La Selección Colombia perdió 3-0 ante Uruguay en el Metropolitano de Barranquilla por la tercera fecha de las Eliminatorias. Bajos rendimientos individuales afectaron el plan colectivo en un partido que merece reflexiones profundas.
Una mala decisión de Yerry Mina llenó de inseguridad a Colombia en el peor primer tiempo del ciclo Carlos Queiroz. Un deja vu de la goleada 3-0 ante Argelia en 2019. Esta vez por los puntos, el equipo perdió el orden y se entregó al dominio uruguayo, siempre ordenado e intenso con la presión alta.
Carlos Queiroz lo notó a la media hora de juego. Sacó a Wilmar Barrios, impreciso para entregar la pelota y puso a Luis Díaz. Una reacción natural por sus condiciones para sacudir el juego por los costados, a la que faltó un poco menos de revoluciones.
James tampoco encontró el partido. Sin conexión con Juan Guillermo Cuadrado y Uribe por la derecha, se perdió cuando el DT hizo cambios en el medio campo. Pasó como enganche sin relevancia. Impreciso para el control, dejó expuesta a la defensa en la jugada del penal de Jeison Murillo a Rodrigo Bentancur.
El 0-2 aceleró la confusión expuesta en rendimientos individuales muy bajos. Pases sin destino de todos, la intrascendencia del 10, los nervios de Mina, la lentitud de Mojica. El ingreso de Edwin Cardona no alcanzó. Puso ganas, pero las respuestas entre sus socios no correspondieron a lo que buscó.
La peor sospecha se confirmó con el espacio que encontró Darwin Núñez en el remate del 3-0. Con Lerma lejos y los centrales mirando, terminó con un castigo demasiado severo para el capitán David Ospina.
La goleada llenó a la Selección de amarillas. Pegó de más, hasta que Mina terminó expulsado en tiempo de adición. Uruguay terminó entero, sin los rasguños con los que Colombia especuló con el calor de las 3:30 en Barranquilla.
Colombia se quedó con cuatro puntos y perdió la diferencia de gol de +3 con que contaba. El próximo partido será el martes 17 de noviembre contra Ecuador en Quito.