Gustavo Kuerten venció a Flavio Saretta (compañero de Copa Davis) por 6-4, 6-7 (5-7) y 7-5 en un partido que duró casi tres horas.

¿Por dónde empezar cuando se trata de describir un partido de tan alto nivel, que dejó "temblando" a los que lo presenciamos? Difícil. Pero siempre es preferible ir a lo concreto.

El partido tuvo todo lo que se podía pedir, lo cual no deja de ser una sorpresa si se tiene en cuenta la diferencia de jerarquía entre ambos jugadores. Tuvo un ritmo infernal (se "mataron" desde el fondo de la cancha), raptos de genialidad (los toques de Guga en la red, las devoluciones de saque de Saretta) y un dramatismo que duró hasta el segundo final, ya que hasta ese momento pronosticar un ganador era una locura.

La jerarquía de Guga se impuso en el primer set, en el cual ganó exactamente todos los puntos que tenía que ganar: los decisivos. Arrancó quebrando el servicio de Saretta en el primer juego del partido, pero luego cometió algunos errores que le costaron un quiebre en contra, en el sexto juego (3-3).

Pero definió el set presionando a su rival, a quien empujó al fondo de la cancha. Y ahí comenzó a equivocarse Saretta, que no pudo mantener su saque en el noveno juego (dos errores no forzados y una doble falta). Después Guga lo cerró con un ace y todo hacía prever que se quedaría con otra victoria fácil.

Pero nada de esto sucedió. Por el contrario, Saretta se soltó completamente y le complicó la vida a Kuerten, que veía cómo cada pelota que iba, volvía indefectiblemente (hay que hacerle un monumento a las piernas de Saretta, y no precisamente por su belleza, sino por llegar a todas).

La única forma de que Kuerten ganara los puntos era poner la pelota en las líneas. Pero el problema era que Saretta también mostraba una precisión admirable en sus golpes.

Por eso, el set se hizo tan parejo (palazos a las líneas todo el tiempo, de los dos lados) y, después de sólo dos quiebres, se definió en el tie-break, donde Saretta simplemente se equivocó menos (7-5).

Ya en el tercero, el duelo siguió a brazo partido, aún con más emotividad. A tal punto, que Guga gritaba los puntos, algo poco común en él. Es que para ganar cada punto tenía que dejar alma y vida en la cancha. Saretta, por su parte, seguía inspirado.

Y la gente se lo reconoció, coreando su nombre en más de una ocasión. De hecho, es la primera vez que el público argentino le juega en contra a Guga. Y para que eso ocurriera, algo grande tenía que suceder. Y lo que hizo Saretta fue grande en serio, seguramente uno de los mejores partidos de su vida.

Claro, ante los grandes a veces ni siquiera las hazañas son suficientes.

Kuerten quebró el servicio de Saretta para ponerse 4-2, en lo que fue uno de los picos de su rendimiento. Pero Saretta renació de sus cenizas en el noveno juego, levantando tres match points. A empezar de nuevo, entonces.

Saretta mantuvo su servicio en el juego siguiente y la incertidumbre se adueñó del estadio.

Pero, una vez más, Kuerten dejó a un lado sus dudas y en los dos juegos - cuando cualquier error equivalía a una derrota - siguientes no se equivocó y se quedó con la victoria tras quebrar en el decimosegundo juego.