En marzo de 2022, el campeón olímpico con Los Leones en 2016 y actual jugador de la selección alemana, Gonzalo Peillat habló con ESPN.com.
Para entender acciones del presente a veces hay que revisar el pasado, aunque se trate del pasado más reciente. Para entender el hecho fáctico e irreversible de que Gonzalo Peillat, el jugador más determinante de Los Leones en la última década, vaya a vestir la camiseta del seleccionado alemán en los próximos días, hay que revisar su pasado reciente. Y su pasado reciente es de apenas tres años, el tiempo que lleva alejado de la selección nacional por decisión propia, por diferencia con otros jugadores, dirigentes y entrenadores. Para entender hace falta escucharlo a él. O leerlo. Con su verdad y sus por qués, rompiendo el silencio con la prensa sobre este tema tras mucho tiempo y en esta nota extensa y exclusiva con ESPN.com. “A mí me traicionaron, me mintieron y me dejaron expuesto a situaciones inmanejables”, dice entre tanto, hablando de ese origen conflictivo que lo llevó a renunciar dos veces y del que considera que “está claro que cuando había que cambiar las cosas me dejaron solo”. Tampoco da vueltas en este sentido: le pone nombre propio a los causales de lo que él cree, es “un hockey argentino en constante deja vú”.
Acha Peillat elige hablar después de mucho tiempo sobre algo que por momentos ya explicó pero que demanda permanentemente búsquedas de por qués, de entendimiento: su salida de la Selección Argentina hoy decanta en la oportunidad que le da Alemania de ponerse su camiseta. Está entre los concentrados que esperan en Mönchengladbach los partidos del fin de semana ante España por la FIH Pro League, donde haría su debut. Ese es el contexto y la excusa por la cual hay que remitir a lo que pasó.
Una historia rápida y sencilla podría decir lo siguiente: después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 en los que Los Leones lograron llevar al hockey argentino a lo más alto consiguiendo la medalla de oro, Peillat decidió dar un paso al costado. Su manera de ver y concebir lo que implica formar parte de un seleccionado, lo alejaron. Le causaban ruido y desconfianza algunas actitudes. A mediados de 2018 decidió regresar y dar (se) una nueva oportunidad. Para enero de 2019 ya había renunciado por segunda vez: más de lo mismo a su entender. O aumentado. Esta situación llevó a enfrentamientos dialécticos y mediáticos entre jugadores, dirigentes y entrenadores. Combatió todo lo que pudo por eso que él creía como un cambio necesario. No pudo torcer el destino de los hechos y se concentró en su carrera en Alemania, donde juega para el Mannheim desde hace seis años y tras haber vestido los colores del HGC de Holanda entre 2014 y 2016. Hoy, con esa idea procesada de que hay cosas que no dependen sólo de uno, tomó otra decisión trascendental: jugará para la selección teutona. Aunque algo le molesta: “Hay gente que habla sin saber”. Porque entiende lo mismo que se marca al principio: que para entender esto hay que ir para atrás.
“Yo tuve dos renuncias. La primera fue directamente después de los Juegos Olímpicos y por ahí creo que fue la más mediática, por cómo se dio todo. Veníamos de ganar la medalla dorada en Río y éramos un equipo que estaba ahí y pasó lo que pasó con el entrenador (Carlos Retegui)”, inicia el relato Gonzalo Peillat cuando se le pide que lo haga él mismo para un mejor entendimiento. Y sigue: “En ese momento dice que no va a continuar y que iba a empezar un proceso nuevo en el seleccionado en base a los próximos torneos que teníamos. No entendí en ningún momento cómo una persona nos podía decir en la cara al equipo campeón olímpico que no tenía más ganas de entrenarnos y que no tenía más energía, que necesitaba dar un paso al costado. Al mismo tiempo lo entendí superhonesto, correcto. A los jugadores que estábamos en esa reunión nos pareció lo mismo. Pero a las tres semanas pasó algo completamente distinto, volvió con doble función. Y si no me equivoco pasó lo mismo hace muy poco, en los Juegos Olímpicos de Tokio, no era el técnico y era el técnico (siendo el head coach desplazó del banco a Mariano Ronconi, el entrenador en ejercicio). Entonces dí mi punto de vista, que esto me parecía deshonesto de parte del equipo (aceptarlo) y a nadie del hockey le resultó raro”.
Aquello le hizo ruido y se fue. El quiebre en el plantel, según detalla, era un hecho. Por un lado los que aceptaban esa vuelta, por el otro los que no y en el restante los que “estaban en la nebulosa”. Cuenta que no fue fácil porque se armó un ida y vuelta “de mentiras” en los medios y puertas adentro que terminaron de romper la salud grupal. “Asumí que era un manoseo que no me gustaba nada y la verdad que el quiebre en el equipo ya estaba ahí, porque estaba la mentira, algunos decían una cosa, otros decían otra y cuando muchos se empezaron a querer acomodar, a pensar que siendo campeones olímpicos eran intocables o irreemplazables y se les permitió hacer o deshacer, no sé… Y ahí hablo tanto de jugadores como de entrenadores”.
En 2018, la salida de “El Chapa” y la llegada de Germán Orozco pareció una decisión con aire fresco. Nuevo entrenador, nuevas expectativas para un equipo que tenía todo por aprovechar después de llegar a la cima de unos Juegos Olímpicos y también del ránking en ese mismo 2016. Jugaron Champions Trophy en Holanda (hoy Países Bajos), el Mundial de India a fin de año, donde terminaron séptimos y ganaron la Copa Panamericana de Chile 2019. Fue en ese enero, cuando terminó el torneo, que Peillat decidió irse de nuevo: “Llegué ahí y noté que veníamos arrastrando lo mismo del proceso anterior, todas las cosas estaban manejadas por los jugadores. Era una cosa que no me cerraba (…) Por un lado, un grupo diciendo ‘B’, el técnico ‘C’ y el otro grupo tan perdido que no sabía qué rumbo tomar. Y como no tengo que ocultar nada lo agarre a Germán (a poco de asumir) y le dije: ‘Mirá Germán, te van a echar, te van a hacer la cama, no te quieren a vos porque quieren al técnico anterior, te lo digo porque yo no soy un jugador que le haga la cama a nadie’. No quiso creerlo y a los meses lo echaron: él salió a decir que yo tenía razón. Pero yo no quería tener razón, lo único en lo que pensaba era en que no pase. Pero pasó. Y esto en un seleccionado no puede ser, por eso me pareció correcto decírselo”.
Entonces, resume: “Mi paso al costado es por esta sumatoria de cosas, ves todo el proceso, desde Río hasta acá… Yo siento que me traicionaron, que me mintieron en la cara, me faltaron el respeto y me dejaron expuesto a situaciones inmanejables. Todos esos jugadores que venían a mi habitación y decían ‘acordémonos de lo que está pasando en los últimos años así cuando nosotros seamos los que estemos no cometamos los mismos errores…’. Está claro que me dejaron solo y que cuando había que cambiar las cosas para que el hockey sea profesional, para que siga siendo exitoso, para que pensemos en un futuro, no lo hicimos”.
Tras Orozco llegó al cargo Mariano Ronconi, aunque en los seleccionados argentinos seguía sobrevolando la figura de Retegui, quien fue la cabeza de distintos cuerpos técnicos durante los últimos casi 15 años. Para entonces, “El Chapa” era el entrenador de nuevo de Las Leonas, luego de que fuera destituido de su cargo Agustín Corradini, también de corto proceso en el mayor y nombrado “El Chapa” (también nuevamente) como head coach de los seleccionados nacionales, hacia septiembre de 2020. Esto implicaba, injerencia sobre todos, potestad de opinar y hacer. Tal fue el caso que cuando llegaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (en julio de 2021, pospuestos por pandemia), Retegui volvió al doble comando como tuvo en 2014 cuando dirigió a Leonas y Leones en el mismo Mundial. En Tokio (o unos días antes, en la gira de Valencia), tomó el lugar de entrenador y dirigió al equipo, con Ronconi a un costado. Cuando habla de esto, Acha Peillat dice: “Si ya pasó una vez, si pasó dos veces, si pasó tres y pasó cuatro, ¿quién dice que no va a volver a pasar?”.
La respuesta surge luego de que se le interrogara sobre si eso que él plantea como “derrumbe” del hockey argentino tras la medalla dorada, pasando del primer lugar del ránking a estar hoy promediando el 6 ó 7, encuentra en la figura de Retegui y sus potestades al máximo responsable. O si esos responsables son los dirigentes, que por caso son quienes las otorgan: “Para mí tiene gran responsabilidad. Como técnico nunca lo critiqué, lo critiqué siempre desde el punto de vista de la persona. De técnico te digo: ‘sí, es un buen técnico’, pero como persona no lo es. A mí me lo reconocen los hechos, ¿por qué en todos los equipos de Argentina en los últimos 20 años siempre hubo problemas? Y después qué hacen, señalan a los jugadores, te podría hacer una lista. Entonces, por qué no hacemos un poco de autocrítica y miramos a ver qué personas hubo. Siempre hay problemas. En estos años siempre hago el mismo chiste: ‘El hockey de Argentina es un deja vú’. Y a mí me hubiera encantado seguir jugando en la Selección, siempre lo hice de la mejor manera posible, nunca fui para atrás y nunca negocié nada”. Con la dirigencia tampoco tiene pelos en la lengua: “En una gira por Malasia el entonces presidente (Miguel) Grasso y los dirigentes que viajaron decían ‘este tipo no vuelve más, quédense tranquilos’ y después aparecía con dos cargos. Entonces, ¿cómo es?”.
Para Peillat, “a las palabras se las llevó el viento y para mí está claro que me dejaron solo”. Y en esa gran desilusión, más la desconfianza que le genera todo lo que vino después terminó de anclar su decisión de alejarse. “En el seleccionado tenés que exigir lo mejor, tenés que representar a un país. No es tu equipo, como puede pasar acá que yo juego en Mannheim y es totalmente otra cosa, es un club. En la Selección Argentina tienen que estar los mejores. Los mejores jugadores, el mejor ayudante, el mejor técnico, el mejor PF. No el amigo que es de natación y ‘dale, ponelo que total no pasa nada’”.
En buena parte de la entrevista Acha refiere a los llamados que recibió de compañeros, pidiéndole en todo momento que vuelva: “Siempre intentaron convencerme de volver y después resolver las cosas desde adentro. Con una mano en el corazón (se toca el pecho), yo siempre quise resolverlo desde adentro, fue lo primero que intenté. Pero ahí están, todavía resolviendo desde adentro y se siguen seguramente quejando de las mismas cosas, entonces al final, los que más banderitas de Argentina ponen en las redes sociales son a los que menos les importa. ¿O la gente piensa que cambió algo? Seamos honestos, literalmente”. Y también aclara que hacia fin de año, Mariano Ronconi, ratificado como DT tras lo sucedido en Tokio, donde Los Leones fueron séptimos, lo llamó. No fue en contra de “Mamo” la negativa, pero le explicó que era imposible volver a un lugar donde no hay garantías de que la historia no se repita, donde casi siempre giran los mismos nombres. Y cuenta también que unos días antes de que salga la noticia de que jugaría para Alemania se comunicó con él un dirigente de altísimo rango para ofrecerle el retorno. Los discursos, detalla, son los mismos: que “las cosas cambiaron”, aunque no hay nada que le permita confiar en que eso es así.
Como hace tres años, Peillat siente que le volvieron a mentir en la cara: “Me dicen que cambió todo pero ‘yo en esto no me meto, yo acá de eso no opino’. En todo caso que me digan ‘mirá, no cambió todo pero queremos que vuelvas’. No sé, yo lo único que entiendo es que lo que provocó irme de la selección llevó a enfrentarme con los jugadores, con la dirigencia porque estaba diciendo la verdad. ¿Y qué pasó? No cambió nada, todo empeoró por el simple hecho de que en su momento en vez de agarrársela conmigo, ¿qué hicieron?, desafectaron a Flor (de Las Leonas) en su mejor momento. ¿A nadie le pareció raro? Y no la estoy defendiendo porque sea mi novia pero, ¿a la gente del hockey no le pareció raro? Dijeron que estaba lesionada de la rodilla, que tenía seis kilos de más (…) Después la situación siguió empeorando: amenazas por Whatsapp del ayudante del técnico que se dieron a conocer; el cámara también amenazándome; el mismo director técnico que ahora está en un cargo político en Buenos Aires amenazándome por redes sociales. Y vos decís: ‘¿con todo este manejo cómo querés que sigamos siendo los mejores del mundo? ¿Cómo querés que sigamos representando a un país? Con el tiempo entendí, y me duele, que la gente del hockey quiere todo lo contrario”.
La entrevista con Gonzalo Peillat se extiende por más de dos horas. El tiempo en silencio acumuló mucho por contar. Sintió que era el momento, que tenía ganas de decir los por qués. Su carrera, a los 29 años, acaba de tomar otro rumbo. No lo verá más con los colores celeste y blanco. Para entenderlo hubo que mirar hacia atrás. O al menos, escuchar (o leer) su verdad. Y saber también que hay una puerta que quedó definitivamente cerrada. La de Argentina.