MIAMI -- Para el cubano-estadounidense Danell Leyva, Río 2016 son sus segundos Juegos Olímpicos y, como en los primeros en los que participó, Londres 2012, se ha propuesto convertir en metal su pasión por la gimnasia artística.
El medallista (bronce en Londres) aseguró que va a Brasil sólo con la presión de competir en un deporte del que se enamoró desde niño y una vez superados algunos inconvenientes que casi lo dejan de suplente.
El deportista, de 24 años, sufrió la mordida de uno de sus perros en una pierna cuando evitó que le hiciera daño a su madre y tuvo que estar ausente del entrenamiento durante más de una semana durante las competencias para la clasificación.
Este experto de barra fija, barras paralelas y gimnasia en piso, luego recibió con sorpresa, el quedar como suplente en el equipo nacional estadounidense.
"No clasificar como titular fue difícil porque no me lo esperaba, estaba feliz con los resultados de las competencias, pero fue un nuevo reto", explicó el gimnasta.
Sin embargo, el cubano-estadounidense agradeció estar de suplente: "Fue tremendo honor de todas maneras porque en esencia era parte del equipo de todas maneras".
Leyva, que ahora reemplazará en Brasil a su compañero John Orozco, quien había clasificado como titular, pero sufrió una lesión en la rodilla hace unas semanas, dice que va por la de oro tras esta nueva oportunidad.
"Me siento privilegiado en el equipo que va a competir, no es ninguna presión extra ni nada, sólo la de competir", indicó.
"Voy a hacer mis rutinas lo mejor que pueda, lo más perfecto y disfrutar otros juegos más que no viene muy fácil, obviamente", agregó.
Leyva se siente muy orgulloso de representar a la comunidad hispana y agradeció que una "gran parte de ella" lo sigue y lo apoya.
"Podemos hacer lo que queramos si trabajamos para eso y tenemos la fe para lograr nuestras metas y sueños", expresó.
Desde niño el cubano-estadounidense ha contado con el apoyo de su madre, María González, y su padrastro, Yin Álvarez, quienes pertenecieron al equipo nacional cubano de gimnasia y se reencontraron en Miami, a donde llegaron como asilados.
Leyva dice que a su madre le debe el "coraje para luchar" por su sueños y a su hermana Dayanis Mesa, que le lleva diez años, le tiene un gran cariño por cuidarlo cuando era una niña mientras su mamá trabajaba cuando tuvieron que pasar unos meses en Perú antes de llegar a Estados Unidos.
Su interés por la gimnasia comenzó a los tres años cuando vio por primera vez un vídeo sobre el deporte: "Yo no sé que es esto, pero yo quiero hacerlo", le dijo a su madre.
"Me enamoré, era como si la gente estuviera volando", recordó Lyeva, quien ha dedicado por completo su vida a este deporte.
Leyva cuenta con gracia que de niño su madre no creía que él pudiera ser gimnasta por lo descoordinado que era y por el tipo de cuerpo que tenía.
De igual forma, su primer entrenador pidió a su madre que no lo llevara más porque era muy malo.
El gimnasta, que reconoce que tenían razón, explicó que fue sólo tras año y medio de entrenamientos que empezó a mejorar y gracias al gran apoyo de su padrastro y entrenador, que en compañía de su madre abrió un gimnasio en Miami.
Leyva, que llegó a los dos años al sur de Florida, creció entre la comunidad del exilio cubano.
"No tengo ningún recuerdo de Cuba, pero mis padres y mi familia me criaron siendo muy orgulloso de ser cubano", explicó.
Es por eso que sueña con regresar a la isla, aunque dice que "las cosas son complicadas".
"Tengo esperanza de poder ir pronto para poder conocer la tierra donde nací, la gente, mis raíces", explicó.
Leyva dice que como joven trata de ser "optimista" sobre "una Cuba libre", pero está consciente de que "si no cambia el Gobierno cubano, no va a cambiar mucho".
"Pero tengo una lucecita bien pequeña de esperanza, porque sí hay un poquito de cambio, pero de verdad que no creo que haya mucho cambio para los cubanos en sí", dijo.