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Jeff Kent: el gran bateador que no merecía entrar a Cooperstown

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Fernando Valenzuela, a un strike de perderse la inmortalidad (3:08)

El lanzador mexicano y estrella de los Dodgers no consiguió los votos necesarios del Comité de Era para llegar al Salón de la Fama; Jeff Kent fue el elegido por el comité. (3:08)

En una decisión sorpresiva, el Comité de la Era Contemporánea otorgó los votos necesarios para el ingreso del intermedista al Salón de la Fama.

Hablar sobre quién merece entrar o no al Salón de la Fama de Cooperstown siempre será un tema espinoso, ya que cada persona tiene peloteros favoritos, afinidad por ciertos estilos de juego o recuerdos asociados a figuras que marcaron campeonatos y momentos históricos.

Sin embargo, lo que no puede ponerse en tela de juicio es que el Salón de la Fama de Cooperstown, probablemente uno de los recintos deportivos más prestigiosos del mundo, debe reservarse para aquellos jugadores que transformaron el deporte con su rendimiento dentro del terreno y con su conducta fuera de él, mientras marcaron las eras que nos trajeron hasta el presente. No se trata de ser puristas, sino de entender que un Salón de la Fama debe destacar a los atletas extraordinarios que se separaron del resto.

Tomando esto en cuenta, la elección de Jeff Kent como el primer exaltado de la Clase 2026, por el Comité de la Era Contemporánea que evaluó a ocho candidatos llama la atención, debido a que, a pesar de haber sido un muy buen pelotero, su historial no encaja con el estándar existente en Cooperstown.

Para comenzar, repasemos sus fortalezas. Kent es el segunda base con más cuadrangulares en la historia, ocupa el segundo lugar en carreras remolcadas entre intermedistas detrás de Charlie Gehringer y es cuarto en OPS para la posición. Son logros extraordinarios que reflejan la calidad de bateador que fue, lo que se refuerza con su promedio de .290 y sus 2,462 imparables en una carrera de 17 temporadas.

A esto se suman un premio al Jugador Más Valioso, cuatro Bates de Plata y cinco participaciones en Juegos de Estrellas, méritos que, a simple vista, construyen un caso sólido.

El problema surge cuando se compara a Kent con otros segunda base, o cuando se analiza su carrera en sentido integral, donde empiezan a aparecer incongruencias entre su perfil real como jugador y su selección al Salón de la Fama.

Su defensa fue un punto débil evidente. Basándonos en la métrica DRS, disponible desde 2002, la actuación defensiva de Kent le costó a sus equipos 52 carreras. Sus métricas defensivas en general también se mantienen en terreno negativo. Tomando en cuenta el UZR, el cual estima cuántas carreras evita o permite un jugador al considerar su alcance, errores, habilidad para completar dobles jugadas y precisión en los tiros, Kent acumuló un UZR de -30.6. Además, cometió 236 errores y lideró la liga en ese renglón en dos temporadas, lo que refuerza la percepción de imprecisión defensiva.

En cuanto al bWAR, acumuló 55.4, un número respetable, pero inferior al promedio de los intermedistas inmortalizados en Cooperstown, el cual suele ubicarse entre 65 y 70. Comparado con jugadores que no entraron como Lou Whitaker con 75.1 o Bobby Grich con 71.1, Kent queda claramente rezagado.

Tampoco tuvo un pico de carrera verdaderamente dominante. Si se comparan sus mejores años con los de Dustin Pedroia, otro segunda base actualmente en la boleta de votación, la diferencia es clara. En sus mejores siete campañas, Kent acumuló 35.8 bWAR, promediando 3.9 WAR por cada 162 juegos. Obtuvo su MVP y sus invitaciones al Juego de Estrellas en ese tramo. Pedroia, durante sus mejores siete años, registró 40.9 bWAR, promedió 5.6 WAR por cada 162 partidos, ganó dos Series Mundiales, un MVP y cuatro convocatorias al Juego de Estrellas. Aun así, las posibilidades de que Pedroia entre a Cooperstown son mínimas, debido a la falta de números de acumulación por sus lesiones. Esto sirve como referencia para medir correctamente el valor histórico de Kent.

También es importante considerar el contexto. Kent produjo sus mejores números ofensivos en la "Era de los Esteroides", uno de los períodos de mayor ofensiva en la historia de MLB, mientras bateaba justo delante de Barry Bonds, cuya presencia alteraba por completo la manera en que los lanzadores enfrentaban esa parte del lineup. Irónicamente, Bonds no recibió ni siquiera cinco votos del mismo comité que eligió a Kent, lo que vuelve aún más cuestionable la decisión.

Otros segunda base más completos y consistentes en ambos lados del juego, como Willie Randolph, Lou Whitaker o Chase Utley, quienes superan ampliamente a Kent en bWAR, no han logrado entrar a Cooperstown.

Jeff Kent fue un bateador sumamente productivo que dejó una huella ofensiva significativa para un intermedista, pero su candidatura fracasó en la boleta tradicional por razones claras: defensa deficiente, un WAR por debajo del estándar de la posición, un pico de carrera relativamente corto y una ofensiva menos dominante cuando se contextualiza apropiadamente en su época.

Cooperstown no premia solamente estadísticas llamativas, sino carreras que trascienden. Kent, aunque un pelotero de calidad fue esencialmente un jugador unidimensional y por eso su exclusión en el proceso tradicional tenía sentido. Sus méritos no superaban los de otros segunda base que nunca fueron exaltados a pesar de contar con credenciales superiores.