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El gol de Rincón ante Alemania, prueba máxima de fidelidad a sus principios

Esos 14 segundos sirven como un refugio seguro cuando ataca la nostalgia futbolera. El gol de Freddy Rincón para el empate ante Alemania que por primera vez clasificó a la Selección Colombia a los octavos de un Mundial es también una de las máximas expresiones de alegría colombiana.

Se gritó con el corazón en la mano. Se eternizó como patrimonio de todos. Separada la emoción y en un análisis más frío, esa cadena de seis pases y la definición del mediocampista certifican la declaración de principios del credo que Francisco Maturana nos regaló para siempre.

El mensaje de “la pelota siempre al pie” en carne viva. Aún si las llamas consumen la ilusión del empate que sirve para clasificar. Con un minuto por jugar y la potencia física de los alemanes intacta, era fácil caer en la tentación de cerrar los ojos para especular con un pelotazo al área.

Pero ese equipo nunca se traicionó. Creyó en sí mismo. Toco y me voy. Activó la recuperación con la fiereza de Leonel Álvarez. “Bendito” Fajardo avanzó y entregó para Carlos Valderrama. Con la presión del tiempo, “El Pibe” simplificó con un control entre dos rivales, inventó una pared y con la pelota de vuelta, vio el gol del 1-1 antes que nadie.

Con la zurda cruzó el pase definitivo. Rincón hizo lo demás. Venció a Bodo Illgner en el estadio Giuseppe Meazza con su remate a ras de piso que se coló entre las piernas. El grito de festejo retumbó más fuerte. El futbol latinoamericano abrazó el golazo como propio. Ahí estaban sus raíces.

El de James a Uruguay y el de Falcao a Polonia lo destronaron como el más especial para los colombianos. Sin embargo, cada 19 de junio, lo celebramos como día festivo en la historia de la Selección. Un premio a la convicción.

Por eso Freddy Rincón será inmortal.