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Agustín Asmu, Benjamín Archua y la convergencia de las líneas paralelas

Benjamín Archua y Agustín Asmu nacieron en Mendoza y Entre Ríos, respectivamente. FATM

Las líneas paralelas se intersecan en el infinito.
-Euclides

Las geometrías no euclidianas discuten el V postulado planteado por el matemático y geómetra griego.

El escritor argentino Jorge Luis Borges sugiere que la bifurcación ocurre en el tiempo, no en el espacio. "En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan”, postula en El jardín de los senderos que se bifurcan.

Esos desenlaces funcionan como puntos de partida de otras bifurcaciones y, en alguna ocasión, los senderos del laberinto convergen.


Agustín Asmu nació el 25 de septiembre de 2009 en Paraná, capital de Entre Ríos. Desde pequeño juega al tenis de mesa.

“Mi papá empezó a jugar, porque lo vio en un diario. Yo fui al club a ver, me gustó y arranqué a jugar”, indica Agus, cuya timidez no se corresponde con la osadía que exhibe junto a la mesa, en diálogo con ESPN.com.

Yamil Asmu dejó de competir y ahora se enfoca en entrenar a su primogénito, además de iniciar a Felipe, su otro hijo, quien con escasos meses de vida ya empuña la paleta.


Benjamín Archua nació el 3 de abril de 2009 en Mendoza, capital de la provincia homónima. Desde pequeño juega al tenis de mesa.

“Yo empecé porque mi viejo juega desde los 14 años. Cuando yo era chiquito, me metió y así arranqué, en el Club Regatas”, añade Benja, el único de sus hermanos que “agarró la paleta”, a pesar de tener una importante influencia paterna.

Juan José Archua es un nombre importante para el tenis de mesa nacional y mendocino. “Según me dice él, era buenísimo. Me ganó hace un año y no me quiere jugar más”, expresa su hijo más chico, convencido –o, al menos, confiado– de que, si hoy se volvieran a enfrentar, el resultado sería otro.


Imaginé también una obra platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada nuevo individuo agregara un capítulo o corrigiera con piadoso cuidado la página de los mayores.


934 kilómetros separan a Entre Ríos de Mendoza, menos de un 15% de la distancia que hay, por ejemplo, entre la capital de Argentina y la de Catar, donde actualmente se posan los ojos del mundo deportivo.

No obstante, en cuanto a tradición tenismesística, las provincias del Litoral y el Cuyo, respectivamente, se encuentran en las antípodas. Mientras Mendoza es una especie de usina del ping-pong nacional, con tres de los cuatro miembros actuales de la Selección Argentina mayor (a saber: Gastón Alto, Santiago Lorenzo y Francisco Sanchi, además del bonaerense Horacio Cifuentes), Entre Ríos tiene un escaso desarrollo en cuanto a circuito interno, cantidad de jugadores e infraestructura.

Agustín es, de hecho, el mejor jugador de la provincia hace años. “Nunca hubo muchos jugadores ni un circuito muy desarrollado. Además, tampoco hay muchos chicos jóvenes, son mayormente grandes, adultos. Ha crecido un poco en el último tiempo, se ha difundido por toda la provincia, y vamos tratando de que juegue más gente, principalmente chicos”, añade quien, a pesar de su corta edad, se erigió en un referente del tenis de mesa entrerriano. El último campeonato local, por ejemplo, lo ganó sin ceder sets.

Benjamín, por su parte, le adjudica el éxito deportivo de Mendoza a los clubes y a la captación de jóvenes, aunque reconoce que los mejores jugadores de la provincia se fueron a Europa, hoy día un paso elegido por varios en pos del progreso competitivo. “Hay dos clubes: el mío (Regatas) y uno de San Rafael, de donde salió Santi Lorenzo. Estamos en un club muy polideportivo, entonces muchos chicos pasan, ven el tenis de mesa, se ponen a joder en la mesa y empiezan a jugar, y siempre hay alguno que se queda en el deporte. Ahora en Regatas pusieron muchos horarios para los chiquititos, así que vienen todos los nenes”, agrega.


¿Alguna vez se preguntaron qué habría pasado si Hallie Parker y Annie James no se hubieran encontrado en el campamento de Juego de gemelas? Solo contamos con una certeza: no tendríamos película.

El Campamento Walden fue, en este sendero, el Grand Prix de Rosario 2018 en su categoría sub-9. Allí “se conocieron y se hicieron amigos”, pero también se enfrentaron por primera vez: en aquella ocasión, fue victoria en sets corridos para Asmu, a posteriori campeón de la competencia.


El calor que irradia el sol en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es, al menos, penetrante. El Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) alberga, como en cada mes de diciembre, el Abierto de la República, uno de los torneos más prestigiosos y emblemáticos del tenis de mesa argentino.

El piso de un pasillo aledaño al Polideportivo León Najnudel es el lugar elegido por Asmu y Archua, un rato después de que se enfrentaran en la semifinal del Master Final U13 y unos minutos antes de que lo hicieran de nuevo, pero por la semi de la categoría U15.

Un anemómetro no sería de utilidad en esta tarde dominical, en la que la sensación térmica supera los cuarenta grados centígrados. De hecho, lo único que se mueve son las zapatillas de Agustín y Benjamín, que chocan constantemente con el fin de imponerse en una especie de batalla por el espacio. “Me está tocando el agujero que tengo en la suela”, reconoce veinticinco minutos después el mendocino.

Las bromas están, claro, a la orden del día. Los susodichos 934 kilómetros se evaporan cuando la Selección Argentina juvenil afronta una competencia, cuando la Federación Argentina de Tenis de Mesa (FATM) organiza un campamento regional o cuando las dos familias coindicen en los distintos torneos que componen el circuito nacional.

Y, en cada ocasión, los partidos son una especie de oasis en una amistosa convivencia. “Todos queremos ganar, pero por un partido no le voy a hacer nada a él. Es mi compañero de dobles, de habitación, de todo”, asegura Archua, uno de los chicos que van juntos para todos lados cada vez que se reúnen en algún punto del país.


El espacio en el que Agus y Benja fortalecieron su vínculo es, sin dudas, la Selección Argentina, donde están realizando sus primeros pasos. Este año, ambos ingresaron mediante selectivos a la sub-13 y a la sub-15, dando en esta un par de años ‘de ventaja’.

Asmu ya había disputado en 2021 el Panamericano U13 de Ecuador, donde también representó al país en el Programa Hopes de la Federación Internacional de Tenis de Mesa (ITTF). “Fue una muy buena y linda experiencia, con jugadores de muchísimo nivel y entrenadores de Holanda”, sintetiza el entrerriano. El debate entre Holanda y Países Bajos podemos dejarlo –al menos en esta ocasión– de lado.

El primer gran torneo que compartieron fue el Sudamericano U15 de Lima, Perú en mayo. Allí compitieron en individuales, equipos (junto con el salteño Franco Varela y el cordobés Matías Vivas), dobles mixto y dobles masculino, modalidad en la que perdieron en octavos de final con los campeones, a quienes “les dieron pelea” a pesar de la diferencia de edad.

No obstante, la gran noticia para el tenis de mesa argentino llegó unos días antes, también en la reconocida Villa Deportiva Nacional (VIDENA). Perú cobijó un WTT Youth Contender, certamen del circuito mundial juvenil, y Asmu y Archua llegaron a la final tras dejar en el camino a varios locales y otros rivales de Colombia, Brasil y Costa Rica. En suelo limeño, el cuyano se quedó con el título por 3-1 (7, 8, -7, 9).

Benja recuerda el momento con orgullo, ya que se trata de uno de los torneos más especiales de su incipiente y prometedora carrera: “Fue muy lindo, porque veníamos entrenando juntos, viajamos en avión juntos, fuimos a la misma habitación”. Aunque de antemano habían decidido que el ganador del partido definitorio no iba a molestar al otro, el pacto se rompió cuando el litoraleño bromeó por haberle ganado un set 11-1 en otro torneo. Ahí, naturalmente, aparecieron los recuerdos de la histórica final 100% argentina.


Pocas semanas después, Salta fue la sede del Sudamericano U13. Siguiendo una dinámica similar, en vísperas de la competencia continental se llevó a cabo un WTT Youth Contender, en el que Archua volvió a eliminar a Asmu, en este caso remontando una desventaja de 0-2 en cuartos de final (en semis, cayó por 1-3 ante un brasileño que, a la postre, se consagró en el Polideportivo Delmi).

En el Sudamericano, Benja, primer sembrado de la competencia, fue medalla de bronce tras caer en semis ante el venezolano Jonathan Vegas Vásquez -campeón-, en tanto Agus, segundo seed, sucumbió en octavos de final contra el brasileño Felipe De Melo Okano -subcampeón-.

Respecto a la modalidad dobles, volvieron a ser protagonistas, como en Lima: se metieron entre los ocho mejores y solo un partidazo contra el tándem que se coronó los dejó afuera. Y en equipos obtuvieron la medalla de bronce, luego de vencer sin dificultades a conjuntos de Colombia, Brasil, Ecuador y Perú. Una ajustadísima derrota ante Venezuela, oro en gran parte de las categorías, los privó de disputar una final continental.

Al analizar su rendimiento en dobles, coinciden en que cuentan con una ventaja: Archua es zurdo (y Asmu diestro), por lo que “no tienen que dar la vuelta, sino entrar y salir”. Antes de viajar a Lima entrenaron un poco, pero como ambos estaban acostumbrados a esa dinámica ya sabían cómo jugar.

Sus juegos son, en líneas generales, similares. "Benja siempre sale a atacar, no importa el momento", dispara Agus. "Al Asmu no le importa nada, siempre está decidido a atacar. Le podés rematar o tirársela de un lado a otro, pero él no la va a pasar, no está en su ser", replica Archua.


Además de participar en torneos internacionales, los dos son usualmente protagonistas de las diversas competencias nacionales. Sin embargo, ninguno se consagró todavía como campeón nacional individual. Aunque Archua manifiesta que no le va bien en los Campeonatos Argentinos, en el último, celebrado en julio en Mendoza, su ciudad natal, fue semifinalista en sub-13 (lo eliminó Agus) y sub-15. Asmu, en cambio, fue subcampeón en sub-13 y cayó en cuartos de final en sub-15.




El tenis de mesa argentino, como muchos deportes (de nicho) de la región, está compuesto por vastas líneas paralelas que se intersecan en el infinito. El campeón de la categoría sub-13 en el imponente Aconcagua Arena fue Tomás Soria Castillo, oriundo de Salta, provincia con un vertiginoso crecimiento en la disciplina, quien también forma parte de la charla con ESPN.com y en broma se jacta de, a diferencia de sus compañeros de Selección y amigos, haberse consagrado en el certamen más importante a nivel nacional.




Tomi reconoce a la gestión de la federación salteña y al moderno gimnasio recién inaugurado como bastiones del gran desarrollo del tenis de mesa en su provincia natal. A veces entrena en su club, en otras ocasiones lo hace con su hermano mayor en casa, pero cada vez que puede opta por ir al novedoso centro de entrenamiento local por “la calidad y el nivel de los entrenamientos”.

Benja, por su parte, entrena cinco veces a la semana en el Club Regatas, ubicado en el Parque General San Martín. Admite que hasta hace un par de años le ganaban sus pares, pero que en el último tiempo empezó a entrenar bien, con otra cabeza y con profesores muy reconocidos, como Matías Alto, Gastón Luquez y Soledad Tenzi, eminencias del tenis de mesa mendocino y argentino, por lo que esa tendencia se modificó.

La situación de Agus es diferente: por la estructura un tanto más incipiente de la disciplina en Entre Ríos, entrena “a full” todos los días con su padre en el garaje de su casa (empezó con Gustavo Maili, su mentor y primer entrenador). Los campamentos regionales impulsados por la FATM son fundamentales y, según reconoce el joven, sus estancias en Buenos Aires son clave, dado que no solo practican entre ellos, sino que lo hacen con jugadores de la Selección mayor o sub-19, algo posible por la cantidad de jugadores que hay en la capital del país.

Soria Castillo, a quien sus pares destacan por su fuerza, aguante y bloqueo, toma la posta para referirse a la importancia del factor mental en el tenis de mesa, un deporte individual de mucha precisión, efectos y decisiones en fracciones de segundos: “Los tres sabemos que somos muy sacados de cabeza. El Asmu es el que más firme se mantiene dentro de todo, aunque cuando está en su mal momento es el peor”. Archua añade que lo sacan de quicio los bagres o, como dice, sorrys (NdR: los puntos influenciados por toques en la red o en la punta de la mesa), y bromea –o se excusa– con que Asmu tuvo varios en su contundente victoria 3-0 de la mañana, aunque confiesa que no se enoja.


Cerca del final de la entrevista, a minutos de un nuevo duelo entre Asmu –fanático de Patronato y representante de Ferro Carril Oeste en Buenos Aires– y Archua –hincha de River y jugador del club de sus amores en la capital–, nuevamente ganado por el entrerriano –en este caso, por 3 a 1–, tiene lugar una de las pocas interrupciones. Los tres jóvenes se transforman, por un momento, en guías turísticos dentro del CeNARD, su hogar durante sus estadías en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La casa del deporte argentino, una metáfora que poco tiene de metáfora y un slogan que trasciende al slogan, es donde se sienten cómodos, pasean y juegan entre ellos cuando arriban a la ciudad de la furia. “Bajá las escaleras, andá hasta el fondo del patio, metete en el pasillo y la última puerta a la derecha es el Salón C”, se complementan, como si por un momento adquirieran las habilidades de un impoluto GPS.


Al hablar de sus sueños, Archua y Asmu se vuelven una sola voz: a corto plazo, se plantean como objetivo clasificarse a la Selección Argentina sub-15 entre los primeros cuatro puestos, para ingresar al Grupo A, pero a largo término anhelan disputar unos Juegos Olímpicos, “el sueño de todo deportista”, o ser campeones panamericanos.

También tienen una visión similar respecto a sus ídolos. “Los cuatro que hay en la Selección son tremendos jugadores. Me encanta ver partidos de ellos, cómo piensan y golpean la pelota”, explica Benja. Y Tomi Soria Castillo suma: “Los jugadores de Selección son referentes para todos los chicos y adultos que hacen el deporte. También hay veces que te reflejás en alguien de tu edad, que te gana y decís ‘qué bien juega’. A veces admiro a uno, como Horacio Cifuentes, que es el mejor de Argentina, y otras me puedo reflejar en el Asmu o en el Benja, por ejemplo”.

Del exterior, se maravillan con el brasileño Hugo Calderano, actualmente 7° del ranking mundial y, hasta hace unos meses, 3° mejor jugador del planeta. Especialmente se asombran con su revés, aunque reconocen que los mejores jugadores del mundo están en Asia, particularmente en China, y, en un segundo plano, en Europa, con Alemania como una de las grandes potencias continentales.

Pensando en un futuro –todavía– lejano, Asmu y Archua reconocen que, si tuvieran la oportunidad de irse a entrenar y competir a Europa, lo harían sin dudarlo, como muchos de sus compatriotas, que encuentran en la infraestructura y las súper competitivas ligas del Viejo Continente un medio para pegar un salto de nivel, ergo aspirar a vivir del tenis de mesa.

Yamil, padre de Agustín y presidente de la Asociación Paranaense de Tenis de Mesa (ASPATEM), indica que en cualquier deseo lo van a acompañar. “Si decide dejar el tenis de mesa para hacer danza árabe, voy a tratar de aprender algún paso para ayudarlo”, concluye quien confiesa que le gustaría que tuviera un entrenador para hacer más sencilla la distinción progenitor/head coach, pero es feliz al verlo gozar entrenando, compitiendo y divirtiéndose con sus amigos. Si emigrar a otro lugar del país, como Mendoza o Buenos Aires, o a Europa es el camino que elige para pegar un salto de nivel, a su lado estarán la familia y la provincia, a la que agradece por el apoyo.


¿Disfrutan de jugar?
Los tres, a coro: SÍ.
Archua: Es muy linda la emoción de jugar un torneo.
Soria Castillo: Y de ganarlo…


La explicación es obvia: El jardín de senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En este, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.

En este tiempo, para ser más precisos, Agustín Asmu y Benjamín Archua, nacidos con 934 kilómetros y 175 días de diferencia, convergen en un infinito llamado tenis de mesa y construyen, juntos, como amigos, compañeros y rivales, el futuro del deporte… jugando.