JOHANNESBURGO -- Vicente Del Bosque es el gran triunfador del Mundial de Sudáfrica 2010 tras convertirse en el técnico que conduce a la selección española a la gesta más grande de su historia, sin perder en un solo momento su manera de andar por el fútbol y la vida, representando el triunfo de la sencillez.
Se convierte en el mejor entrenador de la historia de España y su gesto es el mismo. Del Bosque es discreción absoluta. Un técnico que cede el protagonismo a sus jugadores, que nunca figura y da un paso atrás cuando hay celebraciones. Un seleccionador que no genera una sola polémica, que no esconde de la crítica y argumenta de forma incansable sus ideas para convencer a todos.
Antes de la Eurocopa 2008 Luis Aragonés comunicó a la Federación Española de Fútbol (RFEF) que no continuaría. Se comprometió con el Fenerbahce turco. El éxito lo coronó tras superar fases de duras críticas. Encontró un estilo en su camino, en Dinamarca por la lesión de Fernando Torres, que condujo a la Roja a la gloria.
Fernando Hierro, que ya era director deportivo pero no podía ejercer como hace en la actualidad por su tensa relación con Aragonés, tuvo claro quien debía ser el sustituto del 'Sabio de Hortaleza'. El elegido era Vicente Del Bosque con quien ganó todo en el Real Madrid y con quien se marchó de la mano por la puerta de atrás de un club en los que ambos eran señas de identidad.
El fútbol les tenía reservado un guiño. La buena herencia de Aragonés la ha hecho crecer Del Bosque con la ayuda de Hierro. El técnico salmantino pone en Sudáfrica el broche de oro a una carrera que todavía no termina.
Sus éxitos en el banquillo del Real Madrid tienen continuidad. El técnico que hace fácil lo complejo, que consigue armonía en vestuarios plagados de estrellas que para él son "chavales de buen corazón", toca el cielo futbolístico.
Su dócil personalidad le hace manejar como nadie los jugadores a los que dirige. Les concede libertad en muchos aspectos, apuesta por el diálogo siempre, alejado del látigo que hace famosos a otros entrenadores o de la parafernalia de un espectáculo en el banquillo del que Del Bosque se aleja. Seguro que acabó arrepentido la final por sus quejas continuas al árbitro por permitir el continuo juego al límite del reglamento de Holanda. Por encararse incluso con jugadores rivales en un momento de tensión, cansado de ver sufrir patadas a Andrés Iniesta.
Siempre con su inseparable Toni Grande a su lado, escuchando consejos tácticos en momentos claves de los partidos, y con su hombre de confianza en el apartado físico, Javier Miñano, a quien cede toda la responsabilidad en esa faceta y nunca le falla, Del Bosque se convierte en el gran triunfador de un Mundial en el que deja el sello de un brillante entrenador.
Teniendo personalidad para sentar en el banquillo a estrellas, acertando en los cambios y aportando a España un 'Plan b' con un extremo puro como Jesús Navas que en la herencia que recogió no existía. Ha mandado mensajes durante todo el campeonato y ha respondido a la crítica con buenos argumentos. Con aciertos desde el banquillo que han cambiafo el guión de los duelos.
En un historia que parecía insuperable, Del Bosque ha inscrito su nombre en la Copa del Mundo, la joya de la corona. Con el Real Madrid ganó dos Champions, dos Ligas, una Copa Intercontinental, dos Supercopas de España y una Supercopa de Europa antes de ser cesado por no responder al perfil de la modernidad. El Mundial de Sudáfrica engrandece los valores clásicos del fútbol. Hace triunfar a la sencillez de una buena persona.