OAKLAND, California - Año distinto, una nueva edición de las Finales de la NBA, incluso un lado distinto de la cancha. Lo más notable: un Stephen Curry distinto.
¿Se acuerdan del último minuto del Juego 7 en 2016, cuando el Oracle Arena se encontraba aún en estado de shock por la cesta de 3 puntos de Kyrie Irving y Curry se encontró marcado por Kevin Love? Curry fue tras su espalda con el drible, dio paso atrás y empezó a buscar el tiro de 3, para luego retroceder y pasar a Draymond Green, quien pasó de vuelta a Curry casi a mitad del tabloncillo. Curry cometió la audacia de hacer un tiro falso de 3, dribló de nuevo y se puso detrás del tablero para hacer un disparo fuertemente peleado contra Love sin éxito, terminando prácticamente con las esperanzas de Golden State de alzarse con el campeonato.
Curry se encontró de nuevo marcado por Love en el segundo cuarto del Juego 1 de la nueva revancha de las Finales de la noche del jueves. Esta vez, Curry pudo liberarse fácilmente de Love, cruzando de mano izquierda a derecha con el dribleo, para luego pasar sobre Love y encestar.
Aunque esta vez no había tanto en juego, el mensaje fue claro: esta es una versión más formidable de Curry. Se encuentra más saludable en contraste al año pasado en estas instancias, cuando debió apresurar su regreso después de una rotura de un ligamento de la rodilla que sufrió en la primera ronda de los playoffs. Incluso, se puede decir que se encuentra mejor de lo que estaba al inicio de la temporada.
Si bien el tiro de 3 de Curry es su arma más peligrosa, le da valor a su equilibrio y su trabajo con los pies como sus mejores activos a fin de colocarlo en posición de lanzar. No cuenta con la velocidad de un Allen Iverson o de un Russell Westbrook para acabar con aquellos que se atreven a marcarlo. No tiene la fortaleza para superar a alguien que se inclina o salta frente a él. No obstante, se crece en su cambio de dirección y súbitas explosiones físicas para ganar distancia. En marzo pasado, ya sentía que contaba con esas armas a plenitud.
Eso significaba que tenía a los defensores de Cleveland a su merced en la noche del jueves. Pregúntenle a LeBron James, de quien Curry dispuso con un dribleo siniestro de adentro hacia afuera a fin de crear espacios para uno de los seis tiros efectivos de 3 puntos de Curry en la victoria de los Warriors 113-91 para abrir la serie.
La historia recuerda resultados, no las circunstancias. El banderín de campeones de Cleveland no tiene una nota a pie de página indicando el estatus de Curry. Tampoco el título de los Warriors de 2015 menciona que se produjo con las ausencias de Love e Irving. Por ahora, la relevancia de las habilidades disminuidas de Curry en las finales de 2016 es el haberse convertido en un recordatorio del incremento de la potencia de los Warriors en esta oportunidad.
"Realmente de eso se trata: Está saludable", dijo el base suplente de los Warriors Shaun Livingston. "Es rápido. El hecho que pueda confiar en su manejo del balón y llegar a donde quiere en la cancha, es lo principal. Este año no se encuentra disminuido por las lesiones, como sí lo estuvo en los playoffs del año pasado. Pueden ver la diferencia. Se siente bien".
Obviamente, la mayor diferencia es la presencia de Kevin Durant. Durant tuvo una línea productiva de 38-8-8 en su primer juego de las Finales con los Warriors. Dominó la discusión posterior tanto como su dominio del partido en sí. Esta es una evidencia que, si bien Durant estuvo dispuesto a dañar su prestigio al incorporarse a los Warriors, fue Curry quien asumió el mayor riesgo al estatus pleno de su carrera. El mayor impacto en la cuenta de Curry es que no ha asumido un gran protagonismo en las finales de la NBA en las cuales ha participado. La presencia de Durant impacta las oportunidades de Curry de ganar el premio Bill Russell al jugador más valioso de las Finales, y Durant asumió el liderato por el galardón en el Juego 1.
Curry fue parte fundamental de la búsqueda de los Warriors de hacerse de los servicios de Durant y lo reclutó activamente el verano pasado. Fue un síntoma que indicó que Curry valoraba los campeonatos más que el simple hecho de tomar crédito por ellos.
El Juego 1 de las Finales demostró que este nuevo dúo ha conseguido una manera de jugar mutuamente, dándose mutuamente el espacio para que cada uno pueda brillar. Eso es algo que no cualquier par de superestrellas pueden lograr.
Se nota un cambio fundamental en la filosofía defensiva de Cleveland en contraste con el año pasado, evidenciado en el hecho que los Cavaliers debieron correr fuertemente para evitar los disparos a salto de Durant, en vez de tolerarlos como si lo hicieron con su predecesor, Harrison Barnes. En la primera mitad, eso resultó en clavadas ridículamente fáciles, con un Durant que superó a quienes lo marcaron y nadie se molestó en ayudarle. Cuando los Cavaliers hicieron los ajustes necesarios luego del medio tiempo y cercaron la pintura, esto resultó en espacios abiertos para tiros de 3 puntos por parte de Curry.
Curry pudo hacer 4 cestas de 3 tantos en el tercer cuarto (el último de los cuales fue resaltado con un Curry que hizo pasos altos similares a los de un soldado en marcha en desfile militar) y anotó 14 puntos, aportando a la apertura del marcador a favor de los Warriors, con un margen de 24 puntos.
Curry terminó con 28 tantos. Esto significó que no tuvo que manchar su ya ilustre récord en los playoff de 22-3 cuando anota 30 o más puntos, hecho que traje a colación en mi conversación con Curry cuando éste cruzaba los pasillos del Oracle Arena mucho después de la conclusión del cotejo Curry se lamentó que no pudo llegar a los 30 puntos al perder tantas oportunidades en la primera mitad. Luego, se preguntaba cuál era su récord cuando anota 28 tantos o más. No lo tenía presente en el momento, pero revisé en Basketball-Reference.com. Resulta que es una marca aún mejor: 28-3.
Justo lo que Cleveland necesitaba escuchar. Más posibilidades de éxito para los Warriors, combinado con una mejor versión de Stephen Curry.