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"Nacho" Cuminetti, el indiscutido rey argentino de la Champions League de vóleibol

El 5 de mayo próximo, con transmisión de Star Plus, Marcelo Méndez buscará convertirse en el primer entrenador argentino en ganar la Champions League de vóleibol. Será su segunda oportunidad consecutiva. En la temporada pasada, el Jastrzebski Wegiel perdió 2-3 contra otro equipo polaco: ZAKSA Kedzierzyn-Kozle. En esta ocasión enfrentará al Itas Trentino de Italia. Otros tres técnicos argentinos se quedaron en el umbral de la consagración: Julio Velasco, Raúl Lozano y Axel Mondi. ¿Será finalmente Méndez quien pueda subir la bandera celeste y blanca a la cima europea?

Para el vóleibol masculino argentino, la última Champions europea fue la que consiguió Pablo Meana, en 2003/04, con el Lokomotiv Belgorod de rusia. El exlíbero de la Selección, apodado precisamente “el Ruso”, también había ganado la edición previa: 2002/03.

Más allá de lo que pueda ganar Méndez desde aquí hacia el futuro o de lo que haya obtenido Meana, no existen discusiones posibles sobre el rey argentino en la Champions: el opuesto rosarino Juan Carlos “Nacho” Cuminetti (Juan Carlos por anotación del padre y Nacho por el dese de sumadre que se llamara Ignacio), quien alzó tres trofeos consecutivos con el Módena y fue protagonista en cada una de las coronaciones europeas del equipo italiano. Un rey de copas monumental.

Cuminetti, el más joven de los medallistas olímpicos de Seúl 1988, ganó el máximo torneo europeo en 1995/96 contra el ASV-Dachau de Alemania, repitió coronación en 1996/97 frente al Noliko Maaseik belga y alcanzó el triplete en 1997/98 enfrentando al Unicaja Almería de España, que era dirigido por el argentino Axel Mondi y en el que jugaba el sanjuanino Jorge Elgueta.

En Italia, Módena es “la Catedral” del vóley. Para los argentinos, además, es casi una meca: allí triunfaron, entre otros, el técnico Julio Velasco y los jugadores Raúl Quiroga y Esteban Martínez, entre los más destacados y legendarios. Allí, en “la capital del vóley”, Cuminetti tiene su lugar en el Olimpo.

Dos partidos colosales

La primera coronación de Cuminetti fue en un fin de semana absolutamente celestial. Contra Treviso –equipo de la familia Benetton-, Módena venía padeciendo: había perdido los 14 enfrentamientos previos a la semifinal de la Copa de Campeones (pasaría a denominarse Champions League en el nuevo siglo). Sin embargo, todo cambiaría en esa tarde del 1 de marzo de 1996 en Bologna.

Cuando aún se jugaba con cambio de saque, el rosarino anotó 53 puntos en una épica “semi” que terminó 3-2 contra Treviso, que jugaba como local: el argentino sumó 18 puntos directos y 35 cambios de saque. Del otro lado, Andrea Zorzi, el opuesto estrella de la selección italiana elegida como mejor seleccionado masculino del siglo 20, consiguió 38 unidades. Andrea Bernardi, uno de los dos mejores jugadores del siglo, aportó 29 en Treviso. Nadie, absolutamente nadie, como Cuminetti.

Al día siguiente, en la finalísima, volvió a “romperla”. La dejó chiquita. El Dachau alemán sorprendió llevándose el primer set y estuvo arriba 6-2 en el segundo. Cuminetti y el juvenil Patriarca fueron los motores de la remontada: 15-13 en el ese parcial y comodísimos 15-5 y 15-6 para liquidar el juego 3-1 y alzar la Copa de Campeones.

El opuesto rosarino, que anotó 27 puntos (13 directos, 14 cambios de saque), fue elegido Jugador Más Valioso del partido decisivo. Había llegado por primera vez a la cima de Europa. Y los flashes de las cámaras lo apuntaban directamente. Más que merecido.

Como Nacho por su casa…

En Viena, la capital de Austria, “Nacho” Cuminetti saboreó su segunda Copa de Campeones consecutiva. El Noliko Maaseik de Bélgica sufrió el partido: Módena se impuso por un clarísimo 3-0, con parciales 15-7, 15-7, 15-12. En el perdedor jugaba Vital Heynen, quien luego dirigiría Polonia y con quien Julio Velasco tuvo fenomenales discusiones en el Mundial 2018: el argentino terminó festejando con un corte de mangas inolvidable frente a su colega belga.

En esa ocasión, Cuminetti volvió a brillar: sumó 25 puntos (13 directos, 12 cambios de saque) y fue el máximo anotador de un equipo que funcionó de manera perfecta en lo colectivo. De hecho, había perdido solo dos partidos en toda la temporada y solo le faltaban los playoffs por el título de la Liga Italiana, la NBA del vóley, en la que se coronaría campeón ganándole en cinco juegos a la Sisley Treviso.

Es verdad: no hay dos sin tres

La tercera Copa de Campeones para Cuminetti llegó en 1997/98 en la ciudad serbia de Novi Sad. La final, contra el Almería español de Jorge Elgueta y Axel Mondi, fue casi un trámite: Módena arrasó en busca de la corona, con parciales 15-6, 15-5 y 15-7 en poco más de una hora.

Por esos días, nadie hablaba de otra cosa: el poderío de los clubes italianos en el vóleibol europeo. Los tres títulos consecutivos del equipo de Cuminetti solo tenían un antecedente similar: el póker de cuatro coronas del CSKA de Moscú entre 1986 y 1989. Ningún otro club había brillado tanto.

Con la caída de las antiguas potencias del Este –la Unión Soviética y sus países satélite-, desde 1990 hasta ese 1998 los italianos ganaron 31 de los 35 trofeos posibles de clubes, tanto en la rama masculina como femenina.

Para “triturar” al Almería, los italianos anotaron 12 aces y sumaron ocho bloqueos. Como siempre, Cuminetti estuvo entre los máximos anotadores: 7 tantos directos y 10 cambios de saque, para un total de 17 unidades. Solo fue superado por su compañero Evgeny Mitkov: el ruso cerró su planilla con 18 puntos.

Fabio Vullo, icónico armador de Módena, alcanzó ese día su séptima Copa de Campeones. Luca Cantagalli y Marco Bracci, dos de los integrantes de la Generación de Fenómenos que inició Julio Velasco, quedaron definitivamente en la historia del club. Y el neerlandés Bas van de Goor se transformó en uno de los extranjeros más mimados para los modenenses.

Mientras tanto, Cuminetti agigantaba su figura. Tercera Copa de Campeones al hilo, para transformarse en el argentino más ganador del máximo torneo de clubes de Europa. Chapeau, Nacho.