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Stephen Curry es el mejor jugador del mundo

Noah Graham/NBAE via Getty Images

Stephen Curry inicia su rutina de precalentamiento. Trabaja con dos balones al mismo tiempo. La mirada al frente, la espalda erguida y la concentración como hoja de ruta. El dribbling es enloquecedor y adictivo: primero es vertical y luego oblicuo, con cambio de manos en la recepción. Los ojos del público se detienen ante la escena: ese rebote permanente, esa técnica fascinante de cinetismo acelerado, provoca una sensación sin precedentes. Los balones van, vienen, regresan: dos amantes que cruzan miradas para perderse luego en la infinidad de la noche.

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Curry y otra noche de MVP en la victoria 105-90 frente a los Clippers

La estrella de los Warriors terminó con 33 puntos, 6 asistencias y 5 rebotes. Además, Otto Porter tuvo un gran juego con 18 unidades y 10 recobres. Paul George mostró la cara a pesar de la derrota: 30 tantos, 5 tableros y 5 asistencias.

Curry ahora se ríe. Un ilusionista que modela sus artes, que entiende que lo que hace es único. La piedra Rosetta del lanzamiento a distancia. Conoce, en su despliegue de maravilla, su pragmatismo despiadado. Se sabe superior sin caer en la arrogancia: es una realidad inexpugnable que se traduce en confianza. Empieza con su rutina de tiro y se aleja cada vez más. Diez centímetros, veinte, un metro, dos, tres, cinco. En sus manos descansa el sueño de los primeros héroes de este deporte: tener la habilidad para inflar las redes desde donde sea, como sea, sin procedimientos rígidos ni limitaciones físicas.

Encestar por encima de todas las cosas. La gran ilusión utópica que tuvo el canadiense James Naismith allá por el siglo XIX en el crudo invierno de Springfield.

¿Por qué Curry es mejor que todos los demás? Por su movimiento continuo y su capacidad de romper patrones. No es el más alto ni el más fuerte, pero sí es el más rápido y el más hábil de toda la NBA. Desde que Keke Lyles, entrenador de acondicionamiento físico, fue contratado por los Warriors como director de rendimiento en 2013, Curry despegó para no detenerse jamás. La operación de tobillo a la que lo había sometido el Dr. Richard Ferkel en 2012 ("¿Es Stephen Curry el nuevo Grant Hill?" "¿Sus tobillos son de cristal?") había sido exitosa pero nadie estaba seguro si ese joven podía tener lo necesario para tener una carrera fructífera. Lyles cambió el concepto por completo. "El poder viene de las caderas. Le enseñamos a Steph a quitarle peso a sus tobillos", dijo. ¿La clave? Ejercicios de todo tipo, incluyendo uno determinante proveniente de la yoga. "El sistema nervioso central de Steph es el mejor de todos los que trabajé. Es por eso que es un gran golfista, un gran jugador de bolos y un gran tirador", recuerda Lyles en Truehoop. El trabajo provocó la revolución. Y el tiempo puso a este preparador físico en un pedestal sin igual en la carrera del dos veces MVP.

Ya han pasado más de diez años de su llegada a la Liga y Curry sigue siendo electrizante en el inicio y en el cierre de los juegos. El tiempo no ha pasado para él. Y en ese estilo de cinetismo extremo reconfiguró el básquetbol para siempre: no se cansa, no se frustra, no se amedrenta. Es el jugador-ritmo. Pasos de ballet, muñeca de seda y mente de acero.

Hay un antes y un después del tirador formado en los Wildcats del Davidson College. Su capacidad de tirar desde cualquier lado creó situaciones que no eran contempladas por nadie, que incluso parecían ridículas y fuera de contexto. El rango de lanzamiento hoy es totalmente distinto gracias a Curry y algunas estrellas han empezado a copiarlo. Sin embargo, nadie puede hacerlo tan rápido y tan bien como él.

Encasillar a Curry en un solo rubro es limitarlo sin sentido. Es un tirador excelso, pero es mucho más que eso. La creación de la ventaja en un bloqueo, la sensación de peligro constante que se siente cuando él está en cancha, es aprovechada para enriquecer a los demás. Las defensas padecen dos sentimientos encontrados cuando tratan de detenerlo: frustración y miedo. Sí, miedo: Curry hace cosas que son antinaturales y eso provoca pavor en quien intenta un cerrojo. Es imprevisible. Y ese sentimiento de temor en el oponente es puro combustible para Steph.

Steve Kerr ha sido un mentor perfecto para sus artes, porque conociendo lo que necesita lo ha rodeado de los jugadores ideales, incluyendo por supuesto a Draymond Green, quien está rindiendo al nivel de Jugador Defensivo del año. Hoy los Warriors lideran la Conferencia Oeste con récord 17-2 sin contar aún con los lesionados Klay Thompson y James Wiseman, y con Jonathan Kuminga, pick 7 de Draft, en un proceso de desarrollo que necesitará mucho tiempo por delante. Algo huele mal para los rivales: Golden State juega un básquetbol fluido, de pases, espacios, manos diferentes, sacrificio sinérgico y tiene a Curry en un nivel tan magnífico que debería estar prohibido alinearlo.

Curry quebró un récord en el Staples Center el domingo: alcanzó su triple número cien de la temporada antes de los 19 partidos disputados. Concretó, además, siete tiros desde detrás del arco en tres partidos seguidos fuera de casa, igualando una marca que comparte con Damian Lillard (Curry lo logró tres veces y Lillard una). Una más: fue el juego número 221 de 30 puntos para el tirador de Akron, y quedó a solo dos partidos de igualar a Rick Barry como el segundo en toda la historia de Golden State como franquicia (Wilt Chamberlain acumula 369).

¿Qué jugador podría ser mejor que Curry en este momento? Quizás Giannis Antetokounmpo, ex MVP de Finales, merece su justo reconocimiento, pero sus Bucks hoy no lucen como los Warriors. Kevin Durant entra en la discusión pero al jugar junto a James Harden la responsabilidad es compartida y por ende está un paso por detrás del desafío ofensivo que exhibe noche a noche Curry con su monólogo estelar en San Francisco. LeBron James aún no logra su plenitud física (¿lo conseguirá?) y sus Lakers dejan mucho que desear. En el Juego de Tronos, hoy se sienta Curry en el sillón sin posibilidad de competencia para el resto.

Un dato que aporta Kirk Goldsberry de ESPN.com termina de poner las cosas en perspectiva: Curry tiene, al día de la fecha, máxima cantidad de partidos individuales con cuatro triples convertidos en su planilla. También domina en cantidad de juegos con cinco tiros anotados desde detrás del arco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce en comparación con cualquier otro jugador en la historia. Un extraterrestre.

Stephen Curry es el mejor jugador del mundo en la actualidad. Todos juegan a lo que él pretende, se ha erigido en un termostato que cambia la temperatura de los partidos a piacere. Como ocurrió en el tercer cuarto ante los Clippers, como ocurre cada vez que toca una pelota de básquetbol. De los tiempos en los que tiraba en un aro artesanal construido por su abuelo Jack con un poste de luz como base, a las arenas más prestigiosas de la NBA. Steph corre, tira y encesta. Es la pura esencia de un juego nacido para validar la puntería: la magia fluye por sus manos y calienta las tribunas. Dinamismo extremo, ejecución por encima de la reflexión, éxtasis en forma de relámpago.

Curry llegó para cambiar las cosas. Tomó el básquetbol como lo encontró, puso una hoja en blanco y escribió sus propias reglas.

Pasen y vean.

Somos todos testigos de su grandeza.