Los seguidores rojinegros vivieron una noche dramática en Guadalajara, que culminó con la conquista de su segundo título consecutivo
GUADALAJARA -- La Ciudad de la Furia está de fiesta. Guadalajara no duerme la noche del domingo, pues Atlas es campeón. ‘A lo Atlas,’ de manera sufrida, pero la afición rojinegra celebró el segundo título de la Liga MX de manera consecutiva y el tercero en su historia.
Cerca de las 17:30 la afición rojinegra comenzó a agruparse en la Glorieta de los Niños Héroes. Conforme se acercó la hora señalada para iniciar el partido en Pachuca, se acumularon familias y aficionados enfundados con la casaca de los Zorros.
El color era inigualable, banderas, bombos y bengalas, mientras que algunos niños se encontraban en los hombros de sus padres. Los cánticos de “Atlas Campeón” y el piano del sonido local del Estadio Jalisco, activaba a la Fiel Rojinegra al grito de “Atlas”.
Previo el inicio del encuentro, el nerviosismo estaba a flor de piel. Los que no pudieron viajar a Hidalgo estaban en la Glorieta de Los Niños Héroes, pero con el corazón en Pachuca.
Rodó la pelota. Entre aplausos y gritos se apoyó con todo desde Guadalajara. En las calles y los bares se celebraron despejes y barridas, así como recuperaciones de pelota.
En la Avenida Chapultepec no había una sola mesa libre, quedaba poco espacio para caminar y mientras algunos llegaban tarde a la cita y buscaban un lugar para poder seguir el encuentro, Romario Ibarra colocaba el 1 a 0 para Pachuca.
Las manos a la cabeza, la afición rojinegra no lo podía creer. Pachuca acortó la ventaja, sin embargo la afición reaccionó pronto y comenzó de nuevo a cantar, el buen ánimo siguió presente.
Minutos más tarde, llegó el silencio de la afición rojinegra, Fernando Hernández fue al VAR a revisar un posible penal a favor del Pachuca, la jugada tardó mucho en revisión, sin embargo, no sancionó el penal y la afición en Guadalajara celebró la decisión como si fuera un gol. Atlas respiró en la sede del encuentro y a 485 Kilómetros su afición también.
Cuando más tensión se sentía entre los seguidores rojinegros, Daniel Aceves, zaguero del Pachuca, desvió el esférico con la mano dentro del área, la jugada también se revisó en el VAR y se sancionó la pena máxima para Atlas. Julio Furch convirtió desde los once pasos, para colocar el 1 a 1.
Voló la cerveza, llegó el llanto de alegría, las banderas por lo alto, Atlas de nuevo tomó la ventaja y la Fiel recuperó el sueño de un nuevo campeonato.
En el tiempo agregado de la primera mitad, llegó el segundo gol de Pachuca. Volvió Silencio en la Glorieta, los Tuzos regresaron al juego con el 2 a 1. El nerviosismo se apoderó de nueva cuenta de la afición rojinegra. Una Montaña Rusa de emociones.
El segundo tiempo fue de nerviosismo total. Manos juntas como en oración, otros se comían las uñas. En constantes ocasiones se revisó el reloj, que en Guadalajara parecía correr muy lento.
Al minuto 81 tarjeta roja para Aníbal Chalá, más estrés. Crecieron los gritos de apoyo para el ídolo Camilo Vargas. Se hizo presente el grito de batalla: “Vamos Rojinegros, esta noche tenemos que ganar”.
El juez agregó seis minutos y la agonía aumentó, pero el marcador ya no se movió, con lo que explotó la afición de Atlas. Llegó el tercer título de Liga y el Bicampeonato. Llegó el llanto y la locura. El padre que abrazó al hijo, los gritos y la alegría desbordados, Atlas es campeón y Guadalajara se convirtió en la sede de una gran fiesta.