<
>

Atenas 2004 vio el renacer del vóley argentino

Argentina volvió a la consideración mundial con su llegada a cuartos en los JJOO. Getty Images

BUENOS AIRES -- Si bien suena algo catastrófico, el 2003 significó tocar fondo para el vóley argentino. Unos contratos firmados sin autorización y una serie de declaraciones irrespetuosas para con el, por entonces, Presidente de la Federación Internacional de Voleibol (FIVB), Rubén Acosta, marcaron la suspensión de Mario Goijman como Presidente de la Federación Argentina de Voleibol (en esa época FAV) y del seleccionado nacional de todo tipo de competencias.

Éstas “violaciones de la Constitución, Reglamentos y decisiones de la FIVB” tuvo como primera repercusión la exclusión del equipo de la Liga Mundial 2003 y posteriormente la baja de los seleccionados juveniles de los certámenes premundiales donde tenía segura participación.

Todo este desaguisado institucional no hizo más que perjudicar el buen momento del vóley argentino que venía de una excelente participación a nivel olímpico con el cuarto puesto en Sidney 2000 y un gran Mundial 2002, justamente disputado en un Luna Park repleto de gente en cada presentación local.

El Presidente de la FIVB, Rubén Acosta, no dio el brazo a torcer pese a reiterados pedidos, con la justicia ordinaria de por medio e incluso con una solicitada firmada por los jugadores más representativos de un equipo que aún no era equipo.

Los históricos Hugo Conte y Javier Weber ya no eran parte del seleccionado. Había que refundarse.

Pasado este sacudón y ya con Fabián Armoa como entrenador, el seleccionado albiceleste volvió al ruedo en un Preolímpico durísimo disputado en Caracas, Venezuela.

Clasificación a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 mediante, el Consejo Directivo de la FIVB reconoció a la nueva Federación Argentina (desde allí FeVA), como único ente representativo del voleibol en el país.

Solo quedaba la cuenta pendiente de demostrarle al mundo entero que el vóley argentino nunca había muerto. O mejor dicho: que estaba más vivo que nunca. Fue entonces que en los JJOO de Atenas y con victorias consecutivas ante Francia (3-0), Túnez (3-2) y Grecia (3-1), además de ajustadas derrotas ante Serbia (1-3) y Polonia (2-3), el equipo nacional no solo daba un mensaje a nivel deportivo, sino también a nivel institucional.

La caída en cuartos de final ante el siempre poderoso Italia no empañó la gran campaña de Jerónimo Bidegain, Santiago Darraidou, Jorge Elgueta, Hernán Ferraro, Gastón Giani, Diego Gutiérrez, Pablo Meana, Marcos Milinkovic, Leonardo Patti, Pablo Pereira, Gustavo Porporatto y Alejandro Spajic en Grecia.

El voley argentino había sufrido su peor momento y no deportivamente hablando.

Y también, había resucitado.