SAN PABLO (Enviado especial) – El Messi más maradoniano que jamás se haya visto salió a escena en Brasil y parece haber llegado para quedarse.
Consciente de su rol de capitán, líder y bandera de una Selección Argentina en reconstrucción, Leo volvió a disparar munición gruesa contra la CONMEBOL después de haber sido víctima de un nuevo fallo arbitral. Y la insólita roja que le mostró el paraguayo Mario Díaz de Vivar luego del cruce cara a cara que tuvo con un exasperado Gary Medel le terminó de demostrar que nada es casualidad.
"Se cansaron de cobrar boludeces (sic) en esta Copa y hoy no fueron nunca al VAR", declaró en el primer signo de rebeldía al término de la polémica derrota en semis contra Brasil. "El árbitro (el ecuatoriano Roddy Zambrano) nos faltó el respeto, inclinó la cancha", agregó aquella noche en relación al reclamo de dos penales que no fueron revisados por la tecnología.
Lo de Belo Horizonte fue apenas el comienzo. Su llamativa expulsión a los 37 minutos del partido por el 3º puesto contra Chile colmó su paciencia. Con su tranquilidad habitual y sin perder las formas, arremetió nuevamente contra el sistema y fue más allá: "No tenemos que ser parte de esta corrupción. La Copa está armada para Brasil".
Quedó instalada la sospecha de que sus críticas post clásico pudieron haber repercutido en el accionar del juez. Para el propio Messi, su honestidad y su sinceridad le pasaron "factura".
Su ausencia en la premiación del 3º puesto producto del enojo ("Sentí que nos habían robado") y sus dichos en zona mixta alimentaron el mito. El 10, al que siempre le exigieron muestras maradonianas, se cansó de ser políticamente correcto. Fue una reacción genuina, en caliente, sin querer parecerse a nadie.
Aunque tenga la espalda suficiente, sería un error dejarlo en el frente de guerra. Más allá de lo seductores que pueden ser sus gestos, el capitán tiene que ocupar su cabeza en jugar sin condicionamientos. Y lo realmente importante es lo que pueda generar adentro de la cancha o en la intimidad del vestuario, no lo que provoca al cantar el himno o por despotricar contras las injusticias.
Si la AFA tiene pruebas de que fue perjudicada adrede, debe ir a fondo para esclarecer los hechos y encontrar a los responsables. Mientras tanto, todavía rebotan las bombas de Leo. Un Messi que, al igual que la Selección Argentina, llegó de una forma a Brasil y se va totalmente diferente.