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Un 2014 para el olvido

BUENOS AIRES -- Con el "triunfo" por 1-0 ante Albania, gracias al gol de Stefano Okaka (que en realidad fue en contra de Salihi), se cerró el 2014 de la Azzurra, que en adelante volverá a jugar recién en marzo.

El balance numérico podría considerarse apenas suficiente, con 6 triunfos, 3 empates y otras tantas caídas, 12 goles a favor y 7 en contra, pero es evidente que, con dos de las tres derrotas que costaron la segunda eliminación consecutiva en una primera fase de Mundial y el mísero promedio de un gol por partido, en este caso hay que leer los números con mucha más atención.

Por lo pronto, dividiendo el año en dos segmentos, el final de la era Prandelli y el comienzo de la gestión de Antonio Conte. Lo de Prandelli fue una lamentable conclusión por un ciclo que lo había visto, en cuatro años, invictos en eliminatorias y derrotado en un partido oficial sólo en la final de la Eurocopa 2012, a manos del campeón Mundial España.

El año de Prandelli comenzó en marzo, con la caída por 1-0 ante España en Madrid. Los dos amistosos pre-Mundial siguientes tampoco invitaban al optimismo, un pobre 0-0 ante irlanda y un aún más mezquino 1-1 ante Luxemburgo (por la crónica, primer empate en la historia de la Azzurra ante un rival anteriormente siempre derrotado).

Ya en Brasil, el triunfo ante Inglaterra pareció el comienzo de un torneo exitoso, pero la derrota ante Costa Rica (también la primera ante este adversario) y la increíble expulsión de Marchisio ante Uruguay, en la que era una verdadera final para ambos, terminaron con un ciclo que seguramente merecía mejor suerte.

La derrota, se sabe, es el peor pecado en este fútbol moderno, especialmente cuando quiebra una ilusión multitudinaria: a Prandelli no se le podía perdonar haber ido de mayor a menor, de haber fallado, luego de un excelente camino, justo sobre la meta final.

La elección de Antonio Conte como su sucesor pareció algo inevitable, puesto que el oriundo de Lecce venía de tres títulos consecutivos, y sin embargo la elección de un "hombre fuerte" se debió principalmente a la necesidad de sostener la presidencia "débil" del nuevo mandamás federal, ese Carlo Tavecchio involucrado, aún antes de ser elegido, en un desagradable episodio racista, que inclusive le costó varios meses de suspensión por parte de la UEFA, vaya manera de comenzar un mandado renovador...

Sin embargo, una mirada más atenta habría desaconsejado esa elección: en primer lugar, Conte obtuvo grandes resultados en Italia, si bien su primer título fue rodeado de polémicas y suspicacias, mientras que en Europa su gestión fue un fracaso rotundo.

Además, sus características de conductor obsesivo, esencialmente motivador pero bastante pobre en el "mano a mano" y en la lectura de los partidos, que son ideales para un club y su rutina diaria, parecen poco aptas para una selección, donde el "plantel" cambia contiuamente y no hay tiempo para transmitir carácter y fortaleza anímica.

Además, una consideración relativa a nuestros tiempos: la nueva generación de futbolistas, italianos e internacionales, maneja códigos diferentes. Los jóvenes muestran una nueva manera de entender el fútbol y es más fácil contagiarlos con el concepto de diversión y de buen juego que con las viejas banderas de la garra y el espíritu guerrero, elementos que no se consiguen en una consola de video juegos.

Los primeros partidos de la era Conte, mucho más allá de los resultados, 5 victorias y un empate, confirmaron trágicamente esta sensación: luego del triunfo esperanzador ante Holanda (que sin embargo, como se vio luego, fue capaz de perder hasta con Islandia) y de la buena victoria en Noruega, el equipo nacional pareció enroscarse sobre si mismo y el modelo se fue deteriorando rápidamente.

Así, llegaron el pobre 2-1 ante Azerbaján (que luego Croacia venció por 6-0), el mezquino 1-0 ante Malta (peor resultado en la historia Azzurra ante los isleños) y el vergonzoso empate 1-1 en casa ante Croacia, rival más peligroso del grupo de eliminatorias, en el que pareció haber retrocedido 50 años, con un equipo miedoso, encerrado en su campo y sin siquiera esa increíble capacidad de defenderse de antaño, cuando el 1-0 de Candreva hubiera sido defendido con uñas y dientes para llevarse los tres puntos.

Punto final del año este 1-0 ante Albania, un rival que se ubica en el puesto 48 del ranking FIFA. Italia jugó con un equipo esperimental, pero nunca pudo imponer condiciones y lo más triste fue el estadio Luigi Ferraris (Genova), con una mayoría aplastante de público visitante, a pesar del anuncio de que la recaudación sería donada para los daños de la aluvión recientemente sufrida por la ciudad.

En suma, 2014 fue para la Azzurra un año para el olvido, que se cierra con la amenaza, expresada por el propio Conte, que "estamos apenas al comienzo del derrumbe". Dijo también que quiere ayuda: raro que no sepa que el entrenador de la selección es, desde siempre, el hombre más solo de Italia. Le deseamos suerte, una vez más, porque su fracaso sería el de todos. Esperando que reflexione profundamente sobre sus ideas y sus métodos.