BARCELONA -- Volvió el fútbol y volvió, afortunadamente Lionel Messi. Como si una cosa llevase asociada la otra o, quizá, porque una cosa no se entendería sin la otra, el regreso de Leo al cabo de tres meses ha provocado un alivio a cualquier aficionado al fútbol que no se deje llevar por los colores y un alivio multiplicado al hincha del Barcelona, que debió abrir los ojos como platos para no perderse detalle de su exhibición en Mallorca.
Con un nuevo look, sin barba y un aspecto más juvenil, para Messi pareció no haber pasado el tiempo. Si Jordi Alba afirmó tras el 0-4 que regresó en mejores condiciones respecto al antes del parón, en el caso de Leo todo siguió rodeado de una aparente y exquisita normalidad. A poco más de una semana de que cumpla los 33 años existe con el capitán la necesidad de verle a diario y descubrir que, como cuando tenía 22, 25 o 29, la magia sigue intacta y que un poco de Messi es un mucho de fútbol.
Ya es curioso que sin que pueda hablarse del partido de Son Moix como uno de los momentos estelares de su carrera sea una gota más en el océano de sus virtudes. Espectador lejano en el supersónico primer gol de Arturo Vidal, completó una actuación a la altura de lo que se le presupone y eso bastó para ser, con mucha diferencia, el mejor futbolista de la jornada.
Asistió, como quien no quiere de cabeza, a Braithwaite en el 0-2, le regaló otro pase de gol al danés que salvó Reina, suyo fue el centro medido que Araújo estrelló en la madera, suya la asistencia, de primeras, para que Jordi Alba lograse el 0-3 y suyo el remate, con la derecha, que cerró la goleada.
Entre todo ello un caño en el área, una diagonal supersónica, un remate alto y combinaciones de primer nivel que dejaron clara la ascendencia de Messi, de principio a fin, en el argumentario futbolístico de un Barcelona que pasó por Mallorca como una apisonadora a la que bastó apretar el acelerador en momentos determinados para convertir su regreso a LaLiga en un plácido paseo.98 días después de que salvase los muebles frente a la Real Sociedad en el Camp Nou,
Leo volvió como si esos tres meses, 14 semanas, no hubieran existido. La nueva normalidad arrebató a los aficionados de la isla la posibilidad de ver en directo que el capitán del Barça está por encima de cualquier circunstancia al juego y que, por más que le duela como al más común de los mortales el fútbol sin la gente, en el césped su figura sigue siendo monumental.
Volvió LaLiga y regresó Messi. Por fortuna lo uno no se entiende sin lo otro y al cabo de tres meses de confinamiento bastaron 90 minutos en Mallorca para comprender que un poco de Leo es un mucho, muchísimo, de fútbol.