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El adiós al pádel de Fernando Belasteguín, desde adentro

El pádel será otro.

Hoy se inicia una nueva era. El Pádel ya no será el mismo, será muy diferente, porque ya no podremos ir a un torneo a verlo, hinchar por él, disfrutarlo, admirarlo.

Porque colgó la paleta en la vitrina mas alta del planeta pádel.

Finaliza el homenaje a Bela, el más grande de todos los jugadores que pisaron una cancha de pádel, ya sea de césped sintético y vidrio o de hormigón y muro. Busco un lugar tranquilo en este espectacular y repleto Palau Sant Jordi, en Barcelona, para poder contar la emoción que todos vivimos recién.

Todo en la carrera de Fernando Belasteguín fue milimétricamente organizado. Quizás el destino hizo que se despidiera aquí, en su lugar de residencia. Quizás no. Tal vez lo planeó. Es muy probable. Como cada jugada. Cada pelota que pegaba estaba pensada estratégicamente, tenía una misión, un objetivo. Nada era por si acaso...

Por eso quizás estaba en su plan retirarse aquí, junto a su familia y amigos. Más allá de su querida Pehuajó, no podría haber sido mejor cierre que esta ciudad y este marco.

Podemos llenarnos la boca y contar miles de anécdotas de los logros de Bela, jugador que atravesó décadas y generaciones jugando al más alto nivel.

La emoción nos atraviesa y las ganas de llorar son grandes. Volver a verlo en una cancha con Juan Martín Diaz y Pablo Lima, enfrentando a Gabriel Reca, Sebastián Nerone y Juani Mieres

Y ver la emoción de ellos. Bela es el último de ellos en dejar el pádel profesional. Ahora podrán cobijarlo y mostrarle el nuevo camino a seguir.

Si bien Bela se ha convertido, con el correr de los años, en un empresario del pádel con muchos proyectos por delante, serán sus excompañeros una gran guía para suplir la adrenalina de la competición y esa vida de entrenamiento, de orden, de constancia.

La disciplina que Fernando Belasteguín le imprimió a toda su carrera.