Si bien el colombiano tuvo un año de ensueño, que lo coronó con el título cuatro fechas antes del final del torneo, sufrió un bajó fuerte en lo anímico que lo tuvo contra las cuerdas.
David Alonso cruzó el Ecuador del Mundial 2024 de Moto3 con una seguidilla de resultados alucinantes: seis triunfos, un segundo puesto y un 11º lugar como peor resultado en las diez primeras carreras. El Gran Premio de Gran Bretaña, en el que fue escolta de Iván Ortolá provocó un quiebre en la mente del colombiano. Ansiedad, temores, un bajón… Todo se conjugó, con medio torneo por delante, para dejar el piloto del Aspar Team en una situación muy difícil.
“Aunque se puede decir que fue un año muy bueno y que a nivel resultados aparenta que no hubo bajones pronunciados, si existieron momentos difíciles. Después de Inglaterra no pude más. Había perdido la motivación, ¡no quería ver una moto! Me daba ansiedad que no sabía cómo seguir, si iba a poder continuar en la segunda parte de la temporada, si había perdido toda mi energía en la primera parte. Me vacié tanto en la primera parte de la temporada y me obsesioné tanto, que no tenía más nada. Estaba al borde del colapso. No encontraba la fuerza para seguir, no aguantaba la presión. En ese momento estuvo la familia y el equipo y eso me ayudó pasa salir poquito a poco. Paré un poco de entrenar con la moto, me subí a la bici. Y me fui recuperando”, se sinceró Alonso.
Tal vez por eso fue que Alonso decidió escribir una carta para él mismo en la noche previa a la carrera consagratoria del GP de Japón. Una vez que logró el título, el colombiano leyó esa nota que había dejado en su teléfono porque no tenía papel y lápiz en la habitación de su hotel. Increíblemente, no se emocionó mientras la leía, algo que le llamó la atención hasta a Marc Márquez: “No entiendo cómo no lloraba. Yo estaba que se me caían las lágrimas mientras lo escuchaba y él, como nada”, contó el catalán.
El campeón de Moto3 contó la intimidad de carta: “Lloré mientras la hacía y luego tenía que estar firme para leerla y contarle a toda la gente. Eso de escribir me viene de mi abuelo materno, de Colombia, dejar sobre un papel los sentimientos. Y esa noche, antes de irme a la cama, sentía que tenía que dejar plasmado lo que estaba sintiendo para leerlo al día siguiente y en el futuro. No escribí con la mano, fue con el corazón. Mi abuelo también lloró conmigo porque sabe que lo de escribir viene de él. Cada vez que me manda un Whatsapp le tengo que dar más porque es muy largo. De vez en cuando nos escribimos notas”.