¿De qué le valieron a Los Angeles Angels los 45 jonrones y las 104 carreras impulsadas de Mike Trout?

Para nada. Cero. A los efectos del equipo, tuvieron el mismo peso que las estadísticas de Zack Cozart, quien bateó para .124, con siete remolcadas y ningún vuelacercas.

Los Angelinos terminaron penúltimos en su división, con registro de 72-90, a pesar de lo cual, Trout fue seleccionado por tercera oportunidad en su carrera como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Nadie duda que el jardinero central del “otro equipo de Los Ángeles” es el mejor pelotero de su generación. Pero ¿valioso?

Ni siquiera este año fue primero en la sacrosanta estadística de la sabermetría, el WAR, pues sus 8.3 puntos, según los cálculos de Baseball Reference, fueron inferiores a los 8.4 de Alex Bregman, el tercera base de los Houston Astros, quien terminó segundo en la votación.

De acuerdo con FanGraphs, el WAR de Trout fue de 8.6, por 8.5 el del jugador de Houston, lo cual confirma la inconsistencia de semejante estadística.

¿Qué hubiera sido de los Astros sin el aporte de Bregman? Difícilmente hubieran ganado 107 juegos, la mejor marca en la historia de la franquicia.

¿O qué hubiera pasado con los New York Yankees, llenos de lesiones desde los entrenamientos primaverales, si no hubieran contado con D.J. LeMahieu, quien, por cierto, ni siquiera quedó entre los tres finalistas al premio?

Hay excepciones, como, por ejemplo, cuando alguien gana la Triple Corona, aun cuando su equipo no clasifique a la postemporada.

Pero no fue el caso de Trout, que tuvo una muy buena campaña, como es habitual, pero tampoco fue extraordinaria como para hacer la excepción.

El de los Angelinos consiguió 17 votos de primer lugar y 13 de segundo, para totalizar 355 puntos, mientras que Bregman llegó a 335, con 13 de primero y 17 de segundo.

Marcus Siemen, de los Oakland Athletics, fue el sorpresivo tercer puesto con 228 unidades.

Al final, los dos MVP quedaron en Los Angeles, pues Cody Bellinger se llevó el galardón de la Liga Nacional.

Bellinger, de Los Angeles Dodgers, fue valiosísimo tanto con el madero, como con el guante, lo mismo en los jardines, como en primera base, para ser la primerísima figura de un equipo que también superó el centenar de triunfos y dominó la división Oeste de principio a fin.

Obtuvo 19 votos de primer lugar y diez de segundo, para sumar 362 puntos.

En el viejo circuito también lo hubieran merecido Christian Yelich, de los Milwaukee Brewers, o Anthony Rendon, de los Washington Nationals, pero en este caso haber pesado el hecho de que los Dodgers ganaron su grupo, mientras los otros dos llegaron a los playoffs en condiciones de comodines.

A Yelich le costó perderse el último mes y medio de competencia por una fractura en la rodilla y eso lo relegó al segundo puesto en los votos de los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

El de los Cerveceros recibió diez votos de primer puesto, 18 de segundo y uno de tercero, para totalizar 317 unidades, mientras que Rendón, líder en carreras impulsadas en todas las Grandes Ligas (126), recibió un primer lugar, un segundo y 24 terceros, para 224 puntos.

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En su afán por tratar de reinventar el béisbol desde una computadora, algunos sabermétricos, esos adultos que cuando niños eran los dueños del bate, los guantes y la pelota y ni aun así los pedían para jugar un partido de barrio, aseguran que Mike Trout se encamina a tener la mejor temporada de bateador alguno en la historia.

Para sustentar semejante afirmación apelan al WAR, esa inexacta estadística que arroja una cifra distinta si es calculada por Baseball-Reference.com o por Fangraphs y que compara el supuesto rendimiento de un jugador con lo que pudiera hacer su reemplazo, en caso de ausencia.

Según ello, Trout, jardinero de los Angelinos de Los Angeles, va en camino a terminar la temporada con un WAR de 14.2, una cifra única, pues nadie ha llegado a 12 en medio siglo.

El jugador considerado el más completo de todo el béisbol en la actualidad tiene el WAR más alto en ambas ligas, con 4.0, a pesar de no aparecer entre los líderes de casi ninguna categoría ofensiva.

Permítanme reírme de semejante disparate. ¿Cómo es posible que el aporte de Trout a los Angelinos sea mayor, por ejemplo, que el de Mookie Betts o J.D. Martínez a los Medias Rojas de Boston?

Trout es vigesimocuarto en hits en la Liga Americana (48), va en el lugar 47 en dobletes, séptimo en triples (3), vigésimo en carreras impulsadas y decimoséptimo en average (.294).

Solamente figura entre los tres primeros del joven circuito en jonrones (segundo con 14), carreras anotadas (segundo también con 38), bases por bolas recibidas (primero con 41) y promedio de embasamiento (primero con .440).

Además, en 163 turnos al bate se ha tomado 40 ponches, que representa casi el 25 por ciento de sus apariciones en el plato por la vía de los strikes.

Entonces, con esos números y sobre todo, con la temporada que están teniendo Betts y Martínez, asegurar que la de Trout es la mejor de la historia es insultar la inteligencia de quienes entienden que el béisbol no es una ciencia exacta que pueda determinarse en el estrecho marco de la pantalla de una computadora.

Betts, el pequeño jardinero derecho de los Medias Rojas, encabeza la Liga Americana en average (.365), dobletes (19), carreras anotadas (48), slugging (.760) y es colíder en jonrones (15).

Además, es segundo en hits (61), OBP (.438), tercero en bases robadas (11) y décimo en impulsadas (32), a pesar de desempeñarse como primer bate en la alineación de Boston.

Que venga alguien con sentido común y me explique cómo es posible que su WAR de 3.8 sea inferior a los 4.0 de Trout y sobre todo, en qué sentido puede ser mejor la campaña que está teniendo el de los Angelinos, comparada con el de los Medias Rojas.

Vamos ahora a J.D. Martínez. Colíder en cuadrangulares, segundo en average (.343), impulsadas (41) y slugging (.680), y tercero en hits (60).

A palo limpio ha sido factor fundamental en la trayectoria de su equipo en lo que va de campaña y sin embargo, su WAR es de apenas 2.3, como evidencia de cuán inconsistente en esta estadística moderna.

Pregúntenle al manager Alex Cora si cambiaría el aporte de Martínez por un WAR más alto. O a los fanáticos de Boston que celebran con delirio cada bambinazo del cubanoamericano. La respuesta suena obvia.

Pero aún hay más. El dominicano Manny Machado entra en la conversación también, con números extraordinarios, tal vez los mejores de su carrera, que deben garantizarle un obeso contrato cuando llegue en el invierno a la agencia libre.

Machado es puntero en remolcadas (43), en hits (62) y colíder en jonrones (15), segundo en average (.343) y tercero en slugging (.663) y en OBP (.420).

Pero aun así, ellos insisten en Trout, quien ni siquiera tiene una proyección mejor en departamentos reales (entiéndanse cuadrangulares, impulsadas, anotadas, etc) que en otras campañas anteriores cuyas.

No se trata de negar lo positivo que puedan tener las nuevas estadísticas, pero lo que molesta es que actúan como esos revisionistas de la historia que quieren borrar el pasado e incluso el presente para imponer sus criterios de manera forzada, como si fueran los dueños de la verdad absoluta, muchas veces sin haber tomado en su mano jamás una pelota de béisbol.

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PHOENIX, Arizona - Un par de semanas atrás, acudí a la séptima edición anual de la Conferencia SABR de análisis estadístico, en la cual se escenificaron tres días de discusiones con paneles y presentaciones que nos dan un indicio del alcance de las nuevas fronteras de la investigación beisbolística. El rango de los tópicos tratados fue asombroso y se extendió mucho más allá del ámbito del mero análisis estadístico.

¿Están interesados en conocer el rol de la neurociencia en el desarrollo de peloteros? ¿O qué tal les parece analizar el éxito de los medios de comunicación deportivos a la hora de comunicar los preceptos analíticos? Esta Conferencia de la SABR (Sociedad para la Investigación del Béisbol, por sus siglas en inglés) trató eso y mucho más. Sin embargo, fue primero y principalmente una conferencia que giró en torno al análisis estadístico y por ello, el evento giró en torno a presentaciones sobre estadística en mayor medida.

Hubo muchas presentaciones interesantes. Sin embargo, las dos que más resonaron en mí trataron de un tema que es muy afín a mis gustos: la defensiva. En resumen, estas fueron mis conclusiones: Nunca habíamos contado con mejores herramientas para la evaluación de los fildeadores hasta ahora. Y aún tenemos un largo camino por recorrer para poderlas aprovechar al máximo.

Este es un tema inherente a cada disciplina deportiva y así siempre lo ha sido. Hemos desarrollado métodos probados y comprobados para examinar la forma en la cual los equipos anotan carreras. Pero no hemos tenido la misma medida de éxito a la hora de poder registrar cómo éstos evitan que sus rivales anoten carreras. Y cuando se piensa bien al respecto, lo último es tan importante como lo primero.

Las estadísticas defensivas han sido, por mucho tiempo, el "coco" del análisis beisbolístico. El problema siempre ha radicado en que los elementos que hemos logrado catalogar y rastrear (outs realizados, asistencias, errores, dobles matanzas, etcétera) no nos han dicho mucho con respecto a la calidad de determinado pelotero. Lo mismo podría decirse en el ámbito colectivo.

Estas medidas de larga data podrían haber sido útiles en las etapas iniciales del béisbol, cuando los equipos promediaban poco más de dos errores por encuentro. Ahora, esa cifra se aproxima a medio error por cotejo. Es un evento tan poco ocasional que ya prácticamente nadie juzga a un fildeador sólo por los errores cometidos. Eso representa un progreso. Desafortunadamente, aún no existe en la actualidad un consenso en la forma en la cual se pueda medir la eficiencia de un fildeador.

Me he inclinado enfáticamente en utilizar la métrica de carreras salvadas a la defensiva (DRS, por sus siglas en inglés), desarrollada por Baseball Info Solutions y la cual se encuentra fácilmente disponible en baseball-reference.com, fangraphs.com y en TruMedia, los cuales utilizamos muy frecuentemente aquí en ESPN. Es un buen sistema, sin embargo, sigue siendo imperfecto; lo cual fue evidente cuando Baseball Info Solutions hizo su presentación en la Conferencia SABR.

La métrica DRS mide la cantidad de jugadas hechas por un fildeador comparadas con el promedio de los jugadores en su posición. Cada pelota puesta en juego es rastreada y evaluada en cuanto a la posibilidad que ésta tiene de convertirse en out. Se mide la cantidad de jugadas hechas por un pelotero, contra la cantidad de jugadas que se esperaría que éste hiciera, basándose en la actuación promedio, lo cual redunda en una simple medida plus-menos. Convertimos esa cifra en carreras y allí tenemos la cantidad de DRS.

La métrica DRS tiene una correlación positiva de temporada a temporada. En otras palabras, el DRS de un pelotero en una temporada nos vislumbra lo que podríamos esperar de él en la campaña siguiente. Desafortunadamente, esa correlación no es particularmente alta y termina siendo mucho menor comparada con, digamos, el promedio de ponches o poder aislado. El valor de cada métrica radica en su previsibilidad. El DRS tiene valor predictivo, aunque no el suficiente para que uno pueda hacer lo que realmente se desea con el uso de este, o sea, predecir cómo podrían quedar los equipos defensivamente hablando, con el mismo grado de confianza que se tiene al utilizar estadísticas ofensivas.

A fin de ilustrar este punto, revisemos la carrera en DRS del que es considerado de forma prácticamente unánime como el mejor pelotero del béisbol. Directamente del Bill James Handbook en su edición 2018, aquí les presentamos los totales de Mike Trout en DRS por cada temporada:

2012: +19
2013: -11
2014: -12
2015: +5
2016: +6
2017: -6

Y casos como el de Trout se mutiplican de forma dramática. No podemos atrevernos a esperar la perfección por parte de una estadística defensiva; sin embargo, por lo menos nos gustaría creer que la misma sirve de instantánea fidedigna del valor relativo que tiene a la defensiva el mejor pelotero del béisbol. En toda su carrera, Trout tiene plus-1. Entonces, ¿realmente Trout termina siendo un fildeador ubicado apenas dentro del promedio de la liga? Sus números, año tras año, van desde lo excelente hasta lo terrible, y no pudiera entonces intentar apostar cómo terminaría dicha cifra en 2018.

Voy a ser enfático nuevamente: DRS es una métrica solvente. Mismo caso con la métrica UZR (rating definitivo de zona), el sistema para medir jugada tras jugada, desarrollado por el analista Mitchel Litchman y el cual también está disponible en FanGraphs. (Según la métrica UZR, Trout tiene 6.5 carreras sobre el promedio durante toda su carrera). Esas herramientas son muy superiores a todo lo que tuvimos disponible antes de su llegada. Aunque, tampoco nos dejan en el sitio al cual queremos llegar.

Baseball Info Solutions presentó su sistema DRS mejorado en la conferencia, al cual denominan "PART". Lo cual utiliza las siglas en inglés "(P)ositioning, (A)irballs, ( R)ange, (T)hrowing", o sea, "Posicionamiento, pelotas en el aire, rango, lanzamiento". Este nuevo sistema fue diseñado a fin de medir cada destreza defensiva de forma aislada y luego combinarlas para concluir con una nueva versión de la métrica DRS. Utilizará los datos originados por Statcast con respecto al posicionamiento de peloteros y hará un trabajo muy superior a la hora de evaluar el rango de los jugadores en situaciones de cambio.

¿Suena excelente, verdad? Pues, aquí lamento ser el portador de malas noticias. Este sistema está siendo comercializado entre los equipos de Grandes Ligas pero, a primeras de cambio, no estará disponible al público. En lo que a nosotros respecta, seguiremos recibiendo la misma versión de la métrica DRS que hemos estado utilizando en años recientes. Esto refleja un problema inherente cuando cubrimos béisbol desde una perspectiva analítica. Al final, las mejores herramientas siguen cubiertas tras un velo de misterio. Los equipos están colocando sus datos en nuevos sistemas y forma de desarrollo interna a fin de conseguir cualquier ventaja para dejar atrás al resto. No es algo malo, pero es una forma de vacilar.

Esto no significa que el resto de los mortales no tendremos juguetes nuevos a nuestra disposición esta temporada. En la Conferencia SABR, los chicos brillantes de la división de MLB.com que maneja Statcast presentaron una versión extendida de la presentación que nos dieron en la sede de ESPN el mes pasado. Hay muchas cosas emocionantes que veremos gracias a toda la data que han capturado las cámaras que registran los movimientos de los peloteros en cada estadio. Para mí, lo mejor de todo serán las nuevas herramientas defensivas.

Primero que todo, lograron resolver el problema que tenía Statcast con las llamadas "pelotas contra muro", aquellas que parecían ser de rutina en las tablas estadísticas, porque el sistema no reconocía que el fildeador tenía que lidiar con un muro cercano. Eso ha sido rectificado y debería redundar en una serie de estadísticas de probabilidad de atrapadas más precisa de ahora en adelante.

Aún mejor: el equipo de Statcast se encuentra muy cerca de presentar su sistema para medir la actuación de los jugadores del cuadro con pelotas bateadas. En otras palabras, esta temporada ya deberíamos contar con data tan precisa con respecto al juego en el cuadro como la que ha generado Statcast para medir el juego en los jardines. Ademas, Statcast va a presentar nuevas herramientas para medir a los receptores (tiempo que tardan en reaccionar a un batazo, tiempo de lanzamiento, etc.). Estamos muy cerca de contar con una serie de estadísticas completas que nos servirán para analizar el desempeño de los fildeadores en el campo de juego, basándonos en un rastreo muy juicioso de cada movimiento hecho por ellos.

Tal como bien lo demostró el dilema de las "pelotas conta el muro", siempre habrán sutilezas imprevistas que deberán servir para correcciones posteriores. Un tema que surgió en la conferencia gracias a la pregunta de un asistente fue con respecto al "efecto Manny". El hecho de contar con un jugador con un rango sobrenatural como Manny Machado, ¿en cuánto afecta el desempeño y posicionamiento de los peloteros que están a su lado? En estos momentos, no lo podemos determinar con certeza, aunque sospechamos que no les hace daño precisamente.

Estas nuevas métricas estadísticas siguen, lenta y progresivamente, su camino hacia la madurez. La utilización de la data de posicionamiento provista por Statcast en el sistema BIS debería ser de mucho beneficio y aspiramos que pronto podamos constatar si esto redunda en contar con una mejor correlación temporada a temporada dentro de la métrica DRS.

En lo que respecta al propio Statcast, debemos recordar que esta data de rastreo es aún muy reciente. No contamos con suficientes datos año tras año para saber exactamente qué podemos hacer con ellos. ¿Cuáles son los valores de carreras que podemos concluir? ¿Cuánta correlación existe en los promedios de atrapadas entre una temporada y la siguiente? ¿Cómo se puede comparar la curva de envejecimiento de un campocorto con la de, digamos, un jardinero central? A un nivel más alto, ¿cuán volatil es el desempeño defensivo, comparado con el bateo o el pitcheo? Mi instinto me dice que es menos volátil, aunque no contemos actualmente con un instrumento que nos pueda decir con precisión si eso es cierto o no.

Cuando las estadísticas defensivas alcancen todo su potencial (sea cual sea), podrían tener un efecto tremendo que cambie nuestra idea del rol que tiene el fildeo en el béisbol. Quizás termine siendo más importante de lo que jamás hayamos pensado. O quizás su efecto termina siendo minúsculo, ya que un pelotero debe tener cierto nivel de agudeza para poder llegar a las Mayores. Y cuando sepamos que nuestras métricas actuales funcionan perfectamente, podremos mirar hacia atrás y perfeccionar nuestras métricas más antiguas y así poder responder interrogantes que nos han merodeado durante décadas.

Sabremos que las métricas defensivas alcanzaron la madurez cuando hayan logrado ciertos niveles de estabilidad. El primero vendrá con la previsibilidad: cuando contemos con una serie de correlaciones entre temporada y temporada, además de curvas de madurez medibles y tangibles, junto con la confianza en nuestras métricas actuales de carreras salvadas y costo de carreras. Entonces, podremos hacer una labor mucho mejor a la hora de predecir el orden de los equipos desde una perspectiva defensiva. Otra forma en la cual podremos saber si las métricas defensivas han madurado será cuando los distintos sistemas comiencen a concordar más frecuentemente en sus criterios, algo muy distinto a lo que vemos en la actualidad.

Cuando eso ocurra, quizás podremos saber final y definitivamente si Mike Trout es, o no, buen fildeador, o uno dentro del promedio o, por el contrario, uno mediocre.
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Baseball, MLB, Trout, Mike

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El Oeste de la Liga Americana promete ser en el 2018 como una de esas viejas películas de John Wayne: salvaje.

Esta vez los Astros de Houston, por muy campeones que sean, no cabalgarán en solitario las praderas del Oeste, como hicieron en el 2017, cuando el resto de los equipos de la división tuvieron récord perdedor.

Para el año próximo, al menos los Angelinos de Los Angeles están preparando el terreno para plantarle pelea a José Altuve, Carlos Correa y compañía, al menos en el papel, a juzgar por la manera en que han hecho las cosas durante este invierno.

Y no se trata de la publicitada contratación del japonés Shohei Ohtani, quien alternará en las funciones de lanzador y bateador, aunque está por verse si es capaz de hacer con éxito y de manera inmediata la transición de su país a las Grandes Ligas.

Pero olvídense por el momento de Ohtani. Eso, más que nada, fue un golpe publicitario que tendrá un impacto inmediato muy redituable para el equipo, aun cuando los rumores de una lesión en su brazo de lanzar sean peores de lo que se piensa o no pueda cumplir con las altas expectativas que le han creado quienes exageradamente lo han apodado el "Babe Ruth japonés".

Esta vez el mexicano Arturo Moreno, único dueño hispano de una franquicia de las Mayores, no se ha lanzado a una carrera de gastos desenfrenados como en el pasado reciente (léanse Albert Pujols, CJ Wilson, Josh Hamilton, entre otros), que desde el 2010 hacia acá sólo ha arrojado una breve visita a la postemporada.

Ahora la gerencia ha dado pasos más concretos, dirigidos a rodear de las piezas necesarias a Mike Trout, el mejor pelotero de los últimos años en las Mayores, para crear un balance entre ofensiva, defensa y pitcheo y tratar de revertir la marca de 80-82 del 2017.

El primer paso fue retener a Justin Upton, adquirido a mitad de la temporada pasada de los Tigres de Detroit.

Upton, con cuatro participaciones en Juegos de Estrellas, defenderá el jardín izquierdo por las próximas cinco campañas, gracias a una extensión de contrato de 106 millones de dólares.

Con él, Trout y Kole Calhoun, "el otro equipo" de Los Angeles completa un trío de guardabosques de excelencia.

Luego se blindó el cuadro interior con la adquisición del agente libre Zack Cozart, que jugará en la antesala, y el veterano segunda base Ian Kinsler, transferido de los Tigres, para armar una combinación alrededor del segundo saco con el estelar campocorto Andrelton Simmons.

Cozart viene de la mejor temporada de su carrera, en la que se ganó su primera invitación al Juego de las Estrellas, mientras que Kinsler es un año más joven y una opción más barata que retener a otro veterano como Brandon Phillips, que se convirtió en agente libre al final de la pasada campaña.

El puertorriqueño Martin Maldonado, ganador en el 2017 de su primer Guante de Oro, vuelve con los arreos detrás del plato y Pujols, futuro miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, se encargará de la custodia de la inicial, si la salud se lo permite, aunque alternando también como bateador designado.

Pujols, a 32 imparables de los 3,000, tiene por delante aún cuatro temporadas de su contrato por diez años y 240 millones.

Próximo a cumplir 38 años de edad, no es ni la sombra de aquel que mereció el apodo de La Máquina, cuando militaba con los Cardenales de San Luis.

Y aunque el tiempo demostró que el pacto que le dieron los Angelinos en el 2012 ha sido de los peores en la historia, el dominicano sigue siendo un gran productor de carreras, aunque el resto de sus números hayan disminuido considerablemente.

Quizás sea hora de que el manager Mike Scioscia de restarle responsabilidad en el orden al bate al veteranísimo toletero quisqueyano, en beneficio del colectivo.

El área en la que los Angelinos no parecen listos aún es la del pitcheo.

Necesitan un verdadero as para liderar a una rotación joven, que en principio contaría, entre otros candidatos, con Ohtani, el diestro nicaragüense JC Ramírez y los también derechos Parker Bridwell, Matt Shoemaker y Alex Meyer y los zurdos Tyler Skaggs y Andrew Heaney, si su salud se lo permite.

Son, principalmente, promesas a punto de saltar al próximo nivel, lo que siempre presupone signos de interrogación, mientras que Blake Parker parece destinado, al menos en principio, a la tarera de asegurar los juegos en el noveno episodio.

Por ahora, parecen estos Angelinos capaces de plantarle cara a Houston.

¿Ganarle? Ya eso es otra cosa distinta, pues para ello requieren reforzar su cuerpo de serpentineros, pero el invierno no ha acabado aún y la gerencia tiene todavía el tiempo para hacerlo, antes de que abran los campos de entrenamiento en febrero.

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Antes de arrancar la temporada mencionamos a diez jugadores que por diferentes razones valía la pena seguir en la temporada del 2017.

¿Cómo les ha ido después de un mes?

Algunos han tenido un comienzo monstruoso, otros no tanto y algunos no han hecho el más mínimo ruido, aunque todavía queda mucho camino por recorrer y tiempo para recuperarse.

1.- Bryce Harper, Nacionales de Washington

Después de ganar el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en el 2015, los números de Harper cayeron considerablemente el año pasado, cuando el jardinero derecho de los Nacionales se vio aquejado de múltiples molestias.

Un Harper saludable y más maduro ha tenido un arranque devastador: average de .391 (tercero de todas las Grandes Ligas), nueve jonrones (quinto), 26 impulsadas (segundo), 32 anotadas (primero), 36 hits (segundo), ocho dobletes (noveno), 22 bases por bolas (primero), promedio de embasamiento de .509 (primero) y slugging de .772 (cuarto). Desde ya es candidato al MVP, si la salud lo acompaña.

Calificación: A+

2.- Andrew Benintendi, Medias Rojas de Boston

Aclamado como el prospecto número uno de todo el béisbol, el jardinero izquierdo de los Boston Red Sox está en la que debe ser su primera temporada completa en las Mayores.

En su breve estancia en Grandes Ligas en el 2016, Benintendi cumplió con las expectativas y llevaba un paso ascendente, cuando una lesión lo sacó de juego desde el 25 de agosto hasta el 15 de septiembre.

En los primeros 23 juegos del 2017 disparó 30 hits en 90 turnos (.333), con 15 anotadas y 14 impulsadas, cuatro dobles y tres jonrones. Su OBP es de .392 y su slugging de .478.

Es una de las principales figuras ofensivas de los Boston Red Sox y desde ya gran aspirante al Novato del Año de la Liga Americana.

Calificación: A

3.- Gary Sánchez, Yankees de Nueva York

Bien, gracias. El cátcher dominicano de los New York Yankees se pasó casi todo el mes de abril en la lista de lesionados.

Apenas jugó cinco partidos y en 20 turnos disparó tres hits (.150).

Un desgarro en el bíceps derecho lo ha tenido fuera de la fiesta que están montando los Baby Bombers, de quienes Sánchez apunta a ser la nueva cara.

Calificación: F

4.- Greg Bird, Yankees de Nueva York

Bien, gracias, segunda parte. El primera base de los Yankees, ausente por todo el 2016 debido a una lesión que sufrió en los entrenamientos primaverales del pasado año, no ha llenado als expectativas.

Seis hits en 56 turnos, para un anémico promedio de .107, es lo que ha conseguido hasta ahora Bird, quien se ha ponchado 21 veces.

Candidato a ser enviado a las Menores para que reajuste su swing, sino mejora en las próximas semanas.

Calificación: F

5.- Pablo Sandoval, Medias Rojas de Boston

El venezolano Pablo Sandoval bajó de peso y se presentó en gran forma a los campos de entrenamientos.

Pero luego de una gran pretemporada, sus números en el primer mes de campaña han sido mediocres y decepcionantes.

Average de .213, tres jonrones y diez impulsadas es lo que dejó el Kung Fu Panda, quien el 25 de abril fue colocado en la lista de lesionados por problemas en un rodilla y no tiene fecha de regreso.

Calificación: D

6.- Eric Thames, Cerveceros de Milwaukee

Después de desforrar pelotas por tres temporadas en la liga coreana, los Milwaukee Brewers le dieron a Thames una segunda oportunidad y hasta ahora el primera base no los ha hecho quedar mal a quienes confiaron en él.

Thames tuvo un paso fugaz e intrascendente por las Mayores (2011 y 2012), pero ahora ha vuelto como uno de los bateadores más temidos en todo el béisbol: con 11 cuadrangulares comparte con Ryan Zimmerman el liderazgo en ese departamento en ambos circuitos.

Además exhibe un alto average de .345 (de 84-29), seis biangulares, 28 anotadas y 19 remolcadas. Su slugging de .810 es el segundo mejor en ambas ligas.

Calificación: A+

7.- Yulieski Gurriel, Astros de Houston

No por gusto fue el pelotero cubano más codiciado por los cazatalentos en los últimos diez años.

Tras un inicio lento, que incluía la adaptación a su nueva posición de primera base, Gurriel hizo los ajustes necesarios y hoy exhibe el promedio más alto en la alineación de los Houston Astros (.329).

Ubicado en la parte baja de la alineación, sin la presión que implica estar entre tercero, cuarto o quinto, el cubano sin mucho ruido va demostrando que puede batear en el mejor béisbol del mundo, como ya lo hizo a su antojo en la liga profesional de Japón o en su país natal.

Al consumir 130 turnos, ni uno más, quedó justo en el límite para poder ser considerado en el 2017 al premio de Novato del Año.

Calificación: A

8.- Kris Bryant, Cachorros de Chicago

El antesalista de los Cachorros de Chicago fue el mejor pelotero amateur del país en el 2013, el más sobresaliente de todas las ligas menores en el 2014, Novato del Año en la Liga Nacional en el 2015 y Jugador Más Valioso en el 2016, además de ganar la Serie Mundial y participar en los Juegos de las Estrellas en cada una de sus dos campañas en las Mayores.

Bryant, sin embargo, no ha comenzado a todo vapor en el 2017, aunque en la última semana de abril levantó un poco, como si ya fuera entrando en calor.

Average de .289, cuatro cuadrangulares, 18 anotadas y 14 empujadas en un mes son buenos números para la mayoría de los mortales, aunque inferiores para un jugador del calibre del antesalista de los Chicago Cubs.

Calificación: B

9.- Mike Trout, Angelinos de Los Angeles

El mejor jugador de las Grandes Ligas en los últimos cinco años necesitaba 32 cuadrangulares para llegar a los 200. Ya suma siete y si consigue los 25 que le faltan antes de su cumpleaños, el 7 de agosto, se convertirá en apenas el octavo pelotero en alcanzar esa cifra antes de cumplir 26 años.

Además, ya superó en estos primeros 30 días de competencia las 500 remolcadas en su carrera y está a 47 imparables de los mil, a 16 dobletes de los 200 y a 52 bases robadas de las 200, pavimentando aún más su camino hacia Cooperstown.

Su arranque en el 2017 es uno de los mejores de su aún joven carrera. Va segundo en hits (36), cuarto en biangulares (9), décimo en vuelacercas (7), noveno en OBP (.443) y sexto en slugging (.707).

Calificación: A

10.- Yasiel Puig, Dodgers de Los Angeles

El jardinero derecho de los Dodgers comenzó impetuoso el 2017 y fue el primero en disparar tres cuadrangulares, cuando la temporada apenas había arrancado.

Pero el cubano ha sido inestable, con flashazos de grandeza, algún batazo enorme, un disparo certero desde los jardines, un buen corrido de bases.

Su inconsistencia puede ser resultado de la inestabilidad de la alineación de los Dodgers. Es díficl habituarse a batear cada día en un turno diferente de la tanda.

Calificación: C

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A medida que nos adentramos en diciembre en la semana que entra, he aquí algunos números de la temporada 2016, para recordar el juego del verano:

51.4: Ése fue el porcentaje de extrabases de David Ortiz, fueron 87 de los 169 indiscutibles conectados. Pegó 48 dobles, un triple y 38 jonrones.

A Ortiz probablemente se le preguntó una docena de veces a lo largo de la campaña si reconsideraría su decisión de retirarse, y con seguridad y confianza, dijo "no" consistentemente y habló del dolor que sentía en sus pies y piernas. En una conversación a mediados de la temporada, mencionó que su tipo de extrabase favorito (después del jonrón) era el doble por regla, porque así podría facilitársele el camino a la segunda base.

Las últimas ceremonias de despedida de Ortiz fueron emocionantes, y en los momentos después de que los Medias Rojas fueron eliminados, entre lágrimas, hizo un gesto de despedida a los aficionados de Boston.

Pero algo que Ortiz dijo cerca de la jaula de bateo un día en Fenway Park se quedó conmigo. Le pregunté si se enfrentaría a cualquier tipo de procedimientos médicos en sus tendones de Aquiles y pies una vez que terminara su carrera, para reducir el dolor que siente. Dijo que no, agregando que el malestar desaparece tan pronto como deja de jugar al béisbol y descansa sus pies.

Con eso dicho: Tendría sentido para él continuar cuando él está rindiendo a un nivel tan alto como bateador. Sí, tendría que soportar las comparaciones inevitables con Brett Favre, que se retiró y regresó, aparentemente una y otra vez.

Habrá un día en que Ortiz no tendrá la capacidad de batear más, y eso durará el resto de su vida, pero aún no ha llegado a ese punto. Él tiene tanto conocimiento sobre lanzadores, y todavía tiene la habilidad para hacer daño. Ortiz tiene la opción de seguir jugando hasta que pierda esas habilidades y luego, ya sin esas habilidades, tendría un montón de tiempo para la jubilación. Su tasa de swing y fallos en 2016 fue la tercera más baja de su carrera, y generó casi un número idéntico de boletos y ponches. Big Papi tuvo más extrabases (87) que ponches (86) por primera vez en su carrera.

Tal vez valdría la pena para Ortiz repensar sus planes. Se puede apostar a que los Medias Rojas, que enfrentan un enorme agujero en el medio de su alineación, lo traerían de vuelta.

Ortiz reiteró recientemente que sí, que se está retirando. Pero siempre es su prerrogativa cambiar de opinión.

0: Ese es el total de conexiones para doble play que Chase Utley bateó en 2016, en más de 565 apariciones al plato. Generalmente genera muchos elevados, pero ese número parece casi imposible.

Mark Simon de ESPN Estadísticas e Información envió esto: "MLB sigue el récord como un registro de veces al bate, no de comparecencias al plato. El récord de veces al bate" -de más veces al bate sin conectar para doble play- "es de 646 de Augie Galan de los Cachorros de 1935. Él también sería el campeón en comparecencias al plato con 748.

"Los 512 turnos de Utley sin batear para doble play ocupan el cuarto lugar, detrás de Galan, Craig Biggio (619 en 1997) y Dick McAuliffe (570 en 1968)".

Pero la hazaña de Utley de ir toda la temporada sin conectar para doble play está enraizada en parte en lo duro que juega. Los Dodgers tienen cierto interés en traer de vuelta a Utley, pero prefieren ver si hay otros jugadores disponibles en el mercado, tal vez un negocio por Ian Kinsler de los Tigres o Brian Dozier de los Mellizos. Utley cumple 38 años en pocas semanas, y registró un porcentaje de embasamiento inferior a .300 en junio, agosto y septiembre. Él fue parte del problema de los Dodgers contra lanzares zurdos, promediando apenas .154 contra ellos.

Pero si L.A. apuesta por otro jugador, los dirigentes de los Dodgers lo harán con plena apreciación de lo duro que jugó Utley y lo útil que fue en el clubhouse en 2016.

5: Ese fue el número de jonrones que Mike Trout golpeó contra curvas en 2016. Él se fue en cero en 2015, y sólo seis en toda su carrera. Pero este es sólo otro ejemplo de la notable habilidad de Trout para hacer ajustes. Hace un par de años, los lanzadores opuestos comenzaron a atacarlo en la parte superior de la zona de strike, especialmente con dos strikes, pero Trout abordó eso, y ahora ha respondido a la curva.

En 2015, Trout bateó .133 contra curvas; En 2016, bateó .364, aparentemente identificándolas y atacándolas con más éxito. En 2015, Trout vio 115 curvas e hizo swing a 30, y en 2016, vio 113 curvas haciendo swing a 54.

1: Ese es el ranking de Robinson Canó MLB entre todos los jugadores de MLB en jugadas hechas fuera de su zona defensiva, enumerados bajo el acrónimo OOZ. Mookie Betts fue segundo, Carlos Correa y Francisco Lindor tercero y cuarto, respectivamente.

30.2: Es el promedio de segundos entre lanzamientos del relevista de los Dodgers Pedro Báez, el tiempo más lento de cualquier abridor o relevista en las Grandes Ligas.

78.3: Ese es el porcentaje de contacto en los lanzamientos en la zona contra Max Scherzer, el más bajo para cualquier titular de la liga mayor en 2016. ¿El más bajo para cualquier relevista? Aroldis Chapman, con un 71,7 por ciento.

8: El número de sliders que Anthony Rizzo bateó para jonrones en 2016. Iniciando el año, había alcanzado un total de nueve jonrones en su carrera contra sliders. Al igual que con Trout, habla de los ajustes realizados por el bateador zurdo, que parece ver el bateo como un trabajo constante en progreso -moviéndose hacia atrás en la caja para luchar contra las bolas rápidas, retrocediendo contra ciertos lanzadores, y ahora, aparentemente encontrando una manera de lidiar con las sliders que ve, especialmente de los lanzadores zurdos. Mark Simon envió esto:

Rizzo vs. Sliders, promedio de bateo

2013: .184
2014: .295
2015: .175
2016: .311

.335: Fue el promedio de bateo del MVP de la Liga Nacional Kris Bryant ante las rectas la temporada pasada. Y si incluyes las sinkers y los cutters, su promedio fue .340.

¡Ay de cualquier lanzador que cayerá detrás de Bryant en el conteo de bolas, dado su dominio de las bolas rápidas. Su promedio de bateo ante conteos específicos fue en 2016 asó:

1-0: .521, con un OPS de 1.646 (dos dobles, tres triples, siete cuadrangulares en 48 turnos al bate)
2-0: .353
2-1: .353, con cuatro cuadrangulares en 34 turnos al bate
3-1: .381, con cuatro cuadrangulares en 21 turnos al bate

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La noticia que parecía que nunca llegaríamos a escribir finalmente sucedió.

Murió Fidel Castro. El hombre que gobernó con mano durísima a los cubanos por más de medio siglo falleció en La Habana a los 90 años de edad.

Castro fue una presencia omnipotente en la vida de varias generaciones de sus compatriotas y su poder de injerencia alcanzó todos los sectores de la sociedad cubana.

Todo pasaba por él, desde las decisiones más trascendentales de Estado, hasta las más insignificantes, como los precios de los cigarrillos en el mercado interno.

El deporte fue quizás uno de los campos en los que el gobernante dejó una huella más profunda, marcada por contradicciones, logros y fracasos.

Bajo su prolongado mandato, el deporte cubano se elevó a niveles superlativos, convirtiéndose en una potencia a nivel mundial.

Antes del triunfo de la revolución de 1959, los éxitos del deporte cubano se circunscribían principalmente al béisbol y al boxeo, con algunos logros esporádicos individuales, como los de José Raúl Capablanca en el ajedrez o Ramón Fonst en la esgrima.

En los últimos 56 años, Cuba ha tenido campeones olímpicos o mundiales en voleibol, béisbol, lucha libre y grecorromana, esgrima, levantamiento de pesas, atletismo, taekwondo, judo, tiro, boxeo y canotaje.

Pocas naciones del planeta pueden vanagloriarse de tantos logros en disciplinas tan diversas. Castro aprovechó las millonarias subvenciones que recibió por décadas de la Unión Soviética y creó un entramado de escuelas deportivas en toda la isla que captó a cuanto muchacho con talento había, para formarlo hasta convertirlo en campeón.

Ahí están las cifras y las medallas para demostrar que desde 1959, el deporte cubano recibió un empujón único, cuyo impulso ya ha perdido por diferentes razones y posiblemente nunca más volverá a tener.

Son hechos que no pueden negarse, aunque sea cuestionable el costo económico y sobre todo, humano, en que se incurrió por usar los triunfos del llamado "deporte revolucionario" como una bandera de propaganda política del régimen.

Castro eliminó el profesionalismo del deporte y cerró de golpe el flujo de peloteros a las Grandes Ligas en un momento en que Cuba era por mucho la principal fuente de jugadores extranjeros en la Gran Carpa.

El mejor béisbol del mundo se perdió a la generación más brillante de peloteros que ha dado la isla, como Omar Linares, Luis Giraldo Casanova o Antonio Pacheco, por sólo citar tres de cientos de nombres que podían haber deslumbrado a las Grandes Ligas.

Al abolir el deporte rentado, el gobernante proclamó "el triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava". En realidad, Castro esclavizó no sólo a los peloteros, sino a todos los deportistas de cualquier disciplina, quienes eran obligados a dedicar sus triunfos al "invicto Comandante".

Atletas que pudieron brillar como profesionales y haber asegurado una existencia sin carencias económicas eran obligados a subsistir con míseros estipendios y algunos de ellos, los más privilegiados, eran premiados con pequeños departamentos o pequeños autos Lada de fabricación soviética.

Algunos de los más fieles exponentes del deporte cubano en el último medio siglo, como el tricampeón olímpico de peso pesado en boxeo, Teófilo Stevenson, o la bicampeona mundial de 800 metros planos Ana Fidelia Quirot, fueron manipulados a su antojo por el gobernante.

Por razones políticas, Castro les negó a Stevenson y Quirot el sueño de coronas olímpicas, al sumarse al boicot soviético a los Juegos de Los Angeles 1984.

Cuatro años más tarde, el propio gobernante trató de probar su liderazgo a nivel internacional y convocó a un boicot a la edición de Seúl 1988, que sólo fue secundado por Nicaragua y Norcorea.

Stevenson habría ganado un cuarto título en 1984, tras sus triunfos en Munich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980, mientras que Ana Fidelia no tenía rival en el mundo en 1988, ni en 800, ni en 400 metros planos.

Pero un caprichoso Castro los dejó a ambos en casa, mientras el mundo celebraba la fiesta olímpica por todo lo alto.

Stevenson y Quirot son dos de los ejemplos más notables, pero junto a ellos, el gobernante les cortó de golpe los sueños a una generación de deportistas, sin importarle los años de esfuerzos y entrenamientos, muchas veces en condiciones bien distantes de las ideales.

Y ¡ay! de aquellos que osaran escapar en busca de decidir su destino por sí mismos. Sobre ellos caía el repudio del gobierno, que los trataba como traidores a la Patria, como desertores, como si se tratara de un ejército.

Pero la fuga de deportistas se hizo cada vez más frecuentes y la prensa oficialista dejó de reseñar en sus páginas las constantes escapadas. Los esclavos comenzaron a abrir los ojos y a romper el cerco para decidir por sí mismos su vida.

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Parece que cada semana se publican especulaciones de que los Ángeles podrían comerciar con Mike Trout, para aprovechar su valor antes de pensar en convertirse en un agente libre, después de la temporada 2020. Considerar a Trout como algunos otros jugadores -asumir que pasa sus días preocupándose por lo que no ha experimentado con los Ángeles en las últimas temporadas- es no entender su personalidad. Le encanta lo que hace, aprecia lo que tiene y se concentra en eso. Él no está intercambiando mensajes de texto con un arquitecto diseñando sus siguientes tres mansiones y averiguando qué hacer con sus ganancias esperadas, que podrían acercarse a $ 1 mil millones antes de que Trout juegue su último juego.

Los Ángeles no ven a Trout de la misma manera que los Medias Blancas actualmente ven a Chris Sale, como un activo de alta calidad que debería ser usado para traer un montón de prospectos. Los Ángeles ven a Trout como los Gigantes de Nueva York probablemente vieron a un joven Willie Mays, o cómo los Yankees vieron a un Mickey Mantle de 21 años de edad, como un talento que trasciende el deporte. Si el Trout de 25 años de edad, simplemente hilvanara cinco temporadas más, mediocres comparadas a lo que ya ha hecho, sería elegido para el Salón de la Fama con la misma lógica que se exaltó a Sandy Koufax después de que Koufax se retirara a la edad de 31 años.

Por lo tanto, el potencial de Trout va mucho más allá: parece destinado a pertenecer a un súper grupo del Salón de la Fama, con Babe Ruth, Mays, Hank Aaron y tal vez un par de otros como compañeros -y es posible que superará a todos sus predecesores, en la forma en que Michael Jordan hizo en la NBA.

Trout ha tenido cinco temporadas completas en las grandes ligas y en ese tiempo, ha sido nombrado en 148 de las posibles 148 balotas de MVP. Así ha sido su desglose en la votación:

1º lugar -- 67
2º -- 70
3º -- 6
4º -- 1
5º -- 2
7º -- 2

Kris Bryant ha tenido un comienzo increíble en su carrera, ganando de manera unánime el premio de Novato del Año en su primera temporada y el Premio MVP de la Liga Nacional en su segunda temporada. Trout es sólo 150 días mayor que Bryant, y ha ganado dos MVPs y terminó segundo en sus otras tres temporadas, y hay evidencia de que Trout, al igual que muchos jugadores de 25 años, está mejorando.

El número de base sobre bolas que recibe tiende a aumentar:

2012 -- 67
2013 -- 110
2014 -- 83
2015 -- 92
2016 -- 116

El promedio de swings de Trout a lanzamientos fuera de la zona de strike ha disminuido constantemente, de 30.5 por ciento en su primer puñado de apariciones al plato a un 23 por ciento en 2016 que significa el mejor de su carrera, y su índice de swings en lanzamientos dentro de la zona ha aumentado año tras año. Constantemente ha demostrado su habilidad para hacer ajustes, por lo que es lógico que con el tiempo su conocimiento acumulado se convierta en un arma importante, al igual que para David Ortiz, al igual que para Miguel Cabrera. Piense en los números de Trout cuando ve al mismo lanzador abridor desde su primer turno hasta los siguientes en el mismo juego:

1º aparición - .911 OPS
2º -- 1.015
3º -- .995
4º -- 1.160

Trout es un pelotero duradero, apenas ha perdido un total de 16 partidos durante las últimas cuatro temporadas, y él sigue siendo muy joven. A menos que Trout sufra la primera lesión grave de su carrera a principios de la próxima temporada, alcanzará su hit número 1.000, su jonrón 200, los 500 boletos, su doble 200, su base robada 150 y 700 anotadas en el año en que cumple 26. ¡Veinte seis!

Así que no, los Angelinos ni siquiera tendrán la idea de comerciar a Trout. Tampoco deberían. Más bien, estarían más cercanos a ofrecerle de forma preventiva un contrato que reflejara su posición en la organización, en el deporte y en la historia. Los Angelinos no son un equipo de mercado pequeño y pagarán a Trout.

Porque el béisbol nunca ha visto a nadie como él. Trout podría terminar su carrera como el mejor jugador de todos los tiempos.

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La sabermetría le ganó la batalla a las estadísticas tradicionales en la elección del Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

El premio recayó en el jardinero de Angelinos de Los Ángeles Mike Trout, quien venció en la votación al guardabosque de los Medias Rojas de Boston Mookie Betts y al segunda base venezolano José Altuve, de los Astros de Houston.

Betts superó a Trout en hits (214 a 173), dobletes (42 a 32), jonrones (31 a 29), carreras impulsadas (113 a 100) y average (.318 a .315).

El de los Angelinos anotó una carrera más (123 a 122), robó 30 bases, por 26 el de los Medias Rojas, recibió más bases por bolas (116 a 49), pero se ponchó 57 veces más (137 a 80).

Ambos quedaron empatados en triples, con cinco y Trout tuvo las cifras más altas en el inexacto WAR (10.6), algo inexplicable al sentido común, si Betts (9.6) lo superó en los principales indicadores.

Defensivamente, el de Boston fue también superior e incluso se llevó el Guante de Oro.

Por si fuera poco, el aporte de Betts fue fundamental para que los Medias Rojas regresaran a la postemporada, tras dos campañas previas en las que el equipo terminó último en la división Este de la Liga Americana, algo que los Angelinos no consiguen desde el 2014.

Para Trout fue su segundo galardón en cinco años, con tres segundos lugares, uniéndose a Johnny Bench, Mickey Mantle, Stan Musial y Jimmie Foxx como los únicos ganadores del premio en par de ocasiones antes de cumplir 25 años.

Lo de Kris Bryant en la Liga Nacional se veía venir.

Novato del Año en el 2015, el antesalista de los Cachorros de Chicago se burló de la maldición de la segunda temporada, en que incrementó sus números.

En el 2014 había sido elegido el mejor jugador de las Ligas Menores y en el 2013 el más sobresaliente del béisbol colegial.

Bryant disparó 39 cuadrangulares y remolcó 102 carreras, anotó 121, cifra máxima en el viejo circuito. Además, acumuló 35 biangulares y tres triples.

Daniel Murphy, de los Nacionales de Washington, terminó segundo en la votación, mientras que Corey Seager, de Dodgers de Los Ángeles, designado Novato del Año unánimemente cuatro días atrás, finalizó tercero.

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Ya empezaron los sabermétricos a hacer campaña por Mike Trout para el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Y lo hacen con la misma insistencia con la que Hillary Clinton y Donald Trump buscan convencer a los electores para que voten por ellos el 8 de noviembre.

Son los mismos que en el 2012 absurdamente abogaban por premiar a Trout por encima de Miguel Cabrera, a pesar de la hazaña de la Triple Corona del venezolano.

Y para ello se basan principal y casi exclusivamente en el WAR (Victorias sobre Reemplazo, por sus siglas en inglés), esa estadística inexacta con que estos sesudos, que ven el béisbol como un videojuego, intentan descubrirle la quinta pata al gato.

Nadie pone en dudas la calidad del jardinero central de los Angelinos de Los Angeles, un pelotero completísimo que lo hace casi todo a la perfección en el terreno y que además es el chico bueno del béisbol, siempre correcto, siempre impecable.

Pero pongámonos serios. Sus números globales no se comparan con los del dominicano David Ortiz o los de Mookie Betts, ambos de los Medias Rojas de Boston, quienes deben ser los verdaderos candidatos al JMV.

En primer lugar, definamos qué es ser un Jugador Más Valioso. Si los Medias Rojas están hoy con un pie en la postemporada, se debe en gran medida al aporte de Ortiz y Betts, independientemente del trabajo del resto del equipo.

Entonces, ¿de qué ha valido el famoso WAR de Trout para los Angelinos?

Vamos a las estadísticas. Trout batea, hasta los juegos del martes, .318 de promedio, con 164 hits en 515 turnos, 27 jonrones, 31 dobles y cinco triples, 113 carreras anotadas y 92 impulsadas, 104 bases por bolas y 127 ponches, además de 26 bases robadas en 31 intentos.

Si comparamos esas cifras con las de Betts, vemos que el jugador de Boston lo supera en casi todas y en las que no, se le acerca mucho.

El jardinero de los Medias Rojas promedia .317, con 201 imparables en 635 veces, 31 bambinazos, 40 dobles y cinco triples, 115 anotadas y 108 remolcadas, 43 pasaportes y 80 abanicados, además de 24 estafas en 28 intentos.

O sea, que Betts batea un punto menos en promedio, pero ha bateado 37 hits más, ha anotado y empujado más carreras, tiene más dobletes y jonrones, la misma cifra de triples y dos robos menos.

Trout ha recibido 61 boletos más, pero también se ha ponchado en 47 oportunidades más que Betts.

A la defensiva, el de Boston ha cometido un solo error, con 13 asistencias desde los jardines y completado tres dobles matanzas.

El de los Angelinos tiene cuatro errores, siete asistencias y ha participado en un solo doble play.

Y me enfoco en Betts por encima del Big Papi para no entrar en el debate de que si un bateador designado debe o no merecer el galardón.

Y porque Trout y Betts son jugadores de características similares, a pesar de que el primero es físicamente más grande y fuerte, algo que también hablaría a favor del segundo, pues tratándose de un hombre de 5 pies 9 pulgadas de estatura y 180 libras de peso es capaz de poner mejores números que el primero, dotado con 6'2" de altura y 235 libras.

Volviendo al Papi, es cierto que su aporte al equipo es solamente ofensivo. Pero ¡qué aporte!

Tiene el mismo promedio de Trout (.318), 16 dobletes más (47 en total, líder del circuito), nueve bambinazos más (36) y 121 carreras impulsadas.

A pesar de ser un toletero natural, se ha ponchado apenas 75 veces. O lo que es igual, 52 menos que Trout.

A eso súmenle el liderazgo indiscutible que ostenta el dominicano en Boston, algo que no se mide en las estadísticas, ni tradicionales, ni sabermétricas, y que hace a un jugador capaz de cargar sobre sus hombros al equipo cuando más lo necesita.

Eso es ser verdaderamente valioso y no el WAR, ese dato inexacto cuyo resultado está en dependencia de quien lo calcule, sea Baseball Reference o Fangraphs, cuando dos más dos son cuatro desde los orígenes del mundo y los gatos son cuadrúpedos, por más que los sabermétricos intenten hallarle una quinta pata.

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