CIUDAD DE MÉXICO -- En The Infinite Race, el director Bernardo Ruiz descubre que el deseo de resistir y sobrevivir son los motores principales para que la comunidad Tarahumara de México continúe con su tradición de correr largas distancias.
Los hábitos de correr largas distancias por parte del pueblo Tarahumara en el norte de México ya han sido bien documentadas a lo largo de los años. Pese a esto, el mundo conoce poco sobre las tradiciones históricas y culturales que los motivan a hacerlo.
Estos misterios son más interesantes debido a la dificultad natural que existe para acceder a los pueblos donde viven, ya que muchos se encuentran protegidos por la cordillera de la Sierra Madre Occidental que bordea el Pacífico mexicano. Para realizar The Infinite Race, el documental de la serie 30 for 30 que debuta este martes en ESPN Deportes, el director Bernardo Ruiz y su equipo cumplieron la misión de visitar estos lugares poco vistos para contar la historia de una relación íntima entre la comunidad Tarahumara y su talento para correr.
"En las comunidades aisladas es donde ahí llegan los desafíos, porque uno tiene que ir caminando o escalando en algunos pasos", dijo Ruiz en entrevista con Fernando Palomo de ESPN Deportes. "Pero puedo decir que es uno de los lugares más bellos que he conocido en el mundo".
Fue en 2009 cuando el libro de Christopher McDougall "Born To Run: A Hidden Tribe, Superathletes, and the Greatest Race the World Has Never Seen" fascinó al mundo con la historia de los Tarahumara. Miembros de la tribu corren distancias superiores a 160 kilómetros de forma regular, haciéndolo con huaraches delgados o hasta a pie descalzo. La hipótesis del autor indicaba que el calzado para correr tradicional causaba lesiones y técnica deficiente, por lo que se debía ver a los Tarahumara como ejemplo. Esto causó una breve obsesión con zapatos que fueron diseñados para imitar el soporte mínimo que este pueblo indígena usa al correr sus ultramaratones.
Mientras que el libro de McDougall prácticamente presentó a los Tarahumara al resto del mundo, también tuvo una consecuencia inesperada: corredores de ultramaratones todo el mundo viajaron a los pueblos mexicanos que Ruiz explora en su película.
"Hablamos de un tema un poco incómodo, que es el choque cultural entre corredores extranjeros que vienen de Estados Unidos y Europa", dijo Ruiz. En The Infinite Race, el cineasta hace el argumento que los Tarahumara no ven su talento por correr como una manera de ganar dinero, sino como una herramienta que desarrollaron para la supervivencia en su vida diaria.
Durante siglos, esa habilidad de poder correr largas distancias, aunado a que sus espacios de vivienda estén tan alejados, significa la posibilidad de esconderse del mundo exterior. Primero, lo hicieron durante la conquista española, y posteriormente ante la sociedad mexicana que actualmente gobierna la tierra donde viven. "Esto viene de una tradición prehispánica", dijo Ruiz. "Correr siempre ha sido una forma de resistir".
En vez de sumarse a las competencias y tradiciones de las sociedades que lo rodean, los Tarahumara siguen practicando sus deportes tradicionales. El rarajipari es un juego de pelota que se combina con el talento del pueblo por correr largas distancias. Estas partidas pueden durar días enteros y apenas terminan cuando un competidor o su equipo llegan a una ubicación previamente acordada. El juego ya traspasó fronteras, y ya se juega en Estados Unidos.
Aquella resistencia para asimilarse puede también explicar por qué los Tarahumara todavía no han llegado a competir para México en eventos como los Juegos Olímpicos. De acuerdo con Ruiz, esto viene también gracias al desinterés del país en desarrollar sus propios talentos. Aunque México ostenta una tradición de atletas élite en eventos de larga distancia (Lupita González ganó plata en Río 2016 en la caminata de 20 kilómetros, por ejemplo), el país no ha tenido a un participante Tarahumara estrella desde que Tomás Zafiro ganó oro en los 10,000 metros en 1926, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Ese mismo año, Zafiro corrió más de 100 kilómetros, de Pachuca a la Ciudad de México, una proeza que fue noticia mundial.
Cuando en algún momento los corredores de esta cultura expresan volver a las competencias de esta índole, aún hay dificultades para que algún día puedan estar parados sobre los podios internacionales.
"Sí hay una generación nueva de corredores Tarahumara que tienen ojo a competencias más grandes y de otro nivel", dijo Ruiz. "Pero hay una cuestión de infraestructura ahí, porque no hay inversión ni manejo de esos corredores".
En este momento, los que sí entran a competir en carreras organizadas lo hacen por un motivo mucho más simple: para poder sobrevivir. La pobreza es un problema en las comunidades Tarahumara, y la violencia provocada por carteles de crimen organizado crean aún más dificultad. Los que corren, lo hacen para dar sustento a sus familias. De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, más de 100,000 hombres y mujeres Tarahumara viven en estado de pobreza gracias a diversos factores, incluyendo dificultades para ejercer la agricultura, la violencia del crimen organizado y la disminución de recursos naturales en general. Esto también se vuelve punto central para The Infinite Race.
"Si lo hacen, es porque quieren las ganancias o para los vales de la comida", dijo Ruiz. "Lo hacen por necesidad y no por deseo de participar en los deportes".
Pese a los retos que han impulsado a los Tarahumara a correr por otras razones que no son las usuales para ellos, Ruiz espera que la película realce las tradiciones y la manera de vivir de la cultura que ha cautivado a muchos.
demás, que siga mostrando la proeza que tienen para resistir y salir adelante.
"Sin corazón, ningún atleta puede vencer", dijo Ruiz. "Obviamente necesita técnica y entrenamiento para ser campeón, pero sin corazón no se puede hacer nada. Mostramos de dónde viene ese corazón."