CIUDAD DE PANAMÁ -- El espejismo del triunfo de México ante Estados Unidos quedó hecho añicos en dos frentes. El maquillaje se le corrió a la mujer barbuda en el circo del exitismo.

1. Se pulverizó en Costa Rica con un 4-0 humillante que pone en la guillotina a Jurgen Klinsmann. El alemán ha arruinado el proyecto sólido que forjaron Arena y Bradley para EEUU.

2. Y en Panamá, con un México que tragó bilis y angustia, y sobrevive gracias a Guillermo Ochoa, con dos intervenciones notables a disparos de Machado y la chilena de Tejada.

El Tri de este martes en el Rommel Fernández, vitoreado generosamente tras consumar el exorcismo a la plaza endemoniada de Columbus, fue más un mellizo del segundo tiempo, sufrido, agobiado, apremiante, ante Estados Unidos, que una réplica del primer tiempo.

Es cierto, México debió confrontar cambios. Pero, también es cierto que a las sustituciones sencillas de los ausentes, Juan Carlos Osorio quiso agregarle la calentura de sus propias rotaciones.

Así, llevó a un equipo mexicano que pretendió jugar con línea de cinco a una bizarra, extraña y extravagante deformación de tres en el fondo y tres delante de ellos, sin que existiera jamás una coherencia de carrileros, que persistieron en estorbarse, Diego Reyes con Jonathan dos Santos y Miguel Layún con Marco Fabián.

No había mucha ciencia en injertar a un equipo ganador, sufrido, pero ganador. El error comenzó desde el capricho con Diego Reyes. Un jugador de frágil respuesta ante EEUU, aún en el mejor momento de México, volvió a ser presa fácil, aunque la fortuna para México es que sus dos amarillas lo dejan fuera ante Costa Rica.

El problema más grave fue en la generación de juego. Si bien Marco Fabián persistía, y por derecha, el más comprometido era Raúl Jiménez, lo cierto es que uno jamás conectó con Layún, en ese confuso encimamiento y ensimismamiento por izquierda, mientras que Giovani deambuló en la cancha, en la otra cara de la moneda de lo que fue en el primer tiempo ante Estados Unidos.

Habían aclarado en conferencia de prensa, tanto Javier Hernández como Juan Carlos Osorio, que no se relajarían tras la victoria ante Estados Unidos. Fue peor. Más que relajarse, la mayoría de los jugadores desestimaron al adversario, lo empequeñecieron en la soberbia con la que lo confrontaron. Y los abofetearon con sorpresa.

Y claro, más allá de la serie de desperfectos provocados por los cinco movimientos de Osorio, cuando sólo necesitaba de tres ajustes, Panamá hizo el partido que necesitaba, en el momento que necesitaba, para sacar el resultado que menos le desagradaba.

Entre esa falacia que a veces documentan las cifras, la noche de este martes, México cargó con un 70 por ciento de posesión del balón por sólo 30 de Panamá, pero, mientras Jaime Penedo sólo sufrió por sus desatenciones, Guillermo Ochoa respondió a dos disparos de Gabriel Torres, uno más de Machado y la chilena de Tejada.

De esta manera, México recibe un llamado de atención. La gesta de Columbus no debe desatar fantasías exacerbadas, sino atender ese sopetón de coherencia que aporta generosamente el empate ante Panamá.

Quede claro: el ex gigante de Concacaf no es el coloso del área por haber vencido al otro ex gigante de Concacaf.

Panamá hizo un favor a México: lo llevó a atender más el diccionario, para entender que entre espejismo y alucinaciones, hay una ligera diferencia: un estado de demencia.

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#911... Rafa Márquez

FECHA
15/11
2016
por Rafael Ramos Villagrana
CIUDAD DE PANAMÁ -- Tiene esqueletos en el armario. Pecados confesables. E inconfesables. En su época de brío, el abuso vigoroso de la violencia lo convirtió en villano. Recluso de sus propios demonios.

Pero, Rafa Márquez debe ser el espartano más redituable para México. Por encima de cualquiera. La hazaña impredecible de la oportunidad y el oportunismo. Aparece cuando hay que retocar y retrucar el drama. SOS, marque el #911.

Lo demostró ante Estados Unidos. El Tri, en esos momentos de desespero y angustia, estaba más propenso al sacrificio que a la proeza. Pero apareció ahí, en ese instante donde el fatalismo elige a los predestinados. La hazaña es una viuda que a no todos guiña el ojo.

Y Rafa Márquez, en el área, olvidado, desdeñado, se convierte en el mortero cómplice de Miguel Layún. El balón viaja sobre el cuerpo encorvado. El remate más preciso que precioso redacta el milagro de los humanos: perseverancia. EEUU 1-2 México. El Muro de Jericó en Columbus se desplomó.

Héctor Moreno sugiere criogenizarlo, y sacarlo de ese estado de hibernación sólo cuando urja. Como un dispositivo de emergencia. Cuando el cataclismo amenaza, sacar la #Rafaseñal y marcar el 911 al teléfono rojo de los rescates.

La idea de Moreno es tan alucinante como improbable. A los 37 años, con ese apolillado aroma de los 38 inviernos, cuando de un futbolista profesional se trata, Rafa Márquez sólo proclama: "Aún tengo gasolina... para el juego ante Panamá, ja, ja, ja".

"Deberíamos clonarlo", sugirió alguna vez Miguel Layún, pero desde la oveja Dolly hasta hoy, no se confirma que todas las astillas sean del mismo palo. La clonación es una réplica física, no de las virtudes... ni del espíritu.

Rafa Márquez hoy empieza a ser más un embajador de la nostalgia que un legionario de fe. El pasado se vuelve achacoso cuando le agendan una longevidad por urgencia y desesperación.

Los últimos impulsos, los estertores gloriosos de su experiencia terminan entregando ese tipo de réquiems a los rivales, como ante EEUU, además de un par de jugadas en el último metro antes de la portería, cuando sus huesos viejos reaccionan más por nemotecnia que por razonamiento.

Ante Bradley, ante Altidore y ante Woods, la memoria genética y fisología de Rafa Márquez, le permitió saltar desde la trinchera para despojarlos de sus ansias de carabineros, con la frente de Alfredo Talavera en su mira telescópica.

Hoy Rafa Márquez quema menos calorías para desvestir de peligrosidad a un adversario, que los ímpetus de Héctor Moreno o cualquiera de sus socios para tratar de desarmar a un contrario. La experiencia es un acto reflejo de la sabiduría.

En ese entorno, Rafa Márquez se vuelve irremplazable. El casting para entregar su camiseta, comenzó hace años. Los aspirantes se tropiezan en las pasarela de los desafíos. Se enredan en los atuendos y los tacones de la gloria ajena.

Imprescindible. Esa es la heráldica que le dejan a Rafa Márquez las legendarias jornadas con una selección que suma frustraciones incontables, con saldo rojo como código de barras de sus intentos pueriles, por al menos, colarse a un quinto partido, como polizonte de la fortuna.

El gol a EEUU tuvo reverberaciones melancólicas en Europa. Los millenians del Barcelona revisan los archivos, para darse cuenta que lo que hizo en Columbus, fue también parte de la redención catalana en momentos de apremio.

Loa madridistas se atreven a desafiar su código de ética y lo colocan en la inmortalidad paralela de Sergio Ramos, y sus aportaciones al Real Madrid y a la selección de España. Mellizos de rivalidades extremas.

Sin duda, si el Kaiser no hubiera nacido en Zamora, jugueteando en las aguas de Camécuaro, y la cigüeña, miope mensajera, lo hubiera abandonado en un cunero español, habría cumplido el sueño de Carles Pujol: "Rafa habría sido titular indiscutible en la selección de España".

Su trascendencia en el Barcelona queda compendiada en los anaqueles heroicos. La Ilíada y la Odisea blaugranas tendrían que relatar en su museo las añoranzas de Rafa Márquez.

Más allá de sus actos de villanía, magnificados en aquella entrada patibularia sobre Cobi Jones en el Mundial 2002, y de pasajes poco dignos como en la MLS, su habilidad embrionaria para la reconstrucción la demuestra en el segundo torneo con el León, cuando advierte que quiere jugar el Mundial de Brasil. Algunos lo consideraron decrépito en ese entonces. Hoy, en el indecoro, se suman al coro de alabanzas.

Voz de mando, control del vestuario, consejo a veces paternalista y a veces de padrastro, se convierte en un mentor enérgico de los que se quieren atrever a despojarlo de su investidura y además se perfila para ser un excelente incondicional en las urgencias del entrenador. Lo sabe: la obediencia es el primer requisito de la autoridad. Un mal soldado nunca será general.

Pero, mientras aún tenga gasolina, que Osorio tenga a la mano el teléfono rojo y el #911. Las reumas aún respetan el alma devota del capitán hacia el Tri.

Walt Whitman le endosaría la inspiración de su poema: "¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas;/ levántate -por ti la enseña ondea- por ti suena el clarín;/ por ti son las guirnaldas y coronas -por ti se apiña gente en la orilla;/ por ti clama, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa".

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COLUMBUS -- Fracaso. La palabra impone. Fonéticamente es escalofriante. Intimida. Es repulsiva. Corroe. Avergüenza. Indigna. Acobarda. Envalentona.

Pero el fracaso es un riesgo reincidente y fehaciente. Para todos. El estigma estriba en la repercusión del fracaso. Las reverberaciones funestas de fallar.

Hoy, ahorita, puedo fracasar en el acomodo de las palabras, y fracasar en seducir a los tres pelagatos de este espacio. Y esos mismos tres pelagatos sentirán fracaso de buscar algo útil en los minutos malgastados en este texto.

Y hoy a un médico se le puede escurrir una vida, o para un maestro cada alumno reprobado le representa una frustración, porque erró. Y ambos fracasaron.

O Carlos Slim puede fracasar en uno de sus miles de negocios. Y hoy el policía corrupto puede fracasar en la suma recolectada para llenar el buche voraz de su jefe. O al ingeniero especialista en rascacielos se le puede venir abajo una banqueta.

El fracaso es una arpía agazapada en la vida de todos. La dimensión del fracaso es el escalofriante efecto, el remezón de haber fallado, el que trasciende.

Esta antesala del artículo, para llegar al momento de los seleccionados mexicanos. ¿Es su mayor fracaso el 7-0? O en todo caso la forma en que los europeos dejaron en la plancha de autopsia al Tri en el proceso mundialista anterior, y rescatados por ese gol de Zusi, y la repesca ante Nueva Zelanda.

En realidad, hay jugadores mexicanos que han pasado por tormentos aún peores. Y sobrevivieron. ¿O acaso todos han vivido de manera hedonista y fácil el futbol? Sin tes... tosterona no hay paraíso.

Los fracasos son tatuajes, son cicatrices multicolores del camino al éxito. Para todos.

Y claro para los futbolistas también ocurre así. O especialmente para ellos, en una nación como México, donde se venera a seres intrascendentes para desconectarse de su propio surrealismo como país.

O de verdad alguien puede entender el nivel de frustración de Javier Chicharito Hernández después de ser el santo de todas las devociones del Manchester United, hasta caer en el desdén, el ninguneo y el desprecio. ¿Y...?

O alguien de verdad puede asimilar la cruz que cargó cuando recargado de fe llegó al Real Madrid y terminó marginado por el club de la estética en el vestuario merengue y debió recoger limosnas por confabulaciones, a pesar de redituar goles. ¿Y...?

Nadie puede ponerse esos zapatos. La empatía es imposible. El suplicio descarnado cuando, dice Alberto Cortez, "a los 20 años te parece que el mundo es una manzana".

Hoy, más allá de su divorcio con los medios, y de la elección de su silencio y veto, como proclama absurda de su molestia, queda claro que el tipo se convierte en el jugador relevante en un club que trata de vivir una historia de relevancia en la Champions. Sí, suma mes y medio sin gol, pero... ¿Y...?

Entonces, concordemos que a pesar de goles determinantes y festejos con Manchester United, Javier Hernández vivió, muchos fines de semana, la frustración de ser marginado del primer equipo, o de goles inminentes que erró, como los penales. Esos, técnica y etimológiocamente, son fracasos. Irrefutables fracasos.

Hoy, sin embargo, debe ser el jugador más curtido en el hábitat más inclemente como el de la alta competencia en Europa. Y debe ser el mejor referente de y para el futbolista mexicano, en ese sentido.

Fracasó desde el manchón. Y desde la línea de gol. Y desde la práctica semanal. Pero hoy, más allá de todas sus equivocaciones como individuo, es el jugador más respetado en el Tri, ojo, no necesariamente, el más amado, dentro del Tri.

Y de esos casos, bajo un estereotipo de redención absoluta, abundan en la selección mexicana. Así como a Chicharito semejantes calamidades lo han hecho mejor competidor y mejor futbolista, así pasa con otros que llegan a este proceso mundialista con el pellejo curtido.

Relatamos el caso de Javier Hernández porque es el epitome de la idolatría perfecta y sus síntomas en el entorno del futbol mexicano. Hay quienes lo veneran ciegamente y hay quienes lo mastican ciegamente.

Pero, nadie, nadie, puede imaginarse esa desolación de Guillermo Ochoa, lanzándose al mar embravecido de Francia, en un equipo condenado a muerte como el Ajaccio, y persistir y resistir, cuando en México hubiera pervivido bajo el dulce arrullo de la burguesía y la idolatría.

Y encima, la esclavitud en el Málaga. ¿Y alguien se atreve a suponer siquiera su agonía tras el 7-0 ante Chile y luego recibir otros siete ante el Atlético de Madrid? ¿Cuántos habrían elegido el suicidio profesional después de semejantes ejecuciones sumarias?

Hoy, la realidad, en la suma de cicatrices, de esos tatuajes multicolores del fracaso, Ochoa es el mejor portero que tiene México. Y él está rabiosamente ansioso por saltar ante EEUU. Cierto, la decisión sigue rotando en las rotaciones de Juan Carlos Osorio.

¿Más? Puede ser Usted tan cínico de creer que puede interpretar la rabia, el desconsuelo, la impotencia, de un personaje que llegaba a recibir más de 100 mil menciones en Twitter por cualquier situación ajena.

Porque ese #TodoEsCulpaDeLayún se convertía en una marabunta cibernética de sorna y abuso sobre un futbolista que era culpable desde la devaluación del peso, hasta de las reumas de un perro callejero, y claro, las derrotas de su equipo.

Hijo, padre de familia, esposo, ser humano, futbolista, colega de otros tantos, Miguel Layún anhelaba, seguramente, cada día, que el precio de la alfalfa en Burkina Faso no fuera a desplomarse porque seguramente se llegaría en Twitter a la conclusión de #TodoEsCulpaDeLayún.

Hoy, Miguel Layún persiste en su batalla. Seguramente cada día que no juega lo sufre como un fracaso. Pero siempre habrá domingos en el Porto que serán día de fiesta.

La suma acumulada de fracasos, como a todos, como a cada uno, los deja a estos tres, y a tantos más, mejor calificados y clasificados para la gran victoria.

Han tenido tantos fracasos en un aparador inmenso como el futbol profesional, que han aprendido a convivir con ellos, pero sin rendirse a ellos ni ante ellos.

Terminan fortalecidos. Esos fracasos son tatuajes, son cicatrices multicolores del camino al éxito. Para ellos. Como para todos.

Ellos, Javier Hernández, Guillermo Ochoa, Miguel Layún, Marco Fabián, y siga sumando, se convirtieron en apóstoles, tal vez sin saberlo, de una reflexión de José Saramago: "La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva".

Y ellos, Hernández, Ochoa, Layún, Fabián y otros, demuestran que el fracaso, como riesgo inalienable de vida, tampoco es absoluto ni definitivo.

Como ningún 2-0, como ningún Fort Columbus, como ningún Waterloo estadounidense, es definitivo, absoluto, y mucho menos eterno...

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LOS ÁNGELES -- ¿Conoce las bellotas? No, no es un aumentativo o un superlativo, y no fantasee con Jennifer López o con Jennifer Lawrence o con Scarlett Johansson o con Song Hye Kyo. Todas las bellotas son bellas, pero no todas las bellas son bellotas.

La bellota es el fruto de los robles, de los encinos... y de los alcornoques. Y hay un personaje que habla con ellas, figuradamente y figurativamente.

Y ese hombre, ese filósofo del soliloquio con las bellotas, se suma a la Selección Mexicana como asesor de, digamos, las bellotas, que trata de hacer germinar Juan Carlos Osorio, especialmente en el Hexagonal Final de la Concacaf.

Imanol Ibarrondo
Twitter: @energizolEl conferencista, evidentemente, tiene el poder de la palabra y de la seducción.

Bellotero por autodescripción, Imanol Ibarrondo, ex futbolista, bilbaíno, especialista en coaching deportivo, se suma al vía crucis del Tri. Su misión suprema, su Juicio Final, tiene un Día D: noviembre 11, en el habitual Waterloo mexicano, que es Columbus, ante Estados Unidos.

Cierto, la deliberación y el veredicto facilistas aguardan perfectamente al final del arco iris... o del calvario.

Si México consuma la hazaña de vencer a EE.UU., Imanol se lleva la bellota de oro de la afición mexicana. Si la costumbre se mantiene, y EE.UU. perpetra otra humillación sobre México, la culpa absoluta será de Osorio.

Imanol dispondrá de 23 bellotas. La mayoría de ellas procedentes de canchas europeas. Y con algunas de las cuales ya ha tenido contacto.

¿Qué hace este encantador de bellotas, este Flautista de Hamelín de las canchas? Su punto original de partida, es fascinante sin duda. A algunos los hará sentir como un evangelizador de la victoria a través de la autoestima. Para otros, posiblemente, sea un charlatán.

Como debe ser, el tiempo y los resultados serán sus mejores avales o verdugos. En esto del futbol, los juicios sumarios se ejercitan cada 90 minutos, especialmente en torno a una selección mayor que nunca ha ganado nada, a no ser notoriedad fatalista, como el aquelarre de todos sus pecados en el 7-0 ante Chile.

Imanol habla con las bellotas. Pero no con ese caviar de roedores forestales. En realidad Imanol habla con esa bellota que Usted, y según lo explica él, todos llevamos dentro.

Hay una analogía. O ejemplo. O metáfora. O alegoría. Imanol evoca en sus seminarios que toda bellota, en esencia, como prodigio natural, puede regalarle al universo un espléndido, robusto, frondoso y casi eterno roble, que, sobre todo, a su vez, se multiplique febril y fértilmente en nuevos frutos.

E Ibarrondo se enfoca en ello, en una ardua labor de convencer a su interlocutor, en este seductor coloquio, de que él, como ser humano, tiene dentro de sí, el potencial de engendrar su propio roble, sea cual sea su afición, pasión, oficio o profesión.

Youtube expone a Imanol en un video de 47 minutos. Todo lo que Usted quería saber sobre Ibarrondo y su apostólica catequización de bellotas y no se atrevía a preguntar, ahí está.

El conferencista, evidentemente, tiene el poder de la palabra y de la seducción. Y en la apología circunstancial hacia sus feligreses hay mensajes motivacionales, así como reprimendas y desafíos, lo que conlleva a una disertación interesante.

Si Usted leyó la saga de manuales de Og Mandino o 'El monje que vendió su Ferrari', se refrescará con viejas ideas con nuevas y futboleras adaptaciones.

Pero, lo medular: ¿servirá esto a los seleccionados mexicanos de futbol que suman siete partidos de preocupante nivel: Jamaica, Venezuela, Chile versión 7.0, El Salvador, Honduras, Nueva Zelanda y Panamá B?

Estas son algunas de las tareas de Imanol Ibarrondo al sumarse al bellotero Tri en la primera semana de noviembre.

1.- Extraer de las cabecitas de los jugadores todos los vestigios enraizados de la culpabilidad por el 7-0 ante Chile. Las bellotas también desarrollan robles frondosos de frustración.

2.- Convencer a los futbolistas de que hasta el Muro de Jericó sucumbió algún día. Y que más allá de la enclenque realidad futbolística actual de EEUU, Columbus no es más inexpugnable que el Álamo. Esa sensación de víctima propiciatoria que se revitaliza perversa e insanamente con sólo pisar el vestuario del Mapfre Stadium.

3.- Resucitar la confianza mutua. El técnico Juan Carlos Osorio y sus jugadores rezan en capillas ajenas. El 7-0 oficializó el divorcio. El futbolista mexicano debe entender que la falta de credibilidad en y hacia Osorio, es un reflejo de la pérdida de credibilidad en sí mismo. Y al final, las víctimas son dos. Una tragedia de camas separadas, parafraseando a Sabina.

4.- La verdad absoluta del doctor en psicología deportiva, Octavio Rivas (QEPD), no hizo eco en Osorio. Habrá que ver si impacta en Imanol: "'Pérate, son mexicanos, están programados al revés". Sven-Goran Eriksson, en su momento, entendió, demasiado tarde, que al jugador mexicano no hay que entregarle solamente la cartografía de un juego y una estrategia, sino prepararlos mentalmente, primero, para no perder la batalla, y segundo para sentirse capaces de ganarla.

Lo que es innegable es que la aceptación de Imanol por parte del cuerpo técnico del Tri, a petición de la comisión de selecciones nacionales, tiene dos objetivos: un técnico que perdió los hilos sensibles de motivación, y unos jugadores que tienen enmarañados sus instintos de futbolista, y priorizan su instinto de conservación. Es una declaración de impotencia compartida.

Cuidado: el discurso ameno, experimentado, bien intencionado, no necesariamente garantiza que las bellotas citadas para el Waterloo de Columbus, germinen poderosamente en robles luego de esa semana de charlas previas.

Cuidado: es necesario, imprescindible que el interlocutor, la bellota pues, el futbolista en este caso, se encuentre mentalmente dispuesto, apto, deseoso y receptivo, de este tipo de orientación.

Las arengas hacia los jugadores mexicanos normalmente son bastante peculiares. Y arrabaleras. Las bellotas que recibirán el fertilizante afectuoso de Imanol, tienen otras preferencias. Me gusta citar esta referencia:

México perdía 2-0 con EE.UU. en un amistoso. Para el segundo tiempo, un cambio de jugador y un discurso puntualmente procaz. Y México empata a dos y estuvo en la línea de gol para hacer otros dos, pero falló.

Se le preguntó a 'El Piojo' Herrera qué había hecho, más allá de los ajustes tácticos, para esa metamorfosis dramática en el comportamiento del jugador, y en la avasalladora actitud sobre EE.UU.

"Les dije que había que ponerle ganas, que había que despertarse y salir a ganar", responde Herrera.

--Exactamente ¿qué les dijiste, cómo se los dijiste para que entendieran?

"Así, como debe ser: 'cabrones, hay que salir a ponerle güevos, este partido no lo vamos a perder... entre otras cosas'", relata 'El Piojo'.

Imanol podrá tener un depurado gusto idiomático. Como sin duda lo tiene Juan Carlos Osorio cuando se dirige a sus jugadores.

Pero, ojo, el doctor Rivas tiene sin duda la exquisita conclusión con su Llave del Mandala: "Pérate, son mexicanos, están programados al revés".

Por eso, la perorata de barriada de Miguel Herrera va directa a las conciencias adoloridas.

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CHICAGO -- 100 años América. ¿100 años América? ¿Y...? ¿Qué son? Entre los polvos del Universo, nada. Hay, olimpos majestuosos de la naturaleza. O, hay, grandilocuencias inextinguibles del cerebro humano. Con piel de siglos. O epidermis de mil años.

Pero, ojo, que la antigüedad, a veces, está reñida con la vejez. No todo lo secular está anquilosado. A veces, la ancianidad se amamanta de juventud eterna. Un soplo de vida.

Y ojo: la inmortalidad no es un privilegio de lo inextinguible, sino de lo imprescindible, de lo imperecedero, de lo legendario, de lo vigente, de lo incaducable. Y América cumple los primeros 100 años de la inextinguible perpetuidad.

Layún
@ClubAmerica

De eso, parece, está hecho el América. Cumple 100 años. Y en un momento dado eligió el camino del mal. Los antihéroes son los artistas en la perfección de la perversidad.

Recuerdo a Don Fernando Marcos con esa voz bajita de complicidad ladina: "El mundo está lleno de buenos. Por eso creamos al América. ¿Quiénes crees que comenzaron el mito de que el arbitraje estaba bajo salario del América? Nosotros mismos. Todo hombre tiene un lado femenino y todo hombre bueno, tiene malignidad?".

Fernando Marcos confirmaba los susurros entre líneas del Antiguo Testamento: Dios inventó al Diablo. Lo creó para que los taciturnos se abrigaran bajo sus anchas alas.

Nada nuevo. Todo comenzó cuando Caín mató a Abel. Caín es un símbolo de la más repulsiva connotación de la fragilidad del bien. Y América es el engendro, el testimonio, de que la bondad, en la inocua verbena del futbol, ya es suficiente con el sermón patriarcal de la iglesia cada domingo.

MexsportAl América, lo amas o lo odias.

Si hasta Caín eligió a su propio Abel. América elige a Chivas como el estereotipo de lo que no quiere ser. Hubo tiempos en que la filiación a Chivas era un acto reaccionario contra el América. Antes de Jorge Vergara, al Rebaño se sumaban los débiles de la Liga para reclamar de sus revólveres la venganza.

100 años América. ¿100 años América? ¿Y...? ¿Qué son? Eso, precisamente. El Nido vive apenas la pubertad de la inmortalidad. Porque uno sabe a ciencia cierta que es el único equipo mexicano que jamás se colapsará.

¿Cómo puede morir un anfibio que se nutre de la tierra negra del odio y del agua belicosamente santificada de sus adoradores?

Cien años. Y el mejor jugador mexicano fue parido ahí: Cuauhtémoc Blanco. Y el mejor técnico mexicano fue educado ahí: Javier Aguirre. Y el mejor jugador extranjero en México jugó ahí: Carlos Reinoso.

Y esos tres mencionados fueron artesanía suya. Porque tenía que combatir en la perecedera memoria de la tribuna, los nombres de otros inmortales: un técnico como Javier de la Torre, y jugadores como Chava Reyes y Héctor Hernández.

Explicaba el doctor Octavio Rivas que el América eligió el estandarte de los jugadores extranjeros, porque era el desafío subliminal a una de los enaltecimientos más bellos del Himno de México: "Más si osare un extraño enemigo...".

"América entendió, o tal vez fue accidental, y después lo hizo su política, que invocar al malinchismo y al chauvinismo, era confrontar al aficionado con dos de los traumas más severos del mexicano: el nacionalismo y su debilidad ante lo extranjero", comentaba el psicólogo en Deportes.

Y claro, cien años de leyendas negras del arbitraje. Tiempos hubo, ciertamente, en que la sospecha rayaba en la certeza: los silbantes vestían bajo la túnica de nazareno, el fondo de retiro de Televisa.

Sí, América, engendrado. Bajo patrones bastante sutiles para creer que fue ingeniería de las oficinas de Televicentro, el abuelo de Televisa, pero también patrones bastante accidentales, para creer que fue la casualidad.

100 años América. ¿100 años América? ¿Y...? ¿Qué son? Eso, el populismo de la impopularidad. Hoy, al anciano que no envejece, a pesar de tantos malos momentos, porque es hoy, el equipo con más títulos en el futbol mexicano.

América
Mexsport

Las canas le sientan bien a un equipo que aún, en este torneo, se debate entre lo ridículo y el conformismo. De sublime, nada.

Y hasta parecería parte de esa estrategia perversa de edificar sobre la burla y el encono, la trascendencia. Hoy, hasta a su afición la ruboriza, la sofoca, la abochorna. La decepciona más en el momento en el que había ofrecido el Himalaya de todos sus sueños de grandeza.

El año del Centenario, América no fue capaz de encontrar un adversario digno de su historia. O por torpeza o negligencia de sus directivos, o por tacañería, pero no fue capaz de traer a un igual de otro balompié para enseñorearse.

Un cumpleaños sin mago, sin piñatas, sin música, y siendo él mismo el payaso de su propia fiesta.

Y cierra el año, este América Centenario, con la grandeza hecha una reuma. La senectud, en el América, debería llevarse con bríos de semental.

Cierra el año con achaques de mediocridad: una Liga que le parece ajena, y un equipo con jugadores de gónadas encogidas, secas, estériles: la masculinidad futbolística se la extirparon. Y así, debe ir a la Copa Mundial de Clubes.

100 años América. ¿100 años América? ¿Y...? ¿Qué son? Eso. La celebración exquisita de los primeros 100 años de inmortalidad... pese a todo.

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NASHVILLE -- Juan Carlos Osorio ha creado su propio universo. Alicia en el País de las Maravillas.

Seis juegos bajo interrogatorio, cinco de ellos oficiales. Ya bastante trémula se mostraba la selección mexicana ante Venezuela, Jamaica, Chile y Honduras, con excepción de 20 minutos de excelencia ante El Salvador.

Nueva Zelanda permitió recrear universos alternos. Anthony Hudson rebasó la ficción de Julio Verne, al glorificar de manera extraña la parsimoniosa inocencia de su equipo, hasta afirmar y firmar que "México termina siendo predecible y previsible".

Osorio no vio defectos en su Tri experimental, en su equipo emergente, en su selección de contingencias.

De hecho, como pasando lista tras un examen de admisión, fue endilgando elogios a todos, e incluso de manera desproporcionada, por ejemplo a un Hugo Ayala, que se equivoca dos veces en el gol de Nueva Zelanda y genera otra oportunidad más para los All Whites.

Entendible, justificable incluso, que el entrenador se convierta en socio de sus jugadores públicamente, pero no puede ser cómplice en la cofradía de la concentración. El paternalismo es, históricamente, el mejor enemigo del futbolista mexicano.

1.- Giovani dos Santos tuvo momentos de brillantez. De atrevimiento futbolístico y emocional. Y Osorio cree plenamente en él.

Falta, sin embargo ver a Gio de lleno en el clima patibulario que privará a lo largo del Hexgonal Final de la Concacaf. Las cacerías de los mastines rivales, irán sobre los tobillos de Giovani.

2.- Si Marco Fabián pudo encontrar libertad para elegir y hasta inventarse callejones entre los adversarios, es por la tiesa formación de Nueva Zelanda. Su rigidez posicional era vulnerable con un poco de movilidad.

Y lo mismo puede decirse de Jesús Dueñas. Encontró libertades para hacer su mejor partido. Tuca Ferretti no ha disfrutado de un encuentro tan grandilocuente como el que su versátil jugador tuvo este sábado por la noche.

Insisto, las libertades físicas, técnicas y espirituales, inspiran a los adversarios.

3.- Anthony Hudson, un entrenador joven, de 35 años, que despierta apetito en la Liga Premier, ciertamente reprobó un par de exámenes.

Hirving Lozano nunca tuvo una marca correcta. Abierto por un costado, era predecible el cambio de juego, e incluso que siempre se ofrecería para un relevo inmediato por el costado.

Magnificar su rendimiento, cuando es evidente que en el Hexagonal le permitirán uno o dos desbordes, antes de ir a pagar la tarjeta amarilla con una entrada violenta, es realmente un acto de ingenuidad.

Es decir, en el discurso final de Osorio, pueden caber los elogios, pero no el desconocimiento de los pecados.

Dar la absolución, considerar el indulto a priori, es prohijar la mecánica de la equivocación. Y descargar elogios de manera tan absoluta y desmedida, puede ser un mensaje irresponsable para algunos futbolistas que batallan para ser titulares en sus equipo.

El 2-1 puede engañar a muchos, que desde el cómodo palco del fanatismo, se pueden entretener con el regocijo, pero tratar de manosear o de engatusar a medios, jugadores o al mismo cuerpo técnico, puede ser peligroso, porque, después, cómo convencer al futbolista de que hay dos discursos en un mismo personaje.

Estados Unidos está a un mes de distancia. Y se juega en Columbus. Alicia no tiene estadio de futbol en su País de las Maravillas.

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LOS ÁNGELES -- Inmunidad e impunidad. Hermanas son del ejercicio del cinismo y el ultraje. Y en cualquier delincuencia, aunque se le da tersura en términos lúdicos y banales y venales como el futbol.

Cierto: no toda inmunidad se contamina de impunidad, pero, ciertamente, toda impunidad soborna el derecho a la inmunidad. Y el futbol mexicano profesa impunemente la doctrina de la impunidad.

La consigna folklóricamente festiva, arrabalera, insolente, que nació, dicen, en el semillero procaz y proactivo de alguna afición del Atlas, esa del "eeeeeeeehhh p...", amenaza con universalizarse y sacar visa diplomáticamente rumbo a los estadios de la Rusia de Vladimir... Putín.

Ese grito, esa admonición de pretensiones fallidamente intimidatorias, nace, crece se reproduce y no muere en México.

Por el contrario, México fortalece el libre tráfico de un alarido que despierta más sonrisas que ira en el portero contrario. Es una burla de la que primero se ríe la víctima.

FIFA ha amenazado. Ha multado a México con cantidades irrisorias. ¿Qué son 30 mil dólares de escarmiento a una empresa como la FMF que factura por patrocinadores 650 millones de dólares en este ciclo mundialista?

Y FIFA finge que se irrita. Manda al futbol mexicano al paredón de fusilamiento. Y ni siquiera le venda los ojos. El problema es que tras el preparen, apunten, fuego, el pelotón de fusilamiento sólo arroja globos llenos de agua. Y al final, todos se ríen. El circo del cinismo.

¿Dónde entra la impunidad? Creador, depurador, predicador torvo de ese evangelio segregacionista, México sigue escuchando amenazas y pagando multas nomás con las monedas que se le caen del bolsillo, con una selección que tiene 26 anunciantes ya, 13 de cada lado de la frontera.

Y mientras los correos electrónicos se materializan de Zurich a Toluca, advirtiendo de sanciones y enviando pagarés de multas ridículas, la amenaza de veto parece lejana para la FMF, mientras que a Chile ya le impusieron dos juegos de veto y una multa similar a la de México.

¿De qué privilegios goza México que Chile no tiene? ¿Puede el dos veces Rey de América ser tan vulnerable, mientras un paria, un desarraigado como el futbol mexicano carga sólo con amonestaciones sin recibir el prometido veto, a pesar de reincidencias en juegos amistosos, oficiales, en canchas ajenas o propias?

Cierto, nadie debe tener fuero. Chile, si viola el reglamento, debe ser tan castigado como cualquiera, más allá de sus dos merecidísimas coronas continentales. Pero, curioso, que México, laboratorio que engendró esta bacteria del grito homofóbico, que alcanza grado de pandemia pelafustana, tenga la venia o la impune inmunidad de no ser castigado.

La FMF cree haber tomado cartas en el asunto. Ha iniciado campañas, ha difundido audiovisuales, ha pedido a sus seleccionados que recomienden la supresión de ese cántico corrosivo, pero, la afición, sarcástica, burlona, le grita a los federativos, a los jugadores y hasta a los medios, de la misma manera que al portero contrario: "Eeeeeeeehhhhh, p...s".

Ciertamente en un país donde hay un desafío y un descrédito hacia la autoridad, que ejerce de manera escandalosamente descarada la impunidad, la afición se refugia en desafiar más que al portero contrario, a las crisis múltiples que vive la nación por la comprobada incapacidad de su gobierno o por la capacidad comprobada de ese mismo gobierno para violar los derechos de su nación.

El grito de la tribuna no pretende ofender al arquero adversario, sino al feliz inquilino en Los Pinos. Por eso, no hay tregua posible.

¿Quiere la FMF buscar medidas drásticas? Se necesita tener una valentía, una honestidad, una masculinidad, testosterona pues, y honradez, que en los escritorios promiscuos de dirigentes concupiscentes no es posible que existan.

¿Qué tal comenzar por ser juez enérgico de su propia causa y de su propia casa? ¿Qué tal que se sacudan Decio y la FMF la cobardía a perder dinero y confrontar a la afición?

¿Qué tal que Decio y la FMF conecten el cerebro con los testículos y adviertan a sus aficionados que las sanciones enérgicas comenzarán en ellos mismos?

¿Qué tal que Decio y la FMF decidan vetarse a sí mismos?

¿Qué tal que decidan quitar el Estadio Azteca como sede premundialista si ante Costa Rica regresa ese alarido obsceno?

¿Y qué tal si se presenta ese bochorno decibélico en, por ejemplo, Monterrey, vetarlo también?

¿Y qué tal si a esa terquedad absoluta, en una reacción valerosa, para acabar con ese grito, Decio y la FMF se atreven a jugar los partidos a puerta cerrada?

Claro, para atreverse a tanto, para curar de raíz este problema, hace falta valor, honestidad y ejemplo, y, lo hemos dicho, lo que menos hay en la presidencia de la FMF y sus achichincles en clubes y oficinas, es estatura moral, para poner el ejemplo.

Es como pedirle al coyote que cuide las ovejas.

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LOS ÁNGELES -- ¿Qué busca Juan Carlos Osorio con esta convocatoria para los amistosos ante Nueva Zelanda (Nashville) y Panamá (Chicago)? Jeroglíficos ocultos.

¿Es un ultimátum para algunos? ¿O es tiempo perdido para todos? ¿Es un divorcio y una nueva alianza? ¿Es el Juicio Final o un día después del Juicio Final?

Con cinco actuaciones lamentables (Venezuela, Jamaica, Chile, El Salvador y Honduras), resultados preñados de duda... o de escándalo, y el Hexagonal con emboscadas en Columbus y Panamá en las penumbras de Noviembre, Juan Carlos Osorio confunde con los mensajes difusos.

1.- Lo reconoce el mismo entrenador colombiano: "Tenemos que trabajar mucho, mejorar mucho y ajustar mucho", dijo tras el empate ante Honduras en el Estadio Azteca.

2.- Trabajo es igual a tiempo. Diez días de entrenamientos y dos juegos. Y llama a sólo dos europeos que antes ignoró. Los recurrentes, los ungidos, los indispensables de antes, hoy se quedan en casa.

3.- Si el equipo necesita ajustes, entendimiento, coordinación, repeticiones, trabajo colectivo, identificación, orden, autoridad, ¿no era necesario convocar a los que han sido sus habituales titulares o sus hombres de confianza, aunque evidentemente la hayan traicionado?

4.- Es decir, es el momento de aprovechar dos amistosos, 180 minutos, más las prácticas. Parecían perfectamente las circunstancias idóneas para tratar de engranar esa maquinita que lleva cinco partidos de misérrimo nivel, respecto a lo que había mostrado antes.

5.- La mejor manera de reintegrar a un grupo desperdigado, difuso, traumado, traumatizado, es precisamente con sesiones de trabajo en cancha y fuera de ella. Diez días de convivencia a la medida justo antes de inmolarse en Columbus y Panamá.

6.- Juan Carlos Osorio se comprometió a empezar esa terapia multitemática desde la concentración previa al juego contra El Salvador. Evidentemente no arrojó frutos.

6.- Y el otro mensaje: Osorio se hartó. Absolutamente. Osorio claudicó con el grupo de jugadores, especialmente los europeos, que comparecieron desganados, sin compromiso, y con un discurso apócrifo, falso, en referencia a la indolencia en la cancha.

7.- Y si Osorio decide que en esos diez días, del dos al 11 de octubre, no puede recuperar a los recurrentes de los últimos cinco juegos, llegó el momento de renunciar a ellos. Ese es un mensaje oculto. Si ellos se hartaron de él, él decide hartarse de ellos.

8.- Si esa Torre de Babel, llena de confusiones, indisciplinas, desaires, demuestra que no hay un mismo lenguaje leal y fiel a la selección mexicana, seguramente Osorio decide ensayar con sangre nueva, con sangre que él cree que está comprometida.

9.- Honestamente, ¿con este plantel citado para enfrentar a Nueva Zelanda y Panamá en amistosos, cree Osorio que alcanza para meterse al eterno Waterloo de Columbus, y a la trinchera panameña, ansiosa de saldar cuentas? Parece imposible.

Pero, el técnico colombiano prefiere una apuesta nueva, a una apuesta perdida, como se lo ratificaron en los cinco juegos anteriores las Divas de Lladró que juegan en Europa.

10.- ¿Fueron entonces los juegos ante El Salvador y Honduras un ultimátum? Eso parece. Osorio es lo suficientemente inteligente como para desperdiciar los entrenamientos y los 180 minutos de juego en ese lapso de diez días.

Por eso, entonces, en esta convocatoria aparece sangre nueva, barro moldeable, arcilla noble --aparentemente--, y jugadores hambrientos de revancha. Lo ha dicho el técnico colombiano: "Yo me quedo con jugadores que buscan la gloria y prefieren la gloria deportiva". Las vedettes, en la pasarela.

Por si Osorio no ha leído a Maquiavelo, le dejo una reflexión de El Príncipe de las Intrigas: "El que quiere ser tirano y no mata a Bruto y el que quiere establecer un Estado libre y no mata a los hijos de Bruto, sólo por breve tiempo conservará su obra".

Habría que estar muy embrutecido o ser muy bruto, para no entender semejante homilía irrefutable.

Osorio lo dijo en sus primeros días con el Tri: "Prefiero morir con una filosofía de trabajo que me ha dado resultado, antes que sobrevivir con algo (¿algunos?) en lo que no tengo fe".

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LOS ÁNGELES -- Decio de María advierte que la Selección Mexicana saldrá del Estadio Azteca. La medida pretende ser una demostración de sabiduría, pero...

En declaraciones al diario Reforma, la explicación del presidente de la FMF es que los fastuosos legionarios europeos se ven afectados por las condiciones extremas que durante mucho tiempo hicieron del Azteca una fortaleza inexpugnable: altura y contaminación.

Selección Mexicana
MexsportLos jugadores mexicanos que militan en ligas de Europa están acostumbrados a jugar en escenarios a menor altura que en el Estadio Azteca.

1.- EFECTO BOOMERANG

Esa advertencia se las hizo hace tres años Jorge Luis Pinto dirigiendo a Costa Rica. Consideró poco inteligente esperar que los jugadores que militan en Europa se comportaran sin problemas bajo las condiciones exigentes del Estadio Azteca.

Los "europeos" acostumbran jugar en escenarios a menor altura e incluso a nivel del mar, y sin la dramática contaminación que fue aliada del Tri durante años. Pinto lo explicó, y 'Chepo' de la Torre lo desdeñó.

Entonces se habló en la Selección Mexicana de que la memoria biológica y fisiológica en los organismos de los jugadores, les permitiría readaptarse de inmediato a esas condiciones extremas. No fue así.

2.- LA BURRA NO ERA ARISCA...

La FMF ya recibió la advertencia de un veto inminente por el cortejo soez y homofóbico de los aficionados a los porteros visitantes, y la gota que derramó el vaso fue en la visita de Honduras, dentro de la eliminatoria.

Decio ya contempla que el primer partido del Hexagonal, ante Costa Rica, no pueda llevarse a cabo en el Estadio Azteca.

De esa manera, cuando llegue el castigo, podrá decir que ya estaba prevenido, y esperará los vítores estruendosos por su visión infalible para tomar soluciones antes de que llegue el problema.

Ojo: si la FMF se manifiesta contra semejante alarido, y dice solidarizarse con FIFA, es inevitable cuestionar a Decio cuándo se atreverá entonces a tomar decisiones drásticas dentro de la Liga MX, en la que semejante bramido se mantiene consistente.

¿O acaso la hipocresía es hacia FIFA? ¿O acaso la hipocresía es hacia la Liga MX? No debería, aunque es una constante en la FMF, tener una doble moral hacia un mismo tema, pero... es Decio.

3.- ¿LA SELECCIÓN A SUBASTA?

Hay antecedentes. Cuando un estadio del futbol mexicano ha decidido albergar un juego amistoso de la selección mexicana, no recibe pago alguno por renta del inmueble. Por el contrario, debe pagar, en negociaciones con Guillermo Lara, un millón de dólares por llevar al Tri bajo su cobijo.

Seguro, entonces, volverá esa práctica. El seleccionado de Juan Carlos Osorio volverá a ser subastado puntualmente entre aquellos clubes que decidan organizar partidos del Hexagonal Final de la Concacaf, aunque el acuerdo no incluirá publicidad estática, y mucho menos, pago de derecho de transmisión por televisión en México y EEUU.

Obvio, nadie pierde, todos ganan. A final de cuentas, el mismo Estadio Azteca ha dejado de ser ese circo romano al que los adversarios llegaban dispuestos al sacrificio. De hecho, se han consumado dos Aztecazos en juegos oficiales de eliminatoria, y uno más en juego amistoso frente a EE.UU.

4.- ABARATAR PRETEXTOS

Por otro lado, de repente, tratar de justificar el bajo rendimiento de la selección mexicana en los últimos encuentros, con semejantes explicaciones, es bastante pueril y vulgar.

El descenso en rendimiento de México, se alarga desde los juegos en la Copa América Centenario ante Venezuela, Jamaica, Chile, El Salvador y Honduras. ¿Cuántos de esos juegos fueron bajo condiciones inclementes de altura y contaminación?

Y acaso, los mismos futbolistas mexicanos no debieron confesar los síntomas evidentes y brutales, de ser tan devastador el efecto, de jugar un partido exigente, disminuidos físicamente.

Por otro lado, olvida Decio que no necesariamente las sedes en otras ciudades han sido el albergue perfecto para el Tri. Hay un par de detalles a repasar.

Seguramente con el precio de los boletos, terminarán acudiendo los aficionados oportunistas, los que nunca acuden al estadio, pero que ven una oportunidad inmejorables de fanfarronear en redes sociales, e incluso gran parte de los boletos terminan en manos de los patrocinadores del Tri.

El genuino fanático, tal vez se quede fuera del estadio, y sin olvidar, además, por ejemplo, que Guadalajara ha sido siempre una plaza crítica y exigente con la selección nacional, al grado que incluso, ya alguna vez terminaron abucheando al Tri.

Y una experiencia personal: cuando el Mundial de 1986, México terminó jugando, por una torpeza de logística de la FMF, ante Alemania en Monterrey, desde entonces considerada "la mejor afición en el país".

Al final, fue sorprendente ver cómo en los momentos de crisis del Tri, e incluso entre injusticias arbitrales, la afición terminó silenciosa, angustiada, pasmada y sin esa reacción que se esperaba de la que era "la mejor afición en México".

Y las inevitables preguntas para cerrar el tema.

1.- ¿Lo consultarían con Juan Carlos Osorio?

2.- ¿Recibieron el visto bueno del DT del Tri?

3.- ¿Ya ha sido al menos planteado ante la Yunta de Dueños, como llamó Sven-Goran Eriksson a la Juna de Propietarios de Equipos?

No, es la respuesta a las tres. Total el que decide sobre la selección nacional es una sola persona, y los demás, bajan la testuz y aceptan.

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