El Turco Mohamed no sólo es un genio de las estrategias sino también de las estratagemas. Esta vez el desafío es mayor ante el Triunvirato de Tigres
LOS ÁNGELES -- Antonio Mohamed debe ser el técnico –en activo–, que mejor descifra los jeroglíficos de un partido de futbol en México. Pero esta vez el técnico del Toluca enfrenta a un Triunvirato que ha llevado a Tigres a la Final del Apertura 2025 de la Liga MX.
El Turco Mohamed parece dormir con el enemigo. Y disfrutarlo. Parece aposentarse con el adversario y hurtarle en la almohada las ideas. El mejor ejemplo es André Jardine.
El técnico del América, un tipo tricampeón de capacidad incuestionable, ha urdido formas de vencer al Toluca de Mohamed. Y ha fracasado. Parecería que El Turco se metiera en sus recovecos neuronales y le incautara las ideas. A cada partido, un intento y un invento de Jardine. Y kaput, se lo arruinan cambiando de nombres o de posiciones.
Claro, a Mohamed también lo sorprenden. El sábado pasado, ante Monterrey, “adivinó” exactamente lo que planeaba hacer Domenec Torrent. Y en el primer tiempo pudo golearlo incluso.
Para el segundo tiempo, se sorprendió, cuando los propios futbolistas de Rayados se amotinan tácticamente, cuando se apoderan de sus propias ambiciones, al grado que el hijo de Lot y Edith, la estatua de sal Anthony Martial, ofreció su único partido relativamente digno del torneo y hasta granjeó un penalti. Vaya, Roberto de la Rosa hizo gol y se sintió crack, tras naufragar en ese mismo nivel mediocre que mostró con Pachuca.
Ahí, en plena Rebelión de los Colgados, en términos de Bruno Traven, el nuevo desorden o el reordenamiento táctico de Rayados sorprendió a Mohamed, quien activó la alarma de incendios y llamó –desesperado y temerario– al Pollo Briseño, junto con Diego Barbosa y Robert Morales.
Sí, el Turco Mohamed no sólo es un genio de las estrategias sino también de las estratagemas. La inteligencia planea, la astucia recompone.
Pero esta vez el desafío es mayor. Tres cabezas suelen pensar mejor que una. Sí, el Triunvirato de Tigres.
No es el Turco contra Guido Pizarro. Esta Final entre Toluca y Tigres implica que Mohamed va contra Pizarro, André-Pierre Gignac y Nahuel Guzmán... y una sólida cofradía de jugadores.
Ricardo Pelaez analiza que será una final intensa entre dos grandes plantillas, pero advierte que las bajas en Toluca podrían ser clave a favor de Tigres.
Toluca tiene futbolistas para mantener el nivel superlativo que ha tenido ya durante dos torneos. Buena señal además es la de terminar la azarosa jornada ante Rayados sin contracturados o al menos acalambrados. Y su avidez y disciplina táctica fortalecen las exigencias del técnico.
En Tigres el armazón es totalmente diferente. Pizarro tiene dos emisarios emocionales y estratégicos en la cancha, con un Gignac en plenitud y el respaldo de un aparentemente más serio y comprometido Nahuel Guzmán. Y claro, tiene a Ángel Correa, la mejor contratación del torneo y que puede disputar el MVP de la competencia con Nicolás Castro y Marcel Ruiz.
Pero en Tigres no sólo se trata de tres tipos pensantes. Son tres lideres emocionales, dos de ellos, especialmente, dentro de la cancha. No es sólo lo que saben en el ocaso de su carrera, sino lo que transmiten. Y en el futbol, especialmente en una Final, impacta más, en el trámite de un partido, la sensibilidad emocional que la sabiduría.
Y ante el poderoso equipo de Mohamed, comparecen el intento de redención de Diego Lainez, el momento de Juan Brunetta y que alguien ya le peló los cables neuronales a Fernando Gorriarán.
Por supuesto que Mohamed puede hacer una mejor disección de Tigres que la que puede hacer el mismísimo Pizarro. Sin duda. Pero, el Turco no puede contrarrestar a priori esa coalición implacable que en el caudillaje consigue improvisar en pleno juego, y dentro de la cancha y los giros estrambóticos de un partido, el ejercicio motivacional de Gignac y Nahuel.
Claro, a los jugadores del Toluca lo que menos les escasea es el compromiso, la devoción y la motivación. Esos son los primeros valores que exige e inculca Mohamed, y la referencia va desde Hugo Gonzalez, hasta las extravagancias demoledoras de Paulinho, quien derrumba Muros de Jericó con la exquisitez de una jugada personal, o hasta con la vulgaridad letal de un punterazo como lo hizo ante Rayados.
Por eso, más allá de cualquier sintomatología del regionalismo tan peculiar en México, esta Final del futbol mexicano tiene su saborcito delicatessen, más allá de que los villamelones obsesos de sus equipos refunfuñen con que es un desenlace poco seductor.
Pero, por ejemplo, preocupados deben estar los seguidores de Chivas, porque si Toluca es Bicampeón, estará igualando al Guadalajara en 12 títulos de Liga, mientras Tigres puede igualar a Cruz Azul en nueve trofeos.
