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Vóleibol: Zerba, el pibe que quiere volar a París

“Soy un central más bloqueador que atacante. Y trato de tirar siempre para adelante, con actitud positiva y espíritu de lucha”, se presenta el gigante de 2,03 metros.

En el primer partido oficial de la temporada 2023 de la Selección Argentina masculina de vóleibol, en la apertura de la Liga de las Naciones (VNL: Volleyball Nations League), el entrenador Marcelo Méndez le dio la titularidad. Nicolás Zerba anotó apenas un punto en un set y medio: lo reemplazó Joaquín Gallego y no volvió a pisar la cancha.

En los cuatro juegos siguientes vio el partido sentado en el banco de suplentes. Frente a Eslovenia, en el inicio de la segunda tanda de partidos, el técnico volvió a incluirlo en la formación inicial. Desde ese día, el central de 2,03 metros se fue consolidando y se transformó, muy probablemente, en el jugador de mayor progreso del equipo. Anotó 14 puntos en una victoria inolvidable contra Estados Unidos y se perdió el cruce de cuartos de final, frente a Italia, por una intoxicación intestinal que sufrió todo el equipo, pero lo afectó particularmente con mayor virulencia.

Afirmado como socio de Agustín Loser, la estrella del equipo en su puesto, Zerba dio otro salto en el Sudamericano jugado en Recife, en el cual Argentina se subió por primera vez a lo más alto del podio en un torneo de esta parte del continente en el que estuvo en cancha la Verdeamarilla (el título albiceleste de 1964 había sido en el único Sudamericano que no jugó Brasil). A la hora de la premiación, mientras flotaba casi en la irrealidad, Nico tuvo un halago casi impensado, ya que fue sido elegido como uno de los dos mejores centrales de ese imborrable torneo, junto con el colombiano Carabalí. “Cuando terminó el partido en Recife no caía. Después de un rato empezás a entender. Pero en ese momento no caés. Cuando te das cuenta decís: ‘¡Fuaaaaa, qué grosso lo que hicimos! ¡Qué zarpado!’”, le dice Zerba a ESPN en una videollamada desde la ciudad china de Xi'an, en la cual la celeste y blanca afrontará desde este viernes el Preolímpico rumbo a París 2024.. El debut será frente a México, a las 23 (hora argentina), con transmisión de ESPN y Star+.

Zerba recuerda el “Geraldazo”, en un estadio enmudecido, y se le nota la emoción en su rostro. Está en el lobby del hotel, el único lugar en el que se aseguran conexión estable: en las habitaciones, el wi-fi va y viene. De ese partido con Brasil, además del festejo inédito quedaron algunas jugadas brillantes.

Nico fue parte esencial de la más insólita de esas acciones. El detrás de escena hace que sea inevitable la risa. En una bola casi perdida, el capitán Luciano De Cecco salvó la pelota con el pie, con tanta precisión que quedó “pintada” sobre la red para que el pibe de Ciudad Evita definiera el punto con un toquecito detrás del bloqueo. “Cuando vi que iba con el pie, pensé que le iba a tirar al centro de la cancha y la íbamos a pasar como pudiéramos. Pero Luciano tiene esas cosas que te sorprenden. Y la dejó justita. ¡Y mirá que lo veo tirar magia en todos los entrenamientos! Pero a ésa no me la esperaba. Fue increíble”, arranca el relato Zerba.

Su toque, preciso y milimétrico, desairó a los brasileños, que se miraron incrédulos. “¿Qué fue lo primero que hizo Luciano después de festejar el punto? Fue y me retó. Me dijo: ¡Tendrías que haber pegado! ‘¿Cómo vas a tocar?’. Y le respondí: ‘¿Qué querés? Fue punto, fue punto, ya está’. Jaja”, completa Zerba y suelta una carcajada contagiosa.

La charla, extensa y zigzagueante, atraviesa un sinnúmero de temas. Desconectar la cabeza del vóley es, para Nico, una cuestión esencial. La música y la literatura juegan en esa cancha. “Me gusta el libro de papel. Aunque, claro, el Kindle tiene una comodidad bárbara cuando viajás. Igualmente, siempre ando con tres o cuatro libros físicos conmigo y, cuando se terminan, veo cómo conseguir otros”, explica. “Estoy leyendo ‘El Muro’, una novela que me recomendó mi hermana, ‘La ciudad de las ranas’, porque me lo regaló mi abuelo sobre el nacimiento de la ciudad de La Plata, y uno de liderazgo que me dio mi vieja: es sobre cómo influir de forma positiva en los equipos”, precisa. Cuando concluya la charla, enviará fotos vía WhatsApp. Los libros, prolijitos, estarán sobre la cama, en su habitación: “El Muro”, de Klaus Kordon; “La ciudad de las ranas”, de Hugo Alconada Mon; “Liderar equipos comprometidos”, de Pep Mari.

Ilusión olímpica

“Para nosotros fue un año increíble. Y en lo personal, una temporada bárbara. Tener un lugar en este equipo y en este torneo es algo muy lindo. Queremos clasificarnos ahora para los Juegos de París 2024”, dice Zerba sobre el Preolímpico en el cual Argentina buscará una plaza olímpica desde este viernes.

Una temporada récord en la fase regular de la Liga de las Naciones (VNL), solo opacada por un amargo tropiezo en cuartos de final frente a Italia, dejaron la vara altísima.

–¿Son distintas la expectativa y la ansiedad una vez que te consolidaste en el equipo titular? ¿Cómo vivís la previa?

–No sé si lo vivo distinto. Sí sé, en cambio, que ahora voy a tener más posibilidades de mostrar mi juego. Me gusta el papel que tendré que hacer en cancha. Y voy a tratar de aprovechar todo lo que esté a mi alcance, todo lo que pueda. De todos modos, sé que mis compañeros también están al pie del cañón: Joaquín Gallego o Martín Ramos también pueden ocupar el puesto.

–Para quien no haya seguido a la Selección en los torneos previos y se prenda ahora en el Preolímpico, ¿cómo les resumirías este 2023?

–Arrancamos con una VNL buenísima, increíble. Es un torneo muy largo y estás más de un mes afuera, viajando por todo el mundo, con un gran desgaste. En ese contexto, usamos a nuestro favor cada entrenamiento y cada partido. Y ese rodaje nos hizo crecer como equipo. Se vio en la cancha. El Sudamericano fue un hito para el vóley argentino y, por supuesto, para nosotros. Superó cualquier tipo de expectativa.

–Fuiste el último jugador en consolidarse entre los titulares. Y no tenés un perfil alto. ¿Cómo explicarías quién es Nico Zerba dentro y fuera de la cancha?

–Dentro de la cancha trato de tirar siempre para adelante. Eso es lo más importante. Siempre con actitud positiva, con espíritu de lucha. Afuera trato de ser buen compañero, buena persona. En el grupo hay diferentes tipos de visiones y personalidades, así que trato de ayudar ahí, siendo positivo y aportando en la consolidación de lo colectivo. Y puedo ser equilibrado. Cuando se jode, se jode. Pero cuando hay que ser serio, lo soy.

–Luciano Vicentin y Luciano Palonsky también dieron un gran salto este año. Los tres se conocen de selecciones de categorías formativas. ¿Cómo es el vínculo entre los tres?

–Nos conocemos hace seis o siete años. Tenemos una muy buena relación. Encima, son dos pibes a los que les gusta joder todo el día. “Luchi” (Vicentin), más que nada. Más que compañeros, con ellos somos amigos. Dentro y fuera de la cancha. Hemos llegado a vivir juntos en Buenos Aires y hacíamos todo entre los tres: ir a entrenar, comer, divertirnos. Cuando uno está mal, los otros lo apoyan. ¡Sos amigo, estás para eso!

–Te describiste como un jugador positivo, luchador. Me interesa que vayamos sobre cuestiones más voleibolísticas. ¿Qué tipo de central sos? ¿Cómo podrías caracterizar tu juego? ¿Sos de los que estudian a sus rivales?

–A este nivel, estudiar a los rivales es fundamental. Tenés una ventaja superior si conocés que van a hacer tus adversarios. Como central, tenés que conocer las rotaciones, cómo juegan, qué tendencias tiene el armador o qué pelota es la que le sale de manera más sencilla. En los puntos decisivos, ésa es la pelota que más veces va a tirar. Más allá de eso, soy un central más bloqueador que atacante, pero teniendo en el equipo a Luciano De Cecco y Matías Sánchez, a quienes les encanta tirar primeros tiempos, también puedo ser importante en lo ofensivo. Está bueno eso. Me gusta.

–Después de los Juegos Olímpicos de Tokio, Sebastián Solé se retiró de la Selección y dejó un hueco difícil de llenar, porque es un jugador de primer nivel internacional. ¿Eras de estar muy atento a lo que hacía Seba?

–Sí, por supuesto. Tuve la oportunidad de entrenar con él y es un jugador totalmente distinto. Tiene una lectura de juego y una facilidad para hacer las cosas que es increíble. Soy sincero: no tenía jugadores a los que miraba con mucha atención, pero sí lo hacía con Seba Solé. Y después con Agustín Loser. Son dos centrales de nivel internacional. Aprendí de entrenar con ellos y traté de absorber algo.

–¿Qué acciones de Solé tratabas de copiar o aprender?

–De Seba, el bloqueo. Tiene una facilidad brutal para llegar a invadir del otro lado: las manos, la ubicación, los desplazamientos. Son cosas que quizás no se perciben tan fácilmente desde afuera, pero si las hacés bien cambia muchísimo el porcentaje de bloqueos o de toques de la pelota. A eso, Seba lo hace particularmente bien.

–¿Cómo cambió tu cabeza a lo largo de la temporada? Una cosa es saber que estás en la rotación y otra, que el entrenador te dé una confianza y una responsabilidad muy importantes.

–Marcelo me dio la confianza que yo venía buscando. Encontré ese hueco y quiero aprovecharlo. Estoy siempre “al palo”. No puedo aflojar, porque si aflojás, los demás quieren tu puesto, tu lugar. Para estar dentro de la cancha tenés que rendir. Si no rendís, entra otro. Entonces, la idea es estar siempre “al taco”.

Un partido fuera de la cancha

–Salgamos del vóley. ¿Con quiénes te contactás todos los días incluso cuando estás en China, en otra cultura, con otros husos horarios?

–Respecto de los horarios, pufff, es el cuarto o quinto día y recién nos estamos empezando a acostumbrar y a acomodar con el sueño. Y sí, es una cultura totalmente distinta. Con mi familia siempre me trato de comunicar. Sea a la hora que fuere. Y con mis amigos, alguna llamadita o mensaje siempre hay. Para mí, todo eso no se pierde. No podés estar las 24 horas pensando en el vóley.

–¿Dónde está tu familia y dónde viven tus amigos?

–Mis viejos y mis hermanas están en Buenos Aires. Y tengo a mis amigos de toda la vida en Ciudad Evita. Los chicos del vóley están por todas partes del mundo. Por ahí armamos una videollamada y aparece gente conectada desde muchos países. Es muy divertido.

–Muchas veces satura estar dentro de la burbuja deportiva todo el tiempo. ¿Cómo desconectás del vóley?

–Sí, es importantísimo desconectar. Porque si no, la cabeza no para. Y no ayuda mucho. A mí me gustan la lectura, la música, jugar a la computadora. Todo eso ayuda un poco a salir de “la pelotita”. Leo libros de todo tipo: novelas, política, autoayuda, de todo un poco. A mi familia le gusta mucho y me viven recomendando libros. Con la música también soy bastante variado. Puede ser un poco de rock pero sobre todo uno de mis géneros favoritos, hip hop.

–Suena buenísima esa participación familiar: que todos estén pendientes de qué recomendarte. Es como que estuvieran presentes con vos en cada viaje.

–Sí. Mi hermana es fanática de la lectura. Mi abuelo también. Antes de viajar voy a la biblioteca y les digo: “Che, necesito un par de libros”. Y empiezo a chorearles cosas, ja. Ya te conté que me traje tres libros a China. Me gusta mucho que ellos sean partícipes de mis viajes de esta forma.

Fixture

Viernes 29 de septiembre

Argentina vs México: 23:00 horas en Argentina

Sábado 30 de septiembre

Argentina vs Canadá: 23:00 horas en Argentina

Lunes 2 de octubre

Argentina vs Bulgaria: 23:00 horas en Argentina

Miércoles 4 de octubre

Argentina vs Bélgica: 02:00 horas en Argentina

Viernes 6 de octubre

Argentina vs Polonia: 05:00 horas en Argentina

Sábado 7 de octubre

Argentina vs República Popular de China: 08:30 horas en Argentina

Domingo 8 de octubre

Argentina vs Países Bajos: 02:00 horas en Argentina