LAKELAND -- Como todo niño que se inicia en el béisbol, Miguel Cabrera ilusionaba con tener sus propias herramientas para jugar, pero más que nada su propio bate, el instrumento con el cual hoy intimida y castiga a sus rivales.
Aunque han pasado dieciséis años desde ese momento en el que Camilo Pascual, scout de los Dodgers de Los Ángeles en 1997 y ex jugador, con 18 temporadas en Grandes Ligas, llegó a su casa y le regaló su primer bate de madera, Cabrera recuerda el momento y la emoción que le dio.
"Fue algo increíble recibir ese bate, lo cuidaba mucho, lo escondía en la casa para que nadie lo agarrara. Si por casualidad venía un primo mío y quería practicar yo escondía rápido el bate, porque sabía que me lo iba a pedir", dijo Cabrera, quien agregó: "Lo cuidaba tanto así porque en realidad uno no sabía cuándo iba a tener oportunidad de tener otro bate así".
En esa época, ya el venezolano destacada como el mejor bateador de su generación, por lo que los Tigres de Aragua, su equipo en Venezuela, lo tenían en su programa de desarrollo, pero oculto, porque él tenía apenas 14 años y la edad mínima para ser aceptado en las filas de un equipo profesional de béisbol, así sea en sus granjas, era y es de 16.
Era solo en las prácticas de los Tigres que Cabrera sacaba el bate de su cuarto y lo blandía ante sus rivales.
"La verdad es que siempre me lo llevaba y no se lo prestaba a nadie, porque tenía miedo que lo fueran a romper. Pero en una oportunidad se lo presté a Alex Núñez y, no digo que fue por mala suerte porque no se rompió en el juego, lo rompió contra el piso, contra la pared que estaba ahí porque se había ponchado con hombre en base. Ese fue un día frustrante para mí, porque me habían partido mi único bate de madera", dijo Cabrera, quien agregó: "En ese momento él me dijo que me lo iba a pagar y todavía estoy esperando ese bate".
Aunque esa pérdida le dolió, el venezolano se recompuso rápidamente al comenzar a recibir maderos de diferentes personas y empresas, pese a que en ocasiones no eran bates con los cuales se sintiera a gusto haciendo swing, por ser muy pesados o livianos, muy largos o cortos.
Hoy Cabrera, con dos premios Jugador Más Valioso de la Liga Americana, una triple corona ofensiva, tres título de bateo y dos de cuadrangulares, se ríe al recordar esas anécdotas de su primer madero y ve cuánto han cambiado las cosas para él, quien ahora recibe montañas de bates que se apilan en el clubhouse de los Tigres, y todos hechos a su medida.
"El primer proceso lo hace el jefe del clubhouse, porque uno manda a hacer el bate, por lo menos a mí me gustan 34 (pulgadas de largo) por 32 (onzas de peso), y cuando llega el bate él se encarga de pesarlo para ver si tiene la medida, porque a veces no los hacen con exactitud. Después de ahí te ponen el bate en el locker y uno va escogiendo cuál tiene la mejor madera. Me gusta coleccionar los que están mejores y los que no los apartó y los regreso para que me manden unos nuevos", detalló.
A Cabrera le gustan los bates hecho con madera de Maple, por ello son los de Sam Bat los que utiliza. Con el color no tiene una preferencia definida entre los negros y los que muestran el marrón natural de la madera.
Lo que si tiene el primera base de los Tigres de Detroit es una especificación de cómo deben estar pintados o barnizados sus maderos.
"Cuando son de color negro pido que lo pinten tres veces para que esté más duro, porque en los últimos años los bates se han partido mucho, por eso trato de que el bate esté bien balanceado y compacto en la parte de arriba", explicó.
El trato del venezolano con sus bates, una vez los escoge y los resguarda en su casillero, es como el que hay entre los niños y sus juguetes, o entre los niños y sus amigos imaginarios, con los que a veces llegan a tener conexiones más fuertes que con los reales.
Cabrera lo consiente y lo prepara para usarlo antes sus enemigos.
"Hablo con el bate, le digo que somos él y yo contra el que venga, que vamos para arriba y más nada. Que nos van a tirar, pero nosotros nos vamos a defender de todas esas bombas que los pitchers nos van a tirar", dijo el ídolo de la camiseta 24 en Detroit, quien explicó: "Algo muy importante de batear es lo positivo que uno esté y la seguridad que uno tenga cuando esté en el plato".
Esa ha sido la fórmula empleada y desarrollada por Cabrera en su carrera, en la que ha alcanzado los máximos reconocimientos para un bateador y espera conseguir cosechando más logros y honores.