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Los Ronconi, una historia de padre e hijo que converge en la camiseta de Los Leones

Los últimos partidos de la FIH Pro League en Buenos Aires le dieron al entrenador del seleccionado argentino, Mariano Ronconi, la posibilidad de poner en cancha a jugadores que vienen trabajando en procesos juniors o juveniles y a aquellos que habitualmente no tienen tantos minutos de rodaje. La apuesta obedece a su idea de ampliar las bases del equipo y a achicar la grieta entre esos que son nombres puestos y los que vienen de atrás. En este contexto hubo una particularidad: a Mamo le tocó ser el DT que por primera vez puso en cancha en el seleccionado mayor a Juan Ronconi. Y Juan es ni más ni menos que su hijo. “La verdad es que sentí mucha emoción (después del partido en el que se produjo el estreno oficial), es indescriptible. Se lo merece por todo el esfuerzo que hace y por las cosas por las que pasó”, le dijo Ronconi padre a ESPN.com en el epílogo del fin de semana.

Es domingo y acaba de terminar la segunda presentación de Los Leones ante Sudáfrica en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). En verdad, hace un rato que terminó. Sin embargo, el cuerpo técnico, en ronda, aún comparte análisis y sensaciones sobre el sintético. Mamo se separa para cumplir su palabra de nota pautada con este sitio, pero Juan no se ve cerca. Está en un rincón del estadio aún firmando camisetas y sacándose fotos con los fans. El papá le silba y le hace señas. El sonido, en la inmensidad, casi no destaca. Pero hay entre ellos una especie de código no escrito que los hace encontrarse en la primera mirada. Juan viene corriendo. Y ahí están, aún adentro de la cancha, cerca, pero sin mayores demostraciones de afecto salvo los ojos de orgullo.

“Ahora cuando pasemos esa línea blanca y salgamos de la cancha por ahí lo abrazo distinto, pero acá sigo siendo el entrenador”, tira Mamo en cuanto se le pregunta por eso que implica como padre ver a su hijo con la camiseta del seleccionado mayor que incluso él vistió en procesos desde 1994 al 2000. Ante la primera pregunta, responde Juan, y va en ese sentido también: “Que mi papá sea el entrenador a mí mucho no me influye, él me dejó claro desde el principio que cuando estamos en la cancha él es el DT y yo uno más de los 18”, aclara. Y detalla sobre el debut, que ocurrió el sábado ante Sudáfrica y lo vio de nuevo jugar el domingo: “Fue con un poco con nervios pero cuando entrás tenés a todo el equipo apoyándote y a los chicos con experiencia que te dicen que te bancan en todas. Eso te suma un montón y te da libertad de hacer “.

Mamo escucha con atención. Escucha también cuando Juan, ya más desacartonado reconoce que “es algo muy lindo que sea él (su papá) mi primer DT en Los Leones”. Escucha, ríe y agrega: “Trato de darles la misma cantidad (de indicaciones) a todos, no hacer diferencia, pero bueno, a veces se me escapa. Juan se merece esto, tuvo muchas frustraciones en el camino en los procesos juniors y siempre por alguna cosa no le tocaba vestir la camiseta del seleccionado. Por suerte se le dio con Los Leones, espero que lo haya disfrutado, ahora pasamos la línea blanca y por ahí lo abrazo distinto, acá sigo siendo el entrenador”, remarca.

Eso a lo que se refiere Ronconi padre es a: 1-Juan fue uno de Los Leoncitos que quedó aislado en Mendoza por un caso de coronavirus en el plantel cuando viajan a Chile a disputar el clasificatorio al Mundial Sub 21. 2- Juan finalmente se perdió ese Mundial Sub 21 que vio a Argentina consagrarse por padecer un triple desgarro. 3- El propio Mamo como DT dejó afuera a Juan del último recorte hacia los Juegos Olímpicos de Buenos Aires 2018. Cuando habla de ello dice que su hijo “lo entendió porque es un chico inteligente que no confunde los roles”.

Tras ese sábado que marcó el estreno de Juan, los Ronconi se fueron a la misma casa de la que dicen, no se habla de hockey salvo cuestiones puntuales. No de Los Leones. Pero ante la ocasión especial Mamo se soltó: “La verdad es que sentí mucha emoción, es indescriptible. Se lo merece por todo el esfuerzo que hace y por las cosas por las que pasó. La posibilidad que tuvo en Los Leones también se la ganó y creo que la aprovechó. Esperemos que sea el comienzo de algo muy lindo”.

La emoción de Mamo no está sola. Afuera del perimetral del pos partido hay primos, tíos, novia y mamá con un cartel de aliento a Juan. Y con ellos seguramente también la pequeña Anita, la otra hija del DT, quien falleció hace 10 años. Hacia la infancia, hacia la propia, también va Juan para explicar por qué no eligió ser arquero como fue su papá en época de jugador: “Yo siempre iba a los entrenamientos cuando él era el entrenador de Quilmes y los chicos me prestaban el palo. Iba, tiraba al arco y todos me decían que le pegaba bien. Entre novena y octava se me fue definiendo la posición en el medio o como delantero”, ríe.

Van bajando las luces en el Cenard y aunque algunos no quieran irse, porque quedarse es inmortalizar el momento, hay que irse. Y Juan se va sintiendo esto, a modo de conclusión, entre tantas emociones a mil: “Esto fue una locura, cumplí un sueño. Y encima el domingo jugando un partido más… La verdad es que fue una locura. Pero ahora no me quiero conformar y vamos a seguir con todo para adelante para listas, proyectos y torneos futuros. No me quiero quedar acá, estos dos partidos fueron el puntapié inicial de una carrera larga”. En tanto, Mamo analiza para cerrar: “Estoy muy contento por lo que hicieron todos lo chiquitos. Con nueve titulares en Europa pudimos armar un equipo con jóvenes, como proyectamos, así que fue muy positivo, además ante Sudáfrica sacamos cinco puntos de seis y nos acomodamos bien en la tabla (segundos)”.

Mariano y Juan finalmente cruzan la línea blanca que delimita la cancha, los acerca a los bancos de suplentes y habilita la salida. Se sacan una foto. Ríen. Son de nuevo padre e hijo aunque lleven la particularidad de lo que sucedió este fin de semana. Eso. Padre e hijo. Y un abrazo.