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El Rector que casi reprueba al América

LOS ÁNGELES -- Humberto Filizola quiso escribir una épica. Su entorno la interpretó como una parodia, como una oda a la ridiculización. Pero, casi reprueba a uno de los mejores equipos en la historia del América.

1994, abril 3. Filizola había trabajado --sin saberlo-- toda la vida para ese momento. Y había trabajado unos meses para su momento.

Tenía 44 años. El escritor León Daudí aseguraba que “sólo es capaz de realizar los sueños el que, cuando llega la hora, sabe estar despierto”. Filizola no había dormido la víspera, para estar despierto para su cita.

44 años e iría como bayoneta ante las Águilas del América, partido oficial de Primera División. Debut y despedida.

Era, entonces, rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, por lo tanto voz de mando administrativo sobre Correcaminos. Pero, el jefe obedeció a su empleado meses antes de ese 3 de abril.

Jesús El Profe Bracamontes era el técnico de Correcaminos. Aceptó la complicidad con Filizola. Lo haría jugar en la Liga. A cambio debía adquirir su mejor forma física, ceder ante la dictadura de la báscula, y entrenar cada día, como si al siguiente domingo fuera su debut.

Filizola aceptó los once mandamientos de Bracamontes. El cazador le entregó la escopeta al pato para que éste le enseñara a cazar.

La camiseta 28 era suya. La cruzada comenzaba. “Quería poner un ejemplo a la juventud tamaulipeca. Si podía jugar yo en Primera División, ellos podían jugar en Primera División”, comentaría después de su debut.

Filizola explicó a los medios entonces que “el deporte me ayudó a cursar la maestría en la Universidad de Chapingo. Queremos promover el deporte en la universidad, con proyectos que van para todos, desde los 13 a los 80 años”.

Pero antes de cumplir su ilusión de jugar con Correcaminos, debía recorrer el vía crucis impuesto por el técnico del equipo. No bastaba querer, había que poder.

Filizola trabajaba y el entrendador lo supervisaba. “En una de sus exposiciones como rector, dijo que sólo le faltaba realizar el sueño de jugar con Correcaminos. Era un atleta, entrenaba todos los días, futbol, basquetbol, futbol americano, parecía un muchacho”, recuerda Bracamontes en declaraciones a TUDN, cadena de la que es analista.

“Lo condiciono a que entrene diario; a que se concentre horas antes del partido; que medicamente estuviera bien y que guardara el peso. Todo lo cumplió”, recuerda El Profe.

Guardando proporciones, guardando abismales distancias, Filizola era la versión tamaulipeca de Rudy Roettiger (Reto a la Gloria), la historia genuina de un joven que física e intelectualmente parecía en desventaja respecto a los estándares para ser jugador del equipo de Notre Dame.

Llegaría el día. Jornada 38. El Estadio Marte R. Gómez abarrotado. Un día histórico para Ciudad Victoria, pero principalmente por la jerarquía del equipo visitante.

Así, Humberto Filizola tendría su debut en su propia Notre Dame ante el América. Sí, El Nido de Zague, Martelotto, Cecilio de los Santos, Julio César Uribe, Antonio Carlos Santos, Adrián Chávez. Un trabuco de Coapa, dirigido por Miguel Ángel 'El Zurdo' López.

Jesús Bracamontes recuerda en TUDN la charla técnica antes del partido. “(Revisamos) la estrategia del juego antes del partido. Íbamos a jugar con 15 ó 20 minutos con un hombre menos, estando él (Filizola) presente, como centro delantero. Entonces nos íbamos a acomodar como si tuviéramos diez jugadores y no once”.

Siendo última jornada del torneo mexicano, con Correcaminos como penúltimo general en la Tabla, salvando el descenso gracias a Querétaro, las cámaras seguían al protagonista de lo insólito.

Lo apoteósico pudo haber ocurrido. El hondureño Raúl Martínez Sambulá caracolea por izquierda y desde la línea de fondo sirve al área. Aparece Filizola, cachetea de derecha, y el balón se va a un lado del poste derecho de Adrián Chávez.

Bracamontes revive ese momento y recuerda el comentario que al final del juego le hace El Zurdo López: “Era mi amigo y me dijo ‘si nos mete ese gol (Filizola), nos tenemos que retirar todos (en el América). No hagas eso’, medio en broma medio en serio”.

El mismo Filizola bromearía sobre esa oportunidad errada: “lástima que fallé el gol porque hubieran corrido a todos los defensas del América y a Chávez que era el portero”, según declaró entre risas al diario tamaulipeco El Cinco.

Humberto Filizola jugó 29 minutos. Había sido el jugador de más edad en el futbol mexicano, hasta que Jorge Vergara decide registrar a Chava Reyes y brindarle un homenaje, cuando el legendario atacante de Chivas contaba con 71 años, en el Clausura 2008.