El Dakar es, por su naturaleza, la carrera más difícil del mundo. El desafío, en muchas ocasiones, se convierte en un suplicio para los participantes. El terminar la carrera es el objetivo principal de la mayoría de los inscriptos. Pensar en ganar, es algo reservado para unos pocos, en un grupo de corredores que está integrado por profesionales, amateurs y apasionados. Las historias ocultas detrás de cada moto, cuatri, auto o camión son interminables. Para algunos, la odisea arranca antes de que la señal de largada marque el inicio de cada edición. El caso de Mason Klein, sin dudas, es una muestra clara.
El estadounidense, de apenas 22 años, irrumpió en el mundo grande del raid con su noveno puesto final en el Dakar 2022 entre las motos para quedarse con el honor de ser el mejor debutante. En 2023 ganó una etapa y debió abandonar en el tramo 13. Para este año, con energías e ilusiones renovadas, viajó a Arabia Saudita con el tiempo necesario para las verificaciones y puesta a punto. Sin embargo, le tocó vivir algo impensado: su moto no estaba. ¿El motivo? Quedó frenada en la aduana en la frontera entre Dubai y Arabia Saudita. Y no había solución. ¡Faltaban tres días días para el arranque del prólogo!
Klein no lo pensó dos veces. Pidió ayuda a un colaborador del equipo y partió en camiones hacia la frontera para tratar de destrabar la situación. En total, entre ida y vuelta fueron ¡36 horas de viaje! Lo más importante fue que logró sacar su Kove y partir hacia el campamento.
No bien llegó, el equipo comenzó el trabajo sobre la máquina que incluía… Absolutamente todo. Hasta pegar las publicidades y logos. Todo. Sí, todo. “Fue una locura. Tuvimos que actualizar el árbol de levas y el tiempo alcanzó para pequeñas cosas que encontramos para hacer que la moto sea más fuerte”, contó Klein. El reloj marcaba apenas 24 horas para el prólogo. Finalmente, pudo subirse a su Kove para largar le edición 46 del raid con un aditamento nada cómodo para el estadounidense: solo se había subido una vez a la moto antes de largar. Y fue para moverla un poco por el campamento.
“Es un milagro que esté acá”, dijo después de terminar el prólogo. Fueron 27 kilómetros en los que empezó a tutearse con la moto. Y en la primera etapa, ¡fue tercero! Increíble. “Había mucha roca y terreno duro. También hubo bastantes pistas rápidas en las que me pregunté si no me faltaba potencia, no estaba seguro de si estaba atascado o no. Por eso mi neumático está como está. Fue mi tercera vez sobre la moto y no podría estar más contento”, contó el joven piloto, quien, hasta ahora, pasó más horas sobre la camioneta que le salvó la carrera que sobre su Kove. Pero está en la pelea y bien arriba.