Detroit Pistons navega rumbo a El Dorado en ruta despejada. Las luces, el ruido, las miradas se las llevan otros, pero el rugido y la vibración empiezan a ser una constante en Motor City.
Es que Detroit, la franquicia que tuvo 14 triunfos y 68 derrotas en 2023-24, hoy acumula 13 victorias consecutivas, la mejor racha de la NBA y un fantástico récord de 15-2 que le permite ser el mejor equipo del Este y el segundo mejor de la competencia por detrás de Oklahoma City Thunder.
Parecería ser que esa es la lógica de la liga en el último lustro: saber perder para luego poder ganar. No se trata de un pick de Draft revolucionario como Victor Wembanyama, no se trata de una política de shock como cuando Miami Heat llevó los talentos de LeBron James a South Beach para unirlo a Dwyane Wade y Chris Bosh, sino que se trata de procesos. En la cultura del yoísmo que vivimos hoy, en el vértigo con el que se consume contenido deslizando pulgares a velocidad de Fórmula Uno, el básquetbol sigue siendo un terreno fértil para la naturaleza: para que el fruto encuentre la maduración justa hay que saber esperarlo.
En aquellos Pistons fatídicos, estaban Cade Cunningham y Jalen Duren. No estamos hablando de gente nueva, estamos en presencia de una enseñanza para todos: una derrota o un triunfo no te define. Si se intenta y no se logra, entonces hay que intentarlo de nuevo. Ir, ir e ir hasta que la pared se rompa.
Hoy Cunningham y Duren son la tercera dupla que mejor juega el pick and roll en toda la NBA. Portabalón y cortinador en plano secuencia, en una sinfonía continuada que vale la pena seguir de cerca. Nos informa el departamento de estadísticas de ESPN que en jugadas con cortina directa promedian 12.4 puntos por partido. Solo Jamal Murray con Nikola Jokic (13.2) y Luka Doncic con DeAndre Ayton (13.3) los superan.
Pero esto no es cosa de dos. Hubo cambio de entrenadores, hoy está J. B. Bickerstaff y el foco está puesto en ampliar la rotación, extender las responsabilidades y focalizar en aspectos básicos del juego. En ataque, han ido a la vieja escuela: atacar la pintura. Detroit lidera la NBA con 59 puntos por partido en esa área, algo que era un problema antes. Dos temporadas atrás solo hacían 50 y estaban en el puesto 17 de la competencia.
La otra es elegir los tiros adecuados. Solo Oklahoma City Thunder lo hace mejor, pero están segundos en ese apartado y en la temporada de la desgracia, figuraban vigesimoterceros.
Hace un tiempo, el foco estaba puesto en los triples. El fenómeno Stephen Curry avanzó como un virus contagioso en todas las franquicias, pero muchos se olvidaron de la calidad de los lanzamientos. Solo el Chef podía hacer lo que hacía y pasó un tiempo hasta que el resto lo comprendió. El triple a máxima velocidad, sin los pies asentados en el suelo, corriendo hasta el minuto 48 de los juegos se irá con Curry. Lo que hace es cosa de genios y es mejor no intentarlo en sus casas. O en sus equipos.
Los grupos ganadores hoy aprendieron a caerse, se enfocan en la calidad de los tiros y por sobre todas las cosas defienden. Se apoyan en la intensidad. ¿No me creen? El Thunder es la mejor eficiencia de la NBA (101.6 puntos cada 100 posesiones) y los Pistons, la segunda (108.1). En ataque, Detroit está décimo (114.8 unidades cada 100 posesiones) pero en su racha de triunfos pasó la frontera de los 110 anotados, igualando la tercera cadena de victorias más larga con un ataque tan efectivo y eficiente.
Cunningham es la estrella de los Pistons, pero más allá de sus números de fantasía que incluyen siete dobles-dobles consecutivos en los últimos juegos, el éxito no está en su persona. Ya no existe ese mundo. Las estrellas ayudan, pero nadie gana por un jugador. Nos encanta verlos brillar, nos seducen sus jugadas, los highlights recorren el mundo, pero triunfan -por suerte- los equipos. El básquetbol del bien común en el que todos hacen un poco para alcanzar el éxito. La suma de partes: ningún jugador es mejor que todos juntos.
Cunningham sobresale por su tamaño para el armado de juego. Es gigante para un base promedio, y además es muy fuerte. Juega de frente desde el eje pero aprovecha para destruir también en el poste de espaldas. Es el mejor jugador de la NBA que pocos conocen, o mejor dicho que la mayoría ignora. Motor-Cade es aquello que pasa mientras el resto de los fanáticos de la NBA está ocupado haciendo otros planes.
Ausar Thompson es equilibrio e intensidad en los dos costados. Jaden Ivey y Tobias Harris ya están de regreso. Y el resto de la estructura sabe muy bien lo que tiene que hacer: Daniss Jenkins, Caris LeVert, Ronald Holland II, Isaiah Stewart y el recién llegado Duncan Robinson. No hay superestrellas pero juntos son un puño cerrado que golpea a la mandíbula de quien intente desafiarlos.
13-STRAIGHT WINS FOR DETROIT 🔥
— NBA on ESPN (@ESPNNBA) November 25, 2025
The longest active streak in the league has the Pistons on top of the East, an incredible turnaround from just two seasons ago 🫡 pic.twitter.com/avr8VivwOl
La racha de los Pistons de 2025-2026 iguala dos célebres que tuvieron en épocas anteriores. La del equipo de Isiah Thomas, Joe Dumars y compañía en 1989-1990, y la de Chauncey Billups, Rip Hamilton y Rasheed y Ben Wallace en 2003-2004. ¿Un dato interesante? Ambas versiones retro de Detroit fueron campeones de la NBA.
Es prematuro hablar de títulos, pero sin dudas este plantel ilusiona. Con más hombres que nombres, y con un Este alicaído por las lesiones de Jayson Tatum en Boston Celtics y Tyrese Haliburton en Indiana Pacers, se busca un nuevo sheriff en el pueblo.
¿Serán acaso los Pistons los que asalten la Conferencia y se coloquen la placa al pecho? Aún estamos en terreno de hipótesis. Las conclusiones, por supuesto, necesitan tiempo, pero las señales son muy alentadoras.
