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El salto mortal: Cuando Surya Bonaly retó a los jueces del patinaje artístico

Surya Bonaly dormía en una camioneta después de entrenar con la selección de patinaje artístico en París. Era la década de los años 80 y ella una joven venida de Niza, al sur francés, que había sido invitada por el entrenador Didier Gailhaguet para ganarse un lugar en el equipo nacional.

Bonaly fue gimnasta de pequeña antes de ser patinadora, soñaba con ser parte de la selección nacional y llegar a los Juegos Olímpicos y a los Campeonatos Mundiales de Patinaje Artístico Sobre Hielo, escenarios a donde se topó con el sistema y las costumbres de un deporte subjetivo y negado a reconocer un nuevo estilo basado en la fortaleza física.

Surya fue adoptada por un matrimonio de Niza a los pocos meses de nacida. Siempre practicó deporte, su naturaleza y la flexibilidad de la gimnasia la hacían una patinadora con gran poderío físico para los giros de este deporte. Las tres medallas de plata en Mundiales y cinco campeonatos europeos muestran su nivel, pero nunca pudo ser monarca mundial o medallista olímpica.

Eran tiempos en los que el patinaje sobre hielo no estaba acostumbrado a una competidora de raza negra. Arrasaba en Francia (fue nueve veces campeona nacional) y luego sufría en cada competencia internacional. “Si alguien me pedía veinte flexiones, yo hacía treinta. Tenía que hacerlo más que bien para ser aceptada”, ha reconocido en entrevistas.

Intentar conquistar el mundo del patinaje artístico la volvió recia, y cuando llegaron los Juegos Olímpicos en casa (Albertville 1992), crecieron las expectativas.

Su primera participación en el gran evento global la dejó en el quinto lugar. “Intenté tener la mente abierta, decir lo que la gente quería que dijera, pero seguían diciéndome que no era linda”, compartió en el capitulo que la serie Losers (Netflix) le dedicó a su historia.

Diferente, exótica y misteriosa eran algunos de los calificativos del entorno, que la acusaba de no tener la calidad artística de sus competidoras.

Los Juegos Olímpicos Invernales en la década de los años 90 se revolucionaron y volvieron a organizarse en 1994 para quedar separados de la edición de Verano, así que Bonaly tuvo pronto una revancha: Lillehammer, Noruega. El resultado fue similar, cuarto lugar por unas fallas en su rutina.

Semanas después vino una nueva oportunidad, y el máximo escándalo. En el Mundial de Patinaje Artístico Sobre Hielo de Chiba (Japón) 1994 se enfrentaban Surya y Yuka Sato, patinadora local que había sido ya monarca mundial juvenil en 1990.

Rutinas excelsas, decisiones subjetivas y una política deportiva que dejaba a la francesa en segundo puesto. Surya se sintió decepcionada y, a la hora de la premiación, decidió que no subiría al podio. Al recibir su presea de plata fue prácticamente obligada hacerlo, y entre lágrimas se quitó la medalla.

El público la abucheó por considerar antideportiva su actitud; ella se sentía agraviada. “No tengo suerte”, dijo llorando mientras salía de la pista. Para entonces ya sabía que nunca iba a ser monarca mundial ni medallista olímpica.

Intentó nuevamente en el Campeonato Mundial de Birmingham 1995 y terminó otra vez segunda. Su despedida olímpica sucedió en los Juegos Olímpicos de Nagano 1998, a donde llegó sin recuperarse al cien por ciento de una lesión en el talón de Aquiles.

El dolor era insoportable, pero Surya salió a presentar su rutina, dejó de lado las molestias y decidió mostrar un salto hacia atrás, que era prohibido bajo las reglas del patinaje. Era su manera de retar a esos jueces que nunca le reconocieron méritos para ser campeona. El público reconoció la ejecución y la despidió entre aplausos. Los jueces la penalizaron y, bajo las reglas del sistema, terminó décima.

Bonaly se convirtió en profesional poco después, teniendo apenas 24 años. Posteriormente se naturalizó estadounidense y ahora es entrenadora.

Fue una precursora en la lucha por la aceptación y desde fuera de las pistas vio como el mundo cambió y surgieron atletas de raza negra que basadas en su fortaleza física se adueñaron del protagonismo y los más grandes éxitos en el deporte mundial, incluidas disciplinas estéticas y elegantes, como las legendarias hermanas Williams, Venus y Serena, monarcas olímpicas y ganadoras de múltiples torneos de Grand Slam en el tenis, y la gran Simone Biles, la gimnasta más galardonada en los Campeonatos Mundiales de Gimnasia Artística y multicampeona olímpica.