El piloto argentino mostró talento y tranquilidad en una carrera plagada de maniobras malintencionadas y desprolijas. Scott Dixon fue el ganador.
No se trata de alabanzas por cuestiones regionales; “la única verdad es la realidad”, dijo Aristóteles. Lo más destacable de la actuación de Agustín Canapino en las calles de Detroit, donde se disputó la sexta cita de IndyCar 2024, fue su limpieza y caballerosidad para manejar. Parece insólito tener que subrayar algo que debería ser natural, pero la enorme mayoría del parque de la categoría más importante de monopostos de Estados Unidos firmó un papel bochornoso y lamentable en el urbano de Michigan.
Maniobras malintencionadas, golpes arteros, errores de cálculo que ni los novatos del karting cometen, insultos por radio, autos dañados… Un cóctel vergonzoso protagonizado por un grupo de corredores que tiene un talento único como para manejar a casi 400 km/h en el óvalo de Indianápolis, pero que en Detroit se dedicaron a tirar por la borda todo el prestigio.
Las sanciones se acumulaban y no es que se trataba de nóveles los que protagonizaban papelones. Will Power, Scott McLaughlin, Colton Herta, Christian Lundgaard… Hasta Josef Newgarden, quien viene de ganar brillantemente las 500 Millas, tuvo su momento vergonzoso. Una pena, una carrera que, lejos de ser olvidable, se tiene que tener muy en cuenta sobre las cosas que no se deben hacer. Fueron 74 vueltas interminables, tediosas y tristes de las 100 pactadas.
En medio de todo eso, lo de Canapino fue limpio. Cuando podía atacar, lo hacía. Cuando no podía, lo evitaba. Pero también sufrió. Porque Théo Pourchaire, actual campeón de Fórmula 2 como para entender el palmarés del francés, le pegó un artero autazo al intentar superarlo y le dejó totalmente doblada la dirección del auto del Juncos Hollinger Racing. Y no fue por la venganza, como varios de sus colegas, tragó saliva y siguió con su auto difícil de llevar. Tanto, que hasta lo perdió en una curva, golpeó con la parte trasera contra la pared, pero siguió adelante. En el revuelo de esas 74 vueltas, llegó a estar tercero, en medio de tanta bandera amarilla. Finalmente fue 12º, repitiendo su mejor resultado en la categoría, pero lo más importante es que podrá decir que hizo una competencia leal.
Otro que fue sumamente leal fue Scott Dixon. Otro que le hizo honor a la grandeza de la categoría en las calles de Detroit. El neozelandés mostró su clase y chapa, su conducción con la puntita de los dedos para ahorrar combustible y llegar hasta el final. Una clase magistral de Dixon, quien llegó a su 58º victoria en la categoría. Canapino podrá sacarse la foto con Scott, porque fueron de los pocos limpios en la carrera de Detroit, de los que dejaron en alto a una categoría enorme, pero que en Michigan sufrió con muchos pilotos que quedaron en deuda.