Los números respaldan a Mbappé tras su gran despertar, aunque el aporte de Álvarez al Atlético va más allá de su desempeño en la cancha
MADRID -- El viernes pasado ESPN presenció lo que mejor define a un derbi entre Real Madrid y Atlético Madrid. Dos repartidores, apostados en la céntrica Calle Fuencarral de Madrid, discutían si Kylian Mbappé sería el mejor fichaje de la temporada.
Uno mantenía la teoría de que iría a más porque, simplemente, ir a peor era imposible. Para él no había dudas que el crecimiento de Mbappé no era más que la confirmación de que sería el jugador franquicia de este año.
El otro, algo más conservador, decía que Vinícius Júnior seguirá manteniendo ese status mientras que Kylian debería de esperar. Y esperando su turno estaba un tercer compañero que, desde el fondo, gritó: “La Araña, amigos, la Araña...”. Se montó en su bicicleta, se fue a repartir el pedido y los dos repartidores iniciales se quedaron con cara de circunstancias.
Es semana de derbi y todo se confronta: desde las familias hasta los trabajadores. Y ese debate de quién es mejor refuerzo está en la calle. Más ahora que Mbappé parece haber recuperado su toque para demostrar que su apuesta era la ideal.
Porque el francés ha empezado a estar más cómodo en el campo y ya se le ve sonreír. Pero ha tardado mucho más que un Julián Álvarez al que apenas le costó un mes adaptarse al complicado sistema táctico que impone el Cholo Simeone a los nuevos refuerzos.
Sin embargo, y a pesar de que los primeros meses de Mbappé no fueron los mejores, sus números no son nada malos. En LaLiga lleva 15 goles y 2 asistencias, mientras que en la Champions League suma 3 tantos y 2 pases de gol. Nada mal. A nivel de sensaciones es otra cosa. Los primeros meses del francés estuvieron marcados por la falta de adaptación, por los fallos de gol y por llegar, incluso, a ser un delantero que estorbaba por la falta de espacios en ataque.
Incluso, el propio Vinícius se desdibujó a sí mismo para que el nuevo refuerzo del Madrid pudiera brillar como mucha gente esperaba.
Ese Mbappé, que admitió todo eso cuando declaró que “en Bilbao toqué fondo”, tras fallar su segundo penalti, ha dejado paso a un jugador liberado que se siente cómodo y feliz. Y que es diferencial.
Contra le UD Las Palmas pudo marcar su primer hat trick, pero el VAR lo impidió. Sí que lo consiguió contra el Real Valladolid en otro partido magnífico del francés que, ya en 2025, ha confirmado que su fichaje no fue una equivocación.
En la otra acera futbolística de Madrid, Julián Álvarez tiene diferentes números. El argentino ha sido la inversión récord en el futbol español, con un traspaso de 75 millones de euros más otros 20 en variables. Su primer mes fue discreto, al igual que el rendimiento colectivo de un Atlético de Madrid que, en cuanto el argentino se empezó a entender con Griezmann, se destapó como uno de los mejores conjuntos de Europa.
Compañeros describen a Julián como un líder silencioso que habla poco pero, cuando lo hace, se le escucha. Es un tipo reservado, amable y muy cercano con sus compañeros. Sin embargo, esa timidez deja paso a un carácter ganador sobre el terreno de juego que provoca un vendaval futbolístico que hace mucho tiempo que no se veía en el Metropolitano. Por eso lleva 6 goles en Champions League y otros 6 en LaLiga, siendo el jugador diferencial junto a Griezmann.
Lo bueno de Julián Álvarez es que le ha dado un carácter ganador al Atleti. Su gol frente al Bayer Leverkusen en aquel segundo tiempo mágico fue el claro ejemplo de lo que es el argentino para Simeone: fuerza, carácter, calidad y el gol que le faltaba.
Porque Julián, tal y como un compañero desliza a ESPN, “llegó al Atleti con un hambre que no habíamos visto en mucho tiempo y eso se contagia”.
¿Mbappé ha sido mejor refuerzo que Julián Álvarez?
Llegados a este punto es muy difícil decantarse por uno o por otro. Mbappé terminará el año teniendo mejores registros, pero lo que está aportando Julián al juego del Atleti es mucho más de lo que puede aportar Mbappé.
Con la llegada del derbi madrileño la balanza puede decantarse porque ambos tienen una cosa en común: las ganas de reivindicarse en una cita que puede ser clave para el título de liga.