BARCELONA -- Vinícius Júnior le dio la bienvenida a Arda Güler al Real Madrid sin ahorrarse una indirecta contra el Barcelona. El brasileño, obviamente, ya olvidó el tiempo en que, jugando aún en Brasil, suspiraba con fichar por el Barça, el equipo que "siempre elijo" para jugar en la play.
No. Lo de Vinícius no es un caso excepcional porque doce años atrás, en 2011, el Madrid tenía prácticamente atado el fichaje de un Neymar que anhelaba por pasar a la historia del club "como Roberto Carlos"... Y que acabó fichando por el Barça. De más está apuntar a estas alturas la cifra en comisiones que desembolsó el club azulgrana para hacerse con él...
El 'poder del escudo' como a alguien le ha dado por escribir para argumentar que el joven talento turco prefiriera al Madrid por encima del Barcelona es, simplemente, una mentira. Una falsedad. Es el poder del dinero, por encima de todo, y de la seducción en segundo término. Pero siempre, siempre, por detrás del dinero. De unas comisiones que en el futbol moderno se han convertido en la gran razón de ser.
No hace falta hablar ahora de Kylian Mbappé y de todo lo que rodea/rodeará su salida del Paris Saint-Germain, de la que el futbolista y su familia/representantes quieren sacar un provecho económico monstruoso. Si, como puede parecer, el astro francés acaba en el Real Madrid porque Florentino Pérez le ofrece todo lo que le exigen, se escribirán toda clase de bondades deportivas, dejando a un lado ese componente económico.
Y no. No es esa la realidad. Y la historia está llena de ejemplos. Los hay cercanos en el tiempo personalizados en Luis Suárez, André Gomes, Luka Modric o Marco Asensio. Todos ellos, y no pocos más, estuvieron cerca, muy cerca en algunos casos, de fichar por uno de los grandes del futbol español y acabaron jugando en el otro. Y si en algún caso fue por la indecisión del club de ficharle, en algún otro fue por las condiciones que se le puso sobre la mesa.
En junio de 2013, por ejemplo, Suárez, entonces goleador del Liverpool, no dudó en proclamar su sueño: "Jugar en el Real Madrid es lo máximo"...
También hay casos más lejanos y pocos como el inolvidable culebrón que protagonizó el francés Christian Karembeu, capaz de fotografiarse con una camiseta del Real Madrid en un diario y con otra del Barcelona en otro periódico en noviembre de 1996. Su desembarco en el Bernabéu lo decidió, sí, el mejor contrato que le puso sobre la mesa el entonces presidente merengue Lorenzo Sanz.
O el mismísimo Ronaldinho, que medio convencido por Florentino Pérez en 2003 por retrasar un año su desembarco en el Real Madrid fue convenientemente seducido por Sandro Rosell para convertirse en el fichaje estelar del primer Barça de Laporta.
El dinero siempre marcó las diferencias en el deporte profesional, pero el dinero se ha convertido hoy en el único motivo diferencial. Así se demuestra con la eclosión del futbol árabe, capaz de seducir a estrellas de relumbrón que en condiciones normales ni se plantearían cambiar Londres, Madrid, Manchester o Milán por Riad.
Arda Güler se presentará en el Bernabéu proclamando que cumple "el sueño de mi vida". Creerse lo que pueda decir un chico de 18 años que una semana antes suspiraba fichar por el Barcelona es cuestión de cada uno.