BARCELONA -- Un niño argentino llega a Barcelona con el sueño de convertirse en futbolista. Lo hace acompañado de su padre, acaso más preocupado en que el club que le fiche, confía que el Barça, se haga cargo de un tratamiento que corrija su déficit de la hormona del crecimiento.
Pasan los días, las semanas, y no hay fichaje hasta que un día, de pronto, un técnico azulgrana, una leyenda llamada Carles Rexach, se sorprende al verlo durante un partidillo y solventa su incorporación inmediata.
“¿Este es el chaval del que me habéis hablado tanto?”, preguntó Rexach a sus colaboradores al llegar al campo de entrenamiento, con el partido empezado.
Solo cinco minutos después se marchaba por donde había venido, dejando una sentencia: “Ficharle. Ni lo penséis”, enfatizó mientras se iba. “Me bastaron dos minutos para ver que era diferente a todo”, recordó años después Carles.
Así le ficha el Barça, es diciembre de 2000, y comienza su historia. La historia de un niño que se hizo hombre vestido de azulgrana, al que un entrenador llamado Frank Rijkaard hizo debutar durante un amistoso en Portugal en 2003, y que un año después, como quien no quiere la cosa, le dio la alternativa durante un derbi disputado en el campo del Espanyol.
Aquel sábado, 16 de octubre de 2004, el Real Madrid empezó a decir adiós al título tras empatar en el campo del Betis, una semana después de haber sido derrotado en el Bernabéu por el Deportivo de La Coruña y horas antes de que el Barça diera un golpe de efecto en Montjuïc.
Marcó Deco, apenas al comenzar el partido, y le fue suficiente al equipo azulgrana para sumar los tres puntos. No hubo muchas noticias más a destacar en el derbi. Bueno, una sí, pero que fue tomada en aquel momento como poco más que una anécdota: a ocho minutos del final entró al campo un joven canterano llamado Lionel Messi. Aquel día comenzó a escribirse la leyenda.
Con el 30 a la espalda “parecía un veterano”, recordó tiempo después Hugo Ibarra, defensor del Espanyol que vio en el joven Leo a un futbolista “diferente” al que bastaron menos de diez minutos de juego para dejar patente esa magnificencia que marcaría, que sigue marcando su carrera.
Al día siguiente la prensa apenas si prestó atención a su figura. “Ha sido una alegría muy grande”, refirió en un pequeño reportaje, una semana antes de disfrutar de sus primeros 20 minutos en el Camp Nou, durante un partido liguero frente a Osasuna (3-0) en el que sustituyó nada menos que a Ronaldinho.
“Tiene un gran futuro pero debemos ir con pausa”, avisó Rijkaard cuando los focos ya empezaban a fijarse en el chaval de 17 años que empujaba para ganarse un lugar entre los mayores y que vivió, apenas tres días después, la primera gran decepción de su carrera, sufriendo una sorprendente eliminación de Copa ante el Gramenet, equipo de tercera categoría, en el que fue su primer encuentro como titular.
Aquel golpe le apartó, de repente, del plano. Regresó al filial durante cuatro jornadas y hasta el cuatro de diciembre no volvió a entrar en la mira del entrenador, que le concedió nueve minutos en la goleada (4-0) sobre el Málaga…
Y otra decepción, tres días después, en su estreno en la Champions: titular y derrota en Dontesk (2-0). Hasta final de temporada apenas disfrutó de cuatro apariciones más esporádicas y aunque en la última de ellas, frente al Albacete el primero de mayo de 2005, anotó su primer gol, su futuro inmediato no se entendía triunfal.
EL ESPANYOL EN EL HORIZONTE
Recuperemos la escena, el momento. El Barça ha ganado la Liga 2004-05 con gran autoridad bajo el embrujo de Ronaldinho, los goles de Eto’o, la dirección de Xavi, la eclosión de Iniesta, la solvencia de Deco, la seguridad de Valdés y la robustez de una defensa en la que Puyol y Márquez son indiscutibles.
Y arriba, como secundario de lujo, disfruta de un Giuly que es el acompañante perfecto. Y además está Larsson también…
Messi, 18 años recién cumplidos, tiene futuro, sí… Pero no se le supone un presente protagonista. Tal es así que durante el verano se barrunta una cesión y el Espanyol, donde juega su compatriota Pablo Zabaleta, aparece en escena casi sin quererlo. Jorge Messi insinúa la posibilidad de irse cedido al equipo blanquiazul y Josep Colomer, responsable del futbol base del Barça, contacta con los periquitos.
“Me comentó si estábamos interesados en contar con Messi una temporada, en calidad de cedido. Sin desconectar el móvil me fui al despacho donde estaba el presidente con el entrenador y el director técnico y sus miradas lo decían todo”, relató años después el entonces director de la cantera del Espanyol, José Manuel Casanova.
EL GAMPER
Se maduró el asunto con la pretemporada ya empezada. Y ahí estuvo el error del Espanyol. O la providencia, la casualidad o como quiera llamarse a que el acuerdo no se cerrase ‘de cualquier manera’. Porque llegó el torneo Joan Gamper, el 24 de agosto de aquel 2005, y la historia cambió.
La Juventus se llevó el trofeo en la tanda de penaltis tras un partido que acabó 2-2 pero que tuvo en Messi a su único y gran vencedor.
Rijkaard quiso ‘probarle’ ante un rival de primer nivel y la respuesta de Leo fue monumental. Hasta el punto que al acabar el partido, Capello le solicitó la cesión a su antiguo jugador, quien sonriendo le dijo que era intocable.
Si lo era o no antes del partido es algo que nunca sabremos, pero sí sabemos que aquella noche el Espanyol se despidió del jugador.
“Llegó el Gamper ante la Juve de Cannavaro, Zambrotta y compañía y la explosión de Messi en ese partido.
“Cuando vi lo que hizo, pensé 'bona nit... i tapat'. No había nada que hacer”, rememoró Casanova.
Derribó la puerta del primer equipo a lo bestia y se consolidó de pleno derecho entre los elegidos de Rijkaard, convertido en la aparición más fulgurante que se recordaba en el Camp Nou. A partir de ahí la historia es conocida por todos…