En términos modernos al Real Madrid y a Florentino los dejaron en visto.
La sensación de superioridad que da el poder ha motivado al jeque Al Khelaifi a negar la salida de Kylian Mbappé del PSG. Un mensaje del nuevo orden del fútbol mundial. El mismo que invirtió 222 millones de euros para robar a Neymar, cláusula de rescisión de por medio, es el mismo que le negó a Florentino la compra del francés, con 200 millones de por medio. Un “ahora mando yo” en toda la regla.
El mensaje es claro: el poder y los cromos los ostentan otros. Y el dinero. Desde Madrid, la necesidad. Desde París, la tranquilidad de quien sabe que lo tiene todo. Y quien lo tiene todo siempre es dueño de su destino… y, en este caso, del de Mbappé.
Dos situaciones opuestas que se complementan en procesos tóxicos. Ya saben, los asuntos de siempre del fútbol. El interés de Florentino para comprar una pieza que viene siendo su objeto de deseo desde hace algunas temporadas, y del otro, el pulso del jeque por decir prefiero luego que se vaya gratis a vendértelo ahora. El famoso “porque puedo”.
Al principio se habló de dinero. Pero conforme subió la oferta de los merengues quedó claro que aquella intención de vender pasaba por ni siquiera contestar al teléfono. En términos modernos al Real Madrid y a Florentino los dejaron en visto.
Lo entiendo. Lo dije en la columna anterior. Si tuviera el coche de lujo que tiene el PSG lo saco a dar unas vueltas por París. Piso acelerador y lo pruebo en la campiña francesa y, finalmente, lo saco a quemar neumáticos por las carreteras de Europa. Total, hay “juguetes” que se tienen solo una vez. Por el tiempo que dure…
