<
>

La clase obrera del tenis

El argentino es un trabajador del tenis AP

BUENOS AIRES -- El circuito ATP comenzó con un torneo millonario en Doha, otros más "comunes" en Chennai y Brisbane, pero el argentino Juan Pablo Brzezicki está aquí sentado en el hotel cuatro estrellas de San Pablo, la noche previa a jugar los cuartos de final de un challenger con 100.000 dólares en premios.

El Polaco, como apodan al argentino, repite la palabra "trabajo" como sustantivo, la transforma en verbo... Todos los deportistas profesionales trabajan (justamente, son profesionales), pero no todos la pasan igual que bien. Para algunos es más trabajoso que otros.

Brzezicki pertenece a esa clase de jugadores que sabe que, el día después del retiro de la actividad, deberá seguir... trabajando. No dispondrá de rentas extraordinarias y hoy se imagina entrenador de una academia de tenis en su país. Sin embargo, la vida de ex jugador todavía es lejana para él: a tres meses de cumplir 29 años, en su última etapa en el circuito, todavía existen objetivos para plantearse.

¿Qué piensa un jugador habitué de los challengers al borde de los 30 años, cuando ya sabe que llegar al top ten le será imposible?

"Mi top ten personal es ser top 50", reconoce Brzezicki, ubicado 175º del mundo y con un puesto 94º como pico de ranking, logrado en febrero de 2008. En su carrera disputó 17 torneos ATP y Grand Slam (récord de 5-17). "No es fácil, siempre me dicen que podría llegar a estar ahí, pero uno adopta formas, hábitos, que a veces está bueno cambiarlos para llegar más arriba".

Entre los cambios figuran las inversiones: si otras veces viajaba a los torneos solo, Brzezicki está convencido de que hoy debe hacerlo con entrenador (Leonardo Olguín, su compañero de ruta), además de contar con preparador físico (José Barros) y un psicólogo (Fernando Vázquez) en Buenos Aires.

Ahí entra en juego el elemento económico: un viaje para jugar en Brasil, lugar caro para un argentino, pagándole los gastos al entrenador, termina en balance negativo si se pierde en primera ronda. Brzezicki llegó a cuartos de final y se llevó 2.920 dólares menos el 15% en impuestos, con lo que finalizó la semana levemente arriba (tenía un gran hotel pago y el traslado a la cancha, de su bolsillo salieron el viaje en avión, el almuerzo y cena).

El dinero forma parte de las presiones de todo jugador que no está salvado. "Si estás compenetrado en mejorar y ganar partidos no lo considerás cuando estás jugando, pero si no te fue bien en una gira y llevás dos meses en Europa, el último torneo lo jugás pensando en el pasaje", reconoce.

Así como él invierte, hubo otros que invirtieron en él: al principio de su carrera, Brzezicki contó con sponsors privados que financiaron su carrera. Con el paso de los años, él debió devolverles el dinero. "Mis padres eran de clase media pero no podían realizar esa inversión. Por eso viajé solo mucho tiempo". En diez años de carrera, Brzezicki embolsó 581.800 dólares en premios. A eso quítenle los impuestos y los gastos.

"Con Leo comenzamos a trabajar en septiembre con el objetivo de volver a meterme dentro de los 100, si se puede 70 u 80, y quedarme un año, un año y medio. Creo que se puede dar, hay que lograr un equilibrio, pero me tengo fe. Ese es el fuego interior que tengo hoy en día. Quiero retirarme tranquilo de que lo intenté y dejé todo en esta última etapa", dice. Con los 20 puntos logrados en San Pablo, ascenderá diez puestos de ranking.

La carrera de un jugador puede explicarse por etapas. En la primera siempre suele haber sueños de grandeza, luego hay circunstancias que modifican los objetivos y rumbos.

"A los 21 años ya ganaba partidos en challengers y tenía objetivos altos, a los 22 ó 23 llegué a estar 130º del mundo, 80º en dobles y con mucho por hacer, y justo ahí me pasó una desgracia familiar con la pérdida de mi padre, que me costó un año entero. Pude volver con todo, me metí entre los 100 del mundo, y volví a tener problemas personales, económicos… No estaba con tantas ganas para invertir", recuerda.

En aquel momento, Brzezicki tomó un camino distinto. "Siempre digo que hay varias formas en el tenis. Representé a varios equipos en Interclubes de Europa, en Austria, Suiza, Alemania, Francia, Italia... Viajé mucho, trabajé mucho, fuera de mi país pero dejando de lado el ATP. Entonces es muy difícil meterse en el ranking, porque terminás un Interclubes y tenés que viajar el mismo día, llegás cansado y perdés".

En la búsqueda de una mejora económica, alternando torneos con Interclubes, Brzezicki recuerda un año en el que empezó a contar cuántos vuelos tomaba. Terminaron siendo 42 al llegar al mes de abril, y paró de contar ahí.

"Así pasé el 2009 pero en 2010 ya empecé a tener ese fuego interno nuevamente. Y me pregunté por qué no darme esa última oportunidad de invertir, porque para los que estamos en un ranking 100-150, es una jugada, un riesgo".

La competencia con los colegas sirve para medir fuerzas y comparar. "Te diría que un jugador que está 60, 50 también, hasta el 200 del mundo, es un grupo muy parejo. Es un nivel medio, y el que está mejor preparado física, mental y tenísticamente, puede meterse", explica. En eso sirven las comparaciones de nivel: él puede vencer, y lo ha hecho con frecuencia, a jugadores que habitan hace rato en el top 100. Hay que encontrar la regularidad que mencionaba.

"Cambiar de grande no es fácil, pero quisiera ser más agresivo y cerrar los puntos adelante", cuenta el argentino. Siempre se lo reconoció por la tenacidad, el espíritu de lucha, pero llegó el momento en el que busca ganar puntos y partidos con un menor esfuerzo.

"Básicamente, lo importante es tener las ganas de ahora. Las ganas son todo", enuncia, como si fuera un aviso publicitario. Las ganas justifican la inversión y el trabajo.