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El camino de Racing a la final de la Copa de la Liga

El camino de Racing a la final de la Copa Liga Profesional estuvo lleno de obstáculos. El equipo no arrancó de la mejor manera desde lo futbolístico y poco a poco fue perdiendo confianza.

El ciclo de Juan Antonio Pizzi estaba dando los primeros pasos, y los resultados no llegaban. Tampoco el funcionamiento del equipo.

El debut en el certamen fue con derrota: 2 a 0 de visitante ante Banfield. Y luego se dieron dos empates seguidos, de local ante Aldosivi y de visitante frente a Estudiantes de La Plata.

En el medio, la Academia recibió un golpazo por la final de la Supercopa Argentina, donde River lo vapuleó con una goleada por 5 a 0.

Ese resultado, pese al poco tiempo de trabajo que llevaba el DT, puso en duda su futuro. Y todo se hizo cuesta arriba desde ese momento.

Pero el entrenador y su cuerpo técnico mostraron ser buenos pilotos de tormenta para seguir adelante. Tres victorias consecutivas, ante Platense, Central y Argentinos, le dieron aire a Pizzi. Y luego, con un planteo muy defensivo, volvió a enfrentar a River esta vez en el Monumental: casi no atacó, pero rescató un punto.

Más tarde derrotó sobre la hora, con un penal polémico, a Independiente. Fue sólo un poco de oxígeno para un Pizzi que seguía siendo cuestionado.

La irregularidad fue una constante en este torneo, al punto que los de Avellaneda llegaron a la última fecha con la obligación de vencer a San Lorenzo, y por más de un gol. En el Cilindro estuvieron a la altura y ganaron el clásico por 2 a 0. Fue una verdadera final, porque así desplazó del pasaje a cuartos de final al Ciclón.

Ya en ese momento la cara del equipo era otra. Se venía afianzando en la Libertadores y la idea de juego que proponía el entrenador estaba más clara, apoyada con un rendimiento más parejo a nivel individual.

Así llegó a los cuartos de final, ante Vélez, donde no lució, empató 0 a 0 y pasó por penales. Al igual que ante Boca, donde tras igualar sin goles también se impuso desde los 12 pasos.

A la Academia de Pizzi, está claro, no le sobra nada. Llega a esta final sin anotar tantos en los 90 minutos desde cuartos. Pero con la fortaleza que dan los resultados y un juego colectivo que sin brillar, muestra una solidez que antes no tenía, se ilusiona.