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Historia de JJOO - Melbourne 1956

BUENOS AIRES -- Después de realizarse diez veces en Europa y dos en los Estados Unidos, los Juegos Olímpicos llegaron a otro continente: Oceanía. A la vez, fueron los primeros realizados en el Hemisferio Sur. Melbourne fue la ciudad elegida al superar a Buenos Aires por apenas un voto (21 a 20), tras cuatro votaciones muy parejas.

Presentaron sus candidatura, además de las dos nombradas, México, Minneapolis, Los Angeles, San Francisco, Chicago, Philadelphia y Detroit. Como consecuencia de la lucha interna entre las seis ciudades norteamericanas, el Comité Olímpico Internacional resolvió que sólo una ciudad podrá ser candidata por país.

Para Avery Brundage, nuevo presidente del COI, la organización de los Juegos constituyó un calvario pleno de conflictos internos y externos, a tal punto que lo presionaron para aplazarlos e inclusive anularlos.

En Australia existía una ley de seis meses de cuarentena para el ingreso de los caballos. No hubo manera de abolirla y las competencias ecuestres tuvieron lugar en Estocolmo dos meses antes de las competencias de Melbourne. De esa manera, se producía la primera violación de la Carta Olímpica, que disponía y dispone la unidad de un lugar para los Juegos.

Eso no fue lo más grave. Políticamente el mundo estaba convulsionado. Los meses que precedieron a su inauguración fueron particularmente sombríos. El Medio Oriente era escenario, a partir del 22 de octubre, de la segunda guerra israelí-árabe y de la intervención franco-británica sobre el canal de Suez. Y el 4 de noviembre, la revuelta húngara era reprimida de modo sangriento por los tanques soviéticos y los 200.000 soldados del pacto de Varsovia, que tomaron por asalto a Budapest.

Esos acontecimientos provocaron al primer boicot olímpico. España, Holanda y Suiza se abstuvieron por los conflictos en Hungría y Egipto. Líbano e Irak, por la presencia extranjera en el Canal de Suez, China continental se retiró por el reconocimiento de la isla de Formosa (Taiwán). Egipto, por supuesto, estuvo ausente y los atletas húngaros fueron obligados a participar, pero borraron de su bandera los símbolos que pudieran vincularla con el régimen opresor de su patria.

Todavía había más. Alemania estaba dividida en Occidental y Democrática. ¿Cómo proceder, cuando el COI reconocía una única Alemania? La solución fue salomónica: reunió a los deportistas de este y del oeste en un equipo combinado (EUA) que compitió cobijado por una bandera con rayas horizontales negras, rojas y amarillas, con los anillos olímpicos y como himno la "Oda de la alegría" de la IX Sinfonía de Beethoven. Esta situación se repitió en Roma 1960 y Japón 1964.

La costosa organización fue otro de los temas preocupantes. Dos loterías, una mundial y otra australiana, fueron las bases para recaudar los 14 millones de dólares que se necesitaron para hacer el Melbourne Criquet Ground, con capacidad para 110.000 espectadores y el pueblo olímpico de Heidelberg, con 841 casitas, ubicado a 12 kilómetros de la ciudad.

Los costos de participación y el largo viaje (se tardaban tres días en avión desde Europa) obligaron a varios países a hacer colectas públicas. En Estados Unidos, voluntarios lustraban calzado en las calles para sumar las monedas a lo obtenido en las reuniones atléticas. En total, se llegó a recaudar 733.000 dólares.

UNA HISTORIA DE AMOR
Dos medallas de oro se enamoraron. En la jornada de apertura, Olga Fikotova, hermosa estudiante checa de medicina, ganó el lanzamiento de disco. Al día siguiente, Harold Connolly, un grandote norteamericano de 100 kilos, se impuso en el lanzamiento de martillo.

Habían concluido su participaciones, quedaban aún más de diez días de actividad y, vaya casualidad, se conocieron mientras se entrenaban para mantenerse en forma y pasar el tiempo. Un flechazo atravesó el corazón de los dos y se puso en marcha el idilio.

Nada fuera de lo común, a no ser por un detalle. Era el amor olímpico entre una comunista y un burgués en plena guerra fría. El telón de acero encerró a Olga y le negó la visa a Harold para ingresar a Checoslovaquia. La noticia recorrió el mundo, ocupó páginas y páginas de los diarios, hasta convertirse en una apasionante historia de amor.

Intervinieron los embajadores y los presidentes. Al fin, se casaron en Praga, el matrimonio Zatopek fueron los padrinos, en las tres ceremonias: civil, católica y protestante. Vivieron en Boston, tuvieron cuatro hijos, pero la felicidad duró 16 años. Exactamente cuatro ciclos olímpicos. Olga pasó a formar parte activa en los movimientos por la liberación de la mujer y Harold, católico y hombre de hogar, la dejó en libertad.

LA BALANZA DETERMINÓ EL ORO
Sucedió en el levantamiento de pesas. La categoría pesados tuvo un desarrollo pleno de emociones y con un final electrizante. El norteamericano Paul Anderson era el recordman mundial, con 519,5kg y amplio favorito.

En esa época, había tres movimientos: arranque, envión y fuerza. No se entregaban medallas por cada uno de ellos, como sucede con los dos de la actualidad, sino una por el total. Se esperaba una exhibición de Anderson, poseedor de un armonioso e impactante físico.

Pero se encontró con un "gordo" argentino, que de la mano del entrenador Alfredo Pianta, se apareció con el antecedente de la medalla de bronce en Helsinki 1952, 432kg, y la de plata en los Panamericanos de México 1955, con 457kg..

A la vista, la distancia era enorme. Tampoco sorprendió cuando en arranque, Humberto Selvetti mejoró su propio récord olímpico llevándolo de 150 a 175kg. Al fin de cuentas, todos sabían que era su especialidad.

Anderson quedó a 7,5kg. En envión, comenzó la tensión. El "Gordo" Selvetti mejoró en 20kg su marca de Helsinki y, con 145kg, igualó el récord olímpico. Lo mismo hizo su rival. La verdad iba a surgir en el último movimiento.

Selvetti levantó 180kg. El público lo ovacionó. Ya acariciaba el triunfo. A Anderson le quedaba la última oportunidad para totalizar los 500kg logrados por el argentino. Sabía que su peso era inferior al de Selvetti y eso determinaba su victoria.

Pidió 187,5. En el recinto reinaba el silencio. Sus manos se aferraron a la barra y en un descomunal esfuerzo los levantó. El buenazo de Selvetti fue el primero en felicitarlo, con una mirada enrojecida.

El norteamericano había rebajado 27kg para llegar a Melbourne de la mejor forma posible. Su peso fue de 137,9. El de Selvetti de 143,5. Una diferencia de 5,6kg había decidido al ganador. La balanza lo dejó sin el oro que merecía la notable actuación del más grande de los pesistas argentinos.

LA HORA DE ALAIN MIMOUN
Hemos mencionado al argelino-francés Alan Mimoun O´Kacha en varias oportunidades. Medalla de plata en los 10.000 metros en Londres 1948. Medalla de plata en los 5000 y 10.000 metros en Helsinki 1952. Siempre detrás de la "locomotora humana" Emil Zatopek.

Y otra vez se le presentaba como un fantasma. Esta vez, en la maratón. Como era su costumbre, el checoslovaco atacó de entrada. Pero la reciente operación de hernia iba a influir en sus energías, y pronto dejó el mando a sus rivales, entre ellos Mimoun y el norteamericano Kelley.

En los 20km, el argelino-francés de desprendió y la segunda mitad del recorrido la hizo en solitario, para llegar a la meta 1m32s antes que el yugoslavo Franjo Mihalic. Mimoun, pleno de felicidad, se quedó al lado de la línea de llegada para saludar a quienes iban arribando.

En sexto lugar lo hizo Zatopek. Se confundieron en un prolongado abrazo y escuchó que su eterno rival le decía: "Estoy contento de que hayas ganado. Era justo que tuvieras tu día".

Alain Mimoun ya tenía 36 años y acababa de ser padre de una niña que llamó Olimpia. Cuando cumplió 62 y aún corría 20km diarios, el presidente de Francia, Pompidou, lo nombró oficial de la Legión de Honor. Actualmente, cinco ciudades francesas llevan su nombre, al igual que una en la villa argelina donde nació. Alain Mimoun O´Kacha hizo realidad el refrán "persevera y triunfaras".

DATOS COMPLEMENTARIOS
Comenzaron las deserciones
La invasión soviética para reprimir la revolución húngara. Los patéticos llamados a los habitantes al mundo, pidiendo ayuda. La masacre de Budapest estaba al rojo vivo. Forzada, Hungría envió una delegación a los Juegos. A la hora del regreso, 45 de sus integrantes habían huido y solicitado asilo político.

Este es el punto de partida de las deserciones de atletas en los Juegos Olímpicos. Desde Melbourne, fueron numerosos los casos de deserción y los países del Este endurecieron al máximo las medidas de seguridad.

Merece conocerse
* La final de fútbol fue entre Yugoslavia y la Unión Soviética. Los favoritos eran los yugoslavos por su depurada técnica. Los soviéticos representaban la fuerza. El dominio de Yugoslavia resultó abrumador, pero en el arco de su rival había un formidable guardavalla: Lev Yashin, y perdió por 1 a 0.

Yashin, el legendario arquero conocido como la "Araña negra", jugó hasta los 40 años, fue campeón de Europa en 1960. Tres años después recibió el balón de oro de la revista France Football como el mejor futbolista europeo.

* Estados Unidos venció a la Unión Soviética en el match decisivo de básquetbol por 89 a 55. El equipo universitario estadounidense tenía dos notables jugadores: Bill Russell y K.C. Jones. Ambos fueron posteriormente figuras de la época de oro del Boston Celtics en la NBA. El conjunto soviético contaba con un gigante ex carpintero de 2.18 metros, altura inusual en esos años: Janis Krumins.

Uruguay venció a Francia por 71 a 62, tras perder con Estados Unidos por 101 a 38, y logró la medalla de bronce.

* El brasileño Adhemir Ferreira da Silva y el pastor norteamericano Bob Richars, que había dejado los hábitos, repitieron sus éxitos de Helsinki en salto en triple y garrocha, respectivamente.

* El marino soviético Vladimir Kuts triunfó en los 5.000 y 10.000 metros. Según las versiones, Kuts era producto de un programa experimental de entrenamientos. Lo cierto es que no volvió a aparecer en las pistas. En 1960 sufrió un ataque cardíaco y murió en 1975, a los 48 años, producto de un cuarto ataque similar.

* El húngaro Laszlo Papp se convirtió en el primer boxeador en ganar tres medallas de oro consecutivas, en la categoría mediano liviano. En 1957, fue el primer boxeador profesional de un país comunista. Ganó el título europeo de la categoría mediano y se retiró invicto en 1965.

* La gimnasta soviética Larysa Semiyonovna Latynina, conocida como La diosa olímpica, comenzó aquí, a los 21 años, una brillante trayectoria de tres ediciones, durante las cuales sumó 18 medallas (9 de oro, 5 de plata y 4 de bronce) para poseer récord absoluto de medallas en la historia de los Juegos. El nadador estadounidense Michael Phelps, con 16 (14 de oro y 2 de bronce) puede igualar o superar esa marca en los próximos Juegos de Londres 2012.

* En saltos ornamentales, el mexicano Joaquín Capilla Pérez ganó el oro en plataforma. La chilena Mariene Ahrens fue medalla de plata en el lanzamiento de la jabalina. El boxeo de ese país obtuvo una de plata (el mediano Ramón Tapia) y dos de bronce (el gallo Claudio Barrientos y el semipesado Carlos Lucas). La Argentina, a la de plata del pesista Humberto Selvetti, sumó la de bronce el boxeador mediano Víctor Salazar.

* En natación, se utilizó el cronometraje semiautomático. Por primera vez entra en acción el estilo mariposa, pero sólo en 200 metros. Los nadadores australianos ganaron ocho de las 13 pruebas, apoyados por el sistema de preparación denominado interval training.

* Si bien oficialmente no se contabilizaban las medallas, la Unión Soviética (37 de oro, 29 de plata, 32 de bronce) superó a los Estados Unidos (32, 25, 17).

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