verde esmeralda, que se opaca con los numerosos fracasos recientes, aunque espera que el ciego fanatismo del mexicano se manifieste semanas antes del Mundial. Pero nadie viste de fracaso ajeno el amor propio, y menos cuando el verde se destiñe en gris.

Tras los fracasos de la Sub 20 y la Femenil, Gerardo Torrado sigue mudo. Es de esperarse que hoy presente su renuncia, pero seguramente dirá que se sacará la espina en Qatar. Ya exilió a su cómplice, Javier Mier, perjudicando a Chivas, como director de Fuerzas Básicas. A “Luisito” –siempre Luisito– Pérez lo tiene en cautiverio, y hará desaparecer a Mónica Vergara seguramente.

¿Yon de Luisa? Él se encarga de crear comisiones que estudien detalladamente los orígenes, los motivos y las consecuencias de los fracasos. La forma más eficiente y cínica, desde el acto descarado de Poncio Pilatos, de lavarse las manos.

Ya desde hace semanas, advertimos aquí, que el sismo y el cisma en la FMF vendrá después del Mundial. Alejandro Irarragorri tiene todo preparado para irrumpir en la FMF, con la bendición de Emilio, para transformar al futbol mexicano, como lo ha hecho con Atlas, y para eso cuenta, también, con los hermanos Íñigo y José Riestra.

Créalo Usted o no, Grupo Orlegi ya tiene un plan maestro de reconstrucción, de resurrección. Claro, Azcárraga Jean no lo ha leído ni lo hará. Está más ocupado revisando los libretos de la Rosa de Guadalupe y de una veintena de telenovelas, esperando que alguno de ellos dé un golpe histórico, como el que dio su padre con Los Ricos También Lloran.

Y claro, mientras más estruendoso sea el desplome de Yon de Luisa, más beneficiado se verá el propietario de Atlas, Santos y Sporting de Gijón. Mientras mayor es la enfermedad, más se venera al hechicero; mientras mayor es el caos, mejor se valora a los redentores.

En términos de Aníbal, Irarragorri prometió a Emilio: “Aut viam inveniam aut faciam (Encontraré un camino o lo haré yo mismo).

¿Y los dueños de clubes? Olvídese de ellos. Son eunucos de sus propios derechos, deberes y privilegios. El #TuzoGate castró a todos los sediciosos dispuestos a sublevarse. Y ellos, los miembros de #LaYuntaDeDueños (Dixit Sven-Göran Eriksson), eligen vivir de rodillas, mientras les despojan de su futbol, de su selección, de su negocio, de su honra.

Los propietarios de equipos eligen ser esclavos antes que ser aplastados. La encomienda de Virgilio requiere de valientes: “Si no puedo mover el Cielo, entonces levantaré el Infierno”. Ellos, los dueños, vegetan en el Limbo.

Como podrá verse, nada ha cambiado, acaso una palabra, en la Doctrina Azcárraga en casi 30 años. De Emilio padre a Emilio hijo. El principio es el mismo que aquel 10 de febrero de 1993. “México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente (jodida) y sacarla de su triste (y jodida) realidad y de su futuro difícil (y jodido)”.

Y no cambiará. El Instituto Federal de Telecomunicaciones informó que, en promedio, cada mexicano ve 307 minutos de televisión ¡diariamente!, y el programa de mayor rating es, sí, La Rosa de Guadalupe. En cambio, según el INEGI, en promedio, cada mexicano lee 1.7 libros ¡por año!

Sí, a pesar del deterioro del subproducto futbol, el empoderamiento del producto primario, la televisión, mantiene triste, perniciosa e irrefutablemente vigente la Doctrina Azcárraga. La rosa y las espinas de un pueblo guadalupano.

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No hay que agregar más… Los resultados y las actuaciones de las selecciones mexicanas están ahí, con un presente dubitativo y un futuro sombrío. Y este es el resultado directo de las decisiones de quienes administran el juego en México y de la degradación -casi exterminio- del futbolista mexicano en su propia liga. Hay, indudablemente, un retroceso y muchos elementos para afirmar que sí, este es el peor momento en la historia del futbol mexicano…

SAN DIEGO, California.- ¿El peor momento en la historia del futbol mexicano? Ahorrémonos los signos de interrogación y digámoslo como es: ¡el peor momento en la historia del futbol mexicano!

Cuando escuché la frase, por primera vez, la semana pasada en boca del colega y ex jugador internacional por Estados Unidos, Hérculez Gómez, en un programa de “Ahora o Nunca”, me quedé pasmado, estupefacto, mientras hurgaba en la profundidad de mi mente y de mi ser la manera de cómo darle una excusa y refutar enseguida lo que él aseguraba. No pude hacerlo.

El peor momento en la historia del futbol mexicano está plenamente representado en lo que vemos y hasta en lo que no vemos del futbol de las selecciones mexicanas. La mayor, atorada en un marasmo, arrastrando debacles y actuaciones pobres y calificado al Mundial gracias a la pobreza del área futbolística donde compite. Y en selecciones menores, el gran fracaso ocurrió la semana pasada, cuando México se “descarrilo” en el premundial de Honduras -perdiendo con Guatemala- y quedó fuera del Mundial Sub-20 de la FIFA de Indonesia 2023 y de paso, de los Juegos Olímpicos de Paris 2024.

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Imago7La Selección Mexicana Sub-20 cayó ante Guatemala en penales y se queda fuera del Mundial de 2023 y los Juegos Olímpicos de París 2024.

Y mientras algunos buscan pretextos casi “ancestrales” -que si los penaltis, que si se menospreció al rival, que si el entrenador no tiene experiencia, que si la cancha y que si esto o lo otro- hay una tendencia a ocultar los verdaderos problemas de fondo que existen en nuestro futbol, temas que, producto de las decisiones de quienes administran el juego, han dado como resultado un presente incierto y un futuro todavía más sombrío. Las expectativas de cara al Mundial de Qatar 2022 no son nada positivas, aunque hay quienes creen en “los milagros” y en que la selección será capaz de jugar mejor de lo que lo ha hecho y sortear las dificultades de grupos y de las rondas posteriores. La realidad, lo que hemos visto hasta ahora en la cancha, señala en otra dirección.

México es un futbol que se cuantifica en los ingresos económicos que tiene y no en los resultados deportivos. Así ha sido durante décadas y décadas. El futbol mexicano ha mejorado, es cierto, pero no a la velocidad y al volumen que le corresponde y hoy, más que nunca, se denota una depreciación en su nivel competitivo. Y el factor principal sigue siendo el futbolista, un futbolista mexicano degradado, olvidado en su propia liga y alejado del protagonismo que requiere para desarrollarse plenamente. El futbolista mexicano apenas y tiene oportunidades en una Liga MX con las nóminas plagadas de jugadores extranjeros. Y este verano, por ejemplo, el futbol de México no exportará a ningún elemento a las llamadas “grandes ligas” europeas.

En enero del 2017 y ante lo que era inminente que se venía, el ex futbolista internacional mexicano y ex goleador de la selección, Jared Borgetti, afirmaba: "En cuatro o cinco años no va a haber delanteros mexicanos. Ahora estamos bien, por así decirlo, pero en un rato más se van acabar".

En el futbol mexicano han existido muchos momentos de gran irregularidad, pero este tiene tintes realmente dramáticos evidenciados en un pobre nivel futbolístico en un futbol donde siempre lo más importante es hacer dinero.

@Faitelson_ESPN

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Y lo hace, estrictamente, por motivos comerciales… Porque es tiempo de vender, necesita vender y porque ningún dirigente saldrá a “lastimar” el producto aceptando que el futbol mexicano está en el peor o en uno de los peores momentos de su historia. La realidad es que no se necesitan más pruebas: desde las selecciones menores y hasta la mayor, el futbol se ha extraviado, el nivel competitivo ha disminuido, el jugador ha perdido confianza y el panorama rumbo al Mundial es, francamente, sombrío…

CIUDAD DE MÉXICO. – El “enfermo” suele ser el último en reconocer su “enfermedad”. El futbol mexicano sabe que esta “enfermo”, muy “enfermo”, pero orgullosamente levantará la cara, pondrá una de felicidad y enfrentará su futuro mintiendo porque el negocio (el show) debe continuar.

Nada hace reaccionar a los dirigentes del futbol mexicano. Derrotas en las finales de la Liga de las Naciones de la Concacaf, la Copa Oro, las caídas y el futbol incierto de la eliminatoria y hasta lo que sucedió el miércoles por la noche en Guatemala: México quedó fuera del Mundial Juvenil de Indonesia y de los Juegos Olímpicos de Paris 2024. Si a ello agregamos que, por primera vez, en 20 años, México no representará al área en el Mundial de Clubes de la FIFA, el cuadro es todavía más alarmante.

Pero nadie ve o quiere ver nada. Los dirigentes se hacen de la vista gorda, porque, insisto, lo suyo es cuidar el negocio a como dé lugar. Y la mayor parte de los analistas (ex jugadores, ex entrenadores, ex directivos) caen en la simpleza de afirmar que todo se trata de un partido, de un hecho aislado, de una selección, de unos futbolistas o de un entrenador que falló en el momento menos apropiado, y si no, recurren a la argucia de que el área ha crecido y que nosotros los hemos menospreciado.

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EFEEl futbol mexicano espera, casi, un milagro en el Mundial de Qatar 2022 luego del nivel mostrado por la Selección Mexicana del Tata Martino.

El futbol mexicano está hecho un polvorín. La parte deportiva, la futbolística, ha colapsado, como resultado directo de las decisiones que han tomado los dirigentes. El futbolista mexicano ha perdido fuerza competitiva, el que está en Europa lucha por sobrevivir y el que está en México, ha “muerto” ya desde hace algún tiempo. El asunto no ha llegado a su punto más crítico porque el nivel del área de la Concacaf te permite ciertas concesiones, porque, la verdad, con el futbol que mostró la selección de Gerardo Martino, no hay argumentos para clasificarse a una Copa del Mundo.

Y ahora esperamos, con los “dedos cruzados”, a que en el Mundial ocurra una sorpresa y los futbolistas recuperen su memoria y el entrenador sea capaz de montar un equipo competitivo. Es decir, el futbol mexicano espera, casi, un milagro.

No hay capacidad de autocrítica porqué el juego está relacionado con una industria multimillonaria y nadie, ningún dirigente, aceptará que están preocupados por el nivel de nuestro futbol. El futbol mexicano esconde su “enfermedad” …

@Faitelson_ESPN

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Para celebrar el Día del Padre, echamos una mirada a la relación padre e hijo en el deporte.

Mazinho y sus hijos Thiago y Rafinha Alcántara

Iomar do Nascimento (Mazinho) estuvo en el equipo de Brasil que ganó el Mundial de Estados Unidos 1994 y una Copa América. Su hijo, Thiago, lo veía entrenar con el Valencia cuando era niño y todo lo que quería era imitarlo. Eventualmente, Thiago alcanzaría jugar para el Barcelona y el Bayern Munich, ganando 10 títulos de liga y uno de UEFA Champions League entre ambos equipos. Su hermano Rafinha, por su parte, también militó en el Barcelona ganando 3 títulos de liga y 5 de Copa del Rey (jugó 90 partidos con el equipo en todas las competencias).

Julio César Chávez y su hijo, Chávez Jr.

ESPN Datos Julio César Chávez Sr. y Jr. boxeo
ESPN Datos

Julio César Chávez obtuvo una marca de 107-6-2 (85 KO) en su carrera, fue 6 veces campeón en 4 divisiones en 25 años de carrera y fue exaltado al Salón de la Fama en 2011. Apodado el César del boxeo, Chávez Sr tuvo un invicto de 89 peleas hasta que cayó ante Randall en 1994. Su hijo, Chávez Jr., capturó el título peso medio del CMB y tiene una marca de carrera de 51-4-1 (33 KO).

Bobby y Barry Bonds

ESPN Datos Bobby y Barry Bonds MLB
ESPN Datos

En 14 años de carrera, Bobby Bonds fue seleccionado al Juego de Estrellas tres veces, fue el Jugador Más Valioso del Juego de Estrellas y ganó el Guante de Oro tres veces. Bobby Bonds logró 5 temporadas con al menos 30 home runs y robó al menos 30 bases (récord de MLB).

¿Y si les digo que alguien eventualmente compartiría ese récord con él? Sería su hijo, Barry. Los 332 HR de Bobby están justo fuera de las 100 mayores cantidades, pero los 762 de su hijo Barry son la mayor cantidad en la historia. Ambos se juntaron para 1,094 home runs de carrera; no fue hasta el 1925 que la MLB como liga logró esa cantidad de home runs en una temporada.

La dinastía Maldini

Cesare Maldini jugó con el Milan entre 1954-66 y logró 4 títulos de liga y 1 de Copa de Europa (1962-63), convirtiéndose en leyenda del club. Su hijo, Paolo, subió de la cantera milanista al primer equipo en 1985 y jugó con el equipo hasta el 2009. En ese tiempo, ganó 7 títulos de liga y 5 de Copa de Europa (3 de ellos tras el cambio de formato), entre otros títulos. Uno de los hijos de Paolo, Daniel, actualmente milita en el Milan y se convirtió en la 3ra generación de la familia en anotar en un partido de Serie A el 25 de septiembre.

Nico Rosberg y su padre, Keke

Keke ganó el campeonato mundial de Fórmula 1 en 1982 y fue una inspiración para su hijo toda su carrera. Nico comenzó a correr go-karts desde pequeño y ganaría 9 GPs en camino al campeonato en 2016. Rosberg fue el vencedor por 5 escasos puntos en una batalla hasta el final contra un feroz Lewis Hamilton, discutiblemente el mejor piloto de Fórmula 1 de la historia. Acto seguido, Rosberg se retiró y vaya que fue ejemplo de retirarse en lo más alto.

Tomás Balcázar, Chícharo y Chicharito Hernández

ESPN Datos Padres e hijos en el fútbol
ESPN Datos

Tomás Balcázar fue estrella para Chivas en los 50 y le anotó a Francia en el Mundial de 1954. Javier 'Chícharo' (por el verde de sus ojos) Hernández, casado con la hija de Balcázar, jugó 28 partidos con la selección nacional y fue parte de ese equipo que alcanzó el esquivo quinto partido del Mundial en México 1986 (aunque no jugó en el partido). Su hijo, 'Chicharito', se convertiría en el máximo anotador en la historia de México con 52 tantos, además de militar en el Manchester United (donde ganó 2 ligas) y en el Real Madrid (ganó un Mundialito de Clubes).

Bobby y Brett Hull

Los Hull son el único dúo padre e hijo en anotar 600 goles cada uno en la NHL. Del 1957 al 1980, Bobby Hull fue líder en goles 7 veces, ganó el trofeo Art Ross Trophy (líder en puntos) tres veces, el trofeo Hart Memorial (JMV) dos veces y ganó el Stanley Cup en 1961 con los Chicago Black Hawks. Fue exaltado al Salón de la Fama en 1983. Su hijo Brett fue líder en goles tres veces, ganó el Stanley Cup en 1999 y 2002 y ganó el trofeo Hart Memorial en 1991. Fue exaltado al Salón de la Fama en 2009.

La relación sanguínea no es la única manera de ser considerado "papá". El dominio deportivo también se describe como "paternidad". Aquí algunos ejemplos.

Argentina vs México: marca de 3-0-0 en mundiales

ESPN Datos Argentina vs Mexico en Mundiales
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ESPN Datos Albiceleste domina al Tri
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Dos de las 3 veces que se han enfrentado en mundiales fueron en 8vos. de final, y México solamente tuvo ventaja en marcador por 4 minutos en los 3 partidos combinados.

Brasil vs México: marca de 3-1-0 en mundiales

ESPN Datos Brasil vs Mexico en mundiales
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No solo no ha podido ganar, pero México tampoco ha podido anotar vs Brasil en mundiales. En sus 5 enfrentamientos, Brasil ha superado a México con 13 goles por 0.

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Futbolísticamente, no hay un compromiso, no hay un plan, no existe un proyecto de cara al tercer Mundial que una Selección Mexicana tendrá en casa en el 2026. En el futbol mexicano, solo prevalecen las aspiraciones de hacer negocios y mientras el negocio este firme, lo demás no importa, ni siquiera los sueños de millones de aficionados que esperan ansiosamente el Mundial para atestiguar el éxito de su selección. Este es un futbol de improvisación, un futbol del veremos qué pasa…

CIUDAD DE MÉXICO. - Nunca hubo un plan, un proyecto, un compromiso, o si usted quiere llamarle, un sueño.

“Tendremos el Mundial del 2026 en casa y aspiramos a lograr lo que no hicimos ni en 1970 ni en 1986: meternos a las semifinales del evento…”. Yo hubiese esperado esa frase de Yon de Luisa, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol que, de ninguna manera, tendría que ser una promesa falta o una mentira, sino el aviso de que se trabajará, por primera vez, con un cometido, una meta deportiva. Lo que pasa es que en el futbol de México todas las metas son comerciales, económicas, van enfocadas al negocio y no a la cancha.

México, con el Azteca, Monterrey y Guadalajara; albergará 10 juegos de la primera ronda de un Mundial de 48 selecciones. La Selección Mexicana jugará en el verano del 2026 en casa la primera ronda, quizá un partido en cada ciudad y luego, si accede a instancias finales, viajará a “su otro país”, Estados Unidos, donde, para efectos del futbol, es tan local o más que en el propio territorio mexicano.

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Imago7La Selección Mexicana del Tata Martino no muestra un proyecto claro de cara al Mundial de Qatar 2022.

Pero mientras el proceso de Gerardo Martino no parece ir a ninguna parte de cara a Qatar 2022, escuchamos a Gerardo Torrado, el director de Selección Mexicana, hablar tenuemente de la posibilidad de renovar al entrenador argentino. No se trata, sin embargo, de eso. Se trata o se trataba de generar un plan ambicioso de trabajo para el cuerpo técnico y los futbolistas. Preparar “el futuro”, con personajes como Jaime Lozano (en la parte de la dirección técnica) y futbolistas con la edad necesaria para llegar plenos al Mundial: Marcelo Flores, Eduardo Aguirre, J.J. Macías, Diego Laínez, Eugenio Pizutto, Carlos Acevedo y otros más. En el futbol mexicano, todo se deja a la improvisación, al a ver qué pasa y cómo resolvemos todo de último momento. Lo único que realmente se planea con exactitud y mucha visión (protegiendo los intereses de ciertos grupos) es el dinero que genera el futbol de México.

Queda la impresión de que México no terminó aprovechando los tres mundiales que tuvo en casa (debemos contar también con el Mundial de 1994), y que, ahora, tiene una nueva oportunidad para hacerlo, pero nadie sabe qué pasará con la selección en el futuro inmediato. ¿Continuará Martino? ¿Sí habrá una renovación completa del plantel?

Comprometerse es algo que el futbol mexicano no quiere hacer, porque si en realidad se hubiera hecho un plan para el 2026, se podría haber utilizado a Qatar como una cita preparatoria, pero México no puede darse esos “lujos”, porque la Selección Mexicana está comprometida a la voracidad económica de la industria.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES — Cierto, es la limosna que se cayó del bolsillo de Estados Unidos, pero México y el Estadio Azteca se convierten en los primeros entes en albergar tres mundiales: 1970, 1986 y 2026.

México logró rescatar las tres sedes (Estadio Azteca, Monterrey y Chivas), cuando estuvo en peligro de perder una de ellas. Mérito, sin duda, de Yon de Luisa. Queda claro que él tiene derecho de picaporte en FIFA, mientras que el canadiense Víctor Montagliani sólo es un presidente de membrete en Concacaf.

Claro, también pesó en favor de De Luisa, la prosapia, la heráldica, el peso histórico de un país bimundialista, pero en el que, además, se consagraron los dos futbolistas más grandes de la historia: Pelé y Maradona.

Es precipitado hablar de 2026 cuando el panorama luce té-TRI-co para el 2022. Parecería –todo un lujo–, un Mundial de desperdicio, habida cuenta la miseria futbolística de la Selección Mexicana, y reiterando que no clasificó a Qatar por su exuberancia, sino por la indigencia futbolística de la zona.

Pero, precisamente, todo el calvario y calamidades de este proceso mundialista, debe servir para no equivocarse nuevamente y especialmente para que no ocurra, como desde hace años, que el Tri quede en unas cuantas manos, en unas pocas manos, además, ineptas, fariseas, mezquinas, comprometidas y voraces.

Sin embargo, ya se sabe, el poder pertenece sólo a uno y el resto muge y puja, sumiso, desde ese aparatoso e inútil púlpito que se dice ser la Asamblea de Dueños. Nunca mejor que ahora aplicado el terminado de #YuntaDeDueños, cortesía de Sven-Goran Eriksson. Les cantaría Sabina a los propietarios de clubes: “Que ser valiente no salga tan caro. Que ser cobarde no valga la pena”. Pero…

Más allá de la incertidumbre que vive México como país, también deberá encontrar soluciones a la inseguridad, la violencia, el narcotráfico, la inflación, la corrupción, más allá de que sólo albergue diez partidos en total (cuatro en el Azteca, tres en Monterrey y tres en Guadalajara). Ya se sabe que en eventos así, suele haber treguas y pactos entre el gobierno y la delincuencia organizada. Ha ocurrido, ocurre y ocurrirá no sólo en México, sino en cualquier país del mundo.

¿Futbolísticamente? Es necesario trazar un proyecto, pero con genuinos intereses deportivos. No es imposible, porque tipos conocedores los hay entre directivos de clubes y entrenadores. Pero, parece improbable, porque se tratará de abusar de la gestión deportiva y financiera.

Entiéndase algo puntualmente: este Mundial 2026, en la Región México, no le pertenece a los mexicanos, ni a los clubes, ni a la afición, ni a los empresarios, y mucho menos a quienes pretendan el desarrollo del balompié en México. No, esta sede, este Mundial 2026, estos diez juegos, esta fiesta, sólo le pertenece a un tipo: Emilio Azcárraga Jean y al conglomerado visible y oculto detrás de él. Quien no lo quiera ver así, se engaña, se miente o ha malbaratado su conciencia.

Por lo pronto, Yon de Luisa ya tiene un legajo para ese Mundial 2026, pero le está incomodando la forma en que le rechinan huesos y articulaciones a este Tri de Tata Martino, con más inclinación al fracaso que a la sorpresa.

Contempla poner en pie de guerra a dos selecciones, una mayor y otra con límite de edad, y mantenerlas en constante actividad. Ha propuesto hexagonales a jugarse en Estados Unidos a partir de 2023, con México, Canadá, EE.UU. e invitados de UEFA, Conmebol y Concacaf. Obvio, no necesariamente se enfrentarían entre sí los tres países anfitriones.

Descartado Gerardo Martino para dirigir a México en la ruta hacia 2026, Yon de Luisa tiene un plan maestro para la dirección técnica, en el que contempla la más costosa inversión para ese puesto y ese proyecto.

De Luisa lo sabe: México tiene una gran oportunidad de ser protagonista porque jugará siempre de local, ya sea en las tres plazas mexicanas, y cuando, para la fase de eliminación directa, deba emigrar a Estados Unidos, donde, ya se sabe, siempre partirá plaza como anfitrión y amo de la tribuna.

En este proceso, el gran problema del presidente de la FMF ha sido la falta de asesores, de gente confiable, conocedora, capacitada y experimentada. Eso podría cambiar al armar el esqueleto de 2026. No más Torrados ni Hierros, sino gente que proponga en el día a día, y no que improvise en los días de caos.

Pero, insisto, es el momento en que los verdaderos dueños de la selección mexicana, por derecho constitutivo, participen, propongan, intervengan, cuestionen, exijan, respalden, increpen, pero, sobre todo, que concilien.

Nunca volverá a estar México tan cerca de una odisea mundialista como en 2026. Sí, lamentablemente, parece que el 2022 será un lujo, sí el lujo de ser el Mundial del desperdicio.

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LOS ÁNGELES — Gerardo Martino vive bajo delirios, bajo alucinaciones de su propia manufactura. Sin embargo, México, futbolísticamente, rueda cuesta abajo.

Caos ante Uruguay; suertudote ante Ecuador; trompicado ante Surinam, y sufriendo ante Jamaica, que terminó séptimo en ese Octagonal, con 11 puntos de 42 posibles.

Antes de este periplo de dos amistosos y dos oficiales de la Liga de las Naciones, Gerardo Martino charló con Carlos Hermosillo, para Telemundo. Es una joya. El técnico habla de chiqueadores, linimentos y aspirinas, para resucitar a un equipo que se revuelca entre el quirófano y la morgue.

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Imago7Luis Romo consiguió el tanto del empate para México.

El Tata se escurre en un estado de escapismo, de evasión, reflejo claro de la impotencia. Él sabe que ya no puede, pero se miente sobre su propia incapacidad.

Esa charla ocurrió antes de esta gira casi siniestra en resultados y en funcionamiento. Y en ella Martino se encomienda a la suerte, que le ha dado la espalda, y a los milagros, esos que se consigue con trabajo y esmero, y que él ya ha perdido.

En un momento, Martino explica que cuando selecciona futbolistas para el Tri, lo hace pensando en la dimensión de los desafíos. Sintetizando, puntualiza que, por ejemplo, busca al Virgil Van Dijk versión mexicana, para someter a Di Maria, Mbappé o Neymar, por citar ejemplos. Así de grave el delirio, la alucinación, el autoengaño.

Reconoce, sin embargo, el deterioro calamitoso de su equipo. De un ilusionante 2019, a un trémulo 2020, hasta un 2021 de terror, que alargó su lúgubre horizonte hasta los seis meses de curso en 2022.

Lo irónico, es que, en esa entrevista con Hermosillo, Tata Martino quiere hacer creer que tiene todo bajo control; que confía en restañar heridas y en enderezar a un frágil navío que sólo garantiza el naufragio. Se refugia en el útero de sus propios delirios.

Tras esas palabras, cargadas de fe y de esperanza, la realidad saltó abruptamente en esta gira veraniega de poco provecho, muchas deudas, muchas dudas, y ningún síntoma de recuperación.

Horas antes de enfrentar a Uruguay, Martino sostuvo que “hemos trabajado diez días muy provechosos”, y sostuvo que el equipo, anímica, futbolística, táctica y emocionalmente, estaba en un gran momento para los cuatro encuentros inmediatos. Otra vez, el autoengaño.

Sin embargo, tras el 1-1 ante Jamaica, queda claro que luego de más de tres semanas que tuvo a un Grupo A y después a un Grupo B, la Selección Mexicana, en sus dos versiones, mostró el mismo desorden, la misma pobre autoestima, la miserable disposición, y una tacaña dignidad, desde la humillación ante Uruguay, hasta la decepción ante Jamaica.

Si Martino sostiene que el estilo de juego, la pretensión futbolística, el proyecto táctico, se mantienes inalterables, queda claro, que su doctrina es el caos y el desorden, porque así comenzó y así terminó esta excursión.

Claro, el futbolista es responsable. Claro, no se le puede eximir de su participación en el caos. Pero, claro, cuando el técnico se equivoca, el jugador con personalidad, valor y dignidad, asume el control del equipo.

Y si estos jugadores son, a juicio de Martino, lo mejor de lo que dispone, entonces, además de mediocres y pobretones de futbol y de espíritu, despliegan un insultante cinismo. Quienes han comparecido a conferencia de prensa, entre ellos Héctor El Guapo Herrera, han juramentado que saldrían a matarse a la cancha por El Tata. Hasta hoy, desde mediados de 2020, queda claro, han salido a la cancha a matar a El Tata. Una coalición suicida, kamikazes accidentales.

Parece que a estas alturas Gerardo Martino es inamovible. Ya se lo habíamos explicado aquí hace meses: Yon de Luisa lo respalda “a muerte”, porque sabe que es también su bote salvavidas. Si el Tata se va, su beca también se acaba como presidente de la FMF.

Y hace dos semanas, le explicábamos aquí también que ya hay un hombre pujando por una decisión drástica en el Tri, al frente de dirigentes irritados, y que se han convertido en fiscales del mismo De Luisa.

Alejandro Irarragorri le saca brillo al milagro por duplicado que consiguieron él y Diego Cocca con el Bicampeonato del Atlas. Por esa animadversión, estrictamente, Martino se niega a convocar a jugadores de los Rojinegros. Yon de Luisa le ha advertido que sería darle armas al enemigo, y echarse paladas de tierra sobre su propia tumba.

Será, este nuevo póker de ridículos de Tata y el Tri, el que derrame, en cuestión de días, la sensible y frágil paciencia del dueño del tinglado, del amo del tablado, Emilio Azcárraga Jean. No se extrañe.

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LOS ÁNGELES -- Letanías del lamento. “El Mundial es otra cosa”. “Hemos tenido malas eliminatorias y buenos (¿?) Mundiales”. Son reflexiones de ex seleccionados mexicanos, de corifeos del Tri y de quienes no se bajan del presupuesto de la Federación Mexicana de Futbol.

Encima, Yon de Luisa, presidente de la FMF los capitanea, como Flautista de Hamelín, en la procesión al holocausto para tender una densa cortina de humo tóxico que, para su infortunio, ya no la aspira ni la consume el aficionado mexicano.

“El proceso de clasificación se juega de una manera, la preparación de otra, y en el Mundial también, y ahí es donde vamos a poner lo mejor de cada uno de nosotros”, enfatiza Yon de Luisa para justificar las tres humillaciones y el angustioso empate ante Estados Unidos.

Con la anuencia del añoradísimo Roberto Gómez Bolaños, “todo estaba fríamente calculado” por De Luisa. Sí, a Yon sólo le falta el Chipote Chillón para completar el elenco del mimo universal, El Chapulín Colorado.

Escudarse en la fragilísima excusa de que el Tri ha soportado peores eliminatorias y aún así ha tenido “grandes Mundiales”, como asegura uno que otro pasmarote ex seleccionado mexicano, respaldando –con sabe Dios que monetarios intereses, a De Luisa--, es refugiarse en tres mentiras.

1.- DESMEMORIADOS…

Cuando las eliminatorias tuvieron en verdad las alarmas encendidas y una histeria en la FMF, digna de cucarachas en quemazón, se tomó una decisión drástica: un cambio de entrenador. Ocurrió en los procesos para Corea del Sur-Japón 2002, Sudáfrica 2010 y para Brasil 2014.

En 2002 y 2010, el bombero atómico, Javier Aguirre, desembarcó de España para llevar al Tri-tánic a puerto seguro. En 2014, Miguel Herrera armó un híbrido de América (el músculo) y León (el cerebro), y aplastó a Nueva Zelanda.

Aquellas fueron crisis de resultados. Hoy, hay una severa crisis de futbol, de rendimiento, de competitividad, de credibilidad.

A México no lo clasificó el Tata Martino, sino la miseria de Costa Rica, Panamá, Honduras, El Salvador y Jamaica en el Octagonal. Un poco más, un poquito más de estos cinco seleccionados y el patíbulo ya se habría accionado.

En aquellas tres ocasiones, la única manera de salvar el negocio fue tomar decisiones, drásticas, pero fundamentadas, claro, más en el sentido común que en la inteligencia. Esta vez, Yon de Luisa elige una tolerancia suicida. Y recuerde: “No contaban con mi astucia” y “todo estaba fríamente calculado”.

2.- ¿“GRAN MUNDIAL”?

Establecer que una pobre eliminatoria conkakafkiana garantiza un “gran Mundial”, equivaldría a que, entonces, una gran eliminatoria garantizaría una mucho mejor participación en el Mundial. Obvio, tampoco ha sido así. El portal del multiverso hacia el Paraíso del Quinto Partido sigue oculto para el Tri.

Ricardo LaVolpe hizo una sólida clasificación bajo el lema de “pasamos caminando”, más allá de que –él mismo lo aceptó--, debió regalar --amañadamente-- el último juego de esa eliminatoria, ante Trinidad y Tobago, para mantener feliz al dictador del área, Jack Warner.

¿Y en el Mundial? Una fase de grupos calamitosa, clasificando de caridad ajena, luego de vencer a Irán, empatar con Angola y perder ante Portugal. Las memorias se constriñen estrictamente a la épica ante la Argentina de Pékerman.

¿Rusia 2018? Más allá de las llamadas de atención en la Copa Oro y en la Confederaciones, y las histéricas indisciplinas de Osorio, la victoria ante Alemania, su peor versión de la historia, terminó por ser un consuelo histórico, para ocultar los bochornos ante Suecia y Brasil, ya con el equipo en ruinas al interior por la rebelión de las “Divas Rubias”.

Claro, ninguno de los bomberos cambió la historia. Javier Aguirre cometió errores en la selección de jugadores en ambos mundiales, tanto en el listado como en la cancha. Y a Miguel Herrera se le vino encima la crisis de ampollas de Giovani dos Santos, el fallido ingreso de Javier Aquino y la lamentación del “no era penal”.

3.- ¿Y EL QUINTO PARTIDO?

Éste es el caso más grave de amnesia, o de escapismo, o de fingir demencia, en el caso de Yon de Luisa. Antes de tomar una decisión entre 24 candidatos al Tri, el presidente de la FMF había establecido que se trabajaba con detalle y de manera minuciosa para encontrar al técnico ideal que llevara a México a ese tan anhelado y cada vez más lejano, Quinto Partido.

Cuando salió humo blanco del anafre negro de la FMF, De Luisa estaba seguro de no haberse equivocado. “Gerardo Martino tiene cuatro años para llegar lo más fuerte posible a Qatar”, dijo el día de la presentación del Tata. Y agregó: “El hacer (Martino) una Selección que juegue bien nos va a acercar a las metas que todos tenemos (Quinto Partido)”.

En los últimos dos años, el término “Quinto Partido”, parece vetado en los discursos de Gerardo Martino y Yon de Luisa. Ya la gran proeza se había consumado: clasificar al Mundial en la zona que para FIFA es el Tercer Mundo del balompié, dicho y sostenido por años, por Joseph Blatter.

Ahora resulta que el objetivo primordial para el cual se contrató a El Tata, ya tratan de ocultarlo, de relegarlo, de vetarlo, de convertirlo en un tema tabú, en un asunto prohibido.

Claro, ya no se habla del muerto y menos en presencia de los padres de la criatura y autores del infanticidio.

Sí, de repente, ese protocolo huidizo, cobarde, escapista, de la amnesia para el autoengaño, es el estado fetal en que más conviene refugiarse a todos los que, sin estar convencidos, auguran un imponente Mundial de México en Qatar 2022.

Dicho está: el autoengaño es, al principio, un maternal y cálido refugio para el fracaso, pero después se convierte en un lúgubre calabozo. Ahí, están metidos Yon de Luisa y todos sus corifeos.

¿Y el aficionado? Hay un proverbio que sentencia: “Nos vendan los ojos, en lugar de las heridas, y nos creemos curados”.

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LOS ÁNGELES -- Estaba advertido Gerardo Martino. Pero nadie experimenta en cabeza ajena. Se le había dicho, como a Juan Carlos Osorio, que si el futbolista en sí es un animal diferente, el futbolista mexicano es un animal aún más desemejante, más atípico, más peculiar.

Ya lo sabe. ¿Tarde? ¿A tiempo? De él dependerá. Por lo pronto, Martino ha empezado a buscar ayuda. Al menos una puerta se le ha abierto, irónicamente, la del club más despreciado en la Federación Mexicana de Futbol y en las oficinas de los dos zares de este balompié: Emilio Azcárraga Jean y Alejandro Irarragorri (Grupo Orlegi).

El Tata Martino tocó a la puerta de Pachuca, sí, a la puerta del Lutero amenazante de la incasta e impura iglesia mexicana del futbol, que despacha desde las lujosas oficinas en Toluca, pero se gobierna desde el Salón Oval de Televisa.

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Imago7Los últimos resultados del Tri con el 'Tata' Martino al frente han generado múltiples dudas

Lo revela el mismo Guillermo Almada en una entrevista con el espacio Futbol Total de Ecuador. Curiosamente, se hizo énfasis en los titulares en los medios, en que el uruguayo se destapa como candidato a dirigir al Tri, en cuanto caduque, si es que no lo ha hecho ya, la gestión de Martino.

Sin embargo, ahí, dentro de las epifanías de Almada, salta, abruptamente, la desesperación de Martino. El acto de contrición de El Tata, buscando respuestas que sus recorridos por Argentina, Paraguay, Barcelona y MLS, no son capaces de darle.

Reitero, el futbolista mexicano es un animal tan peculiar que escapa a cualquier tipificación posible en la zoología vasta y compleja del futbol mundial.

Sí, tiene las mismas dos piernas, los mismos dos brazos, y una sola cabeza, pero, ¡ah!, lo que pasa por esa cabecita es tan impredecible, que Sigmund Freud, Jean Piaget o Albert Bandura, de haberlo confrontado, habrían preferido aburrirse como cajeros bancarios, antes que meterse al coliseo de esa roñosa hydra de mil cabecitas disparejas en una sola.

No me canso de citar al doctor Octavio Rivas (QEPD), psicólogo del Tri y de equipos mexicanos, con su razonamiento hecho alguna vez en ESPN Deportes: “’Pérate, son mexicanos, están programados al revés”.

Sí, así es, Gerardo Martino, y lo explican, o trataron de explicarlo, Octavio Paz, Samuel Ramos y José Vasconcelos. Y, según ellos, es el impacto de la conquista, la colonización, el mestizaje, el despojo, y un historial de guerras perdidas, al grado que se sublima al épico 5 de Mayo en Puebla. Es necesario ¡mitificar! a Los Niños Héroes de Chapultepec, como para querer empatar el marcador en los tiempos extras de otra historia. Ya en penales, la verdad se conoce hasta nuestros días.

Retomando el tema de esa encerrona, seguramente con buen café y buen mate, entre Almada y Martino, el uruguayo, quien prefirió seguir dirigiendo en México, en lugar de su selección nacional, relata:

“Más allá de eso no puedo opinar, porque me gusta respetar el trabajo del Tata Martino, que tuvo la deferencia de juntarse con nosotros hace un mes para que intercambiáramos secretos del Pachuca, (sobre) cómo generamos esa intensidad, ese ritmo, ese tipo de juego, presión alta que (a él) le gusta, pero hereda muchos jugadores que no la hacen (en sus clubes), y por eso no la puede hacer (con la Selección Mexicana)”, expone Almada.

Si hizo bien en revelar o no estos detalles, quedará entre el mismo Almada y Martino. Queda la sensación de haber roto la confidencialidad de la charla, pero se le agradece.

Sí, El Tata busca ayuda. Y no se le puede reprochar en absoluto. Por el contrario, es de encomiarse el que decida bajar del pedestal, donde ha sido apedreado en los últimos dos años por el pobre rendimiento del Tri, y que humildemente se decida a buscar auxilio.

Seguramente Martino sabe el ABC del futbol. Posiblemente conozca más de ese silabario que el mismo Almada. Pero saber no garantiza saber hacer, saber explicar, saber convencer, saber imponer.

Repasemos: “(…) para que intercambiáramos secretos del Pachuca, cómo generamos esa intensidad, ese ritmo, ese tipo de juego, presión alta que le gusta, pero hereda muchos jugadores que no la hacen y por eso no la puede hacer”.

¿Recuerda Usted cómo ante los fracasos reiterados ante Estados Unidos y Canadá, Martino se justificó, también reiteradamente, con “nos faltó intensidad”, “perdimos intensidad”, “no fuimos superiores en intensidad”?

Y seguramente así como habló sobre ese tema con Almada, ha buscado, buscará o debería buscar referencias en otros entrenadores: Miguel Herrera, Javier Aguirre, Manolo Lapuente, Nicolás Larcamón, Fernando Ortiz y Diego Cocca, especialmente con éste, a pesar de la barbaridad que cometió al decir que no convocaba a Aldo Rocha y a Luis Reyes, porque la columna vertebral rojinegra era de extranjeros. Ahí, ni como salvarlo de semejante estulticia.

Intensidad es una palabra clave en el futbol y en la vida misma. Significa pasión, devoción, compromiso, lealtad. Lo describe maravillosamente el escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán: “El baloncesto español necesita héroes con carne de cromo coleccionable”. Y sí, México y El Tata también.

Almada pudo abrirle su enciclopedia a Martino. No basta. Porque al confrontar a sus jugadores, los animales más atípicos del zoológico del futbol, Martino no será Almada. Defenderá preceptos y conceptos ajenos, pero al menos es un intento saludable.

Porque de ahí parte todo, de la intensidad, Johan Cruyff lo explicaba: “El estilo del Barcelona sólo funciona a máxima intensidad. Es fantástico cuando se realiza al 100 por ciento”.

Eusebio Sacristán (ex Real Sociedad) explicaba a El País sobre sus diferentes momentos en el Barcelona: “Nosotros necesitamos una intensidad máxima para hacer nuestro juego: presión, ritmo alto, velocidad de balón... Cuando perdemos intensidad, perdemos”.

Gerardo Martino está, obviamente, desesperado, confundido y confuso. Seguramente Usted se preguntará por qué en el listado de técnicos a consultar no aparece Andrés Lillini de Pumas, quien se esfuerza por sacar diamantes de la cantera de Pumas.

De hecho, la solución está ahí, en la cueva de Pumas. Su nombre es Miguel Mejía Barón. Él sí es un experto en domar, domesticar, amaestrar y exaltar a esa bestia desemejante, diferente, que es el futbolista mexicano, y claro, descifra también al jugador en general. Desde su llegada a Pumas, Lillini dejó de sufrir en el diván, y se dedicó sólo a la cancha y el pizarrón.

Si para Rusia 2018, en un alarde obsceno de ingenuidad, los bobalicones directivos le impusieron a Osorio al profeta fallido de las bellotas y los ahuehuetes, Imanol Ibarrondo, ahora sería inteligente (sí, ya sé, es mucho pedir), integrar al clan hermético de Martino, a Mejía Barón y que éste mismo le explique lo que le explicó a Lillini: “No vengo a quitarte el puesto, vengo a ayudarte a salvar tu puesto”. El también odontólogo, no irrumpe ni ensucia el trabajo del técnico, lo fortalece.

¿Que no quiere Martino o que no se lo permite su caballerango Jorge Theiler? A fajarse los pantalones, Yon de Luisa. O, si de plano, ya perdió el control, tal vez será el turno, sin tener que esperar a 2023, para que Irarragorri asuma funciones de una vez.

En la concentración previa al Mundial de Qatar, arrancando noviembre, Mejía Barón debería sumarse y empezar con esa labor. Entonces, esa intensidad que hoy mendiga Martino, sería una cátedra obligatoria en el día a día, con alguien capacitado para imponerla.

Estoy de acuerdo con Usted, sé lo que piensa. ¿Hay que hacerles “cocowash” a Héctor Herrera, a Edson Álvarez, a Tercatito Corona, a Chucky Lozano, a Raúl Jiménez, para que se sublimen con su selección nacional? La respuesta es que NO debería ser necesario, pero, lamentablemente es más que necesario, es imprescindible e indispensable.

Bueno, para que le quede claro. Con Mejía Barón no habría ocurrido aquella rebelión de las “Divas Rubias” en Rusia 2018, encabezada por Javier Hernández. En dos minutos, la sofoca. Incluso, con el mismo ex técnico de Pumas y del Tri, ese pasaje del #BrunchNeoyorquino y otros excesos de Chicharito, jamás habrían ocurrido.

Pero, por lo pronto, Gerardo Martino, sigue tocando puertas, todas las que puedas, pero debes entender que no todo lo que puedas aprender, estarás capacitado para llevarlo a cabo. Ellos, a quienes consultes, te contarán todo lo que quieres saber, pero no todo lo que ellos saben ni todo lo que debes saber.

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La Selección Mexicana no aparece por ninguna parte. No lo hizo el jueves en Phoenix ni el domingo en Chicago. No aparece un estilo, un funcionamiento colectivo, un nivel individual, nada de nada. México deambula por la cancha mientras el tiempo para debut ante Polonia (el 22 de noviembre) se aproxima dramáticamente. ¿Qué hacer? Esa es la pregunta que se formula el futbol mexicano. Todos son “riesgos”, desde mantener a Gerardo Martino como abortar su gestión. Los directivos tomarán el que, aparentemente, es el menos impactante de todos: esperar a que ocurra un milagro. Hoy, sólo queda cruzar los dedos.

ESTADOS UNIDOS -- “Todo cambia en el Mundial”.

La frase de Guillermo Ochoa puede tomarse de muchas formas: ¿Una promesa? ¿Una esperanza? ¿Una necesidad? ¿Una verdad? ¿Una mentira? Lo único real y tangible es que hoy, a poco más de cinco meses del debut mexicano en Qatar 2022, la Selección Mexicana no tiene forma ni fondo, ni funcionamiento, ni resultados, ni nada de nada. Está en el limbo, a la espera de un milagro futbolístico que cada día existe menos.

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Imago 7Raúl Jiménez no tuvo un buen rendimiento con México en el juego amistoso contra Ecuador.

Y si es verdad, si todo cambia en el Mundial, puede ser, pero este México se ve tan alejado de una idea futbolística y de un nivel individual en sus jugadores que, en realidad, asusta. Desde el Mundial de 1994, cuando regresó a los escenarios de FIFA tras la suspensión por la alteración de edades antes de Italia 90, México ha pasado con sorpresa y con lujo de un futbol competitivo la fase de grupos de la competición. Hoy, eso se ve lejos, muy lejos.

Gerardo Martino probó el jueves en Phoenix, ante la seria y poderosa selección de Uruguay, un sistema en línea de 5, poco utilizado durante su gestión. El resultado fue un desastre. Una Uruguay “a medio gas” terminó pasándole por encima a la Selección Mexicana. Y no sólo es lo que determina Martino desde la banca, también es un tema de ambición y de confianza en el futbolista.

Por otro lado, Raúl Jiménez, Jesús 'El Tecatito' Corona, Erick Gutiérrez y el propio Héctor Herrera no terminan de entregar resultados de acuerdo al nivel y a la calidad de sus trayectorias. Los futbolistas que proceden de la Liga MX (Alexis Vega y Uriel Antuna) tampoco están a la escala de las exigencias.

Hay un desorden defensivo importante y una confusión en medio de un cambio generacional. México salió el domingo a la cancha de Chicago para enfrentar a Ecuador con Ochoa, Héctor Moreno, Herrera y Andrés Guardado, la 'trinchera' veterana de esta Selección que, se supone, sería reemplazada por los jugadores que han sido parte de los exitosos procesos juveniles del futbol mexicano.

Y no hay que olvidar que Martino fue traído al futbol mexicano para lograr trascender en el Mundial de futbol. No para clasificarse, no para ganar la Liga de las Naciones de la Concacaf o la Copa Oro. Martino esta aquí para darle a México una certeza competitiva diferente a la que ofrecieron sus antecesores.

El tiempo corre en contra. Quedan poco más de cinco meses y quizá tres o cuatro partidos antes del debut ante Polonia el 22 de noviembre en el Estadio 974 de Ras Abu Aboud. Y México no tiene certeza de nada. Su futbol colectivo, no existe. Sus figuras individuales están por debajo de su nivel y solo queda la esperanza, la fe, de que esta Selección se acerque a la escala competitiva en la que, creemos, puede estar. Sólo queda cruzar los dedos.

@Faitelson_ESPN

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