Los contratos de los jugadores son estratosféricos. Nunca el negocio estuvo más en evidencia que ahora.
Muchos fanáticos culpan al uso -o abuso- del triple como la pérdida de atracción por la NBA. Siendo justo, y habiendo sostenido muchas conversaciones de este tema, no creo que este sea realmente el problema. Lo veo como un tema de contexto. Y en esta oportunidad aportaré soluciones.
Empecemos por el triple. Primera pregunta del tema: ¿Todos los triples son iguales? Es decir, ¿Es lo mismo Stephen Curry generando desde el dribbling que los Celtics alcanzando un tiro abierto con movimiento de pases? Tiempo atrás, mover el balón y lograr un lanzamiento cómodo era elogiado.
¿Qué es lo que ocurre ahora? Considero, desde mi humilde lugar, que hay varios factores que deberían ser tenidos en cuenta que son mucho más relevantes que tirar mucho de tres puntos. Y tienen que ver con todos. Empecemos por los jugadores y los cuerpos médicos: el load management.
Se entiende que el objetivo es extender la carrera de las estrellas, pero... ¿No se ha ido de las manos este tema? La NBA ha puesto reglamentación para evitar desajustes, pero claro: hecha la ley, hecha la trampa.
Hoy podemos comprar un boleto de los Bucks para ver a Giannis Antetokounmpo y tener que conformarnos con ver a Thanasis. ¿Acaso sabrán lo frustrante que es esto para cualquier fanático? Y entonces, por supuesto, tenemos que hablar de dinero.
Los contratos de los jugadores son estratosféricos. Nunca el negocio estuvo más en evidencia que ahora. Si a eso le sumamos que los jugadores, por el load management, muchas veces no juegan en noches consecutivas, bueno, se pierde credibilidad y podemos ver los detalles del decorado.
Verán, el deporte es pasión. Es competencia. Es quererse con el compañero y jugar con dientes apretados contra el rival. Aunque luego fuera de las cámaras se abracen, es importante no perder la génesis de la lucha. Es el truco y por ende hay que respetar los secretos.
No solo todo debe ser importante: tiene que parecerlo. La expresión corporal de los atletas es todo. Con la rivalidad de LeBron James y Stephen Curry en su epílogo, no quedan duelos individuales elite. Daríamos todo por un Magic Johnson-Larry Bird o un Wilt Chamberlain-Bill Russell.
El All-Star Game deja esto mucho más en evidencia. Los partidos han sido literalmente un bochorno. Nadie defiende. Un fin de semana de descanso (más allá del que ya tuvieron con el load management) sin nada para perder. Ni dinero, ni prestigio, nada. Pero claro, cuando hay competencia, estamos todos pegados al sillón. Cuando moviliza, nos sumamos a las buenas ideas. Como ocurrió en el duelo de triples entre Stephen Curry y Sabrina Ionescu en la edición pasada.
Adam Silver acertó con la NBA Cup. La idea es buena, una manera de meter postemporada en el medio del torneo, pero es insuficiente. Y en esa línea, aprovecho para decir que las canchas multicolor son un espanto, tanto como finalizar el torneo en Las Vegas. Ambas cosas van por cuenta mía.
Debemos decir todo: muchos fanáticos de siempre dejaron de ver partidos completos. No se puede sacar conclusiones por reels o posteos en redes sociales. No es justo para nadie. Eligen noches y partidos, porque todos saben que lo importante llegará en abril.
¿Por qué se ven menos partidos completos? Hay muchas hipótesis. Una de ellas, que comparto, es que la temporada regular quedó larga. Larguísima. 82 partidos hoy es un montón. Cambiaron los patrones de comportamiento: antes podíamos ver una película de tres horas y media, y hoy mirar una serie de más de 40 minutos provoca bostezos.
Otra línea establece que los partidos deben durar menos de 48 minutos. Si a eso se le suman tiempos muertos, pausas comerciales, entrecuartos y entretiempos, la gente se distrae y se va. Hoy se compite con el teléfono y con el resto de atracciones en las distintas plataformas.
Las soluciones, por supuesto, son complejas. Enfrentamos un mundo de desafíos, con la tecnología provocando mutaciones de comportamiento a velocidad de Fórmula Uno. No me quiero ir sin dejar una propuesta para la temporada NBA y un par para los All-Star.
Para la NBA, necesitamos más playoffs. Propongo entonces dos torneos cortos con playoffs. Uno antes del All-Star, otro después. Si gana dos veces el mismo equipo, es decretado campeón al cierre del segundo torneo. De lo contrario, se juega una final entre el primer campeón y el segundo. Para el All-Star, dejar de darle tanta vuelta. Adiós al Este vs. Oeste. Hola a Internacionales vs. Estadounidenses. La NBA se ve más fuera de Estados Unidos que dentro. Hay que jugar por algo y ese algo tiene que ser el honor de representar a cada país.
El siguiente cambio es que en el torneo de volcadas solo pueden participar jugadores que han sido elegidos entre los 24 seleccionados al All-Star. Todo bien con Mac McClung, pero la gente quiere ver competir a Ja Morant o Anthony Edwards. Las estrellas movilizan.
Y mi último cambio es con el torneo de triples. Además de sumar mujeres, como el caso de Ionescu, sumaría también exjugadores (ejemplo: Reggie Miller o Manu Ginóbili) y algún representante internacional que no haya jugado NBA y represente al mundo FIBA.
Hay quienes no ven problemas. Hay también quienes lo simplifican en un abuso del triple. Yo creo que la NBA es por lejos la mejor liga del mundo, pero hay puntos de mejora y patrones de conducta que deben ser atendidos. Los cambios deberán ser drásticos porque el mundo cambió en esa línea. El momento es ahora.